Capítulo 21: Cloyster

Una vez más, Maestro se encontraba deambulando sólo en la oscuridad. Tan solo la luz que irradiaba su Piedra Activadora le permitía distinguir los detalles de su entorno. Aquella luz, inevitablemente, le hacía recordar que Mawile se había quedado atrás luchando para permitirle avanzar; y pensar que Mawile se encontraba jugándose la vida en una batalla contra las fuerzas de Rey Arceus le hacía recordar que el resto de su equipo se encontraba en la misma situación. Permanecer en su Forma Escudo deambulando sin rumbo por la oscuridad mientras sus compañeros luchaban a muerte le resultaba frustrante; en aquella situación no tenía la sensación de estar aportando nada al esfuerzo de sus compañeros. Tenía la sensación de no estar haciendo lo que debería. En aquel momento, él era el único que no estaba derramando sangre; el único que tenía su camino aparentemente despejado.

Al encontrarse en la última planta de aquel edificio, a escasos metros del archivo que tan codiciosamente protegía su enemigo, Maestro había esperado encontrar mucha resistencia a su paso. Sin embargo, desde que le había dado la espalda a Gardevoir y había subido por aquellas escaleras, ningún humano o Pokémon se había interpuesto en su camino. Tan solo aquella asfixiante oscuridad y los sonidos de batalla lejanos eran sus compañeros allí arriba. Aunque el edificio entero era un campo de batalla, aquel último piso era como el ojo de un huracán; tranquilo e impasible a pesar de la encarnizada violencia que lo rodeaba.

Sin embargo, Maestro sabía perfectamente que las cosas no eran tal y como las percibía. Aquel era el lugar que el enemigo había tratado a toda costa de proteger; y su compañera ya le había advertido de una presencia ominosa allí arriba. No importaba todo lo tranquilo que pareciera aquel lugar; ya sabía de antemano que era una farsa. Algo peligroso le esperaba allí arriba, y si Rey Arceus había decidido no apostar a nadie más en aquella planta, la única explicación posible era que querían evitar que entorpecieran a su campeón. Al fin y al cabo, nadie podía luchar a pleno rendimiento si tenía que proteger a alguien o si debía contenerse para no hacer daño a sus compañeros.

El lugar donde Maestro se encontraba era amplio; demasiado como para que su débil luz pudiera iluminarlo completamente. Tenía el aspecto de una sala de espera, pero resultaba difícil de determinar por culpa de la densa oscuridad. Aunque Maestro no estaba seguro de si era un problema real o imaginaciones suyas, tenía la sensación de que la luz del Mega Aro resultaba menos efectiva como fuente de iluminación allí arriba de lo que lo había sido en el piso anterior. Era como si las tinieblas de aquella planta fuesen aún más densas que el resto del edificio. Tanto si aquello era cierto como si era un síntoma de estar poniéndose nervioso, aquel fenómeno no presagiaba nada bueno.

- Brecha Negra...- Pronunció una voz tenebrosa desde la oscuridad.

Maestro no tuvo suficiente tiempo ni reflejos para reaccionar; si es que realmente había una reacción correcta ante lo que acababa de sucederle. Podía confirmar que su luz no se había apagado; aún podía verla irradiando desde su empuñadura. Sin embargo, el alcance de aquella iluminación se había reducido drásticamente, y lo único que parecía poder ver era el interior de una esfera negra de pura energía impía que le había atrapado en su interior. El contacto con aquella oscuridad no resultaba doloroso; de hecho, Maestro no lograba sentir nada. La única consecuencia que podía percibir era su incapacidad para ver nada a su alrededor. Desconocía la naturaleza y efecto de aquel ataque, pero resultaba evidente que no tenía efecto en él; al menos no más allá de resultar sumamente irritante.

- Muéstrate- Ordenó Maestro, en tono autoritario- Ahora mismo no estoy de humor para esta mierda.

La esfera de oscuridad se desplazó rápidamente hacia abajo y desapareció al fusionarse con el suelo; como una gigantesca gota de líquido negro que cayese y formase un charco bajo él. Frente a Maestro, una sombría figura comenzó a emerger lentamente del suelo; esculpiéndose con oscuridad pura a medida que ascendía. Mientras Maestro observaba cómo aquella siniestra entidad se materializaba, un par de resplandecientes ojos celestes le devolvieron la mirada.

- Sorprendente...- Murmuró Darkrai- Sigues despierto.

- Ya he dormido suficiente- Respondió Maestro.

- Eso no te corresponde a ti decidirlo...

Antes de que Darkrai pronunciase una palabra más, Maestro decidió pasar a la ofensiva y cambiar a su Forma Filo. Nunca antes había visto cara a cara a una criatura como aquella, pero a lo largo de su carrera como entrenador había estudiado lo suficiente sobre los Pokémon como para saber perfectamente a qué clase de monstruo se enfrentaba. Su enemigo era un Pokémon legendario; estaba claro que sería un rival excepcionalmente duro. Aquello era algo que, por desgracia, había aprendido por las malas. Sin embargo, sus compañeros estaban luchando allí abajo, y ya tenían sus propios problemas. Gardevoir ya se lo había dicho; tan solo él podría impedir que aquella cosa acabase con todo el grupo. No le importaba lo terrible que fuese el enemigo. Si se interponía en su camino, solo había una cosa que hacer.

- Denotas desesperación- Le reprochó Darkrai, al ver aquel brusco cambio de forma- ¿Acaso crees que podrás conmigo?

Aunque Maestro no estaba seguro de si aquel Pokémon era sólido o no, solo se le ocurría una forma de comprobarlo. Oscilando tan rápido como su levitación le permitía, trazó un amplio corte con su Espada Santa dirigido hacia su rival. Un tajo que, de tener un cuerpo sólido, sin duda separaría a aquella siniestra criatura en dos mitades. Sin embargo, Maestro no pudo comprobar si su ataque era efectivo; su filo no encontró nada que cortar en su camino. Antes de que lograse acercarse a aquel Pokémon, su enemigo volvió a sumergirse completamente en la oscuridad que había bajo él y desapareció sin dejar rastro alguno.

Maestro permaneció en su Forma Filo mientras giraba sobre sí mismo en busca de su enemigo. En un momento como aquel, lo más prudente habría sido volver a convertirse en escudo y protegerse con su Escudo Real; pero Maestro no estaba realmente preocupado por los daños que pudiese sufrir. Si Darkrai le hacía pedazos, se recompondría de nuevo y seguiría atacando hasta lograr alcanzarle. La máxima prioridad era conseguir dañar a su adversario; aún a costa de su propia integridad. Consciente de que su enemigo sería rápido y que, probablemente, su oportunidad para atacarle sería efímera, Maestro concentró energía en su escudo para disparar su Foco Resplandor contra Darkrai tan pronto como lo avistase.

El ataque llegó desde abajo. Ya era la segunda vez que se lo hacían desde que había vuelto al mundo de los vivos. Mientras Maestro miraba frenéticamente en todas las direcciones en busca de algo a lo que disparar, Darkrai emergió de entre las sombras justo debajo de él; golpeándole con fuerza con sus garras y proyectando sobre él una gran cantidad de energía oscura. La hoja de Maestro se partió en varios fragmentos ante aquel golpe, y su levitación se volvió errática. Maestro se esforzó en mantener aquellos trozos de metal bajo su control y devolverlos a su posición antes de que cayesen al suelo; sin embargo, la energía que le invadía le dificultaba el control de su propia forma. Lo mejor que pudo lograr fue retener aquel metal levitando cerca del resto de su cuerpo convertirse torpemente en un pequeño tifón de fragmentos de acero flotando sin rumbo en medio del aire. Todo le dolía; tanto su cuerpo como su forma metafísica. Un dolor mucho más intenso de lo que había sentido la última vez que recibió un Golpe Fantasma. De haber sido un Pokémon de verdad, Maestro estaba seguro de que Darkrai le habría matado en el acto con aquel ataque.

