Capítulo 28
Tanto mi cuerpo como mi mente estaban en shock por lo que acababa de ocurrir, dejándome totalmente paralizado. Ni en mis más locos sueños me habría imaginado que algo como esto podría pasar.
Cuando mi cerebro se recuperó de la sorpresa inicial y me devolvió el control de mi cuerpo tuve la sensación de que habían pasado horas. Afortunadamente, sabía que solo habían sido un par de segundos.
Las sensaciones fueron llegando a mí, y resultaron ser apabullantes. Lo primero que sentí fueron la suavidad y calidez que provenían de los labios de mi amiga. Era una sensación maravillosa que recorría mi cuerpo y me calentaba el pecho.
Luego fui consciente de lo que eso provocaba en mí. Mi corazón latía desbocado justo debajo de las manos de Aura, que aún sujetaba mi camiseta. Notaba mi cara ardiendo, así como los nervios bailando en mi estómago.
Instintivamente, mis brazos rodearon a la castaña y la atrajeron contra mi pecho. Mis labios comenzaron a moverse lentamente contra los suyos, devolviendo el beso de manera torpe.
Para mi sorpresa y agrado, ella no me rechazó. En su lugar, me siguió el juego y continuó besándome de manera inexperta.
Seguimos con aquella demostración de amor durante unos segundos más, hasta que la falta de aire nos obligó a separarnos. Nuestros rostros, a escasos centímetros, observaron el del otro.
Aura me miraba con los ojos cristalizados debido a las lágrimas que había derramado anteriormente. Sus mejillas tenían un adorable tono rosado, y su boca entreabierta jadeaba levemente en busca de aire. Era sencillamente hermosa.
Nuestros rostros volvieron a acercarse lentamente al del otro, pero antes de que pudiéramos repetir aquel mágico suceso, el sonido de un aleteo nos sobresaltó y rompió nuestra burbuja.
Ambos soltamos al otro rápidamente y miramos al cielo para buscar el origen de aquel sonido. Una sombra apareció entre la tormenta de arena. Se trataba de Máximo, quien venía a lomos de su Skarmory. Y detrás de él venía Airon, a quien un Staravia sujetaba por los hombros.
-Al fin os encuentro, estaba preocupado.- dijo el peliplateado mientras bajaba de su montura. Airon aterrizó a su lado.
-¿Estáis bien?- preguntó el campeón alzando una ceja. No me extrañaba su pregunta, los dos estábamos aún aturdidos por lo sucedido y lo mirábamos sin decir nada.
-S-sí... Bianca logró sacarnos con Teletransporte mientras la torre se derrumbaba.- expliqué de manera algo torpe.
Máximo comentó algo sobre que se alegraba de que estuviéramos a salvo y que lamentaba no haber llegado antes. Sin embargo, yo ya me había sumido en mis pensamientos y apenas lo escuchaba.
Miré de reojo a Aura, que se encontraba mirando hacia el suelo con las mejillas sonrosadas. No tenía ni idea de qué podía hacer ahora. ¿Podía suponer que ella me quería?¿Tenía que pedirle salir? Maldije mentalmente mi falta de experiencia amorosa.
-¿Me estáis oyendo?- la pregunta de Máximo hizo que los dos saliéramos de nuestros pensamientos con un sobresalto.
-Lo siento... creo que aún estoy impactada.- las palabras de Aura me hicieron preguntarme si se refería al accidente de la torre o al beso.
-No te preocupes. Es normal después de una experiencia así. Tómalo con calma.- como era natural, el campeón supuso que hablaba de la torre.
-Por cierto, me alegro de que estés bien. Tuve que ayudar a Aura y no tuve tiempo de comprobar si tenías un plan de escape.- dije mirando hacia Airon. Me sentía un poco culpable por no haber pensado en él.
-No hay problema. Yo estaba demasiado lejos para ayudaros y tuve que escapar de ahí. Es un alivio que no estéis bajo esa montaña de rocas.- respondió disculpándose también. Los dos nos miramos y asentimos, estábamos en paz.
-Necesito que me deis un informe detallado de todo lo ocurrido desde que nos separamos.- pidió el campeón con expresión seria. Aura y yo asentimos, procediendo a contarle todo lo que habíamos vivido.
Cuando terminamos de hablar, el peliplateado parecía especialmente interesado en las ruinas que había bajo la torre, pero se guardó su curiosidad para otro momento.
-Ya veo, así que se llevaron un fósil...- murmuró llevándose una mano a la barbilla con expresión pensativa.
