Capítulo 3
Habían pasado tres días desde que aparecí en este mundo y comencé mi viaje Pokémon. Durante este tiempo permanecí en el bosque que había junto a Villa Raíz, familiarizándome con el entorno y con los Pokémon que había por la zona.
Todos los días entrenaba arduamente con Blaze, que ya era bastante más fuerte que cuando me lo entregó el profesor. Incluso había pensado en adquirir otro Pokémon para entrenarlo también, pero ninguno de la zona llamaba mi atención.
-Al fin un poco de civilización.- dije cuando llegué a Pueblo Escaso.
Esa mañana había decidido salir del bosque para continuar con mi viaje. No estaba mal allí, pues contaba con el calor de mi Charmander para pasar las noches y había muchos árboles con bayas para comer, pero empezaba a extrañar hablar con otras personas. Por no hablar de comer algo más... consistente.
Este pueblo era algo más grande que Villa Raíz, pero seguía notándose el tranquilo ambiente de un pueblo campestre. Tras tomar una bocanada de aire fresco, me adentré en las calles para explorar el lugar.
En primer lugar pasé por la tienda Pokémon. Aún conservaba las Pokeballs que el profesor me entregó, pero había gastado un par de Pociones que pensaba reponer. Tras aprovisionarme, salí para dirigirme al Centro Pokémon.
Mientras caminaba pensé en lo que había descubierto los últimos días. El Holomisor contenía una gran cantidad de libros y artículos con todo tipo de información, incluso sobre las normas entre entrenadores y sobre la competencia de la Liga Pokémon.
Gracias a eso descubrí que los entrenadores debían apostar en cada combate un mínimo de 100 Pokemonedas, siendo ese el precio establecido automáticamente en caso de no acordar uno antes de empezar el combate. Había otras normas al respecto, pero ninguna que se me aplicara ahora mismo.
Debido a ese descubrimiento he ganado una buena cantidad de dinero venciendo a entrenadores novatos en mi camino desde Villa Raíz hasta Pueblo Escaso. Fue un alivio poder conseguir ese dinero, pues no tenía nada cuando llegué a este mundo.
-Buenos días, enfermera Joy, ¿puede encargarse de mi compañero?- le pregunté a la mujer de pelo rosa que estaba detrás del mostrador. Un sonriente Chansey estaba a su lado.
-Claro, te avisaremos dentro de unos minutos.- dijo con tono amable mientras tomaba la cápsula de Blaze y desaparecía tras una puerta.
Aproveché ese momento de tranquilidad para echar un vistazo al lugar. Había varias mesas con cómodos asientos repartidos por la sala, además de unas máquinas expendedoras. También me fijé en que había un pequeño mostrador con un cartel que anunciaba que se trataba de una cafetería.
Fuera, el cielo se estaba oscureciendo, lo que indicaba que pronto sería completamente de noche. El cansancio del viaje empezaba a hacer mella en mí, y mi estómago estaba protestando, así que decidí acercarme a la cafetería.
Unos minutos después estaba sentado en una mesa con una deliciosa hamburguesa acompañada de patatas frente a mí. La boca se me hacía agua, así que no demoré ni un momento más y empecé a comer con apetito.
La cena estuvo deliciosa, y en pocos minutos había dejado el plato vacío. Me recosté en el sofá mientras frotaba mi barriga, hacía tiempo que no comía tan bien. En ese momento apareció la enfermera con una bandeja en sus manos que contenía una única Pokeball.
-Su Pokémon está en perfecto estado. Aquí lo tiene.- dijo con una sonrisa mientras me acercaba la bandeja.
-Gracias. Por cierto, ¿tengo entendido que puedo pasar la noche aquí?- pregunté haciendo referencia a un artículo que había leído en el Holomisor. El tratamiento de Pokémon y el hospedaje eran los dos principales privilegios que los Centros Pokémon ofrecían gratuitamente a los entrenadores.
La enfermera asintió y me pidió que le mostrase mi licencia, cosa que hice. Tras comprobar que todo era correcto, me entregó una llave y me explicó que las habitaciones estaban en el piso de arriba. Yo le di las gracias y subí a mi cuarto, estaba agotado y quería dormir cómodamente en una cama después de tantos días a la intemperie.
