Capítulo 6

Me fije en cada uno de los pokémon dentro del camión mientras avanzábamos por varios caminos de tierra. Los árboles seguían al margen del camino, tal como el camino que lleva a la casa de la familia de Rafael.

Los pokémon en la parte trasera del camión son de tres especies de pokémon diferentes. Unos cinco son de un color azul muy oscuro con un largo cuerno y ojos amarillos, otros tres con un color amarillo y mostaza cuentan con afiladas garras y espinas marrones en sus espaldas, y los últimos siete que son los que llevan las armaduras negras en sus patas y espaldas, parecen liberar chispas en las partes de pelaje amarillo alrededor de sus cabezas y además mantienen su pelaje azul erizado.

Evidentemente los pokémon no dejaban de verme, incluyendo el teniente coronel Argos que mantenía un vuelo detrás del camión. Nadie dijo ni una palabra desde que hacía ya veinte minutos, habíamos comenzado el viaje a la capital. Lo interesante era el nerviosismo y la preocupación que tenía y dejaba ver Rafael.

─¡Oye! ─exclamó una voz justo después que el camión militar se detuviera de golpe─ ¡Tiempo sin verte, Argos! ─la voz algo grave provenía del techo.

El teniente coronel dejo de volar y se detuvo en la tierra para que segundos después otro pokémon aparecería a su lado. Lo primero que note fue el fuego que desprendía su cola y luego, las largas alas de color naranja ─un color que cubría gran parte de su cuerpo─ que se agitaban lentamente.

─¡No esperaba verlo gobernador Zard! ─señaló Argos.

─Me imagino... ¡Por Rayquaza! ─sus ojos verdes se clavaron en mi─ ¡Primera vez que veo un pokémon como tú! ¡¿Cómo te llamas?!

─Su nombre parece ser Deoxys ─respondió rápidamente Argos─. Es un pokémon del tipo psíquico y parece comunicarse por una telepatía no invasiva.

─¡Increíble! Bueno, llevenlo a mi casa ─ordenó Zard.

─Gobernador tengo órdenes de mis superiores de llevarlo a la capital para, presentarlo al rey ─indicó Argos.

En ese momento Rafael, aunque sólo fue por unos pocos segundos, quedo paralizado. No se que generó esa sensación en él pero, no fue de mi agrado.

─No sé si deba decirlo, pero, yo soy uno de sus superiores ─refutó el gobernador y justo después la llama en su cola aumento─. Si el rey o alguno de los ministros dio la orden, no se preocupe. Yo me encargo de comunicarle que el pokémon extraterrestre se encuentra en mi hogar. Así que no me haga repetirlo. Lleve al pokémon extraterrestre a mi casa.

─Entendido, gobernador ─respondió a regañadientes Argos.

Argos luego de su respuesta alzó vuelo y desapareció, mientras el gobernador se subió al camión sentándose frente a mi y a un lado de Rafael.

El camión volvió a moverse y a su vez el teniente apareció volando.

─Como ya debiste de oír ─indicó el gobernador─, mi nombre es Zard. Soy el gobernador del sector uno. Te llamas Deoxys, ¿cierto?

─Sí ─respondí─. ¿Por qué no iremos a la capital?

─¡Esa pregunta no me la esperaba! ─exclamó Zard, después agitó su cola─ Esperaba algo más como: ¿qué quieres? o ¿por qué estás aquí? Pero arrojaste una pregunta interesante, Deoxys ─el pokémon naranja estiró una de sus alas para cubrir a Rafael─. Principalmente es por él ─dijo en referencia a Rafael─. Los de su especie tienen prohibido entrar en la capital, a menos que vayan acompañados de la guardia real.

─¿De qué habla? ─pregunté casi al instante.

─Un pokémon curioso... interesante ─su voz sonó algo extraña con esa última palabra─. Es una larga historia así que no la contaré ahorita, será en otra ocasión. Así que mejor hablemos de ti, ya que pronto llegaremos a mi casa y es probable que mis hijos te aborden.

─¿Cuántos hijos tiene, Zard?

Sin percatarme uno de los pokémon de pelaje azul y amarillo, estaba a mi lado desprendiendo muchas chispas amarillas. Sus ojos furiosos y mortales me veían con agresividad.

