Capítulo 12
A la mañana siguiente me desperté con un ligero dolor de cabeza. Después de los sucesos del día anterior, mi mente se encontraba confusa y me costó dormir, por lo que ahora estaba cansado y somnoliento.
Pero no iba a permitir que eso fuera un impedimento, así que salí que la cama y empecé a hacer mis ejercicios matutinos. Al finalizarlos, fui al baño para tomar una ducha y asearme. Una vez limpio, bajé a la cafetería para desayunar algo, así como alimentar a mis compañeros.
Cuando salí del Centro Pokémon pensé en dirigirme hacia la playa, donde podría entrenar en un espacio amplio. Otra opción era dirigirme al gimnasio, pues casualmente era de tipo lucha, como mi nuevo amigo. Tras meditarlo unos instantes, opté por ir a un sitio más privado.
El motivo de esto era muy simple: antes de empezar a entrenar a Kai quería saber si de verdad podía hablar conmigo. Cuando me habló la otra noche me quedé muy sorprendido, y la verdad es que pensaba que me lo había imaginado. Una alucinación me parecía más probable que el hecho de que un Pokémon realmente me hablara, y menos uno que no era tipo psíquico.
Unos minutos después llegué a una zona apartada de la playa. Liberé a mis compañeros de sus Pokeballs y ellos no tardaron en mirar a su alrededor. Entonces, me percaté de que Charmander parecía estar buscando a alguien.
-Si estás buscando a Aura, nos hemos separado. Las vacaciones están bien, pero debemos seguir fortaleciéndonos para cumplir nuestro objetivo.- le expliqué a mi compañero. Todos parecieron algo tristes por la ausencia de mi amiga, lo cual me enterneció.
-No os preocupéis. Volveremos a verla antes de lo que imagináis y seguro que se habrá hecho más fuerte, así que no podemos quedarnos atrás.- dije alzando el puño frente a mí y mirándolos con decisión. Aquello funcionó, todos parecieron recobrar sus energías y lanzaron un gruñido al aire alzando sus extremidades... excepto el pobre Spike.
Les di instrucciones a todos sobre cómo debían entrenar y los dejé por su cuenta. Entonces me giré hacía Kai, que todo el tiempo había permanecido de brazos cruzados y mirándonos con indiferencia. Parece que me costaría un poco ganarme su confianza, aunque anoche me hubiera aceptado como entrenador.
-Oye, Kai.- llamé su atención mientras me agachaba para quedar a su altura. Él me miró de reojo -¿Qué fue lo de anoche? ¿Puedes hablar conmigo?- inquirí con algo de ansiedad. Me preocupaba y, al mismo tiempo, me emocionaba la idea de poder comunicarme con mis amigos Pokémon.
El pequeño luchador me miró con expresión confusa, como si no supiera a qué me refería, pero entonces abrió ampliamente los ojos, como si algo acabara de sorprenderlo mucho. Lo siguiente que hizo fue extender su puño hacia mí. Entendí lo que quería, así que choqué mi puño con algo de nerviosismo.
Como la noche anterior, una fuerza extraña cubrió mi cuerpo. No estaba completamente seguro, pero eso debía ser el aura de Kai. Era una sensación muy extraña, aunque no resultaba incómoda.
"¿...des ...me?" escuché de repente en mi cabeza, lo que me hizo dar un pequeño saltito. Con los ojos como platos, miré a mi Riolu esperando una confirmación de que se trataba de él.
El Pokémon azul parecía tan sorprendido como yo. De nuevo, cerró los ojos y pareció hacer un gran esfuerzo por concentrarse. Intenté hacer lo mismo, pues quizá yo también debía poner de mi parte para comunicarme con él.
"¿Puedes oírme?" ahí estaba de nuevo la voz. Sonaba extraña y distorsionada, pero aun así era lo suficientemente clara como para entenderla.
"Sí, puedo oírte." respondí intentando permanecer concentrado. Era una sensación extraña tener que hablar con alguien dentro de mi mente.
"Esto es increíble... nunca pensé que un humano pudiera comunicarse con un Pokémon." incluso dentro de mi mente, podía notar que el tono de Kai era de profunda sorpresa.
"¿Quieres decir que es la primera vez que te pasa?" pregunté extrañado. Pensaba que esto se debía a la habilidad del Riolu con el aura.
"Pues claro, eso es obvio. Los humanos y Pokémon no pueden comunicarse hablando, salvo muy pocas excepciones." la voz de mi compañero sonó burlona, como si estuviera explicando algo obvio. Me irritó un poco que me tomara el pelo.
