Capítulo 16

Cuando desperté a la mañana siguiente me encontraba en la misma posición en la que me había quedado dormido la noche anterior. Como no me había tapado con las sábanas, el frío de la noche se me había metido en el cuerpo.

Tiritando ligeramente, me levanté de la cama y empecé a calentar para hacer mis ejercicios matutinos. Eso me hizo entrar en calor poco a poco, y para cuando terminé con los ejercicios ya no tenía esa desagradable sensación de frío.

Decidí tomar una ducha rápida antes de salir. Había quedado con Aura y Bruno en la cafetería del Centro Pokémon, pero aún tenía un poco de tiempo antes de la hora acordada.

Cuando llegué a la planta baja del lugar, vi que ambos ya estaban sentados alrededor de una mesa con su desayuno frente a ellos. Antes de sentarme, tomé algo para comer y me dirigí hacia ellos.

-Buenos días.- saludé sentándome en una silla libre.

-Buenos días, Eric. ¿Tú también estás cansado por nuestra pequeña aventura en el museo?- preguntó Aura con una sonrisa mientras se estiraba. Bruno me saludó con un gesto de cabeza.

-Un poco. Ayer fue un día agitado.- respondí con sinceridad. Todavía tenía ganas de dormir un poco más para sentirme más recuperado.

-Pues hoy tenemos la carrera, así que no puedes flaquear.- añadió la castaña con una amplia sonrisa emocionada. Me sentí aliviado al ver que tenía la energía de siempre.

-Es una suerte que no la hayan cancelado después de lo que sucedió ayer en el museo.- comentó Bruno tras beber de su taza.

-Y tú no deberías participar en la carrera. Te dijeron que debías descansar.- lo regañó Aura con expresión preocupada.

-Estas heridas no son nada. Puedo participar sin problema.- respondió el moreno frunciendo el ceño. La chica suspiró, pero no insistió más en el tema.

-¿Estás seguro de eso? No podrás usar tus heridas como excusa cuando te derrote.- dije con un ligero tono burlón. Bruno me miró entrecerrando los ojos.

-No te preocupes, podría vencerte incluso con heridas más graves que estas.- respondió con una sonrisa prepotente. Antes de que pudiera responderle, Aura nos pellizcó una mejilla a cada uno.

-No quiero discusiones tan temprano, así que comportaos como adultos.- nos regañó la castaña amenazándonos a ambos con la mirada. Los dos asentimos rápidamente.

Terminamos el desayuno mientras hablábamos de cosas triviales. Cuando salimos del Centro Pokémon les conté a ambos que me había encontrado con Blasco en la playa, ante lo que se mostraron sorprendidos.

-¿Y dices que va a por la segunda medalla?- preguntó Aura alzando sus cejas.

-Así es. Creo que tiene potencial, incluso podría alcanzarnos en breve.- respondí con una sonrisa. Mi experiencia con los juegos me decía que Blasco no era alguien a quien pudiéramos infravalorar.

-Qué extraño. Me parecía demasiado tímido y debilucho para ser un buen entrenador, pero quizá me equivoqué.- comentó Bruno llevándose una mano a la barbilla con gesto pensativo.

-Ya te dije que no deberías juzgar a la gente tan fácilmente.- asentí a las palabras de la chica, pues estaba de acuerdo. Aún así, era difícil no sacar conclusiones precipitadas sobre otras personas, los seres humanos son así.

Nuestros pasos nos llevaros hasta el puerto que había al este de la ciudad. Allí todo estaba mucho más animado. Había mucha gente que quería ver el evento, y otros tantos que iban a participar. Me llamó la atención ver la peculiar ropa que llevaban algunas personas. Era una especie de traje de baño de cuerpo entero que cubría desde la mitad del brazo hasta la mitad de los muslos.

-Esos son los trajes que deben ponerse los competidores.- explicó Aura al notar dónde se dirigía mi mirada. Eso tenía sentido, ya que era probable que nos mojáramos bastante durante la prueba.

Los tres fuimos a un puesto y, tras confirmar que estábamos en la lista de participantes, nos dieron un traje de nuestra talla y nos pidieron que nos cambiáramos. Para ello, habían dispuesto unos vestidores detrás del puesto.