Al entrar a la habitación no me detuve mucho tiempo a observar los detalles, pero noté que tenía el tamaño de un dormitorio normal, con solo los muebles indispensables como la cama y un armario. Dejé la mochila en el suelo y me lancé sobre la cama. Era suave y blanda, y en pocos segundos caí en la oscuridad.
A la mañana siguiente me desperté cuando un rayo de sol logró colarse entre las cortinas que cubrían la ventana. Comprobé en mi Holomisor que era temprano, así que me levanté y estiré el cuerpo para desentumecer mis músculos. Después tomé una ducha en el pequeño baño de la habitación y desayuné algo en la cafetería antes de dejar el Centro Pokémon.
-Veamos... ¿A dónde debería ir ahora?- murmuré para mí mismo mientras veía un mapa holográfico.
Básicamente tenía dos opciones. La primera era ir hacia el norte y explorar la ruta 103, mientras que la otra era seguir mi camino hacia Ciudad Petalia por la ruta 102. Tras meditarlo unos segundos decidí ir al norte.
En los juegos originales no había allí ningún Pokémon que encajara con el equipo que quería crear, pero durante mi estancia en el bosque, y posteriormente en la ruta 101, me había percatado de que aparecían Pokémon que no estaban en los videojuegos. Vi algunos Pidgey, Rattata, Ledyba y Caterpie, entre otros.
Debido a esta diferencia, me veía obligado a explorar a fondo todos los lugares de la región en busca de nuevos compañeros para mi equipo. No era algo que me desagradara, al contrario, era emocionante explorarlo todo sin saber lo que iba a encontrar. Era como probar un nuevo juego.
Al llegar a la ruta 103 pude comprobar que tenía un aspecto bastante similar al de juego. Había una amplia llanura moteada de árboles y con bastante hierba alta. Más allá se extendía un espeso bosque en el que no me apetecía adentrarme después de pasar los últimos días en uno. Por último, había una pequeña playa rocosa que daba paso a una gran extensión de agua. Por el olor a sal, debía tratarse de agua marina.
-Blaze, vamos a explorar y entrenar un poco.- dije mientras liberaba a mi compañero de su Pokeball.
El haz de luz reveló a un Charmander que, incluso a simple vista, parecía más experimentado que aquel pequeño que recibí en el laboratorio. Sonreí orgulloso por mi amigo y ambos nos pusimos en marcha.
Pasamos las siguientes horas enfrentándonos a Pokémon salvajes y revisando todos los rincones de la ruta. También nos enfrentamos a un par de entrenadores, pero no tenían mucha experiencia y pudimos vencerlos fácilmente.
-No parece que haya nada interesante por aquí.- le dije a mi amigo cuando nos sentamos bajo la sombra de un árbol. Él gruñó para mostrar que estaba de acuerdo.
En todo ese rato solo vimos Pokémon que no tenía pensado introducir en mi equipo, tales como Sentret, Zigzagoon, Pachirisu o Wingull. Dado que yo no era de los que atrapaba a todo Pokémon que veía para después dejarlos en una caja de almacenamiento, no capturé a ninguno de ellos.
Un ruido me sacó de mis pensamientos. Miré a Charmander y él también parecía alerta, lo había oído. Volvió a sonar de nuevo unos segundos después, y ambos nos pusimos en pie. El ruido parecía venir de la zona de la playa, así que ambos fuimos hacia allá con cautela.
Cuando llegamos a la playa nos extrañamos al no ver nada raro. Antes de que empezáramos a investigar, el sonido se produjo de nuevo. Al estar más cerca del foco, nos dimos cuenta de que provenía de un lateral.
Caminamos en esa dirección y llegamos a un pequeño riachuelo que daba al mar y del que no nos habíamos percatado antes. Al mirar río arriba vimos lo que estaba ocasionando aquel ruido.
En la orilla del río había un Buizel de aspecto fiero que atacaba a un Poochyena que quería acercarse al agua, probablemente para beber. La escena me sorprendió bastante, ¿acaso ese Buizel atacaba a todos los Pokémon que iban a beber? Aunque quizá fuera algo personal contra ese Pokémon en concreto. Me oculté tras unas hierbas y le indiqué a Blaze que me imitara. Ambos observamos los acontecimientos con curiosidad.
El Buizel finalmente logró espantar a su oponente, era bastante fuerte. Tras eso, regresó al río. Decidí esperar un poco más por si algo similar volvía a suceder, y no se demoró mucho. Unos minutos después, un Pachirisu se acercó al agua a beber y un Pistola Agua lo golpeó de lleno. El Buizel salió del río mientras le gruñía al roedor con burla.
