Especial Erótico | James x Devon x Onyx (Yaoi)

¡Hey, hola!

Lo que están a punto de ver es un capítulo altamente sexual y altamente yaoi. Si les disgusta este tipo de contenido, absténganse de denunciar la historia *trauma, le ha pasado muchas veces* y esperen al lunes para continuar con En la Piel de Skyler :D

Este capítulo es para @TheYerixKeyblade, por ser un amor de persona. ¡Que lo disfruten! Este especial no afecta en nada el transcurso de la historia.

PD: Es la primera vez que escribo yaoi, así que tengan piedad.

La mejor parte de viajar con Onyx a todos lados es que le gusta ducharse con la puerta abierta. Él no sabe que puedo mirarlo, aunque quizá sí que lo sepa y lo haga solamente para provocarme. Así es Onyx, así ha sido desde que descubrimos lo que había entre nosotros. No sé cómo es que se ha torcido todo entre él y yo. Hace dos años comenzamos como cualquier otra pareja, teniendo citas esporádicamente para no levantar sospechas. Desde nuestro primer beso empezamos a tener un poco más de desvergüenza a la hora de salir a la calle tomados de las manos. Pero hace poco menos de un año fue que descubrimos lo que nos estaba esperando debajo de los pantalones del otro. Ahora no puedo mirar a Onyx sin querer tenerlo en mi cama. Desnudo. Y yo estando sobre él. Igualmente desnudo. ¿Me habré vuelto un completo pervertido? Puede que sí, puede que sea cierto... ¿Qué puedo decir a mi favor? Onyx me vuelve loco. Y eso es mucho más evidente cuando deja la puerta de la ducha abierta.

No puedo seguir esperando.

— ¡Date prisa, Onyx! ¡La pizza se enfría!

Desearía nunca haberle demostrado lo ansioso que estoy realmente. Pero sé que eso lo descontrola y me fascina hacer que se descontrole.

¿Por qué tarda tanto?

Ah, ahí está. Cubriendo con una toalla de color blanco la parte inferior de su cuerpo, como si estuviese retándome y diciéndome que no podré verlo. Sabe perfectamente que puedo deshacerme de esa toalla en cuanto se me dé la gana.

Mierda.

La expectación es insoportable.

Onyx permanece de pie enfrente de mí, dándome la espalda y mirando el televisor como si los titulares del noticiero nocturno fuesen interesantes. Está provocándome, y es una mierda que lo esté consiguiendo. Más temprano que tarde.

—Quizá deberíamos ir a dormir —dice él cuando termina de secar su cabello con la toalla que ahora lleva al cuello.

—Aún es temprano y estoy muriendo de hambre.

—Nos hemos desvelado todas las noches desde hace dos semanas. Ya siento que comienzan a pesar las bolsas debajo de mis ojos.

— ¿Podemos cenar algo antes y luego discutirlo? Estoy muriendo de hambre.

—Pues tendrás que cenar tú solo. Yo estoy molesto contigo.

— ¿Por qué?

— ¿Crees que no me di cuenta de la manera en la que mirabas a esa chica que conocimos en el evento?

— ¿Chica? ¿Qué chica?

—Perla Cobby.

— ¿Te refieres a esa chica bajita y agradable?

—Sí.

— ¿Te has puesto celoso de ella?

—No es tan gracioso como para que estés riendo.

—Por supuesto que lo es. Esa chica era linda, ¿no es cierto?

—Si tú lo dices...

—Vamos, no te enfades. Sé lo que puedo hacer para que lo olvides.

Sé perfectamente cuál es su punto débil, es sólo cuestión de atacarlo cuando menos se lo espera. Colocarme detrás de él es el primer paso. El segundo paso es sujetarlo con un brazo alrededor de su pecho para sujetarlo. Sé que a él le gusta que lo someta de esta manera, aún a pesar de que él sea un poco más alto que yo. Coloco mi mano sobre su cuello para hacer que él levante su cabeza, asegurándome de que mi piel acaricie la suya con delicadeza. Le gusta que todo sea con fuerza, con brusquedad. Le saca de quicio saber que quiero tomarme mi tiempo. Hacerlo enfadar es maravilloso.