-No me gusta la ropa tan apretada.- me quejé a nadie en particular mientras salía del cambiador. Mi traje era principalmente negro, aunque tenía algunas líneas amarillas.

Bruno ya estaba esperando fuera, siendo su traje igual al mío pero con las líneas rojas. Ambos nos cruzamos de brazos y esperamos a que Aura saliera, cosa que hizo unos minutos después.

-E-esta ropa es demasiado ajustada.- escuchamos detrás de nosotros. Al darnos la vuelta, mi mandíbula casi se queda colgando de la impresión que me llevé.

Su traje era igual al nuestro, con la diferencia de que las líneas eran azul marino. Pero lo más impactante era la forma en que la ropa se pegaba a cada curva de su cuerpo. Dejaba tan poco a la imaginación que el corazón casi se me sale del pecho de lo fuerte que empezó a latir.

-¡Dejad de mirar!- nos gritó avergonzada mientras se cubría con los brazos. Ambos despertamos de nuestro estupor y apartamos la mirada hacia un lado. Sentía mi cara tan roja como un Scizor.

-B-bueno, dejemos de perder el tiempo y vamos a la línea de salida.- comenté mientras echaba a andar sin mirar a mis acompañantes. Creo que me vendría muy bien el agua fría.

Algo incómodos, los tres llegamos al puerto y vimos lo que habían desplegado allí. La carrera iniciaba en una línea imaginaria que había entre dos boyas rojas que flotaban en el agua. Más adelante había otras boyas del mismo color que indicaban el camino a seguir. Tras recorrer todo el camino, volvíamos a este punto que también serviría como línea de meta.

-La carrera va a empezar, vayamos al agua.- dijo Aura todavía haciendo un mohín debido al enojo. Asentí algo nervioso, esperaba que se le pasara con la diversión de la carrera.

Bajamos al nivel del agua por unas escaleras y un trabajador del evento nos dio a cada uno un arnés para nuestro Pokémon y una especie de tabla de surf. Me recordó mucho a la carrera que había tenido lugar en la quinta película de Pokémon, la de Latios y Latias. Ese recuerdo me hizo sonreír, me gustaba esa película.

-¿Sucede algo?- preguntó Aura a mi lado. Al mirarla noté que seguía molesta y me miraba de reojo, pero también la notaba curiosa.

-No, es solo... que todo esto me resulta ligeramente familiar.- respondí sin dar muchos detalles.

-¿De verdad? Quizá tenga que ver con tu memoria perdida. Podrías haber sido un experto en carreras acuáticas con Pokémon.- la castaña dejó su enojo a un lado y me habló con emoción. Me quedé algo sorprendido, no pensaba que fuera tan importante para ella que recuperara mis supuestos recuerdos perdidos.

-Lo dudo. Si fuera alguien importante en este deporte ya lo hubiéramos reconocido.- intervino Bruno con tono neutro. Me sorprendió que no dijera algo más ofensivo.

-Supongo que tienes razón.- aceptó Aura haciendo una mueca y llevándose una mano a la barbilla. Me sentí algo mal por ocultarle mi origen a pesar del esfuerzo que ella ponía en ayudarme, pero no podía contarle que venía de otro mundo.

-En fin, eso no tiene importancia ahora. Debemos centrarnos en la carrera.- dije para cortar el tema. Prefería que no insistieran mucho en mi pasado. Ellos asintieron, aunque noté que Aura lo hacía a regañadientes.

Los tres le pusimos el arnés a nuestros Pokémon. Yo elegí a Buizel, mi único Pokémon de agua, mientras que Aura y Bruno optaron por Croconaw y Wailmer, respectivamente. Una vez puestos los arneses, agarramos la sujeción que había al otro extremo y nos pusimos de pie sobre la tabla. No tardé más de cinco segundos en caer al agua.

-Desde luego, no es un profesional en esto.- comentó Bruno con tono burlón mientras sonreía de lado.

-P-parece que tienes razón.- aunque se tapaba la boca con una mano e intentaba contenerla, a Aura se le escapaba la risa. En lugar de molestarme, me sentí extrañamente feliz de hacerla reír.