La actitud de ese Pokémon me resultaba sorprendente, era casi como... un matón. Se dedicaba a molestar a todo el que fuera a beber y los espantaba por la fuerza, era un abusón. A mi lado, Blaze soltó un gruñido. Él también estaba molesto por la actitud de ese Pokémon.
-Vamos, es hora de darle una lección.- le dije a mi Pokémon. Él me devolvió una mirada decidida y asintió.
Justo cuando Pachirisu salía corriendo de allí y ese Buizel se regodeaba por su victoria, nosotros entramos a escena. El Pokémon se sorprendió de vernos allí, pero rápidamente adoptó una pose de pelea y nos miró mientras gruñía.
-Vamos a tomar la delantera. Usa Ascuas.- ordené mientras me cruzaba de brazos y centraba mi atención en el combate. Ese Buizel era fuerte, podía notarlo, así que debía estar totalmente concentrado.
Blaze agitó su cola y varias llamas salieron despedidas hacia el Pokémon acuático. Este saltó a un lado con una velocidad bastante impresionante y lo evitó sin problemas. Entonces se envolvió en luz blanca y avanzó hacia Blaze como un rayo. Era un Ataque Rápido.
-Gira.- indiqué con calma.
Esa era una peculiar orden que habíamos estado practicando los últimos días. Cuando combatíamos contra oponentes muy veloces, como Taillow, mi compañero tenía dificultades esquivando sus ataques. Por tanto, desarrollé una forma de ayudarle.
Blaze se quedó inmóvil hasta que Buizel estaba muy cerca, y entonces rodó por el suelo hacia un lateral. El Pokémon de agua no pudo hacer nada ante un cambio de dirección tan brusco y pasó de largo.
-Ahora usa Ascuas seguido de Arañazo.
Aprovechando que Buizel aún estaba estabilizándose, Blaze lanzó varias llamas que lo golpearon de lleno. Antes de que pudiera recuperarse del daño, mi Charmander le propinó un buen golpe que lo mandó al suelo.
El Pokémon de agua se quedó inmóvil por unos segundos, pero después volvió a levantarse con algo de dificultad. Ahora ya no parecía burlón, sino furioso. Probablemente no estaba acostumbrado a ser él quien recibía los golpes.
De nuevo, un velo blanco lo envolvió y se lanzó contra Blaze. Di la misma orden de antes y esperé para ordenarle los ataques. Sin embargo, para mi sorpresa, antes de que estuviera lo bastante cerca de Blaze como para que este rodara, un chorro de agua salió disparado de su boca.
El ataque pilló desprevenido a mi Pokémon y lo alcanzó de lleno, lanzándolo a mis pies. El gemido lastimero que soltó me acongojó el corazón e hizo que mi pulso se disparara. Di un paso hacia él dispuesto a ayudarle y retirarnos del combate si era necesario, pero con un gruñido me indicó que me detuviera.
-¿Estás seguro de continuar?- le pregunté mirándolo con seriedad. Respetaría su decisión fuese cual fuese.
Mi compañero asintió una vez y se puso en pie con dificultad. Aquel ataque había sido duro, sabía que no aguantaría otro similar. Y mientras tanto, ese Buizel nos miraba con expresión burlona.
-Vamos a cambiar de estrategia. Usa Pantalla de humo.
Blaze cogió aire y soltó una bocanada de humo negro que cubrió todo el campo de batalla, incluyendo a los dos Pokémon. Esta estrategia también la habíamos practicado previamente, y esperaba que fuese bastante para acabar con ese Buizel.
Pasados unos segundos, el Pokémon acuático empezó a lanzar varios chorros de agua en todas direcciones. Probablemente pensaba que así impediría a Blaze acercarse, pero eso era justo lo que yo estaba esperando.
-Hazlo ahora.- le indiqué a mi compañero. Vi un ligero movimiento entre el humo, señal de que Blaze estaba siguiendo el plan.
-Ahora usa Ascuas seguido de Arañazo.
Un destello naranja brilló en mitad del humo, segundos antes de que varios golpes y gruñidos se escucharan. Después sonó un golpe más fuerte y todo quedó en silencio. Me sentí algo ansioso por si algo había salido mal, pero pude respirar aliviado cuando mi Charmander salió caminando de entre el humo.