"¿Y yo cómo voy a saberlo? Pensaba que esto se debía a tu habilidad." contesté ofendido. Más adelante tendría que hacer algo con la actitud de este enano.
"Esto no tiene que ver conmigo. Sea lo que sea, lo causas tú." su respuesta me dejó sin palabras. Quizá había sido bendecido con un don especial, pero entonces caí en la cuenta de algo.
"Espera, te equivocas. No puedo hablar con ningún otro Pokémon, solo contigo." expliqué sintiéndome algo decepcionado. Adiós a la idea de hablar con mis amigos Pokémon.
"Probablemente se deba a que yo puedo usar el aura, por lo que soy más sensible a elementos extraños." intenté no tomarme como una ofensa que me considerara un elemento extraño, quizá lo había dicho sin mala intención.
"Ya veo... gracias por confirmar mis sospechas." le dije a Kai. Abrí los ojos y separé nuestros puños, por lo que nuestra conexión se cortó. El Riolu me miró con curiosidad, aunque seguía de brazos cruzados con actitud desobediente.
-Ya me preocuparé por esto más tarde, ahora tenemos que entrenar. No te lo tomes a mal, pero eres más débil que mis otros Pokémon y tienes que ponerte al día.- le expliqué a mi nuevo amigo, el cual me contestó con un gruñido molesto. A riesgo de parecer mala persona, sentí un poco de satisfacción por no ser yo el único ofendido.
-Escucha. Pienso volverte el Lucario más poderoso que se haya visto jamás, no espero menos que eso de ninguno de mis Pokémon, de mis amigos. Por eso, te pido tu colaboración para entrenar.- le dije agachándome a su nivel y extendiendo la mano abierta en su dirección.
Él pareció sorprenderse un poco por mis palabras y observó mi mano por unos segundos. Entonces, estiró su pata y nos dimos un apretón de manos. Por un segundo pensé que me había aceptado, pero rápidamente apartó su mano y se cruzó de brazos nuevamente con porte orgulloso. Suspiré mentalmente.
-Bien, vamos a ello. Primero hay que fortalecerte, así que empecemos con un entrenamiento físico.- dije chocando mi puño con la palma de la otra mano mientras sonreía. Solo entonces Kai adquirió una postura que indicaba que estaba listo para la acción.
Mis Pokémon y yo pasamos el resto del día entrenando en la playa, realizando también los correspondientes descansos para comer y recuperar fuerzas. Durante ese tiempo, todos mis Pokémon mejoraron ligeramente algunas de sus capacidades, pero principalmente me sirvió para evaluar a Kai.
Mi nuevo compañero era bastante bueno en el combate físico, cosa que cabía esperar de un tipo lucha. Sin embargo, aun debía fortalecer su cuerpo y ganar experiencia en combates reales para perfeccionar sus técnicas de pelea. Por ello, decidí que al día siguiente lo usaría para combatir contra otros entrenadores.
Cuando regresamos al Centro Pokémon todos estábamos agotados por el arduo entrenamiento. Dejé a mis amigos con la enfermera y fui directamente a la cafetería a por algo de cenar. Sorprendentemente, tenían una especialidad llamada Pizza Azuliza. No pude evitar arrugar la nariz con asco al saber que llevaba baya Pinia.
Tras una cena más normal, recibí a mis Pokémon de la enfermera y subí a mi habitación. Una vez allí, los liberé a todos y les coloqué un cuenco de comida. Todos se lanzaron a comer, estaban hambrientos del entrenamiento, a excepción de Kai, que miraba el plato con una expresión indescifrable.
-Oye, que no voy a envenenarte. Ahora eres mi responsabilidad.- dije para molestarlo un poco.
Pero en lugar de molestarse, el Riolu me miró con algo parecido al agradecimiento y se sentó a comer dándome la espalda. No lo entendí muy bien, pero quizá se debía a lo difícil que le resultaba alimentarse teniendo que robar la comida. No le di muchas vueltas, me bastaba conque ahora estuviera a gusto.
Después de comer, todos regresaron a sus cápsulas y yo me fui a dormir. Intenté pensar en lo que Kai había dicho sobre mi supuesta habilidad para hablar con los Pokémon, pero estaba tan cansado que me quedé dormido en poco tiempo.
Al día siguiente, salí del Centro Pokémon después de mi rutina matutina para buscar entrenadores a los que enfrentarme. Por suerte, el hecho de tener un gimnasio en la ciudad hacía que muchos entrenadores también anduvieran por la zona.