-Misterio resulto, este deporte no es lo mío.- dije mientras volvía a subirme a la tabla. Me costaba un poco, pero al menos logré no caerme esta vez.

-¿Cómo es que vosotros no os caéis?- pregunté frunciendo el ceño mientras me desplazaba lentamente para coger algo de práctica.

-Este es un deporte habitual en Hoenn, por lo que no es la primera vez que lo hacemos.- contestó Aura con una sonrisa mientras me miraba practicar, lo cual me ponía algo nervioso.

En ese momento, anunciaron por megafonía que la carrera iba a comenzar, por lo que tuvimos que dirigirnos hacia la línea de salida. Nos agrupamos allí unas treinta personas, algunos de ellos con Pokémon impresionantes como Sharpedo o Gyarados. Sin embargo, el más llamativo era un chico de cabello azul pálido, ojos verdes y piel algo morena. Junto a él había un Empoleon.

-Ese es Lecyan. No solo es el líder de gimnasio de ciudad Arrecípolis, sino que además es una estrella de este deporte. Toda una estrella.- el comentario de Bruno llamó mi atención. Por la mueca que hacía, parecía que no le gustaba mucho ese tipo. Aunque ¿acaso alguien le caía bien al moreno?

Aun así, era sorprendente. Ese chico apenas parecía un par de años mayor que nosotros, y ya era líder de gimnasio y experto en este deporte. Debía tener mucho talento, y eso solo despertaba en mí unas fuertes ganas de retarlo a un combate. Sin embargo, sabía que todavía no era el momento.

-Bienvenidos a la vigesimoquinta carrera acuática Pokémon de ciudad Portual. Vamos a comenzar en breve, pero primero debo anunciar las reglas.- al escuchar esa voz me fijé en que un señor con un micrófono estaba hablando hacia el público que nos observaba.

-Primero, los participantes no pueden usar ningún movimiento de sus Pokémon, estos deben ganar con sus propias habilidades de nado. Y, por supuesto, esto incluye usar ataques contra otros participantes. Esto nos lleva a la segunda regla. Cualquier acción que se considere como juego sucio será castigada con la eliminación e, incluso, otros castigos más graves. Tercero, los participantes deben pasar por todos los puntos establecidos o serán descalificados. Por último, si un corredor cae al agua quedará eliminado.- explicó el hombre enumerando las reglas con sus dedos. Me parecieron bastante aceptables, así que no tuve ninguna queja al respecto.

-Ahora todo está listo, así que vamos a comenzar la carrera.- tras decir esto, el señor asintió hacia un hombre que había junto a la línea de salida. Dicha persona nadaba sobre un Walrein.

-Voy a iniciar la cuenta atrás. Tres... dos... uno... ¡ya!- con la última palabra, su Pokémon lanzo un chorro de agua al aire y todo fue un caos.

Todos los corredores salimos disparados al mismo tiempo, lo que provocó que las aguas se volvieran turbulentas y costara mantener el equilibrio. Varias personas se cayeron, pero yo me coloqué detrás de un Gyarados y logré aprovechar el espacio que abría a su alrededor para moverme sin muchos problemas.

Tras avanzar un poco, los corredores fueron tomando espacio unos de otros para nadar más cómodamente. Yo hice lo mismo y salí de detrás del Gyarados. Al mirar a mi alrededor noté que era de los últimos, mientras que Lecyan ya iba en primer lugar, bastante por delante de mí. No lograba ver a Aura o Bruno.

-Gael, vamos a ganar esto. ¡A toda potencia!- le exclamé a mi Pokémon, que dio un fuerte gruñido y aumentó la velocidad.

Sentí cómo el viento chocaba contra mi rostro con más fuerza debido al aumento de la velocidad. Las gotas de aguas también me alcanzaban y dificultaban mi visión, pero no dejé que eso interfiriera y miré al frente con decisión entrecerrando los ojos.

Mi corazón empezó a latir más rápido debido a la emoción y la adrenalina. Esto era increíblemente divertido, creo que podría cogerle el gusto fácilmente. Antes de darme cuenta, empecé a adelantar varias posiciones entre los competidores.

