Capítulo 4
Tanto Rafael como su padre Irwin me guiaron atraves del bosque. Vi varias especies de pokémon diferentes a los dos que me guiaban. Era extraño que apesar de sus notables diferencias, todos ellos se nombrarán así mismo como parte de la especie pokémon.
Las criaturas que me veían quedaban impresionadas, a tal punto que dejaron de lado sus actividades para verme. Algunos de los pokémon que volaban, eran de color amarillo y otros de color morado, mientras que aquellos que no volaban, eran de color verde y tenían flores sobre sus espaldas.
─¿Por qué esos pokémon tienen plantas sobre sus espaldas? ─pregunté al momento en que vi varios de esos pokémon verdes con flores rosadas, aglomerados con otros que no tenían dicha flor pero, si algún tipo de planta.
─Ellos nacen así, es su forma física ─respondió Rafael─. Además los que ves con las flores en sus espaldas son evoluciones, de los que no las tienen.
─Los que tienen las flores son Ivysaur ─indicó Irwin con su grave voz─, y los que no la tienen son Bulbasaur. Aún así ambos son de la misma especie─se detuvó junto a un árbol, haciendo que me detuviera─. ¡¿Dónde está Lucas?!
Su grito iba dirigido al grupo de pokémon con las flores.
─¡No vendrá hoy! ─gritó una de las criaturas que no pude ver─ ¡¿Quién es ese a tu lado?!
─¡Luego te digo! ¡Dile a Lucas que vaya a mi casa! ─Irwin continuó caminando y su hijo junto a mi lo seguimos─ Llamas mucho la atención ─dijo posando rápidamente sus ojos en mi─. Bueno ya el grupo de los Beedrill, debió llevar la noticia al pueblo y a las demás casas. Seguro ya tu madre se entero ─vió a su hijo antes de volver a perder su mirada entre los árboles.
─Sí... ya me imagino ─expresó con negativa Rafael.
Seguimos caminando hasta dejar atrás a los pokémon y llegar a un punto donde los árboles estaban separados unos de los otros por un camino de tierra, que ascendía un poco. Al final podía verse una extraña estructura de color gris, la cual finalmente identifique como una casa.
El recorrido no paro. Rafael parecía estar nervioso y su padre también. Eso no era de buena ayuda, debido a que yo también comenzaba a ponerme nervioso.
Finalmente llegamos a la casa. Su estructura estaba hecha de rocas en lo que parecía ser la mitad de un círculo. La puerta y las ventanas ─a cada costado de la puerta─ estaban abiertas. El sol iluminaba el techo verdoso de aquella casa rodeada por varias cilindros de madera.
─No está ─dijo Rafael.
─¿Seguro que no estoy? ─preguntó una voz a nuestro costado derecho.
Rafael grito del miedo.
─Amor... realmente eres una especie de ninja ─indicó al padre y justo después todo fue cubierto por polvo tras un fuerte golpe.
─¿Quién es él? ─preguntó nuevamente aquella voz, pero esta vez, se oyó frente a nosotros.
La nube se disperso. Frente a Irwin estaba una criatura idéntica a él pero, su pelaje era más claro y más liso, adicionalmente sobre una de sus orejas tenía enrollada una cinta blanca con puntos azules.
─Un pokémon extraterrestre que encontró tu hijo ─respondió Irwin.
─¿Dónde fue eso, Rafael? ─preguntó la pokémon.
─En el paraje...
─¡Te he dicho que no vayas al paraje de los perdidos! ─gritó la madre interrumpiendo a su hijo─ ¡Desde la desaparición de docenas de familias en esa zona, te prohibi ir allí!
─¡Mamá ya éste año cumplo dieciocho años! ¡No me trates como un niño! ─exclamó Rafael.
─¡¿Qué te pasa, Rafael?! ¡Ella es tu madre! ─exclamó rápidamente el padre.
Pasaron varios minutos hasta que finalizará la discusión que tenían. Luego decidieron entrar en la casa, mientras Irwin le explicaba todo lo sucedido, tanto lo que había pasado desde que él mismo me vio hasta lo que su hijo le contó.
La casa realmente era parte de una cueva modificada. Las paredes mantenían el gris de una roca pero se notaba que habían sido pulidas, por otra parte las puertas y otros accesorios eran de madera a excepción de unos cuantos. Lo que llamo mi atención tras dar un vistazo rápido al interior, fue un objeto cuadrado donde varias imágenes de árboles se movían tras una especie de cristal.
