Capítulo XXXVI

Me quedan cuatro Pokemon. Cyndaquil, Growlithe, Ninetales y Diamond, que está intentando recuperar sus energías. Umbreon podría ser más poderoso que nosotros, especialmente que Diamond ahora que ha conseguido herirlo. Pero aún así, estoy convencida de que podemos hacerlo. Si trabajamos juntos, ninguno de los poderes de Umbreon podrá detenernos.

— ¡Ataca, Growlithe!

Growlithe suelta un rugido al lanzarse sobre Umbreon. Atrapa el cuello de Umbreon entre sus fauces y le da una fuerte mordida. Umbreon suelta un sonido que es entre un chillido y un gruñido. De alguna forma, hace acopio de todas sus fuerzas para deshacerse de Growlithe. Lo lanza contra uno de los muros de piedra, pero Growlithe consigue resistirse y vuelve al ataque.

¡Así me gusta!

El cuerpo de Umbreon es rodeado por esa energía maligna y oscura. Sus ojos se iluminan con ese resplandor de color rojo, esta vez es mucho más cegador.

— ¡Perla, no lo mires a los ojos!

La advertencia de Diamond no funciona y de nuevo me invade ese dolor punzante que me lleva al mundo de ilusiones.

Mamá está furiosa. Mi padre está discutiendo con ella, como de costumbre. David y yo los miramos desde el marco de la puerta de la cocina, él me envuelve en un fuerte abrazo y yo tengo los ojos anegados en lágrimas. David y yo somos más pequeños, él tiene doce años y yo debo tener ocho.

— ¡Ni siquiera lo pienses! —Dice mi padre—. ¡Si Perla quiere dedicarse a esas bestias, tendrá que ser cuando se gradúe de la universidad!

—No deberías desalentarla —le responde mi madre—. No veo cuál es el problema si quiere ser Entrenadora Pokemon. No ha descuidado sus estudios, sino todo lo contrario. Desde que pasa las tardes con el profesor Bean, sus notas han mejorado bastante.

— ¿Cómo es posible que dejes que una niña de su edad se vea con ese sujeto? —reclama mi padre.

—David va todo el tiempo con ella. Además, el profesor Bean es un buen hombre.

—Ya he tomado mi decisión, Helen. Perla no será una Entrenadora Pokemon.

Yo salgo corriendo y David me persigue llamando mi nombre. Pero yo sigo mirando a mis padres, ambos están furiosos y no se dirigen siquiera las miradas.

—No creas que no me preocupa que Perla esté tan empecinada en ser Entrenadora Pokemon —dice mi madre.

—Pues no parece que te importe —responde mi padre.

—Es una niña, ¿entiendes? Y como todos los niños de su edad, ella tiene sueños. ¿No crees que deberíamos apoyarla?

Y mi padre asiente de mala gana.

Sé que a mi padre al principio no le agradaba que yo pasara tanto tiempo con los Pokemon. Fruncía el entrecejo cuando hablaba del tema, incluso estuvo de un humor de los mil diablos cuando llegué a casa acompañada de Charmander. Pero todo cambió cuando atrapé a Vulpix y mi padre se terminó encariñando con él. Comenzó a ayudarme a cuidar de ellos mientras yo iba al colegio, claro que eso sucedió antes de que dejaran de importarme las reglas y llevara a mis Pokemon conmigo. Mi padre decidió apoyarme al ver que esto es lo que quiero hacer con mi vida. Me pregunto… ¿Mi padre también está en riesgo ahora?

Vuelvo a la realidad sintiendo que no he inhalado oxígeno en mucho tiempo. Me desplomo de rodillas en el suelo y llevo una mano a mi pecho sin dejar de toser descontroladamente.

— ¡Perla!

Diamond corre hacia mí tras lanzar un rayo de sus dos colas que impacta a Umbreon, Growlithe y los demás se encargan de mantener a raya a Umbreon para que Diamond pueda acercarse sin problemas.

— ¿Estás bien?

Intenta levantar mi mejilla empujándola con su nariz. Asiento y me pongo en pie, mis piernas tiemblan pero consigo controlarlas. No debo mostrar debilidad ante Umbreon.

Diamond vuelve a la contienda, de repente parece haber recuperado todas sus energías y eso me motiva a demostrarles a todos mis dotes de liderazgo.

— ¡Ánimo, nosotros podemos vencerlo! ¡Growlithe, no te rindas! ¡Ninetales, cubre a Cyndaquil!

Todos responden haciendo esos sonidos que los caracterizan. Cyndaquil se enrosca y de nuevo su cuerpo se cubre por el fuego, Ninetales logra levantarlo y lo lanza como si fuera una pelota. ¡Eso es tan lindo! ¡Es como cuando Vulpix y yo jugábamos con el balón de baloncesto de…! Pero, ¿en qué diablos estoy pensando? ¡Concéntrate, Perla! ¡Hay un Dios Legendario que atrapar!

Cyndaquil se impacta contra el rostro de Umbreon y él cae al suelo. Se sacude y veo una pequeña quemadura en su nariz. La energía oscura que despide su cuerpo se vuelve más intensa, estalla y se dirige hacia Cyndaquil pero Growlithe embiste a Umbreon para desviar el ataque y Diamond bloquea la energía oscura con los resplandores que salen de sus dos colas. Ninetales ataca con una llamarada. Es curioso, son cinco flamas que se suspenden en el aire y parece formar los cinco picos de una estrella. Las flamas comienzan a girar sin control hasta que se convierten en un torbellino que golpea de lleno a Umbreon y lo hace estrellarse contra un muro. Se levanta una nube de polvo y él cae al suelo, el impacto provocó un enorme boquete en la pared. Umbreon no se mueve, de su cuerpo emana humo.