Haciendo todo su esfuerzo, Maestro recuperó el control de su propia levitación y de aquellos fragmentos de metal; logrando que finalmente permaneciesen todos inmóviles en el aire. Frente a él, a pocos metros, Darkrai le dedicaba una mirada inquisidora.

- Suponía que no sería fácil; que, a pesar de todo, este no podría ser un combate sin consecuencias- Dijo Darkrai, con cierto pesar- No obstante, este será tu final. Vuestra locura termina aquí.

- ¿Eso piensas?- Preguntó Maestro, sin mucho interés, mientras terminaba de estabilizarse y recuperaba el control de su cuerpo.

- Mientras hablamos, tu grupo está siendo eliminado por la fuerza de seguridad y los agentes de Rey Arceus. Tenemos todo un ejército aquí dentro; es solo cuestión de tiempo que tus compañeros sucumban- Respondió Darkrai- Por otro lado, tú estás aquí conmigo y no te dejaré escapar. Es un punto muerto para todos vosotros.

Maestro escuchó las palabras de Darkrai. Un terrorífico Pokémon legendario que trabajaba para una de las organizaciones más poderosas del mundo acababa de amenazarle. En circunstancias normales, resultaría razonable sentir miedo y desesperación ante sus palabras. Sin embargo, a pesar de todo lo que sentía, las palabras de Darkrai estaban lejos de causarle terror alguno. Sus Pokémon no caerían ante la basura que Rey Arceus había amontonado en aquel edificio y vestido con uniformes. Y no importaba cuantas veces aquel Pokémon legendario le despedazase y le derribase; se volvería a alzar cuantas veces fuera necesario y volvería a atacar todas las veces que fuese necesario para apartarlo de su camino.

Mientras los pedazos de acero que el ataque de Darkrai había arrancado de su filo volvían lentamente a su posición y comenzaban soldarse junto al resto de la hoja, Maestro dejó escapar una atroz carcajada que hizo que Darkrai frunciese el ceño.

- ¿Ejército dices?- Preguntó Maestro- Por supuesto. Un ejército de cadáveres.

Mawile apretó los dientes y dejó escapar un pequeño gruñido a causa del esfuerzo mientras tiraba con todas sus fuerzas para separar sus mandíbulas una de la otra. A medida que iba ganando cada centímetro de separación entre ellas, un chirrido metálico se dejaba oír. Finalmente, con un desagradable crujido, ambas fauces se separaron bruscamente y el cuerpo de acero del Scizor que se encontraba atrapado dentro de ellas se partió irregularmente en dos mitades desde la cintura. Mawile abrió ambas fauces y dejó caer al suelo de mármol los restos de su enemigo. Aquel Pokémon había muerto en el acto, y su caparazón metálico se encontraba aplastado y atravesado por las poderosas mandíbulas que lo habían despedazado de aquella forma.

Mientras jadeaba levemente, Mawile observó el cadáver. A pesar de la monstruosa fuerza que le confería aquella Megaevolución, los Pokémon de tipo Acero seguían siendo difíciles de matar. Aquella era la razón por la que había evitado a aquel Scizor en la medida de lo posible durante todo el enfrentamiento y lo había dejado para el final; no podía permitir que los compañeros de aquel Pokémon tuvieran vía libre para atacarla mientras estaba ocupada lidiando con aquel caparazón blindado. En aquel momento, la recepción parecía un matadero. Los cuerpos sin vida de aquellos humanos y Pokémon del equipo de seguridad se encontraban esparcidos por toda la habitación, presentando daños masivos y lesiones que Mawile no se habría atrevido a considerar posibles.

Tan solo un último enfrentamiento separaba a Mawile de dar la espalda a semejante masacre y ascender por aquellas escaleras para reunirse de nuevo con su entrenador. Frente a ella, manteniendo la posición junto a la puerta que conducía al exterior, Cloyster había observado el combate de manera impasible sobre la espalda de aquel Avalugg mientras ambos bloqueaban recelosamente la salida de aquel edificio; negándole una posibilidad de fuga que Mawile ni siquiera tenía en cuenta. Su rostro había adquirido una expresión severa que se había ido convirtiendo en iracunda a medida que sus subordinados caían uno tras otro. Junto a aquel rabioso Pokémon, la Gothorita que le había actuado como intérprete para comunicarse con su equipo observaba la escena con expresión horrorizada. Le temblaba todo el cuerpo.

- Definitivamente, estoy rodeado de idiotas- Se quejó Cloyster.

- Los... Los ha matado a todos- Dijo Gothorita con voz temblorosa.

- ¡Cállate de una vez, idiota!- Le gritó Cloyster.

Sin detenerse a pensárselo dos veces, Cloyster cerró y abrió su concha bruscamente, provocando que su Concha Filo golpease de lleno a aquella pequeña Pokémon que se encontraba junto a él. Gothorita salió lanzada fuera de la espalda de Avalugg a causa de la fuerza del golpe y cayó al suelo como un peso muerto. Aquel ataque repentino sobresaltó a Mawile. Sospechaba que aquel Cloyster no destacaba precisamente por su amabilidad, pero no esperaba que fuese a golpear de aquella forma a su compañera. Mawile dedicó una mirada a la Gothorita que se encontraba tirada en el suelo a un par de metros de las patas de Avalugg. No se movía, y había comenzado a formarse un charco de sangre alrededor de ella. Al volver a centrar su atención en Cloyster, Mawile pudo distinguir un característico color rojo en la parte de su concha con la que había golpeado a aquella Pokémon. No había sido un simple empujón; Cloyster había atacado a Gothorita dejando escapar toda la ira que sentía. La había golpeado con suficiente fuerza como para noquearla o incluso matarla.

- Está claro que si no quiero dejar las cosas en manos de idiotas, las tendré que hacer yo mismo- Refunfuñó Cloyster.

- Joder, trabajar contigo tiene que ser una mierda- Dijo Mawile, en tono de reproche- No volveré a quejarme de Gardevoir después de haberte conocido a ti.

- ¡No volverás a quejarte de nada, idiota!- Respondió Cloyster, iracundo- Vas a morir aquí.

Mawile dejó escapar una burlona carcajada ante las palabras de Cloyster. Sus enemigos eran dos Pokémon de tipo Hielo, y ella se encontraba en el cénit de su poder. Aunque se enfrentase a dos enemigos, su ventaja de tipo, su piel blindada y su gran fuerza física le situaban a un nivel completamente diferente al de sus rivales. Por muy afilada que tuviese la lengua aquel Cloyster, lo cierto era que no tenían oportunidad contra ella. Si había sido capaz de partir por la mitad a un Scizor, no le supondría esfuerzo hacer pedazos aquel montón de hielo que tenía frente a ella.

- ¡Vamos idiota, espabila!- Gritó Cloyster mientras se agitaba encima de Avalugg para llamar su atención- ¡Es hora de matar!

Avalugg, quien hasta aquel momento había tenido un aspecto ausente y distraído, clavó su mirada en Mawile con una expresión severa. Lentamente, Avalugg estiró sus patas a modo de calentamiento y comenzó a moverse, caminando pesadamente hacia Mawile.

- Matar...- Murmuró Avalugg, repitiendo las palabras de Cloyster en un tono de voz ausente y apagado; hablando con dificultad.