—No te enfades conmigo —le digo al oído, susurrando para hacer que él jadeé y me demuestre que está totalmente bajo mi control—. Hay algo que esa chica no puede darme.

Onyx jadea de nuevo cuando siente que me he librado de la toalla que me impedía el paso hacia esa parte de su cuerpo que deseo tanto. Lo tomo con mi mano libre. Está listo, como siempre. Mi mano se mueve arriba y abajo lentamente, aumentando la expectación y haciéndole sentir a él que es totalmente mío. Jadea sin control y sé que pronto comenzará a morder su lengua o su labio inferior para evitar gemir. Mi lengua pasa por delicadeza por encima de la piel de su cuello al mismo tiempo que los movimientos de mi mano aumentan su velocidad. Libero su cuello del agarre de mi otra mano para poder comenzar a desabotonar mis pantalones... y soy interrumpido por el inoportuno llamado a la puerta.

¿Quién puede llamar a la puerta de una habitación de hotel como si alguno de nosotros lo hubiese invitado?

— ¿Has invitado a alguien?

Onyx no puede responderme, pues lo he dejado sin aliento.

Le doy una palmada en la espalda antes de dirigirme hacia la puerta, susurrando:

—Cúbrete. No recibirás así a las visitas.

—Tú me has quitado la toalla.

—Lo sé, pero no quiero que nadie además de mí había debajo de esa toalla.

Onyx no dice absolutamente nada. Simplemente va a la cama para busca sus pantalones en el equipaje. Sé que quizá no es el mejor momento para decirlo, pero la manera en la que sus glúteos se mueven cuando camina simplemente me vuelve loco.

Mierda, tengo que encontrar una buena excusa para explicar el hecho de que haya un bulto en mis pantalones mientras comparto la habitación con mi mejor amigo.

Piensa rápido...

No puedo pensar rápido cuando semejante dios griego ha aparecido en el umbral de la puerta. Sigo sin entender qué diablos está haciendo aquí, pero en realidad no me molesta. Es alto, fornido. La intensidad de su mirada hace resaltar el color azul de sus ojos. Sus ropas ajustadas remarcan la forma de su cuerpo. Me pregunto cuánto tiempo pasa diariamente en el gimnasio para mantenerse en forma. El aura de misterio que lo rodea me hace sentir que es una persona peligrosa... Peligrosamente excitante.

— ¿James Harrison?

Incluso la cadencia de su voz es... interesante.

Mierda, Onyx, ¿en qué me has convertido?

—Soy yo.

—Tengo un paquete para ti y para Onyx Fox.

— ¿Eres una especie de mensajero?

—No me están pagando por este servicio. ¿Podemos darnos prisa?

—De acuerdo, bien.

No estoy seguro de si esto es lo que debería pensar en este momento, pero tengo que admitir que sus manos son la prueba de que cada uno de sus rasgos fue finamente esculpido para alcanzar la perfección... ¿En realidad acabo de pensar eso?

—Bueno, esto es incomodo... ¿Interrumpí algo?

Parece que ha notado lo que hay debajo de mis pantalones.

Esto es incómodo para ambos.

Demasiado incómodo.

¿Por qué no simplemente dejé cerrada la puerta?

—Lo lamento. —Actúa natural. No has estado haciendo nada extraño... ¿O sí? ¿Por qué este sujeto me pone tan nervioso? —. ¿Dices que has traído un paquete?

—Sí.

— ¿Quieres pasar?

— ¿Qué?

No tengo idea.

—Pareces amigable. —Y jodidamente sexy—. Te invito un trago, ¿qué te parece?

—No creo que eso sea lo indicado.

—Oh, vamos, ¿qué es lo peor que puede pasar?

—Sólo tengo que hacer mi trabajo y... ¡Maldita sea!

Creo que ha sido una mala idea dejar nuestros zapatos tirados en el suelo de la habitación. Debo controlar mi risa para evitar que este atractivo sujeto se sienta ofendido, pero es imposible cuando Onyx le ha tirado encima los tragos que había preparado para nosotros. Onyx me da un golpe en la cabeza por haber sido mis zapatos los que causaron su tropiezo. El apuesto visitante luce enfurecido.

— ¿Es que no puedes tener un poco de cuidado, imbécil? —reclama él.

Onyx se encoge de hombros con indiferencia.