Cuando llegamos al primer punto de control tuve que hacer un giro brusco a la derecha que casi me hace caer al agua, pero logré mantenerme en la tabla. Sin embargo, logré oír cómo alguien caía detrás de mí.

Mientras Gael volvía a acelerar, noté que delante de mí solo quedaban una chica y su Sharpedo, un hombre mayor con su Gyarados, y Lecyan, que iba primero junto a su Empoleon. Por desgracia, me sacaban un buen trecho que sería muy difícil de recuperar.

-Vamos Gael, no perdamos la esperanza.- le dije a mi compañero mientras me agachaba para reducir la resistencia al aire. Puede que fuera casi imposible ganar, pero aun así haría mi mejor esfuerzo.

Pronto llegamos al segundo punto de control, el cual indicaba que habíamos llegado a la mitad de la carrera. Ahora debíamos volver hacia el puerto, aunque la ruta estaba un poco alejada de la original para que no hubiera colisiones entre los primeros y los últimos.

Aproveché la ocasión para mirar hacia el grupo de nadadores que había quedado por detrás. Lo que mis ojos vieron me dejó de piedra. Un grupo de cinco competidores, los únicos que quedaban, se había detenido antes de llegar al segundo punto. El motivo era que un grupo de Carvanha había empezado a atacarlos. Pero lo que de verdad me heló la sangre fue que entre esas personas estaban Aura y Bruno.

-¡Gael, Ataque Rápido!- dije sin pensarlo dos veces mientras señalaba hacia el grupo. Mi Pokémon debió notar la urgencia en mi voz, ya que no dudó ni un instante antes de salir disparado por el agua hacia ellos.

Cuando estaba a punto de llegar hasta ellos, observé con terror cómo uno de los Carvanha mordía la tabla de Aura, rompiendo un trozo y lanzando a la chica al agua. Cuando varios peces empezaron a nadar hacia ella sentí por primera vez lo que era el verdadero miedo y desesperación.

-¡Aura!- exclamé tan fuerte que me dolió la garganta. Ella alzó la vista hacia mí justo antes de que yo llegara hasta su posición con mi brazo libre extendido hacia ella.

Nuestras manos se cerraron sobre la del otro y tiré tan fuerte como pude, sacándola de agua un instante antes de que varios de esos Pokémon chocaran entre sí justo donde había estado mi amiga.

-¿Estás bien?- pregunté mirándola a los ojos. Lo que vi me rompió el alma. Sus preciosos ojos azules estaban inundados de lágrimas y de miedo, pero de alguna forma logró asentir. No podía culparla, había estado muy cerca de morir de una forma horrible.

Ese pensamiento me produjo una intensa sensación de odio y furia dentro de mí. Una especie de ácido fluyó por mi sistema, llenándome de una rabia diferente a todo lo que había sentido hasta ahora. Sin pensarlo, la abracé contra mi pecho.

-Ya pasó todo, estás a salvo. Te lo prometo.- le dije con una dulzura que era exactamente lo opuesto al intenso odio que corría bajo mi piel. Noté cómo ella asentía, incapaz de pronunciar palabras.

-Gael, llévanos al puerto a toda velocidad. Kai, cubre nuestra retaguardia.- le ordené a ambos Pokémon tras liberar a mi amigo de tipo lucha. Ambos asintieron, y entonces emprendimos la marcha.

Miré al resto del grupo, pues tampoco quería abandonarlos a su suerte, pero ellos habían sacado a sus Pokémon y tenían la situación controlada. La mirada de Bruno se encontró con la mía y le indiqué con un gesto que nos siguiera. Él asintió y habló con los demás. Todos empezaron a seguirnos mientras rechazaban los ataques de los Carvanha con sus Pokémon.

La persecución iba a toda marcha. Nuestro objetivo era llegar al puerto antes de que nos atraparan, pero no lo estaban poniendo fácil. Podía escuchar y notar los movimientos que hacía Kai para golpear y rechazar a los Carvanha que nos atacaban.

