Capitulo 22
Deseo tener un poco de ellos en él. Aún así, una pizca de moderación y respeto por las normas de seguridad hubiera estado igualmente bien.
Ahora, sujeto de las enormes cadenas que sujetaban un gran crucero al muelle, colgando sobre el agua marina a escasos centímetro, Kyle suplicaba a puro pulmón al capitán Oscar que lo ayudara. Sin embargo, el marinero hacia caso omiso de sus gritos desesperados. Estaba más ocupado afinando todo en su lancha para llevarla hasta los astilleros para que la revisaran.
―¡No me deje aquí, capitán!
Intentó alcanzar el borde del muelle con su pie, esperando con ello poder asirse y alcanzar tierra, seco cuando menos. No funcionó.
―Es solo agua, Kyle.
Pero el joven no quería volver a tocar agua de mar en un buen rato. Empezaba a asquearse del verde marino de las olas. Miró hacia abajo para determinar que tan profundo era esa parte del muelle. Poco falto para que se cayera al agua cuando el escalofrió sacudió su cuerpo.
―¡Capitán!―de pronto, su grito era desgarrador―. ¡CAPITÁN!
El marinero se giró fastidiado. Estaba considerando arrojarlo él mismo al agua de su patria, solo hasta que vio lo que fueran tentáculos emergiendo lentamente del agua.
Desde su posición, poco era lo que podía ver por el reflejo de la luz sobre las olas, pero el oscuro azul de esos gruesos y largos brazos invertebrados los reconocía bastante bien. Se alarmó tanto como el joven colgado de las cadenas.
Bajó a toda prisa de su lancha y se puso a un costado del muelle, justo donde estaba el joven, y estiró la mano para que lo alcanzara.
―¡No quiero morir, Capitán! ¡No deje que me lleve!
Kyle abrazaba con todo su cuerpo el grueso metal y hacia el esfuerzo por alejarse tanto como pudiera de la superficie del agua. Su mayor miedo estaba debajo de él, a solo centímetros en el agua.
El capitán intentaba alcanza al chico, pero este se movía demasiado y hacia que la cadena se balanceara de un lado a otro, haciendo más difícil sujetarlo y sacarlo de allí. Cruzaron miradas. Ambos estaban asustados.
El marino estiró tanto como pudo su brazo y se sujetó de una vieja cuerda con la que pudo tener un punto de anclaje. Se estiró tanto que sintió como su brazo empezaba a separarse de su hombro. Centímetros los separaban. Se hundió. En solo segundos, Kyle desapareció debajo del agua, sin siquiera dejar burbujas en el proceso.
Miró desesperado a su alrededor. Intentó ver más allá en la profundidad del agua. No estaba. No podía verlo por ninguna parte. Pensó en arrojarse él mismo e intentar encontrarlo, pero su instinto de marinero y sus principios de seguridad lo detuvieron. ¿Qué pasaría si él también se perdía en aquella parte del muelle, debajo del agua? Ni siquiera sabía que había puesto tan alterado al joven.
Una burbuja. Una burbuja de aire se elevó en el agua y explotó. Luego otra más, y otra, y luego llegaron en pares y decenas. ¡Kyle seguía allí debajo! Tenía que sacarlo del agua a cualquier precio.
Busco a su alrededor. Estaba completamente solo, escondido de la vista de cualquier otra persona por la sombra del crucero. Debía pensar. Tenía que hacerlo. Por Kyle.
Las burbujas cesaron. Cayó rendido de rodillas. Lo había perdido para siempre. Al menos, eso fue lo que creyó hasta que, contra cualquier posibilidad, un empapado, agotado y malhumorado Kyle se acercó caminando por un extremo del muelle.
Cuando se acercó, el capitán lo miró incrédulo, como si viera a un fantasma, e incluso miedo. ¿Cómo lo había hecho?
―Créame―se abrazó para evitar tiritar con el escalofriante recuerdo de la oscuridad debajo del agua―, no quiere saber cómo escape del Frillish...
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