Capitulo 15.5


Esa tarde, mientras hacía un poco de limpieza de su cuarto, el cual estaba realmente sucio y desordenado luego de quien sabe cuántos días de no estar allí salvo para dormir, Roxana se permitió unos minutos para pensar en lo divertidos que fueron los últimos días desde que Kyle llegó a Un en el barco que capitanea su tío.

Cabello oscuro de piel clara, flacucho y alto, bueno modales y lenguaje correcto, de vez en cuando un sabelotodo que no le importa dejarse la garganta en alguna explicación científica, y otras veces un atento receptor de los cuentos de su abuelo, de las historias de mar de su padre, de las recetas medicinales de su madre, y también de las tonterías que ella misma soltaba cada vez que estaban juntos.

Un joven amable, cariñoso, atento y divertido. Roxana no había conocido a nadie más que fuera de esa forma salvo su padre o el pequeño Bruno. Ni siquiera el molesto Makü podía llegar a ser la mitad de lo que Kyle era con ella.

Fueron cuatro días los que contó Roxana. Cuatro días durante los cuales no se despego de Kyle para nada. Aunque eran pocos días y podían contarse fácilmente, Roxana se atrevía a pensar que habían sido suficientes para comenzar a sentir algo.

Pero se tuvo que interrumpir cuando sintió unos débiles golpes que provenían de la ventana. Se asomó curiosa, aunque precavida, y la abrió lentamente para ver de qué se trataba. Vaya sorpresa la que se llevó cuando vio a un pequeño zorro humanoide con la vista adormilada flotando frente a su ventana, una cálida aura azulada le envolvía.

El Pokémon emitió una especie de ronroneo suave y luego desapareció en un haz de luz. Sobre el margen de la ventana, levitando todavía en una suave iridiscencia celeste, una Pokéball como las que hace su abuelo, una Ceboball. A su lado, una nota. Roxana tomó ambasy mientras cerraba la ventana y se sentaba en su cama de sabanas con motivos de Swablu y Altaria rosados, leyó la nota de papel.

La letra en el papel era dispareja e irregular, pero podía apreciarse el esfuerzo por escribir con claridad, lo más importante de todo en ese momento. Un solo nombre bastó para que ella se sintiera tocar el cielo, para que su fantasía volara y le llenara la cabeza de ensoñaciones de adolescente. La nota y la Pokéball eran de Kyle, y estaban dirigidas a Roxana.


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