Cuando ya estábamos cerca de la costa, una sombra en el agua fue todo el aviso que tuve antes de que uno de esos Pokémon se lanzara volando desde un lateral para atacarnos. No tuve tiempo para pensar, así que hice acopio de la rabia que sentía en mi interior y le di al Pokémon un fuerte puñetazo.

El pez salió disparado hacia atrás y cayó al agua, mientras que yo sentí un pinchazo de dolor en la mano. Al mirar noté que tenía varios cortes que sangraban, probablemente debido a su habilidad Piel tosca. Sin preocuparme por ello, seguí vigilando nuestros alrededores para proteger a Aura.

Desde la costa se acercaron varios entrenadores, entre ellos Lecyan. Todos ordenaron a sus Pokémon atacar a los Carvanha, hasta que entre todos lograron repelerlos. Gracias a eso, pudimos llegar hasta el puerto a salvo.

-Vamos.- le dije a Aura ayudándola a bajar de la tabla.

La chica temblaba ligeramente y estaba cabizbaja, con los ojos llorosos. Verla así me causaba un intenso dolor en el pecho, además de impotencia y furia. Por ello, en cuanto estuvimos en tierra firme, la abracé con fuerza.

-Ya estás a salvo, no te preocupes.- la consolé mientras acariciaba su cabeza suavemente con una de mis manos. Ella se limitó a asentir con la cabeza enterrada en mi pecho.

-Aura, ¿estás bien?- Bruno llegó a nuestro lado justo entonces. El moreno parecía alterado y preocupado, lo cual era una faceta de él que yo desconocía.

Mi amiga levantó la cabeza y lo miró por un instante, para después asentir y volver a agachar la mirada. Bruno suspiró aliviado y me miró. Noté el conflicto en su mirada, que estaba ligeramente cristalizada.

-Eric, yo...- empezó diciendo con dificultad. Sin embargo, lo corté.

-Lo sé.- respondí simplemente. Ambos nos miramos y él asintió. Incluso me pareció ver un atisbo de sonrisa.

En ese momento, Lecyan llegó junto a nosotros y pasó un brazo por los hombros de Aura, atrayéndola hacia él.

-¡Hola! Me han informado de que pasaste por un mal momento, pero veo que no estás herida. Es un alivio.- el tipo hablaba con energía y una enorme sonrisa, pero ya se había ganado mi molestia por la forma de acercarse a mi amiga con tanta confianza.

-A-así es, gracias por ayudarnos.- contestó Aura mientras se removía algo incómoda. Por desgracia, parece que el líder no pilló la indirecta.

-Es todo un placer ayudar a mis fans. ¿Te importaría venir conmigo un segundo? Solo quiero tomarnos una foto juntos para los medios de comunicación.- propuso el peliazul sin abandonar su sonrisa de estrella de cine.

Mi amiga agachó la mirada, como si no supiera qué contestarle. Aunque parecía incómoda, no sabía si debía intervenir en su conversación. Sin embargo, cuando ella me miró de forma suplicante, lo tuve claro.

-Creo que no te das cuenta de que estás incomodándola.- dije con seriedad mientras agarraba la muñeca del líder y liberaba a mi amiga, que enseguida se colocó a mi lado. El chico me miró con el ceño fruncido.

-Estamos manteniendo una conversación y tú no estás incluido. Deberías aprender a no meterte en asuntos ajenos. Aunque quizá necesites de un combate Pokémon para aprender la lección.- contestó Lecyan frunciendo el ceño. Aunque hizo un intento de soltar su brazo, yo no lo solté.

-Si vuelves a molestarla vamos a combatir, pero no será con Pokémon.- le amenacé con voz fría mientras lo fulminaba con la mirada. Él abrió los ojos impresionado y retrocedió un paso. Entonces, se liberó de mi agarre de un tirón.

-Tsk, desagradecidos.- farfulló molesto mientras se alejaba de nosotros.

-Ese tipo tiene fama de mujeriego, es una molestia.- gruñó Bruno cuando el líder ya estaba demasiado lejos para oírnos.

-Como sea, no voy a pensar más en él. Ahora será mejor que nos dirijamos al Centro Pokémon para descansar.- dije esto último mirando a Aura, que asintió con expresión alicaída.

