Capítulo 24


Mientras caminaba hacia la salida oeste de Ciudad Malvalona, por mi mente surcaba una y otra vez la idea de que Lena me había encargado una tarea que ella no quería o no tenía tiempo de hacer, posiblemente lo primero.

Y es que, tras decirme aquello, la líder había guardado al Shinx en su Pokeball y me había encargado llevarlo a la guardería que había en la ruta 117. Su intención era que el Pokémon eléctrico se relacionara con otros Pokémon de allí y mejorara su actitud.

Por ese motivo, yo me hallaba en ese momento dejando la ciudad y observando el apacible paisaje que se extendía frente a mis ojos. Aunque la ciudad estaba muy cerca, aquí había un amplio campo con coloridos arbustos de bayas y flores, decenas de entrenadores y gente común que paseaba con sus Pokémon, y a lo lejos podía divisar una especie de rancho.

Suponiendo que ese debía ser mi destino, empecé a caminar en esa dirección. Afortunadamente, había pasado a recoger mis zapatos nuevos de alta tecnología al salir del gimnasio. Este sería un buen momento para probarlos y ahorrarme una pequeña caminata.

Pulsé un diminuto botón táctil que había en el lateral del zapato, tras lo cual este empezó a transformarse en unos patines. Fue un proceso rápido e impresionante de ver, y no me causó ninguna molestia en el pie. En pocos segundos, ya estaba patinando hacia el rancho.

Aunque el camino era algo irregular, los patines se deslizaban con bastante suavidad. Sin duda, esto debía ser obra de alguna tecnología que les permitiera adaptarse al terreno y hacer que el patinaje fuera más sencillo para mí, lo cual sería imposible para unos patines normales.

Gracias a mi nueva adquisición, no tardé más de unos minutos en llegar hasta el rancho. Al verlo de cerca noté que se trataba de una gran casa roja de estilo granja, con un amplio campo verde a su alrededor, y todo ello rodeado por vallas de madera. Parecía un lugar muy tranquilo y agradable.

Me fijé en que había un pequeño establo en la parte trasera de la granja, y se podían ver varios Miltank pastando cerca de allí. Curiosamente, no vi ningún Pokémon más aparte de ellos, algo raro en una guardería de estas criaturas.

En la puerta de la granja había un hombre algo mayor que, supuse, debía ser el encargado del lugar. Vestía una camisa verde, un pantalón marrón y unas botas. En ese momento se encontraba barriendo unas hojas secas en la entrada, así que me acerqué a él. Su mirada se posó en mí al percatarse de mi presencia, desvelando un rostro que lucía amable.

-Hola joven, ¿puedo ayudarte?- preguntó con una cálida sonrisa.

-Espero que sí. Mi nombre es Eric, ¿usted es el encargado de la guardería?- pregunté esperando no haberme equivocado de lugar.

-Así es, soy Joe. Mi mujer y yo nos encargamos de esta granja. ¿Has venido para que cuidemos a alguno de tus Pokémon?- preguntó dejando de barrer y centrando su atención en mí.

-Bueno, algo así. La líder Lena me ha pedido un favor.- expliqué sacando la Pokeball de Shinx. Un brillo de reconocimiento apareció en los ojos del hombre.

-Entiendo, ella me avisó de que vendrías. Acompáñame.- pidió mientras se daba la vuelta y empezaba a recorrer el corto camino que iba desde el hueco en la valla que era la entrada hasta la puerta de la casa.

Yo lo seguí algo dudoso. No sabía qué tendría en mente Lena al encargarme este trabajo, pero algo me decía que no me iba a marchar pronto de este lugar. Bueno, no es como si tuviera prisa por continuar mi viaje.

Seguí a Joe hasta entrar a la casa, la cual cruzamos para llegar a la puerta trasera que daba al jardín posterior. El lugar era hermoso y amplio, con árboles, arbustos, un estanque y cientos de flores. El conjunto de todo ello lo convertía en un lugar de ensueño.

Pero sin duda, lo que lo convertía en un paraíso eran los pequeños Pokémon que correteaban por ahí. Especies como Pichu, Magby, Elekid, Smoochum y muchos otros jugaban juntos en aquel paraje natural.

