Capítulo XXII
Ninetales, Flareon, Poliwhirl y Vileplum se colocan en hilera para enfrentar a Zoroark.
Skyler me ayuda a ponerme en pie. Creo que ver evolucionar a Vulpix me ha devuelto mis energías, me siento mejor que nunca.
Quisiera que también Growlithe evolucionara.
¡Sería fantástico tener un Ninetales y un Arcanine!
— ¡Se escapa!
Me sobresalta la voz de Skyler.
Es cierto, Zoroark cavó un agujero para escapar.
¡Maldita sea!
—Ese maldito cobarde… —dice Flareon entre dientes.
—Al menos ya no debemos preocuparnos por él —dice Skyler y devuelve sus Pokemon a las Pokebolas.
¿Qué?
¡No!
¿Tan rápido se terminó la pelea?
¡De eso nada!
¡Quiero ver el poder que tiene Ninetales!
—Volverá si nos quedamos quietos aquí —dice Skyler—. Será mejor irnos.
¡No!
¡Me niego!
¡Estúpido Zoroark!
Ninetales acaricia mi mejilla con su nariz mirándome angustiado. Le sonrío, acaricio su cabeza y le doy un beso en una de sus mejillas. Él me responde igual, acariciando mi mejilla con su lengua.
¡Es tan lindo, parece un cachorro!
Echamos a caminar de nuevo, Flareon va más alerta que nunca. Me pregunto a dónde habrá ido Zoroark. ¿Se habrá sentido intimidado por la aparición de Ninetales?
— ¿Está bien tu cabeza? —me pregunta Skyler.
—Estoy bien —le sonrío.
Ella no se queda muy convencida.
Finalmente encontramos la puerta que conduce al escondite de Umbreon. No es nada fuera de lo común, es sólo una puerta oculta en un laberinto subterráneo. Lo admito, es decepcionante.
Habría preferido ver antorchas en las paredes, que la puerta hubiera estado rodeada por huesos… Aunque puede ser que lo peor nos esté esperando detrás de esa puerta. Al ser Umbreon un Pokemon de tipo Siniestro, ¿qué artimañas tendrá para hacernos desistir?
—Bueno, aquí estamos —anuncia Flareon—. Ahora sólo debemos esperar a que vuelvan los demás para abrir la puerta.
Los demás…
James, ¿dónde estás?
—Supongo que no podemos hacer nada mientras tanto —dice Skyler—. Descansemos un rato, necesitaremos todas nuestras energías cuando entremos.
Skyler tiene razón.
Me dejo caer en el suelo en la posición de loto. Ninetales se echa junto a mí, parece que no quiere que nos separemos. Flareon se echa igualmente.
—Si no fuera por este maldito frío, olvidaría que estamos en Alaska —se queja Skyler recargando su espalda en la puerta—. Comienzo a extrañar la nieve.
—Cuando lanzamos las bolas de nieve, me divertí como nunca —confieso, se escucha el dejo de tristeza—. Fue divertido dejar de pensar en la misión y todas esas cosas.
—Esto terminará pronto, todos podremos volver a nuestras antiguas vidas.
—Skyler, ¿qué harás tú cuando hayamos vencido a la Elite?
—Eso suena como si fuera posible vencer a la Elite.
Esa voz no pertenece a ninguna de nosotras.
Y aún así, es tremendamente familiar.
Skyler se pone en guardia y frunce el entrecejo.
Ella surge de detrás de una roca gigantesca. La misma mujer que nos atacó en la torre donde estaba Mewtwo.
¿Cómo se llamaba?
—Jackie Roosevelt —dice Skyler con desprecio.
¡Sí! ¡Eso!
Jackie sigue avanzando hacia nosotros. No está armada ni parece tener ánimos de pelear.
Esto es extraño.
— ¿Qué haces aquí? —le pregunta Skyler.
Parece que se odian con toda el alma.
—No vengo a pelear con un fracaso como tú, Skyler. No lo vales.
¡Auch!
—-Skyler no es ningún fracaso —la defiendo alzando un poco la voz—. Los únicos fracasos son esos Entrenadores como ustedes que hieren a los Pokemon.
No he olvidado lo que vi en las Islas Malvinas.
Jamás perdonaré a la Elite por haber hecho eso.
—No hace falta que seas tan intensa, Cobby —dice Jackie—. Queremos llegar a un acuerdo con ustedes.
— ¿Queremos? —pregunta Skyler con recelo.
Y ocurren dos cosas a la vez.
Vemos llegar a James, Sheryl, Harumi, Diamond y Mewtwo por un lado. Y por el otro lado, vemos salir a otra persona de su escondite. Un chico alto de cabello negro que viste con ropas oscuras. Un chico en cuyos ojos se refleja la culpa en cuanto su mirada se cruza con la de Sheryl.
Onyx está de vuelta.
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