-¿De verdad han hecho todo esto por un fósil?- preguntó Aura con el ceño fruncido en una mueca entre enfado y desconcierto.
-Ciertamente es raro. Me gustaría hablar con un conocido de pueblo Pardal, pero estoy ocupado ahora mismo...- el campeón nos miró mientras decía esto, lo que hizo evidente su indirecta.
-Lo siento, pero yo voy hacia ciudad Malvalova.- se excusó Airon encogiéndose de hombros.
-Está bien, yo iré.- acepté entre dientes. Tendría que retrasar la obtención de mi cuarta medalla.
-Te acompaño.- dijo Aura de inmediato. Ambos nos miramos por unos segundos antes de volver a apartar la vista avergonzados.
-Perfecto, esta será una misión para los tortolitos.- sentenció Máximo con una sonrisa. Sus palabras hicieron que nuestras caras se pusieran más rojas que un Darumaka.
-En fin, me marcho ya. Un placer conoceros. Espero que la próxima vez podamos echar un combate.- Airon se despidió extendiendo la mano hacia nosotros. Ambos la estrechamos, asintiendo a su desafío.
-Te acompaño, jovencito. Quiero hablar contigo del motivo por el que esos indeseables querían reclutarte.- el tono de Máximo y la mirada suspicaz que le dirigía a Airon me indicaban que aquí había algo que nos estaban ocultando.
Los dos se alejaron hacia el sur mientras la tormenta de arena cesaba. Aura y yo nos quedamos a solas, y pronto se hizo entre los dos un silencio algo incómodo.
-Será mejor que nos pongamos en marcha. Pronto va a anochecer.- dijo Aura con la voz ligeramente aguda debido a los nervios. La chica se sonrojo por eso, lo que me hizo sonreír.
-Claro, vamos.- respondí iniciando la marcha. Ella me siguió cabizbaja, aún avergonzada por ese desliz.
Por suerte para nosotros, en la zona norte del desierto había una salida que llevaba hacia pueblo Pardal, por lo que no tendríamos que pasar por el Monte Ascua. Además, según vi en el Holomisor, había un hostal al salir del desierto. Quizá era el sustituto a esa abuela que te permitía curar a tu equipo en los videojuegos.
Tras caminar un rato, finalmente divisamos la salida del desierto. Pero antes de que pudiéramos alcanzarla, un sonido atrajo nuestra atención. Provenía de un conjunto de rocas que había cerca.
Al acercarnos pudimos ver que se trataba de un grupo de Cacnea que, liderados por un Cacturne, estaban atacando a un pequeño Sandile. El tipo tierra estaba muy herido.
-¿Qué creéis que hacéis?- preguntó Aura enfadada mientras tomaba una Pokeball. Los Pokémon salvajes se volvieron hacia nosotros justo a tiempo para ver aparecer al Tyrogue de mi amiga.
-Te echaré una mano.- dije liberando a Blaze de su cápsula. Mi Pokémon rugió y lanzó un chorro de llamas al aire, lo que intimidó a nuestros oponentes.
-¡Turne!- exclamó el Cacturne. Ante esa aparente orden, todos empezaron a huir de allí.
-¿Estás bien?- preguntó Aura arrodillándose junto al pequeño cocodrilo de tierra. Este soltó un gruñido y se alejó de la mano extendida de ella.
-Ten cuidado, puede atacarte.- la advertí con preocupación.
-No pasa nada. Está demasiado herido.- respondió mi amiga insistiendo en su acercamiento.
Sus manos rodearon al Sandile y lo alzaron. El pequeño se revolvió, pero estaba agotado y se quedó sin fuerzas. Aura lo acurrucó contra su pecho.
-Dijiste que había un hostal, ¿verdad? Quizá puedan tratarlo.- mi amiga sonaba preocupada, por lo que asentí y rápidamente nos dirigimos hacia allí.
Tardamos poco tiempo en llegar a dicho lugar, estaba cerca de la salida del desierto. Una mujer que estaba en la recepción nos miró cuando entramos.
-Bienvenidos, ¿en qué puedo ayudaros?- preguntó la joven con una sonrisa amable.
-En primer lugar, ¿puede curar a este Pokémon?- preguntó mi amiga enseñando al pequeño que sostenía.
-Por supuesto. Aquí tenemos servicios para los Pokémon. Permíteme.- tras pedirle permiso, tomó al Sandile y desapareció por un pasillo. Apenas tardó un minuto en volver.