En medio de todo eso, una mujer que llevaba un suéter rosa, unos jeans azules y un delantal blanco se encontraba recogiendo bayas de un árbol junto a un Aipom. No tardó en percatarse de nuestra presencia, y su mirada curiosa fue a parar sobre mí.

-Esta es Gina, mi esposa. Querida, el joven Eric viene de parte de Lena.- me presentó el hombre. Yo asentí rápidamente a sus palabras, haciendo una ligera inclinación de cabeza para saludar a la mujer.

-Ya veo, debes venir por el pequeño Volt.- dijo mirando la Pokeball que había en mi mano.

-¿Volt? ¿Así se llama?- pregunté alzando una ceja. Era un nombre muy apropiado.

-Bueno, nunca ha tenido un entrenador que le ponga un mote oficialmente, pero así le llamamos nosotros, y a él parece gustarle.- explicó Joe con una risa que se me hizo contagiosa. No pude evitar sonreír ligeramente.

-Entonces, ¿él ya ha estado aquí?- pregunté con algo de curiosidad.

-Ven, te contaremos toda la historia.- me invitó Gina mientras ingresábamos a la casa de nuevo.

Los seguí hasta el salón principal, donde tomamos asiento en un sofá y Joe nos trajo algo a beber. La decoración del sitio era bonita y llena de recuerdos, principalmente fotografías con Pokémon o entrenadores.

-Verás, todo empezó cuando un día, al salir de la granja, nos encontramos al pequeño Volt herido frente a la puerta.- empezó Joe con la mirada fija en un punto, parecía estar perdido en sus recuerdos.

-Tenía una herida grave en el rostro, como habrás podido observar.- asentí a las palabras de la mujer, recordaba esas marcas en su cara.

-Nosotros lo tratamos y cuidamos hasta que se recuperó de sus heridas, pero se había vuelto un Pokémon desconfiado y asustadizo. Con el tiempo logramos que confiara un poco en nosotros, pero no quiere acercarse a otros Pokémon.- explicó el hombre con cara de tristeza. Yo también me sentí un poco mal por Volt.

-Suponemos que se debe a que otros Pokémon lo atacaron. Debido a eso, a Volt le costaba vivir aquí, siempre estaba evitando a los otros Pokémon.- continuó Gina. No pude evitar empatizar un poco con él. Yo también había sido solitario y algo desconfiado en mi anterior vida.

-Al final, le pedimos a Lena que lo llevara a su gimnasio esperando que se relacionara con otros Pokémon eléctricos, pero ella tuvo que dejarlo aislado en un hábitat independiente debido a su actitud.- finalizó el hombre. Asentí, esta historia me había aclarado algunas cosas.

-Entiendo, pero no sé por qué Lena me ha encargado traerlo. ¿Espera que yo haga algo?- pregunté confuso. Si ellos no habían logrado que ese Shinx se relacionara con otros Pokémon, no sé cómo yo podría hacerlo.

-Estamos seguros de que ella no le habría entregado a Volt a un entrenador cualquiera, debe haber visto algo en ti.- comentó Gina con una sonrisa que me transmitió calidez. Agaché la cabeza algo avergonzado, no estaba acostumbrado a tener una figura materna tan agradable.

-Haré lo que pueda...- acepté al cabo de unos segundos. No me sentiría bien dejando al pequeño Volt a su suerte.

Después de aquello, los tres tuvimos una deliciosa merienda con té y pastas caseras. Joe y Gina eran unas personas muy agradables y afectuosas, lo que me hizo desear más de una vez haber tenido una familia como ellos en mi anterior vida.

Los dos me propusieron quedarme allí durante unos días mientras trataba con Volt, oferta que acepté gustosamente. No solo por el pequeño tigre, sino porque sentía un poco de curiosidad por cómo se desarrollaba todo en la guardería. Y estaba seguro de que mis Pokémon me agradecerían unos días de descanso.

-Bueno, voy a hablar un poco con Volt hasta la hora de cenar.- le dije a mis anfitriones cuando terminamos la merienda mientras me ponía en pie.

-Está bien, puedes disponer de los jardines de los alrededores como gustes.- me dijo Joe antes de irme, a lo que asentí con una leve sonrisa.