-Buen trabajo, lo has hecho genial.- lo felicité mientras lo acariciaba.
El humo se disipó en poco tiempo y pude ver que ese Buizel yacía inconsciente en el suelo. Me sentí orgulloso de que mi estrategia hubiera funcionado, pues en realidad era bastante simple. Al cegar al oponente haríamos que se pusiera nervioso y lanzara ataques, lo que revelaría su posición. Después Charmander daría un gran salto para colocarse sobre él y lo golpearía desde arriba.
-A pesar de su actitud, ese Buizel también ha demostrado ser muy fuerte e ingenioso. Creo que merece la pena atraparlo.- dije sacando una Pokeball de mi mochila.
Lancé la esfera al Pokémon de agua, que al estar inconsciente no pudo hacer nada para evitarlo. Una luz blanca lo envolvió y desapareció dentro de la cápsula. Tras un par de movimientos, finalmente mi primera captura fue un éxito.
-Ya tenemos un nuevo compañero.- le dije a Blaze mientras me acercaba a recoger mi Pokeball. Este me soltó un gruñido disconforme, probablemente por la actitud del Buizel.
-No te preocupes, trabajaremos en mejorar su comportamiento.- dije con una sonrisa algo apenada. No quería que hubiera problemas entre dos de mis Pokémon, así que sería mi responsabilidad arreglarlo.
Decidí que tenía que conocer mejor a ese Pokémon, así que lo saqué de su cápsula. Cuando la luz desapareció, un magullado Buizel hizo acto de presencia. Por su ceño fruncido, no parecía muy contento.
-Hola Buizel, me llamo Eric. Espero que podamos llevarnos bien.- dije mientras le tendía la mano.
El Pokémon de agua la miró durante un segundo y después giró la cabeza hacia un lado mientras se cruzaba de brazos. Escuché cómo Charmander gruñía a mi lado, pero le hice un gesto para que no interviniera.
-Te gusta pelear, ¿verdad? ¿Quieres ser el más fuerte?- pregunté sabiendo la respuesta de antemano. Eso llamó su atención y me miró.
-Espero que sí, porque es el mismo sueño que tenemos Blaze y yo. Nosotros te hemos derrotado, lo que significa que somos más fuertes que tú. Pero si vienes con nosotros, te entrenaré para que puedas hacer frente a cualquier rival.- mientras decía estas palabras, mi mirada desafiante estaba puesta en los ojos del pequeño Pokémon.
Este me sostuvo la mirada por varios segundos, como si quisiera comprobar la veracidad de mis palabras, pero finalmente extendió una pata hacia mí. Una sonrisa se formó en mi cara al ver que tenía su aprobación, así que me apresuré en chocar puños con él.
-Ahora debo darte un nombre. Creo que uno apropiado sería... Gael.- dije tras pensarlo por unos segundos. Mi nuevo compañero asintió una vez, así que parece que daba su aprobación.
Tras hacer una presentación entre ambos, la cual no fue muy bien debido a la desconfianza que sentían el uno por el otro, devolví a mis dos Pokémon a sus respectivas cápsulas y puse rumbo a Pueblo Escaso.
En primer lugar me pasé por la tienda para reponer los objetos que había gastado, que no eran muchos. Después me dirigí al Centro Pokémon y dejé a mis dos compañeros al cuidado de la enfermera.
-Estoy agotado...- suspiré mientras me dejaba caer en uno de los sofás con una bandeja de comida que había comprado en la cafetería.
Estuve durante un rato cenando tranquilamente mientras leía en el Holomisor algunas normas de la Liga Pokémon. La que más llamó mi atención era que, al contrario que los videojuegos, aquí podías llevar contigo un máximo de ocho Pokémon. Aunque claro, en los combates solo podías usar un máximo de seis que deben elegirse antes de iniciar.
-Aquí tienes.- escuché a mi lado. Al alzar la vista vi que se trataba de la enferma Joy.
-Gracias.- dije mientras tomaba las dos esferas que había sobre la bandeja y las colocaba en mi cinturón. La mujer asintió con una sonrisa y se alejó.
Antes de que pudiera introducirme de nuevo en mi lectura, el sonido de vidrio rompiéndose me sobresaltó. Al mirar hacia un lado descubrí que un par de personas con un Mightyena cada uno acababan de irrumpir en el lugar.