-Nuestra enfermera está tratándolo, no os preocupéis.- sonreí al ver cómo Aura suspiraba aliviada al escuchar esas palabras. Me encantaba ver que ella se preocupaba por los Pokémon tanto como yo.
-Y ahora, ¿queréis una habitación para pasar la noche?¿De una sola cama?- preguntó la mujer con una sonrisa pícara. Ambos nos sonrojamos furiosamente.
-¿U-una... c-cama?- las palabras salían de manera atropellada de los labios de mi amiga, y estaba seguro de que a mí no me iría mejor.
-Nosotros... n-no somos...- iba a decir pareja, pero no pude continuar. En su lugar miré a Aura, y ella me miró a mí. Había duda en su mirada, y supe que también en la mía. Ninguno sabía qué había exactamente entre nosotros.
-Lo lamento, no quería incomodarlos. Serán dos habitaciones individuales entonces.- la mujer parecía algo apenada por la situación, y se apresuró con el trámite.
Cada uno de nosotros recibió una llave, tras lo cual fuimos a nuestras respectivas habitaciones para dejar nuestras cosas. Una vez que estuve solo, me desplomé sobre la cama.
-Ha sido el día más intenso de mi vida.- dije al aire mientras miraba fijamente al techo, aunque mi mente estaba en otro sitio.
Lo que había empezado como un día normal nos había llevado a vivir una aventura realmente peligrosa. Sentí verdadero terror cuando casi pierdo a Aura, para poco después sentir la mayor felicidad de mi vida cuando tuvimos ese momento íntimo.
Ahora la situación era rara entre nosotros. Tenía que tomar alguna decisión al respecto, y pronto. No sabía lo que Aura esperaba de mí, y eso me inquietaba. No quería hacer algo que lo estropeara todo.
De tanto pensar en eso, junto con el cansancio del día, me estaba provocando dolor de cabeza. Decidí tomar una ducha para despejar mi mente y asearme antes de la cena.
Media hora después ya estaba como nuevo. Me había puesto ropa cómoda para dormir, eligiendo una camiseta gris de manga corta con el dibujo de una Pokeball y un pantalón largo negro.
Una notificación en el Holomisor llamó mi atención justo cuando me disponía a salir hacia la cafetería del hostal. Era un mensaje de Aura.
Se me revolvió el estómago cuando leí que mi amiga no iba a asistir a la cena porque no tenía hambre.
¿Sería posible que me estuviera evitando? No debería dudar de ella, pero estaba preocupado. Ojalá solo fueran imaginaciones mías.
Sin muchas ganas, decidí ir a por algo de cenar. La cafetería era acogedora y tenía varias mesas para disfrutar de la comida. Por suerte, no había mucha gente en ese momento.
Después de la comida me fui directamente a mi habitación para dormir. Quizá tras una noche de sueño me sintiera mejor.
Una hora más tarde, aún seguía dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Desesperado, salí del hostal para tomar un poco de aire.
El aire fresco de la noche me provocó escalofríos cuando salí, pero era agradable en cierta forma. Incluso mis pensamientos se calmaron un poco ante la sensación.
-¿Eric?- preguntó una voz cercana.
Al mirar a un lado me percaté de que Aura estaba sentada en un banco de madera que había cerca de la entrada. Sus ojos azules me observaban con la misma sorpresa con la que yo la miraba a ella.
-Ah... hola. ¿Te encuentras bien? No viniste a la cena.- saludé intentando iniciar una conversación con tono casual. No quería crear un ambiente extraño.
-Sí, bueno... creo que era fatiga mental. He salido a despejarme porque no podía dormir.- las palabras de Aura me sacaron una sonrisa. Había salido por el mismo motivo que yo.
Me acerqué al banco para sentarme junto a ella. Me fijé en que mi amiga me observaba con nerviosismo, lo que podía indicar que estaba incómoda.
-¿Prefieres que me vaya?- pregunté con voz dolida. No podía evitar que su rechazo me hiciera sentir una punzada en el pecho.
-¿Qué? ¡No! Quiero decir... quédate si quieres.- lo último lo dijo en un susurro mientras agachaba la cabeza.
Aliviado, me senté a su lado dejando un pequeño espacio entre nosotros. Ninguno dijo nada durante algunos segundos, lo que hizo que la situación se volviera un poco incómoda.
-Aura... / Eric...- los dos hablamos al mismo tiempo, cortando y sorprendiendo al otro. Una pequeña risa salió de los labios de mi amiga y alivió mi tenso corazón.