Mientras Avalugg caminaba, Mawile podía notar como el suelo bajo sus pies se estremecía cada vez que aquel enorme Pokémon daba un paso en su dirección. Aunque desde lejos aquel Avalugg ya tenía una figura imponente, cuanto más se acercaba a ella, más le parecía a Mawile haber estado subestimando su tamaño. El simple hecho de haber sido capaz de entrar en aquel edificio sin necesidad de echar una pared abajo parecía una hazaña prodigiosa para aquella montaña de hielo viviente. Sin embargo, el simple hecho de que aquel enorme Pokémon fuese capaz de moverse allí dentro a pesar de su tamaño no era suficiente para impresionar a Mawile. Por cómica que resultase la situación de ver a un molusco furioso y un gigante bobalicón enfrentarse a ella, aquello seguía siendo un enfrentamiento a muerte. No era el momento de quedarse mirando aquel lamentable espectáculo. Maestro y los demás la estaban esperando allí arriba.

Mawile se lanzó al ataque con sus dos fauces apuntando hacia la cabeza de Avalugg, propulsándose con toda la fuerza que sus piernas le permitían. Por muy grande e imponente que fuese aquel Pokémon, si destrozaba su cabeza de hielo con sus mandíbulas de acero, lo mataría al instante. Una vez que aquel grandullón estuviese muerto, Cloyster no sería capaz de moverse fuera del agua ayuda sin su ayuda y estaría virtualmente indefenso. Podía sentenciar aquel combate de un solo golpe.

Antes de que fuese capaz de ponerle la mano encima a Avalugg, Mawile fue derribada al vuelo por un proyectil de hielo. El impacto fue tan brutal que el proyectil se redujo a esquirlas al impactar y le hizo perder todo el impulso que había ganado. Mawile apretó los dientes y dejó escapar un pequeño quejido al recibir aquel ataque. Incluso a pesar de su piel de acero que era prácticamente inmune a las balas, aquel Carámbano había logrado hacerle daño. Tras ser interceptada de aquella forma, Mawile cayó torpemente al suelo y se incorporó de nuevo tan rápido como pudo, encarándose con sus enemigos.

- ¡Hay más de donde ese vino, idiota!- Vociferó Cloyster.

Mawile dirigió una rápida mirada a Cloyster, quien había adoptado una expresión facial que exteriorizaba un sadismo sin límites. Aquel Pokémon se orientó completamente hacia ella desde su posición ventajosa sobre Avalugg; como una torreta que fijaba su blanco. Del interior de su concha asomaban un gran número de estacas de hielo. Rápidamente, Mawile se apresuró a cubrir su cuerpo con sus dos mandíbulas de acero y protegerse del inminente ataque. Sin mediar palabra, Cloyster comenzó a disparar todos aquellos Carámbanos contra Mawile como si fuese una ametralladora viviente.

Esforzándose por no gritar de nuevo, Mawile apretó los dientes y aguantó el dolor. En aquella ocasión, era su cornamenta la que estaba recibiendo los disparos en lugar de su cuerpo, pero incluso aunque fuesen simples trozos de hielo estrellándose contra la parte más dura de su cuerpo de acero, la fuerza de aquellos lanzamientos era suficiente para hacerle sentir dolor; quizás incluso suficiente para lograr herirla si recibía suficientes disparos de aquel Pokémon. Mientras recibía aquella salva de disparos y se cubría con sus fauces, Mawile notó como estaba retrocediendo levemente ante la fuerza de cada impacto. Se recordó a sí misma que aquella ráfaga no podía durar para siempre. En algún momento, Cloyster necesitaría recargar y no le quedaría más remedio que cesar aquel fuego de supresión sobre ella.

Cuando los disparos se detuvieron, Mawile comprobó rápidamente su estado. La gruesa capa de piel de acero que rodeaba su flexible cornamenta estaba cubierta de profundos cortes causados por aquellos proyectiles de hielo. Aunque aquella no era una parte muy sensible de su cuerpo, podía sentir un cierto dolor al mover sus fauces tras recibir aquellas heridas. Tras conocer la abrumadora potencia de ataque de aquel Pokémon, Mawile evitó pensar en el hecho de que podría haber muerto si no hubiese llegado a bloquear a tiempo aquella ráfaga de disparos y se centró en pasar de nuevo a la ofensiva. Estaba claro que embestir frontalmente contra aquellos dos Pokémon sería como lanzarse de frente contra un tanque. Tendría que recurrir a una estrategia más elaborada si no quería acabar empalada por alguno de aquellos Carámbanos.

A pesar de todos los años que Mawile había pasado junto a Maestro y la cantidad de batallas que había librado, lo cierto era que aquella era la primera vez que se encontraba cara a cara con un Cloyster. Por lo que sabía, eran cazadores implacables dentro del agua y muy peligrosos a larga distancia. También tenía entendido que resultaban difíciles de matar debido a la dureza de su concha, pero Mawile confiaba en que aquella coraza no supondría un problema para sus mandíbulas de acero. Sin embargo, al encontrarse en tierra firme, su sistema de desplazamiento mediante propulsión de agua no le sería útil; lo que le hacía depender del otro Pokémon para desplazarse. No obstante, Cloyster había anulado su debilidad natural fuera del agua al utilizar a aquel Avalugg como montura. En aquella circunstancia lo más apropiado sería olvidar que se enfrentaba a dos Pokémon e imaginar que su enemigo era una especie de batería de misiles móvil. Afortunadamente para ella, aquello significaba que tanto si lograba deshacerse del arma como del sistema de movilidad, el combate sería suyo tan pronto como una de las dos partes acabase sucumbiendo. Aquella siempre había sido la letra pequeña de un trabajo en equipo con semejante grado de dependencia.

Aquel enfrentamiento había dejado de ser un juego. Mawile había dado por hecho que su ventaja de tipo y su Megaevolución le pondrían las cosas fáciles, pero aquel mortífero ataque de Cloyster le había dejado claro que no sería así. La posibilidad de morir en aquel enfrentamiento aún seguía presente. Había llegado el momento de adoptar un enfoque más estratégico para el combate. La principal prioridad en aquel momento era analizar el patrón de ataques de Cloyster y localizar un punto débil en él que pudiera aprovechar para poner a prueba la defensa de Avalugg.

Tan pronto como Cloyster disparó su último Carámbano, dejó escapar una sádica carcajada justo antes de encerrarse rápidamente en el interior de su concha, aislándose completamente del exterior. Si Mawile no había malinterpretado el funcionamiento de aquel mecanismo de ataque, aquel Pokémon necesitaría un momento para congelar y moldear de nuevo su siguiente ráfaga de Carámbanos en el interior de su propio cuerpo; un proceso que probablemente se realizaría a mayor velocidad dentro de un entorno aislado del exterior donde el calor de fuera no entorpeciera la congelación. Por suerte, aquello significaba que Cloyster no podría mantenerla bajo fuego continuo, sino que tendría que recargar tras cada ataque, permaneciendo a ciegas y dejando a Avalugg completamente expuesto ante un contraataque por su parte. Aquella era una oportunidad que no pensaba desaprovechar.

Tan rápido como sus piernas le permitieron, Mawile corrió hacia la derecha de Avalugg y trató de flanquear a aquel enorme Pokémon para atacar desde su costado izquierdo. Aunque aquella parecía una buena oportunidad para atacar de frente y tomar como objetivo la cabeza de Avalugg, Mawile daba por hecho que Cloyster no era tan estúpido como parecía. Si podía permitirse el lujo de atacar con semejante agresividad y luego tomarse largos periodos de tiempo para recargar entre ataques, resultaba evidente que confiaba en la habilidad de Avalugg para defenderse a sí mismo y a su artillero. De haber atacado frontalmente, probablemente Avalugg podría haber bloqueado el ataque de alguna forma o incluso haberla congelado para que se quedase expuesta ante el próximo ataque de Cloyster. Aquellos dos Pokémon sin duda formaban un equipo realmente sólido, pero Mawile era una Pokémon astuta por naturaleza y había curtido sus habilidades en las situaciones más extremas a lo largo de toda su vida. No iba a caer en una trampa tan obvia.