Dentro de la vivienda de la familia de Rafael, los padres me invitaron a sentarme en una de las sillas alrededor de la mesa. Nunca lo había hecho pero, gracias al conocimiento adquirido sabia la acción que debía llevar a cabo e incluso la manera en la que debía sentarme, que debo recalcar no fue del gusto de Irwin, quien de inmediato me pidió no fuese tan formal en mi postura.
Durante dos horas fui abatido por preguntas y preguntas, sobre todo del lugar donde venia y lo sucedido en mi combate con Rayquaza. Los tres no quedaron satisfechos con mis respuestas, ya que, esperaban más datos pero esos datos no podía dárselos debido a que no recordaba realmente nada.
Luego de comer vinieron las preguntas sobre mis estructura corporal. Les respondí de acuerdo a la información que tenía sobre mi cuerpo. Se impresionaron al momento de enterarse que podía ingerir alimentos, mediante mis brazos, los cuales también podía cambiarlos de forma a voluntad. Adicionalmente les explique que mi cerebro se encuentra justo en mi pecho, y se encuentra protegido por una capa cristalina.
─Deoxys, eres realmente interesante ─señaló la madre de Rafael─. He visto programas informativos sobre pokémon del espacio, como Cleffa y Staryu pero tú eres diferente a ellos.
─Bueno desde que compre la televisión Laila, no ha dejado de ver los programas que dan en el canal del ministerio de ciencias y tecnologías ─expresó el padre justo antes de levantarse y caminar hacia aquel objeto que anteriormente llamo mi atención─. Dentro de una hora debemos ver el mensaje del rey Kal para éste nuevo año.
─Probablemente dirá lo mismo del año pasado ─dijo Rafael con cierta molestia─. Mejoras, mejoras, mejoras, bienestar de la población y como siempre, nunca olvidar las... diez normas fundamentales ─terminó dando un fuerte suspiro.
─Rafael, se que tienes tus problemas con la realeza pero, debes agradecer que gracias a ellos ─indicó Laila─ el reino se ha mantenido por más de mil años luego que finalizará aquella antigua guerra civil.
─Madre. Si hay que agradecerles, tienes razón ─comentó rápidamente Rafael─. Pero, ya es tiempo que cambie la forma de gobierno y las leyes que nos obligan por nuestra especie...
─¡Rafael! ─gritó de pronto la madre─ ¡Esas cosas no se dicen!
─Hijo... ya hemos hablado de eso ─dijo Irwin mientras volteaba─. Esa clase de pensamientos extranjeros no puedes decirlos. Recuerda que si eres oído por algún policía o militar puedes ir a la cárcel...
─... o te puede pasar algo peor ─dijo Laila, continuando la oración de su esposo─, si eres oído por un miembro de las fuerzas especiales.
En ese instante por el gesto en la cara de Rafael, entendí que eso llamado fuerzas especiales era algo muy peligroso y con lo que se debía tener cautela.
Ya eran las dos de la tarde cuando un melodioso sonido comenzó a oírse desde la televisión, mientras indicaba la hora del día. La madre y el padre habían respondido las preguntas que les hacía, pero se acercaron al televisor para sentarse sobre el suelo con sus ojos fijos en el símbolo que aparecía en la televisión, tras oír la melodía. Un círculo gris con otros dos círculos azules, envolvían un pequeño círculo verde mientras una línea vertical azulada parecía dividir el centro del símbolo que aparecía en la pantalla.
─Acompañame, Deoxys ─dijo Rafael justo después de levantarse─. El rey dará su mensaje y mis padres se instalarán allí, hasta que él termine de hablar.
Al momento de ver que los padres no hicieron nada, decidí seguir a Rafael.
─¡Maldito sistema! ─exclamó Rafael dentro de la habitación.
El cuarto al que habíamos entrado tenía una ventana, una cama, una mesa y una silla, además de otra puerta. En si, la habitación era como el resto de la casa, paredes de roca pulida y el resto hecho con madera.
Rafael se sentó en la cama y yo en la silla.
─Se que no tienes recuerdos pero espero que en tu planeta, haya cosas diferentes a las que hay aquí ─dijo de improvisto.