Bajo el sol del atardecer, los tres nos dirigimos hacia nuestro destino. La enfermera Joy vino hacia nosotros bastante alarmada cuando entramos al edificio, alegando que estábamos heridos. Los tres nos quedamos algo confusos, hasta que la mujer tomó mi mano y recordé la herida que tenía.

Aunque le insistí en que no era nada, la enfermera insistió en curarme y vendarme la mano. Ahora, unos minutos después, los tres estábamos sentados en la cafetería con una taza de chocolate caliente frente a nosotros.

-Siento que te hayan herido por protegerme.- dijo Aura con tristeza. Llevaba todo este tiempo deprimida, y me dolía verla así.

-Esto es solo un rasguño, no tiene importancia.- respondí con una sonrisa. No quería que se sintiera mal por algo tan simple como esto, bastante tenía ya con lo que le había sucedido.

-Lo importante es si tú estás bien. Podrías necesitar ayuda... ya sabes, psicológica.- comentó Bruno algo dubitativo. Supe que no quería que Aura se lo tomara a mal.

-Él tiene razón. Después de una experiencia traumática, no es raro necesitar apoyo psicológico.- lo apoyé al ver que la castaña fruncía el ceño. Ella me miró y suspiró.

-Sé que tenéis razón, pero creo que estoy bien. Solo... estoy asustada por lo sucedido. Pero eso no cambia nada, sigo queriendo a mis Pokémon y mi sueño de ser la mejor entrenadora no ha cambiado.- respondió con una mirada decidida. No tuve evitar sentir admiración por su voluntad.

-Me alegra saberlo. Aun así, si en algún momento crees que necesitas ayuda, no dudes en buscarla o acudir a nosotros.- mis palabras salieron con suavidad, ya que no quería presionarla. Ella pareció tomárselo bien, pues asintió con una ligera sonrisa.

-Creo que me iré a la cama ya, hoy ha sido un día agotador.- dijo ella levantándose de su asiento. Nosotros asentimos, estando de acuerdo. Los tres nos dirigimos hacia los dormitorios.

-Hasta mañana. Gracias por todo, a los dos.- nos dijo cuando llegó el momento en que nuestros caminos se separaban.

-Somos amigos, estamos para apoyarnos.- le dije con una sonrisa. Bruno asintió. Ella nos miró y sonrió, para después dirigirse hacia su habitación.

Cuando nos quedamos solos, los dos caminamos hacia los dormitorios de los hombres sin decir nada. Justo cuando llegamos a nuestras habitaciones, Bruno se detuvo.

-Te debo una.- dijo mirándome con seriedad. Yo le miré y no dije nada, sabía que no hacía falta.

Los dos entramos a nuestras habitaciones y, solo entonces, me permití sentir todo lo que contenía en mi interior. La rabia y la impotencia todavía hervían bajo mi piel, así como el terror que sentí al saber que iba a perderla.

Caminé hasta la cama, tomé la almohada y la apreté con fuerza contra mi rostro. Entonces, grité con todas mis fuerzas. Dejé salir toda la frustración que tenía dentro, gritando y llorando en soledad. Al final, tras quien sabe cuánto tiempo, me desplomé sobre la cama y me quedé dormido.

El sonido de unos golpes me sacaron de mi sueño. Tardé unos segundos en entender que estaban llamando a mi puerta, lo cual me resultó extraño. Algo aturdido, me levanté y fue a abrir. Grande fue mi sorpresa cuando vi a Aura frente a mi puerta, vestida con una camiseta de tirantes blanca y un pantalón corto celeste. Sin embargo, lo que activó mis alarmas fue ver lágrimas en sus ojos.

-¿Qué sucede? ¿Estás bien?- pregunté preocupado.

-Yo... no puedo dormir.- respondió mientras miraba hacia abajo. Parecía avergonzada, lo cual era extraño.

-Entiendo. ¿Necesitas que te haga compañía?- no entendía por qué eso la avergonzaba. Quizá se sentía mal por despertarme.

-No, yo... ¿p-puedo dormir... contigo?- preguntó mientras alzaba un poco su mirada con las mejillas sonrojadas.

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