Mawile mordió con ambas fauces el costado de Avalugg. El hielo crujió y se rompió ante la presión de sus dientes de acero, desprendiéndose de su cuerpo en una pequeña avalancha que hizo gritar de dolor a aquel enorme Pokémon. Los lamentos de Avalugg hicieron que la concha de su compañero se abriese bruscamente. Cloyster se giró hacia su izquierda para orientarse hacia Mawile y clavó su iracunda mirada en ella, sin pasar por alto el enorme trozo de hielo que se había desprendido del cuerpo de Avalugg.

Ver como Cloyster emergía del interior de su concha de aquella forma sorprendió a Mawile. No estaba segura de si aquel Pokémon había tenido tiempo de recargar sus Carámbanos, pero a aquella distancia no importaba. No había ni siquiera dos metros de separación entre su enemigo y ella; y estaba más que dispuesta a encajar un par de aquellos proyectiles de hielo en su piel de acero si con ello lograba un golpe limpio en Cloyster mientras estaba abierto. Sin dudarlo un momento, Mawile saltó con todas su fuerza para abordar la espalda de Avalugg y entablar combate cuerpo a cuerpo con el Pokémon que en aquel momento representaba una mayor amenaza.

Antes de que los pies de Mawile llegasen a rozar la espalda de Avalugg, una inmensa descarga de agua a presión proveniente de Cloyster la interceptó en el aire y la repelió, lanzándola a una docena de metros de distancia. Aquella Hidrobomba la había golpeado con fuerza, pero, a diferencia de los Carámbanos, no era una seria amenaza para su integridad física. Cuando Mawile aterrizó pesadamente sobre el suelo de mármol, se apresuró a rodar sobre sí misma para erguirse de nuevo y encararse con sus enemigos. Cloyster había logrado poner muchos metros de separación entre ambos. Aquella era una distancia que le daba mucha ventaja; y Mawile no estaba segura de si había logrado recargar o no. Tenía que volver a acercarse a Avalugg cuanto antes, o al menos buscar alguna forma de salir de la zona de tiro de Cloyster.

Avalugg volvió a gritar de dolor y empezó a agitarse, haciendo que Cloyster se tambalease sobre su espalda. Aquel malhumorado Pokémon dejó de prestar atención a Mawile y dirigió la mirada hacia su dolorido compañero. Su rostro no expresaba la más mínima empatía ni compasión hacia Avalugg, sino un profundo desagrado hacia su dolor; lo único que parecía preocupar a Cloyster era que aquellos bruscos movimientos le tirasen al suelo. Al fin y al cabo, no parecía posible que un Cloyster se subiese a un Avalugg sin ayuda externa. No era realmente necesario que Avalugg muriese para que se quedase indefenso; bastaba con que aquel Pokémon se zarandease demasiado y le hiciera caer para que se convirtiese en una presa fácil.

- ¡Ya basta, idiota!- Gritó Cloyster- ¡De acuerdo, iniciaremos la era glacial!

Las palabras de Cloyster parecieron tranquilizar a aquel gigante de hielo. Aunque aún jadeaba y parecía dolorido, Avalugg dejó de moverse bruscamente y paró de gritar. El malhumorado rostro de Cloyster dibujó una siniestra sonrisa cuando su compañero dejó de zarandearle. Tras aquella breve pausa, dirigió de nuevo la mirada hacia Mawile, quien se dirigía de nuevo hacia ellos.

- Prepárate, idiota- Amenazó Cloyster- Aquí va a hacer mucho frío.

Mawile se detuvo bruscamente al detectar un comportamiento extraño en sus enemigos. Cloyster había comenzado a rotar sobre sí mismo a gran velocidad justo donde se encontraba, mientras que Avalugg había comenzado a inhalar una gran cantidad de aire. Insegura sobre si debía de aprovechar aquel momento para acercarse y atacar o para buscar refugio ante un inminente ataque, Mawile se fijó en el mostrador de madera y mármol que presidía la recepción. Aquel mobiliario no supondría una cobertura sólida a largo plazo ante los ataques de Cloyster, y había sido gravemente dañado durante el combate contra los subordinados de aquel Pokémon. El pesado cuerpo de aquel Electivire que había lanzado antes contra él había partido en dos la losa de mármol que había sobre el mostrador y había agrietado la madera. Sin embargo, aquel parecía ser el lugar más seguro para refugiarse ante un ataque desconocido. Evitando asumir riesgos innecesarios, Mawile corrió hacia allí y saltó sobre el mueble para caer tras él e interponerlo entre ella y sus enemigos.

La temperatura de aquella habitación comenzó a descender bruscamente. Cuando Avalugg fue incapaz de inhalar más aire, dejó escapar un Vaho Gélido que comenzó a extenderse por la superficie del suelo, condensando visiblemente el aire a su paso. Por su lado, Cloyster había comenzado a disparar frenéticamente un potente Rayo Hielo cuyo objetivo era todo cuanto le rodeaba. A cada segundo que pasaba, aquella habitación se helaba más y el suelo, techo y paredes comenzaban a congelarse más y más. La superficie de mármol bajo sus pies había comenzado a quedar cubierta por una gruesa capa de hielo pulido, mientras que el techo y las paredes se cubrían irregularmente por masas de hielo que formaban columnas y estalactitas. Para cuando Avalugg dejó de exhalar y Cloyster paró de girar, ambos Pokémon habían colaborado para convertir la recepción de aquel edificio en una auténtica cueva helada.

Mawile observó perpleja como su propio aliento se condensaba al exhalar. Ciudad Fractal era un lugar muy frío, y aunque su cuerpo de acero era resistente a las bajas temperaturas, aquellos Pokémon habían logrado convertir toda la planta en un lugar aún más frío de lo que ella podía soportar sin inmutarse. A medida que el frío le calaba en el cuerpo, Mawile comenzó a tiritar, haciendo que sus dientes produjesen un característico sonido metálico al chocar continuamente entre sí. Debido a su biología, ella no iba a morir congelada así como así. Sin embargo, aquel movimiento por parte de Cloyster y Avalugg había vuelto el combate mucho más adverso para ella.

Cuando el Vaho Gélido de Avalugg dejó de extenderse a su alrededor y Cloyster dejó de disparar su Rayo Hielo, Mawile saltó sobre el mostrador de recepción y se quedó en pie sobre él. Bajo sus pies pudo notar como crujía una fina capa de hielo que se había formado por todo el mobiliario. Desde aquella posición, observó a sus dos oponentes. En aquel momento, comprendía por qué Avalugg se había tranquilizado de aquella forma cuando Cloyster le había ordenado que empezasen a congelarlo todo.

Alrededor de aquel enorme Pokémon, el aire había empezado a condensarse bruscamente en torno a su Gélido cuerpo. Poco a poco, la marca que había dejado el mordisco de Mawile en su cuerpo helado estaba empezando a desaparecer a medida que más hielo se formaba en torno a la herida. A efectos prácticos, Avalugg había empezado a regenerarse a gran velocidad en aquel entorno tan frío y húmedo que habían creado.

- No... No era ninguna broma lo del frío, eh- Se quejó Mawile, tiritando- Sois unos capullos.

- Aún te queda mucho por sufrir, idiota- Respondió Cloyster, dejando escapar una molesta risa- Joder, de verdad que no envidio al idiota que vaya a tener que limpiar esto mañana.