Como el resto de mi equipo estaba a un nivel aceptable, decidí usar a Kai en tantos combates como fuera posible. En un principio me preocupaba que pudiera acabar agotado de tanto luchar, pero él mismo se quejó cuando quise ponerlo a descansar. Desde luego, su fuerza de voluntad era encomiable.
Los enfrentamientos también me sirvieron para darme cuenta de que muchos entrenadores llevaban Pokémon voladores o de tipo psíquico. No había que ser un genio para darse cuenta de que esto se debía a que el gimnasio era de tipo lucha. Debido a esto, Kai tuvo varios enfrentamientos que fueron muy complicados para él debido a la desventaja de tipo. Sin embargo, solo llegamos a perder algunos combates, lo cual me sorprendió.
-Parece que tu habilidad es Impasible.- le comenté a Kai mientras ambos estábamos sentados descansando. Había usado el Holomisor para averiguar esto, puesto que tiene una función para analizar a los Pokémon.
Él dejó de mordisquear la baya Aranja que le había dado para mirarme con evidente confusión. Entonces caí en la cuenta de que la mayoría de Pokémon no eran conscientes de sus habilidades. Aquello me pareció bastante curioso.
-No te preocupes por eso, es una buena habilidad.- le dije acariciando su cabeza, lo que hizo que me gruñera y se apartara un poco para seguir comiendo su baya. Ganarme su confianza no estaba siendo fácil, pero era pronto para rendirse. Al menos se mostraba colaborador en el entrenamiento.
Después del almuerzo decidí ir al gimnasio de Azuliza. Todavía era pronto para enfrentar al líder, pero quería ver el tipo de entrenamiento que hacían ahí. Además, creo que ya iba siendo hora de que Kai aprendiera un buen ataque de tipo lucha.
No fue difícil encontrar el edifico, puesto que destacaba bastante en comparación con los que tenía alrededor. Me acerqué a la puerta para entrar, pero en ese momento alguien salió por la puerta y ambos nos detuvimos antes de chocar. Para mi sorpresa, dos ojos rubíes me miraban con molestia.
-Vaya, pero si es el posible delincuente. ¿Vienes a por la medalla?- preguntó Bruno con tono burlón mientras me enseñaba su medallero. El muy idiota tenía la segunda medalla.
-Que sorpresa, no esperaba que el nivel de este gimnasio fuera tan bajo como para que incluso tú pudieras ganar la medalla.- contraataqué con el mismo tono burlón. El moreno frunció el ceño por mi comentario.
-No voy a perder mi tiempo contigo. Espero que Marcial te ponga en tu lugar.- dijo metiendo las manos en los bolsillos y pasando a mi lado. Decidí no responder, sería malgastar saliva.
Al entrar al gimnasio me quedé muy sorprendido. Mientras que en los videojuegos era una especie de laberinto a oscuras, aquí parecía un gimnasio de verdad. Había máquinas de ejercicio, cintas para correr, bicicletas estáticas e, incluso, dos rings de boxeo. Varias personas y Pokémon se ejercitaban por todo el lugar.
-Mira Kai, aquí podrás fortalecerte más rápido.- le dije a mi compañero mientras lo sacaba de la cápsula.
Mi Pokémon observó dónde se encontraba y pude notar cómo se ponía algo nervioso. Quizá fuera porque no estaba acostumbrado a estar con tanta gente, y menos en un espacio cerrado. Por suerte, su curiosidad se fue imponiendo y comenzó a observarlo todo con interés.
-¿Qué tenemos aquí? ¿Eres un retador?- preguntó alguien a mi lado.
Se trataba de un hombre joven, rondaría los treinta. Su tez morena y alborotado cabello azul pálido hicieron que pudiera identificarlo rápidamente como Marcial, el líder de gimnasio.
-Podría decirse que sí, pero todavía no voy a retar al gimnasio. Mi intención al venir aquí es fortalecer a mi compañero.- respondí mientras indicaba con mi mano hacia mi Riolu.
-Ya veo, has venido a un buen sitio.- dijo Marcial llevándose una mano a la barbilla y observando a mi Pokémon con atención. Kai soltó un gruñido, probablemente no le gustaba sentirse observado por un extraño.
-Puedo ver que no llevas mucho tiempo con este Pokémon, vuestros lazos no son muy fuertes. Has hecho bien en venir a entrenar primero. Nunca me habrías ganado con este nivel de confianza que tenéis.- las palabras del líder me sorprendieron. No solamente había averiguado que Riolu era nuevo en mi equipo, sino que ya pensaba que habría perdido el combate.