—Podemos resolver esto de forma pacifica —intervengo—. Te daré una camiseta limpia, ¿de acuerdo?

Él asiente, resignado.

Sé que a Onyx no le agrada la forma en la que he mirado la potente espalda del desconocido, pero también me doy cuenta que Onyx lo ha mirado de la misma manera.
Creo que me he vuelto totalmente loco... Y pensar que hace algunos años soñaba con la chica perfecta. Hoy quiero desnudar a un peligroso hombre misterioso. Las vueltas que da la vida.

Supongo que tendrá que ser suficiente con Onyx.

Y vaya que lo será.

— ¿Cuál es tu nombre? —pregunta Onyx.

—Devon —responde él.

Le va demasiado bien.

—Bueno, Devon, ponte cómodo —le digo—. Iré a buscar la camiseta.

A él no le queda más opción que aceptar y dirigirse al cuarto de baño para limpiarse un poco.

Tardo sólo un par de minutos en tomar una camiseta al azar de entre la ropa que he traído a Phoenix. Al salir de nuevo a la estancia de la habitación, veo que Onyx ha decidido centrar su atención en otras cosas. Están transmitiendo un juego de los Lakers.
Ni bien ocupo mi asiento cerca de Onyx, la tensión crece entre nosotros y se transforma en una corriente eléctrica que nos recorre desde las puntas del cabello hasta los dedos de los pies. ¿Cómo es que logra hacerme sentir así? No puedo controlar mis propios impulsos. De pronto ya he adentrado mi mano izquierda en sus pantalones. No quiero detenerme a pasar por los preliminares. Quiero hacerlo ya.

Ambos tenemos que detenernos cuando escuchamos los pasos de Devon. Aparece frente a nosotros con el torso desnudo, pues se ha sacado la camisa que antes llevaba puesta.

Siento que me he quedado deslumbrado.

— ¿Vas a darme la camiseta? —urge Devon con impaciencia.

No sé cómo ocurre, pero de pronto mis labios se unen con los suyos y despiertan en Devon una intensa punzada de celos que me apuñala en forma de indiferencia. Devon se aleja de mí y me aparta con un empujón. Limpia su boca con el dorso de su mano derecha.

No me arrepiento de nada.

— ¿Qué diablos pasa contigo? —reclama Devon.

—Lo lamento, no sé qué ha pasado.

Realmente no lo sé.

Sólo sé que algo dentro de mí me obliga a acortar de nuevo la distancia entre nosotros para que nuestros labios se unan por segunda vez.

No estoy seguro de cómo es que esto ha pasado. Hace un momento estábamos en la estancia, mirando el juego de los Lakers, y terminamos en la cama luego de dejar un rastro de prendas detrás de nosotros.

¿Será que he perdido la cordura?

Pues con los besos de Devon y el tacto de Onyx, bien podría declararme fuera de mis cabales.

—A-aguarda...

Devon intenta levantarse, agitado y sonrojado. Pasa una mano por su cabello e intenta recuperar el aliento.

— ¿Qué pasa? —dice Onyx.

—Esto... Esto está mal...

Sus quejas se transforman en suaves jadeos y esporádicos gemidos cuando mi lengua comienza a dibujar una línea que va a todo lo largo de su torso. Lentamente lo despojo de sus calzoncillos, dejando al descubierto su imponente virilidad. Vaya escondido se lo tenía. Y vaya sensible que es. Ni bien lo he tomado con mi mano, él reprime un prolongado gemido. Onyx, negándose a permanecer fuera, toma el control de la situación acariciando el prominente miembro mientras yo lucho contra mis impulsos para así evitar dar el siguiente paso y hacerle daño.

He salido de la habitación durante un par de segundos, pero cuando vuelvo me encuentro con que Onyx ya ha tomado el control de la situación. Es tan excitante ver la forma en la que Onyx aprisiona el miembro de Devon con su boca, moviéndose hacia arriba y hacia abajo al compás de los movimientos que hace Devon con su mano para guiar a Onyx. Podría quedarme viendo esta escena durante toda la eternidad. Onyx es demasiado sexy cuando se deja llevar de esa manera. Él detiene sus movimientos durante una fracción de segundo cuando siente que mis manos se posan sobre sus glúteos. Retoma su tarea gimiendo levemente gracias a los movimientos circulares que yo hago con mi mano derecha mientras apresiono su miembro con la mano izquierda. Al comenzar a mover mi mano izquierda hacia arriba y hacia abajo, el cuerpo de Onyx se tensa. Hay cosas en este mundo que me encantan. Saber que le gusta la manera en que lo toco es una de ellas.