Mawile dedicó un instante a observar los cadáveres que había por toda la habitación. No había tenido ocasión de comprobar realmente que todos los enemigos a los que había derribado estaban realmente muertos. Aunque algunos de los humanos y Pokémon a los que se había enfrentado aquella noche habían acabado hechos pedazos, algunos simplemente habían sido golpeados y no habían vuelto a levantarse. Incluso aquella Gothorita a la que Cloyster había echado de la espalda de Avalugg de un golpe podría haber seguido inconsciente pero viva en aquel frío suelo de mármol. Sin embargo, si realmente quedaba alguien vivo entre aquella masacre, Cloyster se había encargado de rematarlo sin miramientos.

Con toda la sangre derramada que había a sus espaldas, Mawile no pensaba criticar la forma de actuar de Cloyster. Su enemigo había decidido sacrificar la posibilidad de que alguno de sus compañeros pudiese aún sobrevivir a aquella carnicería a cambio de sanar la herida de Avalugg y concederse a sí mismo otra ventaja estratégica. Aquella era una opción tan válida como como cualquier otra. En aquel momento Mawile pensó que no tenía sentido pensar en cómo aquella maniobra era tan opuesta a todo lo que Maestro le había enseñado sobre el compañerismo y el trabajo en equipo ni decirle a aquel Pokémon cuánto lo despreciaba. El combate aún estaba lejos de terminar, y las cosas se habían vuelto aún más complicadas para ella. Y nada de lo que ella dijera o pensase tendría valor alguno si moría allí.

Cuando la herida de Avalugg se regeneró completamente, aquel gélido Pokémon emitió un atronador rugido, indicándole a su compañero que ya estaba de nuevo listo para pasar a la ofensiva. Sin necesidad de que Cloyster le diese indicación alguna, Avalugg comenzó a cargar hacia Mawile como una bestia salvaje en una desenfrenada estampida. Pese a su enorme cuerpo y la torpeza de movimientos que había demostrado hacía apenas un minuto, Avalugg había empezado a desplazarse a gran velocidad. Sobre aquel terreno cubierto de hielo que había creado, su tamaño y velocidad no le suponían una desventaja. Bastaba un pequeño impulso con sus patas traseras para comenzar a deslizarse rápidamente sobre el hielo que había bajo sus pies; sin ni siquiera tener la necesidad de seguir moviendo sus patas.

- No me jodas...- Murmuró Mawile para sí misma al contemplar la escena.

En aquel momento, no tenía sentido intentar contraatacar. Avalugg debía de pesar varias toneladas; con ese peso y esa velocidad aquel Pokémon era como un enorme ariete viviente. Si se interponía en su camino solo lograría ser arrollada sin más. Podía protegerse y confiar en que un golpe contra su cuerpo de acero le hiciera más daño a Avalugg del que sufriría ella al ser apisonada por aquella mole. Sin embargo, la diferencia de masa entre ambos era demasiado grande y jugaba demasiado en su contra. Su única opción sensata era esquivar el golpe y dejar que Avalugg siguiese deslizándose hasta que acabase por estrellarse contra algo. Tan pronto como aquello sucediese, tendría que intentar ir a por sus patas traseras. No podía permitir que un rival que ya le superaba en tamaño y peso también le superase en velocidad.

Aunque no estaba segura de cuánto control tenía Avalugg sobre la dirección en la que se desplazaba, Mawile trató de esquivar aquella embestida desplazándose hacia su derecha, manteniendo abierta la posibilidad de que Avalugg se estrellase contra el mostrador de recepción. Con suerte, no solo se detendría, sino que además podría llegar a quedarse allí encallado contra el mobiliario de madera. Tan pronto como dio su primer paso en aquella dirección, Mawile pudo distinguir la voz de Cloyster entre los furiosos rugidos de Avalugg.

- ¡De eso nada, idiota!- Negó Cloyster a gritos- ¡Tú no vas a ninguna parte!

Mawile trató de ignorar los gritos de su enemigo y concentrarse en escapar de la zona de peligro que había creado la embestida de Avalugg. Sin embargo, en seguida pudo oír un sonido de cristalización justo a sus pies, y su avance se detuvo bruscamente. Mientras corría, su pie izquierdo había logrado hacer contacto con el suelo, pero su pie derecho se negaba a moverse para continuar con el siguiente paso. Mawile perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer, pero su pierna derecha había sido inmovilizada hasta tal punto que ni siquiera podía caerse al suelo. Miró a su extremidad inmovilizada. Cloyster la había alcanzado con un nuevo Rayo Hielo, y su pierna había quedado atrapada dentro de una enorme cristalización gélida.

No tenía tiempo para aquello. Durante el tiempo que había podido calcular la dirección en la que embestía Avalugg y se había intentado apartar de su camino, había logrado desplazarse algunos metros. Sin embargo, Avalugg aún estaba a la suficiente distancia como para poder corregir su rumbo y llevársela por delante. De forma instintiva, Mawile golpeó con fuerza aquella masa de hielo con una de sus fauces. Aunque aquel hielo era lo suficientemente sólido como para inmovilizarla, era impensable que fuese a resistir el impacto de su Cabeza de Hierro; especialmente bajo aquella forma que había adoptado. Tan pronto como le asestó el golpe, aquel gélido cepo se fragmentó con violencia y dejó su pierna libre. En momentos como aquel, Mawile se sentía especialmente afortunada de estar hecha de acero. A un Pokémon con una biología más orgánica, aquello podría haberle costado perder la extremidad completamente al romper el hielo. Afortunadamente, ella había podido librarse de aquella sujeción con la única consecuencia de haber tenido que golpearse a sí misma en la pierna.

Cuando Mawile apartó la mirada de su pierna y volvió a mirar a Avalugg, se dio cuenta de que liberarse no había supuesto una gran diferencia. Probablemente Cloyster sabía perfectamente que no lograría atrapar su cuerpo de acero mediante una congelación parcial; probablemente ya contaba con que su rayo hielo solo habría supuesto una molestia menor. Sin embargo, con Avalugg desplazándose a aquella velocidad, el objetivo de Cloyster no era causar daño; sino asegurarse de que su compañero lograba atropellarla. Y una simple distracción de un par de segundos era más que suficiente para lograr aquel cometido. Avalugg se le echaba encima; y no había ni tiempo ni espacio suficientes para apartarse de su trayectoria.

En aquel momento, a apenas un segundo de que Avalugg le embistiera y quedase aplastada entre toneladas de hielo y el mostrador de recepción, Mawile alcanzó a distinguir un punto débil en aquella estrategia. A pesar de la versatilidad de que disponía aquel equipo al que se enfrentaba, y a pesar de tratarse de un ataque simple y poco abierto a fallos, había algo con lo que no habían contado. Aunque prácticamente hubiese duplicado su tamaño mediante la Megaevolución, Mawile seguía siendo una Pokémon pequeña. Otros Pokémon que comúnmente son considerados grandes, para ella eran auténticos gigantes. Recordó sus enfrentamientos contra Trevenant en el pantano. Ser pequeña no representaba para ella una debilidad; sino una oportunidad.

Mawile usó el poco tiempo de que disponía para impulsarse hacia Avalugg y dejarse caer al suelo. Su cuerpo de acero emitió un chirrido desagradable al arañar aquella capa de hielo pulido que recubría el suelo a medida que se deslizaba sobre él. No había mucho espacio de separación entre el vientre de Avalugg y el suelo; pero había el suficiente como para que una pequeña criatura como ella se deslizase sin ser presa de aquella mole.