-Tengo a otros Pokémon.- respondí a la defensiva. No me gustaba que me subestimaran de aquella forma.
-Es posible, pero no lo decía solamente por este pequeño. Has estado entrenando desde hace poco, ¿verdad?- preguntó mientras me observaba de forma analítica. No esperaba que también supiera eso.
-¿Cómo lo has sabido?- pregunté bastante confuso.
-Porque soy experto en entrenamiento, tanto en humanos como el Pokémon. Tu musculatura está creciendo ahora mismo, pero no creo que lleves mucho entrenando.- respondió cruzándose de brazos. Al parecer su título de experto en tipo lucha no era solo por los Pokémon que usaba.
-Tienes razón, pero, ¿eso qué tiene que ver con perder el combate?- pregunté sin entender su punto.
-Cuando tu cuerpo se está fortaleciendo tienes que aprender a usarlo bien y adaptarte a sus cambios. Y, por supuesto, también debes entrenar tu mente. Acompáñame.- me hizo un gesto con la mano para que lo siguiera y echó a andar. Le seguí, aunque estaba algo confuso por sus palabras.
Marcial me llevó hasta una zona del gimnasio donde un Medicham estaba sentado con las piernas cruzadas frente a un grupo de personas, también en la misma postura. Todos tenían los ojos cerrados y parecían muy concentrados.
-Me gustaría que te quedaras aquí meditando. Quizá te parezca una tontería, pero créeme cuando te digo que es importante. Mientras lo haces, yo me encargaré de entrenar a tu Riolu.- las palabras de Marcial no me convencieron demasiado, pero terminé asintiendo. Probablemente no habría nadie mejor que el propio líder de gimnasio para entrenar a Kai. Yo podía permitirme meditar.
El líder y mi Pokémon se marcharon en otra dirección, mientras que yo me senté junto a las otras personas e imité sus posturas. Al principio no sentí nada, pero poco a poco una extraña calma me invadía y dejaba mi mente en blanco. Mi consciencia se nublaba y mi cuerpo dejaba de sentir los estímulos externos.
Cuando quise darme cuenta estaba en un sitio extraño. Me encontraba en un espacio blanco y, aparentemente, infinito. Pero lo más extraño de todo era que había una copia exacta de mí mismo delante de mí.
"¿Qué es este sitio?" pregunté mentalmente, pues no podía mover mi cuerpo.
"Tu mente, aunque eso ya lo sabías." contestó mi copia. Me sorprendí un poco, pues era incluso capaz de hablar. Aunque lo hiciera telepáticamente.
"Ya veo... ¿y qué hago aquí?" volví a preguntar. Una sonrisa burlona apareció en el rostro de mi copia.
"Deja de hacer preguntas estúpidas. Sabes perfectamente la respuesta." su actitud estaba empezando a molestarme.
"Pues no, no lo sé. Esto parece la clásica escena de entrenamiento especial sacada de algún anime. ¿Voy a aprender una nueva técnica secreta?" en esta ocasión, fui yo el que le habló de manera burlona.
"Tsk, no digas sandeces." me reclamó con molestia "Estás aquí porque hay varias cosas que has estado ignorando, y mientras sigas haciéndolo no podrás concentrarte al cien por cien en los combates." su afilada mirada ámbar, o debería decir la mía, se clavó directamente sobre mí de forma acusadora.
"¿De qué estás hablando?" pregunté sintiéndome incómodo.
"Ya lo sabes, simplemente te haces el tonto. Pero si así lo quieres, te lo diré claramente. ¿Cuándo vas a pensar sobre lo ocurrido en la batalla contra Petra?" la pregunta de mi copia hizo que mi pecho palpitara con fuerza. Noté la furia bullir por mi cuerpo.
"Yo no voy a depender de ningún poder misterioso para ser el mejor entrenador. Siempre he odiado que a los protagonistas se les otorguen poderes injustamente fuertes, así que no pienso usarlo. Demostraré que puedo ser el mejor usando únicamente mi habilidad." grité muy enfadado. La sonrisa burlona de mi copia solo sirvió para molestarme más.
"Bien, vamos avanzando. Pero parece que no has tenido en cuenta una cosa: ¿por qué piensas que ese poder te ha sido otorgado por un ente superior? ¿Acaso eres tan egocéntrico que piensas que esto es una historia y tú eres el protagonista? Deja de soñar. Tú puedes perder la Liga Pokémon, y aquí no vas a tener un botón de guardado para reiniciar. Esto no es un juego." las palabras se me clavaron como puñales, pero me dolió más el impacto emocional.