Salí al patio trasero donde había visto a Gina antes, pero los Pokémon parecían haberse dispersado por la zona y solo quedaban algunos cerca. Aún así, empecé a dar un paseo por allí para buscar un sitio apartado.

La búsqueda no me tomó mucho tiempo, aunque sí que fue algo incómoda debido a que sentía cómo muchos Pokémon bebés me observaban o me seguían disimuladamente. Supongo que era extraño para ellos ver a un humano por allí. Por suerte, encontré un claro apartado y rodeado por varios arbustos.

-Adelante, Volt.- dije liberando al Pokémon. Su figura se materializó en un haz de luz y nuestros ojos se encontraron. Enseguida vi la desconfianza en su mirada mientras observaba sus alrededores con nerviosismo.

-Tranquilo, no voy a hacerte nada. ¿No me recuerdas? Yo estaba en el gimnasio. La líder Lena me ha pedido un favor.- dije agachándome para quedar más cerca de su altura y que no se sintiera amenazado.

El pequeño Pokémon puso cara de no entender todo lo que le dije, aunque pareció reconocer el nombre de la líder de gimnasio. Su cuerpo se relajó un poco, pero aún estaba tenso y me miraba con desconfianza.

-Escucha, sé que lo has pasado mal, pero yo solo quiero ayudarte. Puedes confiar en mí.- mientras decía esto, saqué de mi mochila una bolsa de golosinas Pokémon. Me las había dado Lena porque eran las favoritas de Volt.

Tomé una y extendí la mano hacia el Pokémon, esperando que se acercara a tomarla. Este la miró con interés, pero luego me miró a mí y no movió ni un músculo. No parecía que tuviera ninguna intención de acercarse, ni siquiera por una golosina. Suspiré, esto iba a ser difícil.

Pensé en la posibilidad de sacar a alguno de mis Pokémon para que Volt viera lo bien que nos llevábamos, pero recordé su rechazo hacia otros Pokémon y decidí no hacerlo. Primero tenía que ganarme su confianza, y después trataría con el otro problema.

-No te voy a obligar a que te lleves bien conmigo, pero vamos a quedarnos aquí hasta que cambies tu actitud. Tú decides cuánto quieres alargar esto.- le expliqué al pequeño, que seguramente debió entender el mensaje. Era fácil saberlo porque empezó a gruñirme con enfado.

-Me marcho, puedes venir a buscarme cuando quieras.- me despedí de él y salí del claro, dejándolo allí. Tenerlo en su Pokeball no ayudaría en nada, y esperaba que pasar tiempo al aire libre lo ayudara a aclarar sus ideas.

-¿Cómo te ha ido?- preguntó Gina cuando me vio ingresar a la casa. Su cara comprensiva me indicaba que la mía debía lucir cansada.

-No va a ser fácil, pero no me rendiré.- respondí con una ligera sonrisa.

Durante el resto del día no tuve noticias del Shinx, por lo que finalmente me fui a la cama dándole vueltas a la situación que tenía entre manos. Tendría que buscar alguna forma de hacer que Volt confiara en mí. Con ese pensamiento, me dormí.

A la mañana siguiente realicé mi rutina diaria, tomé un baño y desayuné con Joe y Gina. Mientras yo ponía la mesa, me llamó la atención que ambos cocinaban y se complementaban perfectamente. Era un detalle que me pareció curioso y bonito, pues en mi mundo anterior, y quizá también en este, muchas veces era la mujer la que se encargaba de las tareas domésticas. Por eso, el hecho de verlos a los dos tan felices juntos me hizo desear tener un futuro como el suyo. Y cierta entrenadora fue la que vino a mi mente para ese futuro, lo que me hizo sonrojar.

Después de comer decidí salir en busca de Volt, no sin antes liberar a mis Pokémon en el jardín para que descansaran y se relajaran a su gusto. Todos parecían felices por tener unas pequeñas vacaciones y rápidamente se dispersaron por el lugar.

Yo fui en primer lugar al claro donde había dejado al Shinx el día antes, pero no encontré ni rastro de él por allí. Algo preocupado, empecé a trotar para buscarlo más rápido y de paso hacer algo de ejercicio.

Al cabo de media hora me detuve con la respiración agitada. Lo había buscado por los sitios que me parecían más comunes, pero debía haberse escondido el algún lugar extraño. Quizá tendría que recurrir a Bianca para buscar a Volt.