Cloyster dejó de reír cuando Mawile desapareció de la vista bajo Avalugg. Había comprendido exactamente qué era lo que había hecho aquella pequeña bastarda. Aunque llevaba algunos años haciendo equipo con Avalugg y se habían enfrentado juntos a una gran variedad de Pokémon, nunca antes se habían encontrado en la situación de que un Pokémon tan pequeño como Mawile fuese una amenaza a tener en cuenta. En circunstancias normales, se habría burlado de un Pokémon literalmente tan pequeño que Avalugg podría pasarle por encima sin tocarle. Sin embargo, aquel pequeño Pokémon, en aquella ocasión, había masacrado a toda la fuerza de seguridad y herido ya en una ocasión a su compañero. Aquello ya no tenía gracia.

Anticipándose al inminente impacto, Cloyster dejó que una pequeña descarga gélida emanase del interior de su concha y condensase el aire a su alrededor; creando una pequeña cantidad de hielo que se formó en torno a la parte inferior de su armadura y le mantuvo firmemente sujeto a la espalda de Avalugg antes de que se estrellase contra el mostrador de recepción. Cuando su compañero se detuvo bruscamente al chocar contra aquel obstáculo, Cloyster permaneció acoplado sobre su espalda en lugar de salir despedido contra la pared más cercana. Avalugg dejó escapar un nuevo grito de dolor, y Cloyster tenía la sensación de que su espalda se encontraba inclinada en un ángulo extraño. Aunque aquello podía ser simplemente culpa de que se había empotrado de cabeza contra aquel mueble, Cloyster tenía un mal presentimiento.

Antes de que su enemiga pudiese retomar la iniciativa, Cloyster abrió y cerró rápidamente su concha para fracturar la sujeción de hielo que había creado y volvió a quedar libre sobre la espalda de Avalugg. Rápidamente, giró sobre sí mismo y se encaró con Mawile. En aquel momento, comprobó horrorizado por qué su compañero gritaba de dolor y por qué su espalda estaba inclinada hacia atrás. En cada una de sus dos masivas fauces de acero, Mawile sostenía lo que parecían ser dos pedazos de hielo de forma alargada y aspecto articulado. Se trataban de las dos patas traseras de Avalugg. Aquella pequeña bastarda había logrado mutilar a su compañero al deslizarse bajo su cuerpo y lo había dejado herido e inmovilizado contra aquel mostrador.

Mientras dibujaba una pícara sonrisa en sus labios, Mawile comenzó a ejercer presión sobre aquellos trozos de hielo hasta que crujieron y se rompieron en mil pedazos. Aquello sin duda cambiaba enormemente las tornas de la situación. Avalugg no tenía patas traseras y se encontraba literalmente clavado en el mostrador de recepción. Aunque fuese capaz de condensar la humedad del ambiente para regenerar la extremidades perdidas, aquella no era una lesión de la que fuese a reponerse rápido. En aquel momento, Cloyster se encontraba inmovilizado y acorralado. Había llegado el momento de devolverle el favor por todo el daño que le hizo antes.

Sin bajar la guardia, Mawile comenzó a avanzar hacia sus enemigos siguiendo una trayectoria errática; corriendo casi en zigzag. Del interior de la concha de Cloyster habían comenzado a asomar un nuevo grupo de estacas de hielo. Tan pronto como aquel Pokémon la había visto comenzar a avanzar hacia él, había empezado a disparar frenéticamente sus Carámbanos. Sin embargo, Mawile se había decidido a esquivar aquella descarga en lugar de tratar de bloquearla como había hecho con la anterior. Aunque su cuerpo de acero no le permitía moverse demasiado rápido, su pequeño tamaño y su confuso patrón de movimientos la convertían en un blanco muy difícil; especialmente con su enemigo disparandole bajo tanta presión.

Cloyster observó como uno de sus Carámbanos lograba impactar en Mawile; pero su enemiga no se detuvo al recibir el ataque. Contra una enemiga tan resistente y perseverante, no bastaba con confiar en la suerte y acertar algún disparo aislado. Aunque aquellos Carámbanos tenían un gran poder de detención y una gran letalidad, su enemiga necesitaría recibir una gran cantidad de ellos para que le hicieran un daño significativo. Naturalmente, aquello no era una opción contra un blanco tan difícil de impactar. Cuando Cloyster vio como el último de los Carámbanos de aquella salva erraba el blanco y se quedaba clavado contra una de las paredes recubiertas de hielo de aquella habitación, aquel Pokémon se dio cuenta de que no importaba cuantas veces insistiese en utilizar aquel ataque; no iba a funcionar. Si realmente quería mostrarle a Mawile todo el daño que podía causarle, tendría que recurrir a medidas más drásticas.

Cuando Mawile se acercó lo suficiente como para que Cloyster supiese que no fallaría, apuntó de nuevo a sus piernas y volvió a disparar con su Rayo Hielo. Aquella descarga gélida aprisionó en aquella ocasión las dos piernas de su enemiga y la frenó en seco a apenas tres metros del lugar donde Avalugg se había detenido al estrellarse contra el mostrador. Al ser atrapada de nuevo por aquella vulgar masa de hielo, Mawile frunció el ceño y le dirigió una mirada de reproche a Cloyster.

- ¡Qué pesado!- Le gritó Mawile a modo de reproche- Esto no me detendrá.

- Veamos entonces si te detiene un buen agujero en el pecho, idiota- Respondió Cloyster.

Mawile había dirigido ya una de sus mandíbulas de acero hacia el hielo que mantenía inmovilizadas sus piernas cuando observó como Cloyster se inclinaba ligeramente para apuntar hacia ella con la enorme y puntiaguda protuberancia que emergía de su concha, justo sobre su rostro.

- Mierda...- Murmuró Mawile.

No había tiempo de romper aquel hielo y apartarse. Si Cloyster hubiese querido simplemente evitar que ella le golpease, podría haber vuelto a repelerla con otra Hidrobomba. Sin embargo, aquel Pokémon le había dejado acercarse a propósito y la había inmovilizado para asegurarse de que su próximo ataque no fallaría. Y en aquel momento, le apuntaba con el arma más devastadora de su arsenal.

Aunque Mawile ya había tenido una mala experiencia bloqueando los ataques de Cloyster hacía apenas unos minutos, la posición en la que se encontraba no le dejaba otra opción. Rápidamente, Mawile cubrió su pequeño cuerpo con sus dos fauces metálicas antes de que su enemigo le disparase. La enorme púa que emergía del interior de la concha de Cloyster se agitó levemente antes de desprenderse del resto de la coraza y salir disparada a gran velocidad, propulsada por una gran cantidad de agua a presión. El Clavo Cañón de Cloyster impactó contra la cornamenta derecha de Mawile y se clavó sin dificultad en aquella robusta protuberancia de acero. La fuerza de impacto de aquel ataque fue tal que Mawile fue arrancada a bruscamente de la masa de hielo que la mantenía atrapada y voló varios metros hacia atrás, mientras aquel enorme y puntiagudo proyectil se hundía más y más en su mandíbula derecha.

Mawile apretó los dientes y trató de contenerse, pero finalmente perdió el control de sí misma y dejó escapar un desgarrador grito de dolor. Aquello dolía; dolía mucho más que cualquier herida que hubiese recibido en los últimos años. Ni siquiera los ataques de Mewtwo habían logrado hacerle tanto daño. Su cornamenta de acero en forma de mandíbula, que había logrado bloquear los Carámbanos sin recibir más que unos meros arañazos, había sido ensartada brutalmente por aquel proyectil hecho con parte del exoesqueleto de Cloyster, y de la herida había comenzado a emanar lentamente un brillante líquido plateado. Su pulso y respiración se habían acelerado. Podía escuchar sus propios latidos; su corazón golpeaba el interior de su pecho como un martillo neumático. Había estado a punto de morir. Sin embargo, incluso en aquel momento, sintiendo todo aquel dolor, Mawile no pudo evitar dejar que su mirada se perdiese en su propia herida.