Todo este tiempo había estado pensado en este mundo como una nueva versión de un juego que ya conocía, y yo era el protagonista. Pero esta no era mi historia, aquí no había nada escrito, y si no daba todo de mí y aprovechaba cada recurso a mi alcance... podría perder mi sueño.
"¿Qué debo hacer?" pregunté en un susurro. Me encontraba demasiado aturdido para pensar con claridad.
"Yo no puedo darte una solución, soy una parte de ti. Solo puedo decirte lo que ya sabes: no juzgues las cosas sin conocerlas." tras decir aquellas palabras, la figura de mi copia empezó a hacerse borrosa. Yo empecé a marearme y sentí cómo mi cuerpo se sacudía.
-¡Ah!- me sobresalté al volver a mis sentidos. Estaba sentado en el mismo sitio de antes, entre las otras personas que meditaban. Noté que Medicham me miraba, para después asentir. Entonces caí en la cuenta de que, probablemente, debía estar usando Paz Mental.
"Eso ha sido... intenso." pensé mientras me llevaba una mano a la cara. Estaba sudando ligeramente, y eso que no había hecho ningún ejercicio físico.
Había logrado sacar dos cosas en claro de mi meditación. La primera es que debía dejar de pensar en este nuevo mundo como si fuera un juego del que yo era protagonista. Yo era un entrenador más que recorría el camino hacia su sueño. Mis conocimientos de Pokémon eran amplios, eso era cierto, pero por sí solos no me llevarían a la cima.
Y lo segundo era que debía descubrir más sobre la aparente habilidad que tenía. Decidí ignorarla después de mi batalla contra Petra, pero ahora resulta que también podía comunicarme con los Pokémon, o al menos con Kai.
Yo siempre había sido contrario a usar ventajas injustas en los juegos, pero no sabía si debía aplicar eso también aquí. ¿Debía usar todos los medios a mi alcance para ganar? No conocía la respuesta, pero mientras la encontraba debía averiguar más sobre esta habilidad. Quizá entonces podría decidir.
Decidí no darle más vueltas al asunto por el momento. Me levanté y fui en busca de mi compañero, debía estar entrenando con Marcial en algún lugar del gimnasio. Solo esperaba que no estuviera causando problemas.
Los encontré a ambos frente a un gran saco de arena. Marcial observaba a Kai, y este tenía una postura de combate con los ojos cerrados, parecía estar concentrándose. Me pregunté qué tipo de entrenamiento estaban haciendo, pero entonces mi Riolu se movió. La palma de su mano empezó a emitir un brillo blanco, sus ojos se abrieron y, entonces, lanzó un golpe al saco. El impacto fue tan fuerte que el saco salió despedido hacia atrás, incluso rompiendo la cadena que lo sostenía.
-Eso ha sido impresionante.- comenté mientras me acercaba. Ambos me miraron, y Kai se cruzó me brazos mientras sonreía con orgullo.
-Tu Pokémon tiene un gran potencial. Ha sido capaz de aprender Palmeo con bastante facilidad.- Marcial sonaba contento al decirme esto. Me pregunté si no le preocupaba enfrentarse a él en combate.
-Gracias por entrenarlo.- dije mientras hacía una leve inclinación de cabeza.
-No ha sido nada. Me alegra ver que tú también has mejorado.- la mirada suspicaz que me dirigía me hizo entender que había visto un cambio en mí, lo cual me sorprendió.
-Podría decirse que he pensado en algunas cosas.- dije con una sonrisa nerviosa. No quería tener que explicar nada al respecto. Él pareció entenderlo y simplemente asintió.
-Está anocheciendo, así que voy a cerrar el gimnasio en breve. Espero tu desafío.- con esas palabras y un gesto con la mano, Marcial se despidió y empezó a alejarse.
-Vamos, nos merecemos un descanso.- le dije a Kai, que simplemente asintió. Aunque se mostrara orgulloso, podía ver que también estaba cansado.
Cuando llegamos al Centro Pokémon dejé a mi equipo con la enfermera mientras yo me dirigía a la cafetería para cenar. Mi mente no dejaba de darle vueltas a lo sucedido, lo cual me resultaba molesto. Lo importante ahora era la batalla de gimnasio, debía estar concentrado en eso.
Después de cenar y de recoger a mis compañeros, me fui directamente a la cama. Me encontraba agotado mental y físicamente, por lo que serví la comida a mis Pokémon y me tumbé para observarlos. Mientras los miraba comer e interactuar entre ellos, mis ojos se fueron cerrando lentamente y una sonrisa se instaló en mi rostro.
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