-Disculpa. Tú primero.- dijo la castaña mirándome con una cálida sonrisa que me dio valor.
-Verás, yo... creo que la situación está rara entre nosotros desde lo ocurrido en el desierto.- hablar con rodeos no era lo mío, por lo que fui directamente al punto.
-Sí, yo también quería hablar de eso.- respondió ella removiéndose nerviosa en su asiento..
Saber que ella también estaba preocupada por eso me causaba varias sensaciones, pero sobre todo me asustaba que lo considerase un error.
Dado que era la primera vez que vivía una situación como esta, no sabía cómo actuar. Decidí que lo mejor era ser sincero.
-Aura, eres una persona muy importante para mí, y por eso tengo miedo. Soy algo torpe para relacionarme con otras personas y no se nada sobre... bueno, sentimientos y relaciones amorosas.- confesar aquello me hizo sentir bastante avergonzado. Al mirar a Aura me sorprendí cuando no noté burla en su mirada, solo había compresión.
-Yo también soy inexperta con estas cosas. Y tengo los mismos miedos que tú. No quiero perderte.- las palabras de Aura me dejaron paralizado. No podía creer que ella tuviera las mismas preocupaciones.
-Es un alivio saber que no soy el único confuso en todo esto.- bromeé frotándome la nuca. Me sentí feliz cuando logré sacarle una sonrisa.
-Eres una amiga muy importante para mí, e incluso... creo que eres más que eso.- al pronunciar esas palabras, la miré a los ojos. Los suyos se abrieron con sorpresa y sus mejillas se sonrojaron.
-Pero soy incapaz de darle un nombre a esto. ¿Cómo puedo saber si es amor?- pregunté angustiado. Estaba casi seguro de que se trataba de eso, pero si me equivocaba podía perder nuestra amistad.
-Yo también tengo esas dudas, los sentimientos no siempre son claros. Pero si de algo estoy segura es de que ninguna definición del amor es absoluta. Cada persona tiene la suya, y nosotros no tenemos que escoger la nuestra ahora mismo. Podemos ir descubriéndola con el tiempo.- la sabiduría que había detrás de las palabras de Aura me dejó mudo. Solo cuando vi que volvía a parecer nerviosa fue que regresé al presente.
-Tienes razón, podemos descubrirlo... juntos.- asentí mientras tomaba la mano de Aura y la apretaba suavemente. Ella me devolvió el gesto con una sonrisa y apoyó su cabeza en mi hombro, pasando a contemplar el cielo nocturno.
Ambos nos quedamos en silencio observando el vasto y hermoso cielo estrellado que se extendía sobre nosotros. Así perdimos la noción del tiempo.
Cuando noté que la cabeza de Aura resbalaba de mi hombro, la sostuve y la miré extrañado. Los ojos cerrados de mi amiga, su respiración pausada y su rostro apacible me indicaron que estaba dormida.
Estuve observándola por unos minutos. Su expresión transmitía tranquilidad y pureza, lo que despertaba un sentimiento de ternura en mi pecho.
Una corriente de aire fresco me trajo de vuelta a la realidad. Me levanté y cargué a Aura para después dirigirme hacia su habitación.
-Aura, despierta. Tienes que irte a dormir.- la llamé suavemente cuando estuve frente a la puerta. Ella tendría la llave guardada, y yo no pensaba registrar su ropa mientras dormía.
Mi amiga se despertó y abrió los ojos con pesadez. La dejé de pie y ella sacó la llave de un bolsillo. Tras abrir la puerta, me miró adormilada.
-Buenas noches.- dijo con una sonrisa risueña, tras lo cual entró en su habitación.
-Buenas noches.- susurré justo cuando la puerta se cerró.
Me dirigí a mi habitación y me acosté sobre la cama mientras soltaba un suspiro. Mi mente se llenó de recuerdos sobre el día de hoy.
Después de todo, Aura y yo seguíamos siendo amigos. Pero ya no era solo eso. Ahora ambos sabíamos los sentimientos del otro y juntos buscaríamos el significado de esos sentimientos.
Con una sonrisa en mi rostro y una extraña calidez en mi pecho, cerré los ojos para encontrarme con Cresselia.
A la mañana siguiente me desperté con bastante sueño debido a lo poco que había dormido. Aún así, eso no me impidió hacer mi rutina habitual.
Cuando terminé, le mandé un mensaje a Aura para desayunar en la cafetería en media hora y fui a la ducha.
Cuando salí del baño recogí mis cosas y salí del cuarto. Íbamos a partir en cuanto termináramos de desayunar, por lo que así no tendría que volver allí.