- Vaya... Mi sangre- Dijo Mawile, hablando para sí misma en tono de voz tan dolorido como melancólico- Hacía mucho que no la veía.

Aquella no era la primera vez que Mawile resultaba herida. Tanto luchando por sobrevivir en el pantano como luchando junto a Maestro, había recibido ataques de todo tipo; y en más ocasiones de las que le gustaría admitir había acabado quedando fuera de combate. Sin embargo, aunque estaba segura de haber sufrido hemorragias internas cientos de veces, podía contar con los dedos de una mano las veces que había visto una herida abierta en su propio cuerpo. Y estaba segura de que nunca le habían hecho sangrar en su cornamenta, que era la parte más dura de todo su cuerpo.

Evitando pensar en el dolor, Mawile volvió a ponerse en pie. Su pulso y respiración estaban empezando a normalizarse. Aquel ataque, en realidad, no importaba. Todo aquel dolor era irrelevante, y ella tenía la suficiente fortaleza mental y espiritual como para lograr convencerse a sí misma de ello. Su cornamenta era básicamente una capa de piel más gruesa recubriendo una enorme masa muscular; allí no había ninguna clase de órganos vitales. Aquello sin duda disminuiría su rendimiento en combate, pero pasaba de herida leve. No era una excusa para ponerse a gritar de aquella manera ni para dejar de luchar; después de tantos años, aquella no era una herida como para que su determinación se viese puesta a prueba de aquella forma. Al fin y al cabo, se encontraba en el mismo edificio que Maestro y los demás. Si su entrenador o algún otro de sus compañeros oían sus gritos y tenían que bajar a ayudarla, aquello sería una humillación mucho más dolorosa que cualquier agujero en su férrea carne.

- ¿Éste era tu as en la manga, capullo?- Preguntó Mawile- Sigo viva.

Cloyster observó con espanto como Mawile volvía a ponerse en pie. Aquel proyectil de su Clavo Cañón era parte de su propia concha; una pieza de sí mismo que, aunque volvería a crecer, no podría volver a utilizar inmediatamente. Había dispuesto todo para asegurarse de que no fallaba el blanco y que atravesaba a aquella Pokémon con su ataque más poderoso, pero aquella bastarda había hecho lo impensable. No había tratado de romper el hielo y esquivar un ataque tan mortífero como aquel. Había aceptado el dolor que supondría recibirlo y lo había bloqueado. Y ahora, aunque hubiese logrado herirla, tan solo había logrado dañar una de sus dos fauces. Aquello no era el golpe letal en un cuerpo desprotegido que esperaba. Su enemiga seguía viva, a él no le quedaban Carámbanos y necesitaría regenerar el clavo de su concha antes de poder repetir aquel disparo. A efectos prácticos, no le quedaba munición y se encontraba inmovilizado sobre un Pokémon al que le faltaban la mitad de sus patas. Aquello sin duda no era lo que había planeado.

- ¡Vamos, idiota!- Le gritó Cloyster, evitando parecer nervioso- ¿No puedes soportar una herida de nada?

- Ah, ¿esto?- Preguntó Mawile, mirando distraída el enorme proyectil que aún tenía clavado en su mandíbula- Ni me había dado cuenta de que estaba ahí.

- Entonces no me dejes con ganas de más. Ven a por mí, idiota- Le provocó Cloyster.

A pesar de que su respiración seguía un poco acelerada y estaba jadeando, Mawile dejó escapar una carcajada al escuchar las palabras de provocación de Cloyster. Ella era especialista en jugar sucio; su especie era tramposa por naturaleza. Podía ver perfectamente la intención más allá de la bravuconería de su oponente.

- Me has llamado idiota tantas veces que has acabado por convencerte a ti mismo de que lo soy, ¿verdad?- Le reprochó Mawile- No voy a picar con esa mierda.

- ¿Cómo dices?- Preguntó Cloyster, sobresaltado.

- No te queda nada con lo que dispararme- Respondió Mawile- Pero aún crees poder mantenerme a raya si me precipito y te dejo congelarme, ¿verdad?

Cloyster apretó los dientes con rabia. Sí, su intención había sido en todo momento provocarla para que se apresurase a cargar en línea recta contra él. Si lograba un blanco claro para su Rayo Hielo, podría seguir proyectándolo hasta que Mawile quedase completamente atrapada en un bloque de hielo. Una vez su enemiga estuviese completamente congelada, tan solo tendría que esperar a regenerar otro disparo de su Clavo Cañón y rematarla de un disparo preciso. Sin embargo, Mawile, a pesar de haber sido herida de aquella forma, aún mantenía la mente lo suficientemente fría como para ver a través de su estrategia. Aunque pareciese una Pokémon impulsiva que se dejaba llevar en combate, aquella criatura era mucho más calculadora que lo que pensaba.

Mientras mantenía los dientes apretados para evitar gritar, Mawile mordió el extremo más grueso de aquel clavo que atravesaba su mandíbula derecha con la punta de su mandíbula izquierda y comenzó a tirar para arrancarlo. Sabía que era probable que perdiese más sangre si hacía eso, pero aquel trozo de exoesqueleto era grande y pesado; no podría seguir luchando mientras lo llevaba a cuestas. Cuando terminó de arrancar aquella enorme aguja de su cornamenta, el agujero que había abierto se contrajo ligeramente. Por suerte, aquel tejido de su cuerpo tan elástico y flexible se había estirado al ser atravesado, y el agujero real que había quedado en él no era tan grueso como el proyectil que se le había clavado. Mawile sostuvo con su mandíbula izquierda aquel enorme clavo de aspecto quitinoso y lo observó con cierta fascinación. Estaba empapado en aquel líquido plateado que emanaba de su herida. Tras mirarlo durante unos segundos, dirigió de nuevo su atención hacia Cloyster.

- Ah, es verdad. Creo que esto era tuyo- Dijo Mawile- Te lo devuelvo.

Trazando un amplio movimiento en arco con su cornamenta, Mawile lanzó de vuelta aquel proyectil contra Cloyster. Aunque su simple fuerza bruta no fuese capaz de lograr tanta potencia de lanzamiento como aquel sistema de agua a presión de Cloyster, la punta de aquel clavo quedó bien orientada hacia delante y el proyectil siguió la trayectoria correcta. Cloyster se apresuró a cerrar su concha completamente y ocultarse en el interior de su Refugio. El Clavo Cañón que Mawile le envió de vuelta produjo un ruido sordo al impactar contra su concha y rebotó sin lograr perforarla, pero la fuerza del golpe le hizo retroceder a causa del golpe y quedarse justo sobre la cabeza de Avalugg. Había estado a punto de caerse de allí arriba; y probablemente se habría caído si la espalda de su compañero hubiese estado completamente nivelada. Sin embargo, en aquella ocasión, la inclinación hacia atrás de aquella superficie había jugado a su favor.

Mientras Cloyster trataba de desplazarse ligeramente hacia delante abriendo y cerrando parciamente su concha, notó como Avalugg se estremecía. Lentamente, aquel enorme Pokémon comenzó a retroceder hasta lograr separarse del mostrador contra el que había quedado empotrado y empezó a girar hacia su derecha. Aquel Pokémon, que había sido despojado de sus patas traseras, emitía desagradables gruñidos y gritos de dolor a medida que usaba sus patas delanteras para arrastrar su enorme cuerpo de hielo. Poco a poco, Avalugg conseguía girar, hasta que finalmente logró quedar completamente alineado con Mawile.

- Oye, idiota- Dijo Cloyster- Si quieres que salgamos vivos de ésta más te vale congelar a esa puta.