─¿A qué te refieres? ─pregunté.
─Al sistema de gobierno ─respondió─. El de éste país es bastante molesto a diferencia de otros.
─No entiendo...
─Las leyes de éste reino, obligan a mi especie a realizar tareas específicas y a menos que tengas dinero o un buen contacto, te verás toda tu vida a realizar una labor única ─la voz de molestia en Rafael era evidente─. Mi especie, está obligada a actuar como agricultores o comerciantes, nada más. Yo no quiero ser un agricultor o comerciante. ¡Quiero ser un explorador! ¡Conocer el mundo! ─por un momento sus azules ojos brillaron con intensidad, pero aquel brillo no duró mucho─ Pero... no puedo por las leyes del reino. Se que ésto, no es de tu interés, pero al saber que venías de otro planeta, vi una oportunidad para cumplir mi sueño.
─Espera, ¿por qué soy una oportunidad? ─pregunté con rapidez.
─Bueno... verás que... el reino esta afiliado a un tratado internacional sobre los pokémon extraterrestres, y, en ese tratado se le permite al pokémon que haga contacto con el otro pokémon, explicarle todo lo relacionado al planeta donde llegó ─indicó rápidamente─. Entonces eso permite a los pokémon viajar por todos los países afiliados al tratado, con el fin de mostrar y enseñar como es éste planeta.
─¡Ya entiendo! ¡Así cumplirías tu sueño de ser un explorador! ─indiqué con emoción mientras me levantaba.
─¡¿Qué!? ─gritó el pequeño pokémon.
En ese momento algo en mi cabeza hizo click, fue una extraña sensación que antes había sentido pero no lo comprendía del todo.
─¡¿Cómo hiciste para evolucionar tan rápido?! ─exclamó Rafael.
Cuando me vi mis manos note el cambio. Hice una evaluación de mi cuerpo y me sorprendí al ver que tenía una forma diferente, a las dos que antes tomado. A primera vista no era tan delgada o robusta como las otras, sino que estaba en un punto medio. Mis brazos están divididos como tentáculos, uno naranja y otro azul, en cada lado. El azul en mis piernas se había alargado y en el punto donde están mis rodillas, hay ─en cada una─ una protuberancia puntiaguda. De mi cuello a mi cintura el color grisáceo predomina pero en mi parte trasera tenía una especie de cola puntiaguda muy corta. Además me veía más intimidante con las tres afiladas protuberancias en mi cabeza.
─¡Te ves más intimidante! ─exclamó nuevamente Rafael─ ¿Cómo se siente evolucionar? ¡Dime! Mis padres no me han querido decir y tengo interés en saber como se siente.
─Bueno... ─estaba a punto de decir la sensación pero como antes había pasado, un cargamento de información arribo a mi mente.
Realmente no había evolucionado, simplemente había cambiado mi forma. Algo en mi mente me indicaba que era eso, ya que, evolucionar conllevaba otras cosas, otros cambios. Adicionalmente la información que había arribado me indicó que los pokémon, podían evolucionar una, dos o ninguna vez.
─¿Deoxys?
─Disculpa, Rafael pero esto que ves... no es una evolución sino... una de las formas que puedo tomar ─respondí mientras terminaba de asimilar la información.
─¡Imposible! ¡Si un pokémon cambia de forma, quiero decir que ha evolucionado! ─exclamó mientras se bajaba de la cama.
Para demostrar que no era mentira lo que decía, cambie a las otras dos formas, la robusta y la delgada para luego volver a la forma con la que me había conocido. Sus ojos se abrieron de par en par.
─¡Mamá! ¡Papá! ¡Vengan aquí! ¡Ya!
El grito fue muy estruendoso y potente.
Rafael corrió a la puerta y luego de abrirla de golpe, volvió a gritar pero con más fuerza.
─¡Mamá! ¡Papá! ¡Vengan!
─Oye... ¿Qué pasa? ─pregunté al ver la actitud de impresión y extrañeza de Rafael.
─¡Nunca han habido pokémon que cambien su forma y luego vuelvan a su forma original! ─exclamó─ ¡Sólo los dioses superiores son capaces de cambiar y regresar a su forma original!
─Entonces... Rayquaza... no estaba en su forma original... ─dije mientras recordaba al dios con sus largas líneas de fuego y aquella forma de teneza que tenían sus cuernos.
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