Capitulo 15
Era el cuarto amanecer que veía Kyle estando en Fitji. O quizás el quinto, no estaba muy seguro al respecto, pero estaba convencido de que había estado mucho tiempo en un mismo lugar, y sus vacaciones se estaban terminando.
Guardó todo en su bolso de viaje, se ajustó el nuevo sombrero de paja que Roxana le había regalado el día anterior, luego de un difícil episodio de calor y principios de insolación, aseguró las Pokéball de su equipo dentro de los bolsillos de su guardapolvo y bajó de su habitación rentada hasta la recepción. Allí lo esperaban Bruno y el pequeño Charmander.
―¿Me esperas un poco más, Bruno?
El pequeño asintió cabizbajo y salió fuera a esperarlo. Kyle se dirigió a la dueña del hostal sentada en una mecedora viendo la televisión. Ella lo vio y se levantó para atenderlo por última vez.
Minutos después, Kyle salía un poco preocupado con el monedero más liviano, mucho más que las veces que le tocaba comprar las fotocopias de la universidad. Bruno se agarró de su mano y, sintiendo una gran ternura y cariño por el niño, caminaron juntos hasta la casa de los Müller.
En el hogar, la familia llevaba su día con bastante normalidad, al menos los adultos que ya estaban acostumbrados a ver a los extranjeros ir y venir por el pueblo, pero a Roxana si podía notársele algo lo más parecido a tristeza.
Kyle se despidió de todos, prometiendo por supuesto pasar una última vez antes de regresar a Kanto, y les agradeció sinceramente por la hospitalidad mostrada. Luego se marchó hacia el muelle del pueblo, donde como acordaron estaría esperándolo el capitán Oscar con su lancha particular para llevarlo a la siguiente isla. Bruno y Roxana lo acompañaban.
Nadie dijo nada, tan solo caminaron durante el tiempo que les tomó llegar hasta el muelle. Bruno se sujetaba de la mano de Kyle, y Roxana de su otro lado, tentada igualmente a sentir su tacto.
―¿Hay algún lugar que deba ver cuando este en Trois?
¿Estaba siendo descarado, o los nervios no le permitieron leer el ambiente y notar que aquella no era una pregunta adecuada? Roxana se sintió ofendida por un momento, pero tomo su lugar durante un segundo y pensó que ella también diría cosas aleatorias con tal de olvidarse durante un momento de la despedida.
―Allí se encuentra el único centro Pokémon de la región―dijo Bruno en lo que pareció un suspiro―.
Roxana lo pensó durante un instante y junto valor.
―¡Es cierto!―forzó una sonrisa―. Siendo entrenador, podrás hospedarte gratis, además de que estarás en pleno centro de la ciudad. Podrás visitar muchos lugares desde allí.
―Entonces haré eso―dijo convencido―. Además, podré contactarme desde allí con bastante regularidad, ¿cierto?
Kyle usó su mano libre y hurgó un poco en su guardapolvo blanco hasta encontrar lo que buscaba. Extendió la mano y se lo dejó a Roxana. Ella lo inspeccionó interesada.
―¿Un número de contacto?―dijo al fin, confusión ante todo en su rostro―.
Esta vez le tocaba a él no responder. Se giró a ver más adelante, donde ya podían verse algunas cuantas lanchas y pesqueros en el muelle, la mayoría soltando amarras para meterse mar adentro. En una esquina solitaria del lugar, una pequeña lancha adornada con la imagen de un Magikarp dorado en su casco, el capitán saludándolos desde la distancia.
Bruno entonces se soltó de la mano de Kyle y corrió a saludar al marinero, a quien conocía bastante bien pues era su tío. El hombre lo alzó en brazos y le dio algunos cálidos besos en las mejillas antes de sentarlo en cubierta y saludar con la misma efusividad a Roxana, su preciosa sobrina.
―¿Tienes todo, chico?―preguntó echando una mirada al bolso de mano del joven―. Entonces, si no te importa, zarparemos ya. Dicen que una tormenta se acerca, y quiero estar lo suficientemente lejos como para sacarle ventaja.
―¿No sería mejor entonces que se fueran cuando pasara?
Un brillo de esperanza apareció en los ojos de Roxana, casi implorando porque esas palabras fueran ciertas. Lamentablemente, el capitán era un marinero curtido, experimentado, y con los modales también de uno.
―No―dijo con firmeza para su sobrina―. Esta es peligrosa, y si nos quedamos, puede que pierda la lancha estando anclada. Si nos vamos ahora, tenemos una oportunidad de zafar. Pero debe ser ahora mismo.
No mediaron más palabras y, ayudando a bajar al pequeño Bruno de la nave, Kyle se subió y acomodó sus cosas en un lugar seguro cerca de la cabina de mando. Se volteó a ver a sus nuevos amigos en una región bastante alejada y nueva y, antes de que pudiera despedirse apropiadamente, tuvo que sujetarse de las barandillas de cubierta para no caer cuando la lancha comenzó a moverse.
Los chicos se quedaron inmóviles viéndole alejarse lentamente, pero sentían por dentro que de todas formas no podían hacer nada por retenerlo. Bruno sujetó la mano de su hermana y luchó por aguantar las lágrimas. Roxana solo podía verlo marcharse por el cabo de isla Un antes de desaparecer de su vista.
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