Avalugg se estremeció levemente ante la nueva instrucción de Cloyster, pero finalmente comenzó a inhalar de nuevo una gran cantidad de aire. Mawile sabía lo que estaba a punto de suceder. Aquel había sido el ataque con el que había congelado todo el suelo de aquella habitación. Pero en aquel momento, la única cobertura disponible se encontraba justo al lado de sus enemigos y había sido completamente machacada por aquel enorme Pokémon. Si permitía que Avalugg exhalase, no habría nada que la salvase de acabar convertida en una estatua de hielo.

Había llegado el momento de hacer algo temerario. Sin dudarlo un segundo, Mawile comenzó a correr en línea recta hacia Avalugg; su vida dependía de que impidiese aquel devastador ataque. Cloyster volvió a reír mientras mantenía su mirada fija en Mawile. Estaba claro que no pensaba dejarle por las buenas que atacase a Avalugg. Tan pronto como estuviese cerca de su compañero, volvería a repelerla y la mandaría directa hacia la zona de peligro que se vería afectada por el Vaho Gélido. Sin embargo, por desgracia para Cloyster, Mawile ya contaba con ello.

Mientras corría tan rápido como sus pequeñas piernas le permitían, Mawile trató de no mirar a Avalugg ni plantearse cuanto tiempo quedaba para que aquel gigante de hielo volviese a congelar todo a su alrededor. En su lugar, prestó extrema atención a Cloyster, pendiente a cada uno de sus movimientos y expectante ante cualquier indicio de ataque por su parte. Cuando la cabeza de Avalugg se encontraba a apenas un par de metros de distancia, Mawile observó cómo una de las capas interiores de la concha de Cloyster se movía sutilmente. El momento había llegado, Cloyster iba a atacar. Rápidamente, Mawile se impulsó ligeramente hacia su izquierda justo a tiempo de esquivar una enorme descarga de agua a presión proveniente de Cloyster. La Hidrobomba le salpicó ligeramente, pero no llegó a acertarle de lleno con la suficiente fuerza de detención como para que retrocediese. Aquella era la situación que Mawile llevaba esperando desde el comienzo del combate.

Teniendo claro su objetivo en todo momento, Mawile se impulsó una última vez y saltó con todas sus fuerzas sobre Avalugg. En el aire, movió bruscamente ambas mandíbulas y rotó sobre sí misma, impulsándose con un par de volteretas antes de golpear fuertemente a Avalugg con su mejor Cabeza de Hierro. La enorme cabeza de hielo puro de aquel Pokémon reventó al instante cuando ambas fauces de Mawile le golpearon con todas sus fuerzas, enviando una lluvia de pequeñas esquirlas de hielo en todas las direcciones. Avalugg murió en el acto. Sus patas delanteras, que a duras penas habían sido capaces de sostener por sí solas su enorme cuerpo, perdieron su fuerza y dejaron de sostenerlo. Cloyster fue bruscamente inclinado hacia delante mientras disparaba su Hidrobomba y acabó descargando aquella agua a presión sobre la espalda de Avalugg. El retroceso generado por aquel ataque causó que saliese despedido por los aires, cayendo a pocos metros de distancia de Avalugg. Mawile aterrizó limpiamente sobre el centro de la espalda de aquel gélido cadáver; justo donde hasta hacía un momento se había encontrado Cloyster. A su espalda, todo el aire gélido que Avalugg había empezado a acumular en el interior de su cuerpo comenzaba a salir al exterior por un orificio que había quedado donde antes debía encontrarse su tráquea y, en aquel momento, se extendía alrededor del cadáver; como una gélida miasma que condensaba el aire y congelaba instantáneamente todo a su paso. Aquel Vaho Gélido continuó avanzando por toda la recepción hasta llegar al lugar donde había caído Cloyster, tragándoselo sin piedad en su implacable avance.

- ¿Quién es el idiota ahora, capullo?- Preguntó Mawile.

Tras decir aquellas palabras, Mawile permaneció un momento sobre el cuerpo sin vida de Avalugg. A su alrededor, el aire se condensaba y formaba una fría neblina. A pesar de que estaba segura de que Cloyster podía oírla, aquel Pokémon no respondió a su provocación ni emitió sonido alguno. Cuando el Vaho Gélido de Avalugg comenzó a asentarse y la visibilidad en la sala comenzó a mejorar, Mawile distinguió lo que parecía ser un pequeño montículo de hielo con pinchos.

Cuando consideró que la zona alrededor de Avalugg ya era segura, Mawile bajó de su espalda dando un pequeño brinco. La nueva capa de hielo pulido crujió bajo sus pies. Lentamente, Mawile comenzó a caminar hacia aquella formación gélida de aspecto sospechoso. Cuando se encontró junto a él y tuvo la ocasión de echar un vistazo, dejó escapar una triunfal risa. Tal y como sospechaba, ni siquiera un Pokémon de tipo Hielo como Cloyster había sido capaz de permanecer ileso tras una gélida descarga como aquella. Una gruesa capa de hielo había envuelto completamente a Cloyster y lo había congelado en el interior de una masa sólida. Aunque la temperatura extremadamente baja del Vaho Gélido no representase una amenaza para Cloyster, ser atrapado en un bloque de hielo sí que lo era. Aunque no muriese por congelación, no podía moverse y probablemente no era capaz de respirar.

Mawile permaneció largos minutos observando a Cloyster a través de aquel hielo transparente. Su rostro había sido congelado en una expresión de dolor y pánico. Era posible que aún siguiera con vida dentro de aquella masa de gélida. Seguramente aún estaría tiempo de romper aquel hielo y sacarle de ahí con vida. Sin embargo, Mawile se limitó a dejarse caer de espaldas y relajar su cuerpo. Cuando se había ofrecido a quedarse atrás para que Maestro avanzase, había pensado en aquel enfrentamiento como algo divertido. Tras tres años de duro entrenamiento, había mejorado mucho, tanto en condición física como en capacidades estratégicas. También tenía la Megaevolución de su parte, y debía admitir que estaba ansiosa por volver a disfrutar de aquel poder. Sin embargo, a pesar de todos los factores que tenía a su favor, aquello no había sido ningún juego. Cloyster podría haber llegado a matarla. Mawile sabía perfectamente que si seguía viviendo de la forma que vivía, tarde o temprano se toparía con su némesis. Tarde o temprano alguien acabaría con ella. Aquello no era algo que le molestase; pero no estaba dispuesta a caer ante alguien como aquel Cloyster.

- Menudo capullo- Dijo Mawile.

Aquel enfrentamiento había sido más extenuante de lo que a Mawile le había parecido. Ahora que había logrado vencer y su cuerpo había empezado a relajarse, podía sentir de nuevo el dolor de todas aquellas heridas y el cansancio de la batalla. Lentamente, la energía que fluía entre su Megapiedra y la Piedra Activadora de Maestro comenzó a desaparecer, y su cuerpo comenzó a recuperar poco a poco su aspecto original.

Mawile cerró los ojos. Incluso a pesar del frío que hacía a su alrededor, todo a su alrededor le resultaba relajante. Allí, con los sonidos de enfrentamientos que provenían de los pisos superiores, y rodeada de los cuerpos sin vida de sus enemigos, se sentía de nuevo en su lugar. Sin embargo, pocos segundos después, Mawile abrió los ojos bruscamente y se apresuró a ponerse en pie con esfuerzo. La noche aún no había terminado. Su única excusa para quedarse atrás había sido acabar con el grupo de Cloyster. Pero Maestro y los demás se encontraban allí arriba. Mientras aún se oyesen aquellos enfrentamientos en la distancia, mientras aún quedase sangre que derramar, su trabajo aún no había terminado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top