─¡Calmese soldado! ─ordenó Zard─ El pokémon proviene de otro planeta, por lo que no debe entender la jerarquías y el respeto hacia ellas ─el soldado asintió de mala gana y volvió a su puesto─. Le agradezco su forma de actuar soldado ─miró por unos instantes al pokémon, que hace instantes me había amenazado─. Disculpa la actuación del soldado pero en nuestro país, no te puedes dirigir a un noble sin mencionar primero su rango ─explicó viéndome─. Como dijiste mi nombre antes que mi rango, el soldado lo vio como una ofensa.

─Entonces... ¿debo llamarlo gobernador Zard? ─pregunté.

─Sí, pokémon Deoxys ─respondió el gobernador.

─¡¿Qué le pregunto, gobernador?! ─preguntó con rapidez Argos.

Aún no dominaba como usar lo que ellos llaman telepatía. Aveces siento que un solo pokemon me oye, pero otras veces que son varios quienes me oyen.

─Olvidelo teniente ─expresó Zard.

El resto del camino a la casa del gobernador fue muy incómodo. Los soldados no apartaban su furiosa vista de mi y de Rafael, quien estaba en extremo nervioso.




Finalmente llegamos a la casa de Zard, tras superar varias rejas y guardias pokémon, quienes se impresionaron al verme, dejando caer ─algunos de ellos y ellas─ los cascos de las armaduras doradas que llevan. Cuando el camión se detuvo los únicos en bajarse fueron el gobernador, Rafael y yo, el resto de soldados fueron obligados a quedarse e irse de la propiedad del gobernador, siendo Argos el único que se le permitió quedarse en compañía de Zard.

La casa del gobernador era mucho más grande que la de Rafael. Excesivamente grande. Debían ser casi treinta metros de alto y por la cantidad de ventanas habían varias habitaciones y cuartos. La paredes exteriores tenían un color perla con líneas doradas en las esquinas, además que la parte exterior ─donde nos había dejado el camión─ estaba totalmente cubierta por un extenso jardín, en el cual podían verse multitud de flores con varios colores y pequeños árboles con forma triangular.

─Mis hijos deben estar en el patio trasero ─dijo Zard─. Argos necesito que tomes a Deoxys para volar sobre la mansión e ir directo al patio, yo me encargo del muchacho ─señaló a Rafael.

─Entendido, gobernador ─Argos agitó sus alas mientras caminaba hacia mi.

─Disculpen pero yo puedo volar ─indiqué mientras alza mi cuerpo.

─Pensé que apenas podías levitar un par de metros... pero si también puedes volar, perfecto ─con esas palabras el teniente alzó vuelo.

Con sus brazos el gobernador tomó a Rafael y tras un aleteo leve, ascendió hasta llegar sobre la mansión, donde ya estaba Argos. Por mi parte termine de alcanzarlos y me lleve una gran impresión al ver los alrededores. Detrás de la mansión hay una gran extensión de árboles que terminan en lo que parecen ser unas colinas, las cuales tienen tras de sí una gigantescas montañas grises, aún más alejadas. Al frente de la mansión puede verse a lo lejos,  más casas pero aglomeradas entre sí, cubiertas por árboles y si seguía viendo más allá podía ver una mancha azul y más árboles hasta terminar de ver muy a lo lejos otra montaña gris de gran altura.

─Siganme ─ordenó Zard.

Volamos sobre la mansión de techo rojo, donde ví una gran cúpula de cristal en medio de la gran casa. Al final había un gran jardín que termina en un campo de tierra protegido por una reja, donde se veían a dos pokémon similares al gobernador escupendiendo fuego uno contra el otro.


─¡Hijos! ─exclamó Zard llamando la atención de los pokémon─ ¡Ya he llegado con el pokémon extraterrestre!

Los dos pokémon alzaron vuelo rápidamente mientras nosotros comenzábamos a descender en un espacio abierto, cerca del campo de tierra.

─¡Tom y Moer! ¡Les he dicho que no usen sus ataques de fuego, sino han activado la barrera! ─la voz de Zard asustó a los hijos que ya tocaban tierra.

─Disculpa padre, pero Moer quería hacer primero las preguntas al pokémon extraterrestre antes que Jonas ─dijo uno de los pokémon con un collar azul, justo antes de mover la cola con la llama al final.

─Disculpa padre, pero Tom decidió luchar en nombre de Jonas para que el hablará primero con el pokémon, fue por eso que se nos paso activar la barrera ─indicó el otro pokémon que tenia marcas negras en el brazo derecho y la cola.

