Capítulo VII
Salgo por la puerta de la suite y avanzo por el pasillo hacia el ascensor. Tengo que fijarme en todas direcciones para evitar ser descubierta. No debo estar aquí. No debo siquiera acercarme a Perla y sus amigos ahora que los he entregado con Jay. Maldigo el momento en el que fui revocada de mi responsabilidad sobre ellos. Si tan sólo no hubiera desobedecido al Jefe…
— ¡Skyler!
Me giro cuando escucho la voz de Sheryl. Ella avanza hacia mí a grandes zancadas.
—Vuelve a la suite —le ordeno.
Si me descubren, ambas estaremos muertas.
—Quiero que me digas ya mismo en qué diablos te has involucrado.
Sheryl siempre fue astuta, es una de las cosas que envidio de ella. Sin embargo, no puedo decirle. No aquí. No ahora. No cuando hay cámaras de vigilancia observándonos.
—Vuelve a la suite —insisto—. Ya llegará el momento de obtener respuestas.
Sueno igual que nuestra madre.
— ¿Quién te ha golpeado? —Dice Sheryl—. ¿Qué hiciste? ¿A quién enfureciste?
A toda la Elite, hermana.
—Ve a la suite —insisto y le doy un empujón.
Me fulmina con la mirada antes de volver y yo sigo avanzando hasta el ascensor. Quisiera decirle tantas cosas… Quiero contarle todo. Prevenirla. Protegerla. Pero no puedo hacerlo aquí. Lo que más me preocupa es quién pudo haberla detestado tanto como para enviarla a ésta aventura. O quién pudo odiarme tanto como para poner en riesgo a mi hermana menor. Después de todo, los anteriores elegidos para el proyecto S001 fallecieron. Cinco incinerados por Flareon, dos más se perdieron en las Islas Malvinas y jamás se supo de ellos. Ocho más murieron electrocutados al intentar tomar la Pokebola de Diamond… A decir verdad, me sorprende que alguien como Perla Cobby pudiera tomarla sin problema alguno. Y ese muchacho, James Harrison, consiguió atrapar a Flareon sin mayor problema. Pero Lucario…
Las puertas del ascensor se abren cuando termina de bajar hasta el aparcamiento subterráneo. Salgo a paso veloz, mis tacones resuenan contra el suelo de piedra y es un sonido inquietante. La limusina que ha de trasladarme a la costa se ha ido ya, así que me detengo en seco y llevo una mano al bolsillo derecho de la gabardina y tomo una Pokebola sin sacarla aún de su escondite. Comienzo a avanzar lentamente sin dejar de prestar atención a cada sonido que se escucha a mis espaldas. Hay alguien siguiéndome, puedo sentirlo.
—Detente, Skyler.
Lo sabía.
Me detengo y me giro lentamente para encontrarme con Jay Jason. Está sentada en el capó de un vehículo de color rojo y tiene una Pokebola de la Elite en las manos, esas Pokebolas negras con detalles de color púrpura.
— ¿Qué buscas aquí? —Dice Jay—. Ya debías haberte ido.
—He ido a despedirme de mi hermana —miento, sueno poco convincente—. Nunca se sabe cuándo será la última vez que la vea.
—Ella podría decir lo mismo sobre ti —sigue diciendo Jay y baja de su asiento para avanzar un par de pasos hacia mí—. ¿Qué pretendes, Skyler? ¿Traicionar al Jefe?
Salvar a mi hermana.
—Eso no te incumbe —le digo con desdén.
Jay me fulmina con la mirada.
— ¿Cómo está tu consciencia? —Inquiero para voltear a mi favor la situación—. ¿Intranquila?
— ¿De qué diablos hablas? —sisea ella.
A juzgar por su inquietud, puedo asegurar que sabe bien de lo que hablo.
—Como si no supiera que tú entregaste a Perla Cobby con el Jefe —le comento intentando parecer indiferente—. ¿Acaso nunca le mencionaste a Perla nada acerca de tu doble vida?
—Yo jamás tuve una doble vida —me responde enfurecida—. La Elite lo es todo para mí.
—Quizá Julie Jason piensa de forma distinta —sigo enfrentándola—. ¿No era así como te hacías llamar en New Jersey?
—Dejé de ser Julie Jason cuando me volví parte de la Elite —responde ella y adopta una posición de defensa como si pretendiera pelear conmigo a punta de puñetazos—. ¿Qué eres tú, Skyler Crown, comparada conmigo?
—No quieres pelear conmigo, Jay —le respondo pero sujeto con más fuerza la Pokebola dentro de mi bolsillo.
—Claro que quiero hacerlo —dice ella con una sonrisa cruel—. Quiero barrer el piso contigo y con la zorra de tu hermana menor.
—No funcionarán tus provocaciones, Jay.
Intento alejarme sin dejar de sujetar con fuerza lo que llevo en el bolsillo.
— ¡Acostarte con el Jefe no te hace una mejor entrenadora que yo!
Como si toda la Elite no supiera ya que Jay fue la única que no se resistió cuando el Jefe le quiso poner sus sucias manos encima.
Me dejo llevar por la ira y lanzo mi Pokebola.
— ¡Yo te elijo, Arbok!
Jay lanza su Pokemon a su vez.
— ¡Ve, Golbat!
Nuestros Pokemon se enfrentan y se miran fijamente por un minuto que parece eterno antes de lanzarse al ataque. Golbat agita sus alas para crear un par de tornados que Arbok consigue esquivar para luego enroscarse alrededor de Golbat y presionarlo con fuerza. Aunque el Pokemon de Jay intenta liberarse, mi Arbok es más fuerte. Tras darle un último apretón, lo lanza con fuerza hacia otro vehículo y Golbat vuelve al ataque intentando clavar sus colmillos en mi Pokemon. Arbok lo golpea con su cola y Golbat destruye un parabrisas con el impacto.
— ¡Basta, Golbat! ¡Vuelve! —Llama Jay y lanza una segunda Pokebola—. ¡Ve, Geodude!
— ¡Vuelve aquí, Arbok! —Exclamo yo a la vez—. ¡Yo te elijo, Starmie!
Mi Pokemon lanza un chorro de agua tan potente que Geodude queda fuera de combate. Y aún así, Jay persiste.
— ¡Ve, Weezing!
— ¡Yo te elijo, Kadabra!
Weezing intenta envenenar a mi Pokemon pero Kadabra es más veloz y usa sus poderes psíquicos para dejar a Weezing confundido y fuera de combate. Llamo de vuelta a Kadabra y esbozo una sonrisa triunfal hacia Jay.
Gran error.
— ¡Se escapa! —exclama Jay enfurecida—. ¡Atrápenla! ¡Skyler intenta traicionar a la Elite!
No me sorprende. Jay es una maldita manipuladora.
Veo correr hacia mí a un par de guardias de seguridad. Claro que no tendrán oportunidad alguna de atraparme. Echo a correr tan rápido como puedo para rodear el aparcamiento y volver al ascensor.
— ¡Yo te elijo, Yvisaur!
Yvisaur utiliza sus Hojas Navaja para deshacerse de los guardias de seguridad. Tomo la escalera de emergencia y subo un par de pisos, tengo que tomar a Yvisaur en mis manos para evitar que se quede rezagado. Los guardias de seguridad aún me siguen, no puedo detenerme. Así que entro por una de las puertas de emergencia y me encuentro en una de las terrazas del hotel. Sin detenerme, salto por la baranda y lanzo una Pokebola mientras voy cayendo.
— ¡Yo te elijo, Lugia!
Caigo sobre su lomo y Lugia se levanta en los aires para así alejarnos de la isla.
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