Capitulo 3
El mar embravecido y los vientos huracanados se sentían en sus rostros y cuerpos como el suave y delicado arrullo de una madre, en contraposición de la afilada y punzante lluvia que lastimaba hasta los más curtidos marineros.
La oscuridad a bordo de la nave acompañaba perfectamente los gritos de los marinos, mientras luchaban con fuerza por asegurar las cuerdas y demás cosas en cubierta.
Despertado por el ruido de gritos y el rechinar de la estructura de la nave, Kyle se sintió obligado a tomar su Pokéball y subir hasta donde se estaba desarrollando la acción.
Truenos y relámpagos, fuertes vientos y la lluvia, olas de quizás diez metros de altura, y el mareo consiguiente, una mezcla mortal para cualquier pez de agua dulce.
A un costado de la puerta que lleva hacia los camarotes de pasajeros, sobre la cubierta de proa, algunos marinos se sujetaban entre ellos mientras gritaban a su capitán por órdenes y auxilio. Del otro lado de la cubierta de proa, el capitán se sujetaba a una cuerda, atada esta a la barandilla de mano, su voz maldiciendo al oscuro y agitado mar.
Entre los furiosos gritos y rugidos del mar y del viento, una tenue voz podía escucharse.
―... en nuestra última hora, emerge de las profundas oscuridades, sangre y sal, agua y huesos, sumergirá al mundo en la sombra de fuego...
Ninguno de los hombres del capitán podía hacer nada para detenerlo y ponerlo a cubierto, ninguno el valor le alcanzaba para acercarse hasta él sin temer salir disparado hacia el rabioso mar.
Su voz se hizo fuerte entonces y, mientras Kyle se aferraba al umbral de la puerta que no se había atrevido a cruzar, los marineros entonaron por si mismos una extraña melodía gutural, la cual acompañaba las palabras o canticos del capitán.
El viento se volvió así más fuerte y las olas rompían con mayor fuerza contra el casco de la nave, sacudiéndolo violentamente, Kyle luchando por aferrarse y sobrevivir.
Una gran ola se alzó por doce metros de altura y se estrelló de frente contra la proa de la nave, justo donde el capitán estaba situado, y sumergiendo la cubierta de agua y oscuridad, el joven sintió el tiempo ralentizarse y el mundo volverse solo agua, fría y oscura, como si de un ser impío se tratase. Todo se volvió en la nada.
Al día siguiente, Kyle despertó en su camarote, obviamente pasado en agua y con un fuerte dolor en todo el cuerpo y en la cabeza, especialmente detrás, en su nuca. Se enderezó con dificultad en la cama y se llevó la mano detrás del cuello, donde el dolor era más fuerte, notase allí la inflamación.
―Despertaste―entró el capitán, su cara denotando preocupación―. Debiste quedarte bajo la cubierta como te dije, chico. Fue una suerte que la ola no te arrastrara.
―¿Qué estaba haciendo al frente de la nave, capitán?―preguntó sin detenerse a pensar en lo que el hombre le decía―. ¿Qué era aquello que gritaba al viento?
El marinero lo miró entonces con una pisca de intriga en sus ojos, se sentó en una pequeña silla que había allí, y sacó un cigarro de un bolsillo de la camisa desabotonada. Le dio una larga probada y soltó el aire luego de un rato pensando.
―Era una especie de oración al "vigilante". Es un rezo al dios Pokémon que guarda los mares de mi región natal, utilizada para proteger a los marineros de los peligros del oceano.
―Bastante funesta, si me permite.
―Ciertamente―dijo sin más, antes de retirarse―. Nos queda un día de viaje. Tómatelo con calma y deja que tu cuerpo se recupere.
―Eso pienso hacer. Gracias, capitán.
El hombre se fue y el chico volvió a recostar su cuerpo en la cama, su cuerpo se lo pedía a gritos.
―..."sangre y sal, agua y huesos"―pensó al tiempo que lo decía en un murmullo―. Ya tendré tiempo para estudiar un poco sobre la mitología local de Misuto.
Se acomodó tanto como pudo, priorizando el dolor en su nuca, sus ojos cerrándose para no abrirse en un rato. Durmió hasta el atardecer.
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