Mientras pensaba en ello, unos gruñidos y sonidos extraños llegaron a mis oídos. Mi cabeza giró hacia el bosque que había a mi derecha, estaba seguro de que el ruido venía de allí. Aquello me produjo mala espina, por lo que decidí buscar la causa.

Tuve que avanzar con cuidado debido a las raíces del suelo y a que tenía que ir apartando algunas ramas bajas para no golpearme contra ellas. Afortunadamente, la fuente del ruido no estaba demasiado lejos del límite del bosque.

Ante mis ojos apareció un pequeño claro donde había varios Pokémon que habían rodeado a uno, el cual apoyaba su espalda contra el tronco de un árbol y les gruñía. Dicho Pokémon no era otro que Volt, y parecía en problemas.

Los otros Pokémon debían ser los que había visto cuando llegué al jardín el día anterior. Un Elekid, un Magby, un Scraggy y un Stunky. Parecían estar amenazando al Shinx, por lo que llevé mi mano al cinturón de Pokeball, pero entonces recordé que estaba vacío. Maldije mentalmente mi mala suerte.

Antes de poder pensar en una solución noté que los Pokémon se preparaban para atacar. Sin dudarlo, corrí hacia ellos y me coloqué frente a Volt justo cuando ellos se lanzaron a embestirlo. Los cuatro Pokémon chocaron contra mí y la fuerza del impacto me lanzó hacia atrás, chocando mi espalda contra el árbol donde estaba Shinx.

El golpe me sacó el aire de los pulmones y caí sentado al suelo con dolor en varias zonas del cuerpo y algo de mareo. Para ser tan pequeños, su fuerza era impresionante. Si hubieran realizado algún ataque especial probablemente las heridas serían bastante más graves.

Tosí un poco y pude volver a respirar bien, aunque seguía doliendo bastante. Miré a los Pokémon, que parecían sorprendidos de verme allí. Volt estaba a mi lado, y su rostro reflejaba una sorpresa incluso mayor de la de los otros Pokémon.

-¿Estás bien?- pregunté con voz algo rasposa. Una sonrisa torcida por el dolor se formó en mi rostro.

El pequeño tigre se quedó paralizado por un momento, pero después asintió con torpeza. Antes de poder preguntarle algo más, los otros Pokémon empezaron a gruñirnos de nuevo. Parecían muy dispuestos a atacarnos a los dos, y eso era un gran problema.

Empezaron a acercarse a nosotros nuevamente, sus rostros con expresiones amenazantes. Busqué rápidamente una salida, pero me costaba moverme. Entonces, Volt saltó frente a mí y lanzó un fuerte rugido que dejó paralizados a sus oponentes. Su cuerpo se cubrió de electricidad, y después lanzó una amplia descarga que reconocí como Onda voltio.

El ataque alcanzó a todos los agresores, causándoles daño y asustándolos. Todos ellos salieron huyendo de allí tras el ataque, dejándome a solas con Shinx. Este se giró hacia mí cuando se aseguró de que se habían marchado. Su rostro parecía mostrar preocupación.

-No te... preocupes, esto no es... nada.- dije de manera entrecortada mientras intentaba ponerme de pie lentamente, apoyándome en el tronco del árbol. El dolor me lo ponía difícil.

Bajo la mirada preocupada del Pokémon, finalmente logré alzarme. Ahora el problema sería caminar de vuelta hasta la casa con estas heridas. Sería un camino largo y tortuoso. Sin embargo, no pude pensar mucho en ello antes de que Shinx gruñera hacia unos arbustos, sobresaltándome.

Empezaba a temer que esos Pokémon hubiesen vuelto, pero en su lugar apareció frente a mí Bianca, que lucía algo agitada. Su mirada se encontró rápidamente con la mía, y noté cómo sus ojos se abrían de la impresión al ver mi estado. Mi amiga corrió hasta mí, abrazando mi cintura.

-Estoy bien.- la tranquilicé acariciando su cabeza.

Al cabo de unos segundos, ella se apartó de mí y miró a Volt. Sus ojos rojos lo atravesaron de manera amenazante, y una capa de energía psíquica empezó a cubrir su cuerpo. El pequeño tigre retrocedió agachando el cuerpo, claramente asustado.