¿Dónde está la Pokebola que se supone debe aparecer ahora que lo hemos derrotado?

No… No ha sido derrotado…

Se levanta de un salto y embiste a Growlithe con tal fuerza que mi Pokemon queda casi totalmente fuera de combate. Intenta levantarse, pero no lo consigue.

— ¡Growlithe!

Umbreon es más veloz. Salta y golpea a Growlithe con sus patas delanteras para luego morder su cuello con saña. Growlithe chilla y veo un poco de sangre brotar de la herida.

¡Nadie va a lastimar así a mis Pokemon!

Así que tomo una de las rocas que salieron luego de tantas explosiones y se la lanzo a Umbreon en la cabeza. Él levanta la mirada y se aleja de Growlithe, me mira con auténtico odio y un poco de sangre brota del sitio donde la roca lo golpeó.

— ¡Métete con alguien de tu tamaño, bravucón!

Umbreon se abalanza sobre mí. Cierro los ojos esperando sentir el impacto, pero sólo escucho a Umbreon siendo embestido por Ninetales. Sé que es Ninetales cuando su pelaje roza contra mi mejilla. Abro los ojos y veo a Umbreon siendo dominado por mi Pokemon, ambos forcejean y la energía oscura que emana del cuerpo de Umbreon cumbre por completo a Ninetales. Él se aleja de Umbreon y en su rostro se refleja el dolor que siente. Cae inmóvil al suelo, resollando. Diamond se acerca a él e intenta tocarlo con sus patas delanteras. Angustiado y enfurecido, intercambia una mirada con Cyndaquil y ambos atacan a Umbreon a la par. Un torbellino de fuego por parte de Cyndaquil y un potente rayo por parte de Diamond. Umbreon consigue esquivar el ataque y lo único que puedo ver es ese resplandor de color rojo en sus ojos.

Una casa está incendiándose.

Lo recuerdo bien, fue hace un par de años. A pocas calles de mi casa se estaba incendiando ese sitio. Nadie supo nunca cuál fue la causa del incendio, pero yo estoy totalmente segura de que fue un Pokemon el culpable.

Y ahí estoy yo, con catorce años y corriendo hacia el interior de esa casa. Recuerdo que entré luego de haber visto a un Pokemon atrapado debajo de un enorme trozo de madera. Era un Torchic. Juraría que segundos antes vi a un Magmortar escapar del sitio.

— ¡Ven conmigo! —le dice esa Perla de catorce años al Torchic que está atrapado debajo del trozo de madera.

Torchic no puede moverse, está muy malherido y yo no tengo la fuerza suficiente para levantar ese trozo de madera. Charmander y Growlithe salen de sus Pokebolas para ayudarme en esa misión de rescate, pero yo de repente me desplomo en el suelo sin aire. Pasé mucho tiempo dentro del incendio, tanto que pronto me fue imposible seguir respirando y terminé sofocada.

No sé qué pasó después de eso, sólo sé que desperté en el hospital tres días después.

Ahora sólo puedo ver a mis Pokemon intentando hacerme reaccionar, pero a causa del incendio no se atreven a sacarme a rastras de la casa que comienza a derrumbarse. Pero sé que cuando desperté, me llevé el peor regaño de la vida. Y lo peor de todo fue cuando supe que ese pequeño Torchic… Que ese pequeño Torchic…

— ¡¡Ya basta, Umbreon!!

Consigo salir de golpe de esas ilusiones. Cyndaquil ya está fuera de combate y ahora todo se reduce a un enfrentamiento entre Diamond y Umbreon. Logro recuperarme de esas visiones y devuelvo a mis Pokemon a sus Pokebolas antes de tambalearme hasta donde Diamond está en posición de ataque.

— ¿Cómo es posible que mi técnica no funcione para hacerte desistir? —se queja Umbreon enfurecido.

—Porque no hay nada en mi pasado que puedas usar en mi contra.

¿La que dijo eso fui yo?

— ¿Qué?

—No hay nada de mi pasado que me atormente. Aunque no lo creas, sé que he cometido errores y todos ellos los he aceptado. ¡No vas a detenerme con eso porque sé que el pasado no puede perseguirme!

¿En verdad soy yo la que está hablando?

¿Y cómo estoy tan convencida de lo que digo?

—Eres una humana insolente y una…

—Tú eres un cobarde que no puede atacar por sí mismo.

Sé que he firmado mi sentencia de muerte cuando la energía oscura me golpea y me derriba. Escucho chillar a Diamond. Él cae al suelo y su pata delantera del lado derecho está ensangrentada. Umbreon está tan cerca de mi rostro que no puedo pensar en otra cosa que no sea su respiración retumbando contra mi cuerpo. De pronto ya estoy llorando desconsoladamente, tengo miedo de lo que pueda pasar ahora.

—Eres una niña, Perla Cobby —sisea Umbreon—. Eres sólo eso… Una niña estúpida.

La energía oscura se dispara de nuevo y una fuerza invisible me levanta en los aires. Él no deja de mirarme con odio, la energía oscura me quema por dentro. Por alguna razón siento que éste es mi fin.

— ¡Oye, bestia asquerosa!

Esa voz…

Se escucha tan lejana…

— ¡Aléjate de ella!

Esa otra voz…

— ¡Si quieres asesinar a Perla, tendrás que pasar antes sobre nosotros!

Son…

Son ellos…

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