Al llegar al lugar noté que Aura ya estaba esperando en una de las mesas. Tomé algo de comer y me senté frente a ella, lo que llamó su atención.
-Buenos días.- saludó con una sonrisa radiante. El gesto calmó mi corazón, no solamente porque era preciosa, sino porque todo parecía ir bien entre nosotros, sin ambientes raros.
-Buenos días.- respondí devolviendo el gesto con gusto.
-Lamento que tuvieras que llevarme a mi habitación anoche.- se disculpó algo avergonzada.
-No fue nada.- en realidad me había gustado cargarla, pero si le decía eso me golpearía.
-Por cierto, tengo buenas noticias. Mira esto.- dijo mientras tomaba una Pokeball y la abría. De ella apareció un Sandile.
-Vaya, eso no me lo esperaba. ¿Desde cuándo es tu Pokémon?- pregunté con curiosidad. Lo cierto era que, con todo lo ocurrido, había olvidado ir a revisar cómo estaba el pequeño cocodrilo.
-Fui esta mañana a recogerlo mientras te esperaba. Parece que se ha encariñado conmigo.- contestó ella acariciando la cabeza de la criatura, que gruñó complacido.
-Ya veo. Es una buena adquisición, te vendrá bien contra Candela.- comenté refiriéndome a la ventaja de tipo que tenía. Ella asintió felizmente antes de guardarlo en su cápsula nuevamente.
Durante el desayuno, Aura y yo estuvimos hablando sobre nuestros siguientes planes para nuestro viaje. Dado que Máximo nos había encomendado visitar a ese amigo suyo, tendríamos que dar prioridad a Pueblo Pardal.
Tras discutirlo un poco, los dos acordamos ir a dicho lugar, completar el recado del campeón y, si tenemos la oportunidad, entrenar en la Cascada Meteoro. Después de eso, iríamos a Pueblo Lavacalda.
Aunque los dos teníamos ganas de obtener nuestra cuarta medalla, lo cierto es que nos vendría bien entrenar un poco más. Aún recordaba lo difícil que podía ser ese combate si no ibas bien preparado.
Una vez que terminamos de comer, salimos del hostal y nos dirigimos hacia el norte. Si nuestros cálculos eran correctos, llegaríamos en unos dos días.
Mi amiga y yo nos enfrascamos en una conversación sobre nuestras estrategias para enfrentar a Candela. Tanto así, que solo regresamos a la realidad cuando el paisaje comenzó a cambiar, volviéndose volcánico y lleno de ceniza.
-Ya era hora. Me estaba aburriendo de esperarte.- dijo una voz cerca de nosotros.
Ambos nos sobresaltamos y empezamos a mirar a nuestro alrededor. No tardé mucho en encontrar una figura camuflada bajo la sombra de un árbol cercano.
-¿Quién eres?- pregunté tomando una Pokeball de mi cinturón. Aura hizo lo mismo.
-Vamos, vamos, no hay necesidad de ponerse a la defensiva. Estabais tan acaramelados que, si quisiera, podría haberos atacado sin que os dierais cuenta.- se burló la voz. Noté que sonaba femenina, y además me resultaba familiar.
Maldije mentalmente al darme cuenta de que tenía razón. Ninguno de los dos estaba prestando mucha atención a nuestro alrededor.
Sin embargo, la sorpresa no había acabado. La figura salió de la sombra del árbol, revelando que se trataba de Sachiko. Los recuerdos de aquella noche me produjeron escalofríos.
-No pongas esa cara. Vengo en son de paz.- dijo la chica con una sonrisa burlona que me irritó. La mirada confusa de Aura no ayudaba a calmarme.
-No te conozco, ¿quién eres?- pregunté viéndome obligado a mentir. De esta forma, evitaría tener que darle explicaciones a Aura sobre la peculiar y peligrosa relación que tenía con el clan ninja.
-Solo vengo a entregarte un mensaje de una amiga que tenemos en común.- contestó ella mientras me mostraba un sobre, el cual dejó a sus pies.
Tras eso, me dedicó una sonrisa que mostraba su diversión y que de alguna manera parecía amenazante. Acto seguido, desapareció en una nube de humo.
-¿De qué iba todo eso?- preguntó Aura mirándome con una mezcla de curiosidad y preocupación.
-No lo sé, pero quizá esta carta lo aclare.- dije acercándome para tomar el objeto del suelo.
El nombre del remitente estaba escrito por fuera. Era de Tristana.
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