Pero lo más peculiar eran sus vestimentas. Cada uno llevaba un traje similar al de un soldado, el cual consistía en una chaqueta de cuello alto de color gris, unos pantalones del mismo color y unas botas y guantes negros. En su rostro llevaban unas máscaras blancas que cubrían toda la parte superior de su cabeza, pero que dejaba la inferior al descubierto.
-Que nadie se mueva, el Equipo Nova se ha hecho con el control de este lugar.- dijo uno de los enmascarados. Y como para afirmar sus palabras, uno de sus Pokémon lanzó un gruñido amenazador.
Desde mi posición observaba la escena sin entender nada. En algún momento esperaba encontrarme con el Equipo Aqua o el Magma, pero aquellas personas nunca habían aparecido en el juego. La única explicación era que se trataba de otra diferencia con los juegos originales.
-Quiero que todo el mundo meta sus Pokémon aquí, y rápido.- exigió el otro tipo mientras lanzaba un saco al suelo.
Eso activó todas mis alarmas. Esos bastardos pretendían robarme a mis compañeros, y eso era algo que no podía permitir. Observé a sus Pokémon para saber si podía enfrentarme a ellos, pero se notaba que tenían un nivel mucho más alto que el de mis amigos. Y por si fuera poco, tenían más Pokeballs en sus cinturones.
-¿A qué esperáis? ¡Vamos!- gritó uno de ellos con voz autoritaria.
Los demás entrenadores presentes, que probablemente serían tan novatos como yo, empezaron a moverse lentamente. El primero en llegar hasta el saco fue un niño joven, el cual tomó una esfera de su cinturón y la acercó de forma temblorosa hasta la bolsa.
-Eso no será necesario.- intervino una figura que apareció a un lado del chico mientras tomaba su mano para detenerla.
Mis ojos se abrieron debido a la sorpresa cuando reconocí a ese hombre. Tenía el pelo negro y corto, una chaqueta roja y pantalones azules. Su rostro serio imponía todavía más ahora que podía verlo en carne y hueso. Sin duda alguna, ese era Norman.
-¿Crees que esto es un juego? Entrega tus Pokémon o acabaremos contigo.- exigió uno de los enmascarados mientras daba un paso hacia el líder de gimnasio. Al parecer no lo había reconocido.
-Cuchillada.- fue todo cuanto respondió el moreno mientras abría una Pokeball que llevaba en la mano.
Tras un destello blanco, un imponente Vigoroth hizo acto de presencia. Antes de que los enemigos pudieran asimilarlo, el Pokémon se movió como un destello y golpeó a ambos Mightyena, dejándolos fuera de combate. Tanto esos rufianes como yo, y probablemente todos los presentes, nos quedamos boquiabiertos ante ese alarde de fuerza.
Por si eso fuera poco, aprovechando que sus rivales se habían girado para observar a sus Pokémon, Norman se acercó a ellos en un instante y les dio un golpe en la nuca a cada uno, dejándolos inconscientes.
Todo el mundo se quedó en silencio por unos segundos, pero después empezaron a aplaudir y se acercaron al líder para agradecerle. Yo también lo hubiera hecho, de no ser porque estaba tan sorprendido que no sabía cómo reaccionar. Por desgracia, la policía llegó en ese momento y Norman tenía que declarar los hechos, así que perdí mi oportunidad.
Alrededor de media hora después todo se había calmado. La policía se llevó a los delincuentes a la comisaría y Norman se fue con ellos. Por mi parte, le pedí una habitación a la enfermera y me fui a descansar.
Ahora me encontraba tumbado sobre mi cama con la vista fija en el techo. Por mi mente pasaban una y otra vez las imágenes de lo sucedido. ¿Qué hubiera ocurrido si Norman no hubiera aparecido? ¿Habría perdido a mis compañeros? De solo pensarlo sentí una presión en el pecho.
-Todavía soy demasiado débil.- susurré al reconocer lo que sentía.
Se trataba de impotencia, miedo y frustración. Me había fortalecido un poco, pero todavía había muchísimos peligros que podían arrebatarme aquello que amaba, y yo era demasiado débil para defenderme. Tenía que hacerme mucho, mucho más fuerte. Lo bastante para que nada ni nadie pudiese amenazar aquello que me importaba.
Con ese pensamiento, cerré los ojos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top