─¡Bueno ahora seré yo quien decida! ─la orden de Zard no fue del agrado para los hijos─ Necesito que traigan a sus hermanos y hermanas, ¡ya!

Sin decir nada más los dos pokémon volaron hacia la mansión.

─Sus hijos se ven más fuertes que antes ─expresó Argos─. ¿Participarán en el torneo de los Regis?

─Sí, ambos participarán por eso están entrenado cada día, aunque ayer les dije que no, por ser el primer día del nuevo año ─señaló el gobernador─. ¡Bien, Deoxys! Mis hijos llegarán pronto hacia que espero no te incomode estar rodeado por muchos pokémon.

─¿Cuántos hijos tiene? ─pregunté.

─Son seis varones y seis hembras ─respondió Zard─. Te van a preguntar un sin fin de cosas... ¡Salí victorioso!

─¿De qué habla, gobernador? ─preguntó Argos.

─Les prometí a mi hijos que los llevaría o les traería a un pokémon extraterrestre para que hablarán con ellos, ya que luego que el rey firmó, el tratado de pokémon planetarios, mis hijos han deseado conversar y conocer a uno de esos pokémon ─explicó Zard.

─Bueno con la firma de ese tratado ya esa clase de pokémon pueden ingresar al reino o pokémon de nuestro reino tratar con ellos ─añadió el teniente─. Lo único que no logró entender de todo esto es, ¿cómo le va a explicar al rey que usted fue el primero en recibir a Deoxys antes que él?

─¡No te preocupes, Argos! ─exclamó el gobernador tras colocar una cara algo siniestra y extraña por unos segundos─ Yo se que hacer en estos casos.

No pude terminar de olvidar el extraño y siniestro gesto en el rostro del pokémon y parece que Rafael tampoco. Éste último había estado muy, pero muy callado desde que habíamos comenzado el viaje, además su nerviosismo no era normal, era evidente que algo le preocupaba mucho.

─¡Padre! ─dijo una voz que luego fue seguida de un extraño ruido.

─¡Hija! ─exclamó Zard al momento en que un pokémon de escamas moradas y ojos amarillos apareció─ ¡Mi pequeña niña! ─la pokémon se enrolló alrededor del gobernador dejando ver unas escama amarillas alrededor del cuello.


─¡Padre, cumpliste tu promesa! ─exclamó la criatura mientras se desenroscaba de Zard y me veía─ ¡Nunca había visto a un pokém...! ─la pokémon se quedo en silencio unos segundos al ver a Rafael─ ¡¿Qué hace un pokémon como él aquí?! ¡Saca a ese pokémon traidor de aquí! ¡Ya! ¡Ya!

La pokémon comenzó a agitar su cola ─aunque realmente parecía una larga cola todo su cuerpo─, donde tenía un pequeñas esferas mostazas unidas. El sonido asustó a Rafael, quien de inmediato se agachó y colocó su frente sobre la grama,

─¡No es mi intención asustar a una noble! ─indicó Rafael─ ¡Me iré de inmediato!

─¡Hija! ¡Él es nuestro invitado! ─exclamó en voz alta Zard─ Levántate chico, nada te pasará.

─¡¿Invitado?! ─la pokémon dejó de agitar su cola.

─¡Sí hija! Él encontró al pokémon extraterrestre, por lo que es nuestro invitado, así que agradezco te comportes y hagas que el resto de tus hermanos y hermanas se comporten ─la voz del gobernador se oía muy aterradora.

Rafael se levantó mientras mantenía su cabeza abajo.

─Esta bien, padre. Pero no te atrevas a dejarlo entrar en la casa ─dijo la hija del gobernador─. Los pokémon traidores que son su especie, pueden traer desgracia a nuestro hogar ─los ojos de la pokémon me vieron rápidamente─. Ya no me interesa éste pokémon extraterrestre, debido a ─miró nuevamente a Rafael─ ese pokémon.

Con gran rapidez la hija desapareció de mi vista, dejando muchas preguntas que algo en mi interior me decía no debía preguntarlas en ese momento.

Rafael levantó por un segundo su rostro para verme y en sus azules ojos, vi una increíble y anormal furia que parecía querer destruirlo todo. Debo admitir que me asustó bastante ver eso en sus ojos, fue como si algo en mi ser hubiera recordado algo.

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