-Bianca, espera. Él me ha salvado.- le dije a mi amiga poniendo la mano en su mejilla y obligándola a mirarme. Sus ojos se ablandaron y noté la preocupación en ellos. Entonces, ella pareció sentirse avergonzada y apartó la mirada.

-No te preocupes, Volt. Ella es mi querida amiga, no te hará daño. Solo está preocupada.- le expliqué al Pokémon eléctrico. Este me miró, pero no dijo nada y siguió manteniendo las distancias mirando a Bianca con desconfianza.

Mi Pokémon lo miró y su cuerno empezó a brillar levemente. Shinx pareció sorprenderse, y entonces Bianca hizo una inclinación de cabeza a modo de disculpa y agradecimiento. De alguna manera, supe que Bianca se había comunicado con él.

Antes de darme cuenta, mi cuerpo empezó a flotar suavemente. Al principio me sorprendí, pero rápidamente me di cuenta de que lo hacía mi amiga, que me miraba preocupada. Ella empezó a brillar suavemente, y entonces todo a mi alrededor se puso borroso por un segundo, para momentos después darme cuenta de que estaba frente a la granja. Bianca nos había teletransportado.

-Gracias, ya puedes bajarme.- le dije con una sonrisa agradecida.

Ella me miró, pero en lugar de hacer lo dicho, empezó a caminar hacia el interior. Suspiré con una sonrisa, ella se preocupaba demasiado por mí. Aún así, la dejé hacer lo que quería. Después de todo, solo lo hacía porque me quería.

Nada más entrar por la puerta, Joe nos vio y se sorprendió. Debió ver mi estado, porque se acercó rápidamente con rostro preocupado.

-Eric, ¿estás bien?- preguntó mientras Bianca me depositaba sobre un sofá suavemente.

-Sí, he tenido un problema con unos Pokémon que estaban atacando a Volt.- expliqué de forma resumida. La comprensión brilló en los ojos del hombre.

-Ya veo, gracias por ayudarle.- una sonrisa agradecida apareció en su rostro.

-No es nada, habría hecho lo mismo por cualquier otro Pokémon.- respondí con sinceridad, puesto que era cierto.

Miré a la puerta del salón y allí estaba Volt, observándome con una vorágine de sentimientos mezclándose en su rostro. Le dediqué una sonrisa y eso pareció despertarlo de su letargo, puesto que se dio la vuelta y se marchó.

-Creo que vas por buen camino.- comentó Joe sonriendo. Yo asentí. No había planificado esto, pero me ayudaría a ganar su confianza. Quizá ahora me permita ayudarle con más facilidad.

Cuando Gina se enteró de mis heridas se puso furiosa con esos Pokémon, y rápidamente salió a buscarlos para darles una lección. Joe me comentó que todos los Pokémon de allí la respetan mucho, como si fuera su madre. Aquello me pareció enternecedor.

Por orden de ambos, tuve que pasar el resto del día descansando para recuperarme. Fue bastante aburrido, pero Bianca había avisado a los demás y todos habían venido a hacerme compañía.

"Eres débil, unos bebés te han pateado el trasero. Deberías aprender a luchar." se burló Kai, transmitiéndome sus palabras gracias a nuestro lazo.

"Voy a dejarte sin tus queridas bayas durante un mes." lo amenacé entrecerrando los ojos. Aquello hizo que diera un salto y mirara a otra parte con los brazos cruzados, haciéndome reír.

"¿Estás mejor?" me preguntó Bianca colocando sus manitas sobre el dorso de la mía. Me miraba preocupada.

"Sí, gracias por cuidarme." respondí sonriendo y acariciando su cabeza. Ella gruñó complacida mientras sus mejillas se sonrojaban.

"Tsk, eres demasiado complaciente con él." bufó Kai, pero la mirada fulminante de Bianca lo hizo callar. Bueno, eso y que lo hizo flotar y dar vueltas hasta marearlo, causando la risa de todos los demás.

Y así, el día acabó pacíficamente. No había visto a Volt desde que se marchó, pero mañana lo buscaría e intentaría mejorar mi relación con él. Con ese pensamiento, me fui a dormir.

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