Capitulo 9


Esa misma noche, luego de explicado todos los detalles al joven turista de Kanto, Roxana lo invitó, no sin nervios y una extraña sensación en su estómago, a cenar en su casa antes de guiarlo a un hostal donde podría descansar.

La familia Müller, a la que Roxana pertenecía orgullosamente, pues era una de las familias importantes dentro del pueblo, lo recibió con gran calidez y educación, además de que lo atendieron como si de a un príncipe se tratara, o al menos eso pensó Kyle.

La matriarca, una mujer joven llamada Eva, que estaría en sus treinta, de grandes orbes marrones, rostro como de veinteañera, su cabello castaño lacio atado en una trenza larga cubierto por un largo sombrero para el sol, regresaba de alguna parte cargada con una cesta de vegetales. Saludo primero a su hija, un beso suave y tierno en su mejilla, y luego sonrió cálidamente mientras Roxana le presentaba al joven.

―Bienvenido a Fitji, Kyle―su dulce voz llenando sus oídos, hipnotizándolo―.

Roxana le explicó que Kyle cenaría con ellos y que luego lo llevaría al hostal de uno de sus vecinos. Emocionada con la idea, manteniendo la postura de toda una mujer de estatus, encabezo al grupo mientras caminaba rumbo a la casa de los Müller. Una vez allí, el padre de Roxana, Santiago, y un pequeño niño que resultaba ser el hermano menor de la joven, Bruno, lo recibieron con el mismo estado de ánimo.

―¡Bienvenido, Kyle, a la casa Müller!

El joven padre era un hombre alto, fornido con el pecho al aire, cabello rubio al ras y gran sonrisa carismática. Se acercó a Kyle y lo invitó a pasar con su brazo rodeando los hombros del joven. A su lado, el pequeño Bruno se pegaba a su padre mientras lanzaba miradas curiosas con miedo hacia el invitado.

Una vez dentro del hogar, Roxana y su madre se adentraron en la cocina para preparar todo para la cena, mientras Santiago, el pequeño Bruno, que no tenía más de ocho años, de carácter reservado y temeroso, y Kyle se sentaban a la mesa a conversar. Kyle aprovecho la oportunidad para enterarse un poco más de la región de Fitji.

Un, la isla principal a la que le debían su nombre el pequeño conjunto de tres islas, eran el primer eslabón de todo el archipiélago de Fitji, además de ser la puerta de entrada y salida de la región. Es debido a esta importancia geográfica que la isla cuenta con el apoyo económico del gobierno de Fitji para asegurar el transporte y alojamiento de los turistas, al menos como punto de paso.

―No solo eso―dijo con entusiasmo en su voz―. Dentro de la historia de nuestra región, se cuenta que, de estas mismas islas, en algún pasado remoto, nació la larga y grandiosa dinastía de reyes y héroes de nuestro pueblo.

―¿Algún nombre que pueda mencionarse? Esto es algo que me interesa bastante.

El hombre se mantuvo pensativo durante un rato, como si estuviera meditando sobre la conveniencia de nombrar a los ancestros de su pasado, hasta que simplemente movió la cabeza y se hundió de hombros, entre frustrado y aliviado de no recordar ninguno.

―A lo mejor―dijo el pequeño Bruno entre susurros a su padre―, el abuelo sabe de alguno.

Y como si de una aparición se tratase, un viejo hombre de apariencia nórdica, con el cabello rubio trenzado y un amplio bigote del mismo color, sus ojos celestes apuntando con fuerza sobre el nuevo, entró en el hogar cargando un saco de arpillera cargado hasta el tope de lo que parecían bayas.

Aunque no lo hubiese querido con todas sus fuerzas, a Kyle no le fue posible aguantarse los nervios frente al gran hombre y se presentó con un leve tartamudeo, que rápidamente desapareció en cuanto Héctor, padre de Santiago y abuelo de Roxana y Bruno, se presentó con gran amabilidad y una sonrisa de por medio.

La familia era increíble, y Kyle sintió que desperdiciaba su tiempo con ellos entre cada silencio y momento de espera antes, durante y después de la cena, una delicia autóctona, especialidad de Eva.

La mesa rebozaba vida y el ambiente era muy agradable, incluso el pequeño Bruno se había animado lo suficiente para no mostrarse tan nervioso delante de Kyle, pero tocaba ya la hora de marchar a dormir para Kyle, que había pasado todo el día despierto y en actividad, sumándole a ello que todavía no estaba del todo recuperado del golpe en su nuca durante el viaje en altamar, que empezaba a molestarle. Recordó entonces el cantico del Capitán.

¿Estaría bien preguntar por ello en ese momento? ¿O sería demasiado pronto para inmiscuir tanto en la historia del pueblo de Fitji? Mientras pensaba en ello, distrayéndose de tanto en tanto durante la cena, la hora de dar las "gracias" y el "buenas noches" se cernió sobre los presentes, siendo Bruno el primero en marcharse a dormir.

―¿Te acompaño al hostal?―susurró Roxana―. Mientras preparaba todo para la cena, arreglé con el dueño para que tuvieran todo listo a tu llegada.

―¿Ya te vas?―preguntó Eva, notando la cautelosa complicidad de los jóvenes―. Supongo que ya es muy tarde.

―Pues―miró en dirección a un sofá verde, donde Bruno cabeceaba, peleando por mantenerse despierto viendo una batalla Pokémon en la televisión―, así como Bruno, será mejor que me vaya a descansar, o de otro modo me dormiré sentado. Muchas gracias por invitarme a cenar.

Se despidió de todos tan educadamente como pudo, algo que su madre le había inculcado con mucho trabajo, y se marchó del hogar Müller junto a su guía por lo que quedaba de esa noche.

Caminaron un rato, Kyle prestándole toda su atención a Roxana que iba contándole algunas cosas interesantes sobre el pueblo y los vecinos. Pueblo Karp, en honor al mítico Magikarp dorado del primer habitante del lugar, un extraño visitante que construyo la primera casa y la primera balsa con que salió a pescar.

―Esa es la historia que cuenta mi abuelo, al menos―dijo rápidamente, como si aquello validara su relato―.

―Tu padre dijo algo parecido. ¿Es cierto que tenían reyes?

―No solo reyes―dijo con una amplia sonrisa―. Las reinas más hermosas y deseadas de la región pertenecían a las familias de Un. Podría decirse que somos parte de la realeza.

Y, por un momento, un pequeño momento que pasó a la misma velocidad que un parpadeo, un rayo cruzando sin ruido pero electrificando el lugar y su cuerpo, Kyle sintió que realmente estaba frente a una damisela de alta cuna cuando su vista y oídos se desbordaron con la imagen de Roxana, riendo suave y dócilmente, su rostro cubriéndose de la plateada luz de la luna y las estrellas en el firmamento.

―Las reinas más hermosas...―dijo pensativo durante un instante―.

Se durmió satisfecho y ensoñado hasta el otro día, deseando en lo más profundo que ese día no fuera solamente un sueño de lo más maravilloso.


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