Capítulo XIX

     La habitación entera tiene agua por todas partes, hay unos pocos trozos gigantescos de hielo y pareciera que ha sido una gran pelea. Y yo, de nuevo, ni siquiera puedo mantenerme en pie. Si mis pulmones quedaron terriblemente dañados durante la pelea con Flareon, seguramente esta vez han quedado muchísimo peor. Ni siquiera puedo inhalar profundamente pues aún me dan ataques de tos en los que termino escupiendo agua. Sheryl me ha llevado hasta una de las paredes para que pueda descansar recargando mi espalda mientras ella se encarga de James y Onyx.

     Pronto, muy pronto, sé que terminaré muerta.

     Al menos hemos ya atrapado a Lucario, es un punto a favor de esta aventura.

     —Perla… —musita Diamond y se levanta sobre sus patas traseras para tocar mis rodillas con sus patas delanteras—. ¿Estás bien?

     —Estoy bien —le sonrío y vuelvo a toser.

     Da un salto para posarse sobre mi cabeza y yo termino por desplomarme en el suelo.

     —Tenemos que darnos prisa —escucho decir a Sheryl, James se está sujetando de su hombro para conseguir mantener el equilibrio—. La Elite no tardará en venir por nosotros.

     — ¿Qué?  —le pregunto con un hilo de voz.

     — ¿Ya lo olvidaste?  —Me pregunta Sheryl, Onyx y James ya están en pie—. Skyler nos ha dicho que no debemos ir con la Elite.

     Lo recuerdo.

     — ¡Perla!

     James me envuelve en un fuerte abrazo y Onyx se une dándome una palmada en la espalda, eso sólo sirve para hacerme toser de nuevo y el Golduck de Sheryl me sujeta por la cintura cuando me tambaleo.

     ¿No podríamos sólo capturar a los amigos de Diamond sin necesidad de que intenten matarme?

     —De prisa —insiste Sheryl con impaciencia y devuelve a todos sus Pokemon de vuelta a las Pokebolas para avanzar hacia la entrada de la cámara—. Muevan sus traseros, debemos irnos ya.

     James me rodea los hombros con un brazo para ayudarme a avanzar y Diamond no baja en ningún momento de mi cabeza. Onyx va detrás de nosotros y Sheryl enjuga un poco de sudor de su frente con el brazo derecho.

     No podemos avanzar mucho pues escuchamos el sonido que producen las hélices de un helicóptero. Nos detenemos en seco y James me aferra con más fuerza. El helicóptero, de color negro y con la insignia de la Elite en el lado derecho, puede verse a través de los ventanales. La portezuela se abre y cinco sujetos vestidos con las gabardinas negras bajan de un salto para colocarse frente a los cristales. Sacan sus armas de fuego de entre los pliegues de sus ropas y comienzan a disparar contra el cristal. Nos cubrimos los rostros en un vano intento de protegernos de las balas que rompen el cristal. Los trozos se desprenden con una fuerte explosión y puedo sentir que unos pocos cristales diminutos cortaron superficialmente la piel de mi brazo derecho. Nos descubrimos y vemos a Julie, o a Jay, emerger del helicóptero con un megáfono en la mano.

     — ¡Vengan con nosotros!  —nos dice—. ¡Es una orden del Jefe!

     —Ni pensarlo —responde Sheryl entre dientes y echa a correr gritando a todo pulmón—: ¡Síganme!

     Sin pensarlo dos veces, le seguimos el paso y saltamos dentro del tubo de cristal cuya plataforma comienza a bajar para llevarnos a la cámara inferior. Vuelven a escucharse las detonaciones y un par de balas pasan a pocos milímetros de mis orejas.

     ¿Qué está pasando?

     ¿Por qué nos están atacando?

     Los perdemos de vista cuando la plataforma baja hasta la siguiente cámara pero mucho antes de que podamos pisar el suelo, se escucha una serie de detonaciones que provocan que el cristal alrededor de nosotros estalle y caemos con violencia en el suelo. Onyx grita cuando un cristal se clava profundamente en su espinilla derecha. James lo ayuda a levantarse y seguimos corriendo, sólo para detenernos en seco cuando nos topamos con que la piscina de agua electrificada sigue en su sitio.

     Retrocedo un poco pero Sheryl lanza una Pokebola diciendo en voz en cuello:

     — ¡Yo te elijo, Dewgong!

     Notándose un poco cansado por su batalla contra Lucario, Dewgong lanza una ráfaga de aire gélido sobre la piscina, su ráfaga se convierte en un puente de hielo al que Sheryl sube de un salto, llamando de vuelta a su Pokemon. Ella ni siquiera corre, tan solo coloca los pies como si estuviese surfeando y eso la impulsa a llegar hasta la otra orilla.

     La seguimos sin pensarlo, Diamond lanza un par de sus destellos en contra de los sujetos que nos persiguen casi pisándonos los talones.

     — ¡Diamond, destruye ese puente!  —exclama Sheryl cuando todos hemos llegado a la orilla.

     Diamond asiente y lanza un destello mil veces más potente que destruye el puente creado por Dewgong. Los sujetos que ya estaban sobre él, caen al agua electrificada y los escuchamos gritar por un instante antes de que sus gritos se transformen en el sonido de sus cuerpos siendo electrocutados.

     Bajamos a la siguiente cámara y tenemos que hacer un tremendo esfuerzo para no resbalar pues el sitio entero sigue lleno de agua. Resbalo y Sheryl me toma por los hombros para hacerme levantarme de nuevo. Sólo entonces nos damos cuenta de los sonidos que se escuchan arriba, abajo y alrededor de nosotros.

     Explosiones.

     Están intentando derribar el Templo de Lucario. 

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