Onyx finalmente se aparta para darme acceso libre, pasando detrás de Devon y dejando que la espalda de nuestro sexy nuevo amigo se recargue sobre su pecho. Devon pareciese estar enloquecido, pues prorrumpe en un prolongado gemido cuando las caricias de Onyx vuelven a atacar su parte más sensible.

Al untar un poco de lubricante en la entrada de Devon, su cuerpo se tensa. Sé que está aterrado. Puede ser que esta sea la primera vez que lo hace. Eso me recuerda a aquella noche en la que Onyx fue mío por primera vez. Tengo fe en que todo esto saldrá de la misma manera que en aquella ocasión. Seré gentil y entraré lentamente. No quiero lastimarlo, pero me hace pensar que lo he herido cuando suelta ese grito que Onyx debe ahogar uniendo sus labios con los de Devon. El interior de Devon es estrecho. Cálido. Muy agradable. Quisiera ir un poco más rápido a decir verdad, pero sé que todavía no es el momento. Devon debe darme alguna señal de que quiere que todo sea un poco más intenso. No sé si esos sonidos son lloriqueos o gemidos. Sólo sé que su cuerpo lo delata. Se aferra al cubrecama con fuerza, su cuerpo se tensa de la misma manera que hace el de Onyx cuando estamos en esto. Devon se mueve al ritmo de mis propios movimientos. Ni bien acelero mis estocadas, él estalla en fuertes gemidos que casi parecen gritos de agonía. Tortuosa y placentera agonía. Creo que es hora de ser un poco cruel con él, así que simplemente salgo de él y le indico a Onyx que es su turno de jugar.

Sé que Onyx tiene un gran plan cuando lo veo colocar a Devon en esa posición tan vulnerable que yo suelo utilizar con Onyx casi todas las noches. La entrada de Devon está frente a nosotros. Sus rodillas son su único soporte, pues la parte superior de su cuerpo ya se ha rendido sobre el cubrecama. Onyx se coloca de rodillas igualmente y es su lengua la que ataca la entrada de Devon. La lengua de Onyx entra tanto como puede y se mueve frenéticamente, causando que Devon tenga que aferrarse con mucha más fuerza a los bordes de la cama. Pareciera que está resistiéndose. Sus gemidos se vuelven mucho más sonoros cuando los dedos de Onyx reemplazan a su lengua. El espacio en la entrada de Devon aumenta. Onyx no le da siquiera un poco de tiempo antes de respirar, pues de inmediato se adentra en ese lugar tan cálido que ya no parece ser tan estrecho. Devon grita de nuevo, como si el miembro de Onyx le causase dolor. Quizá la diferencia de tamaños entre Onyx y yo es mucho más evidente cuando alguien más lo está sintiendo. Onyx es un poco más frenético con sus estocadas. Devon grita como si estuviese extasiado, como si los movimientos de Onyx lo volvieran loco. Sé que Onyx está por terminar, pues sus estocadas se vuelven más erráticas. Onyx ahoga un grito que se transforma en un leve gruñido al final, toma un poco de aire y finalmente sale de Devon. El pobre se deja caer sobre la cama y respira agitadamente.

Verlo tan vulnerable... Me hace querer...

—James...

Onyx se contonea frente a mí de esa forma tan lasciva que me enloquece. Toma mi miembro entre sus manos y comienza a acariciarlo de la misma forma que habría hecho yo. No puedo resistirlo más. Así que lo lanzo a la cama y entro en él sin detenerme a jugar. Onyx se aferra al cubrecama. Estoy tan dentro de él, que para él no hay más opción que rendirse y dejar caer la parte superior de su cuerpo. Sus gemidos se apagan en cuanto aprisiona el miembro de Devon en su boca, pues Devon se ha dado la vuelta.

Me pregunto si tendremos problemas por hacer tanto ruido en el hotel...

0E

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top