Capítulo XXXII
—Durante dos semanas no se habló más del tema de Jackie, pero Devon y yo seguíamos intentando descubrir lo que había pasado...
—No entiendo cómo es que Devon pudo encariñarse con ella, realmente no pasaron mucho tiempo juntos. ¿O sí?
—No. Pero Devon era ese tipo de persona que siente cariño hacia ti aunque te haya conocido hace veinte minutos. Era parte de su personalidad, siempre estaba dispuesto a hacer migas con cualquiera que se pusiera enfrente de él.
—Ya veo... ¡Qué lindo es Devon!
Durante dos semanas no se habló más del tema de Jackie, pero Devon y yo seguíamos intentando descubrir lo que había pasado. Devon me dijo que Max no había querido confesar nada, así como hacía todo lo posible por evitar el tema de Jackie y sus malestares. Ella tampoco quería hablar al respecto, de pronto se volvió más silenciosa que de costumbre. Durante algunos días ella adoptó la costumbre de permanecer alejada del grupo, así como su desempeño en las clases bajó notablemente. Número Tres no era condescendiente con ella, aunque en más de una ocasión me pareció ver que en los ojos de nuestra sádica profesora se llenaban con la angustia que sentía por Jackie.
Aquella mañana estábamos entrenando, en la pista de atletismo en la que Número Tres había situado algunos artefactos para hacer gimnasia. Todos ellos estaban dispuestos en la forma de una gran pista de obstáculos. Hacía demasiado calor, por lo que ejercitarnos al aire libre era demasiado extenuante.
— ¡Atención! —Exclamó Número Tres cuando fue el momento de comenzar con la siguiente ronda de ejercicios—. ¡A continuación trabajaremos un poco con la agilidad! Todos los Entrenadores Pokemon deben estar listos para estar en constante movimiento, nunca sabemos cuándo será el momento de echar a correr por caminos difíciles de atravesar. Por lo tanto, la actividad que realizaremos ahora consistirá en que ustedes pasarán a través de los obstáculos. Mientras menos tiempo tarden en hacer todo el circuito, será mejor para ustedes.
Y comenzó a llamarnos, uno a uno.
Cuando llegaba nuestro turno, debíamos colocarnos en el punto de partida, liberar a nuestros Pokemon y esperar a que ella hiciera sonar su silbato, así como podíamos verla activar un cronómetro que dejaba funcionando hasta que volvíamos al punto inicial.
Max fue el primero de nosotros cuatro en hacer el recorrido. Koffing y él atravesaron todos los obstáculos sin mayor problema, llegando al punto de partida a una velocidad record que hizo sonreír a Número Tres.
Devon fue el siguiente. Eevee y él tardaron un poco más gracias a que Eevee tuvo problemas para seguir a Devon cuando él hizo el salto con garrocha. Devon era ágil y veloz, su cuerpo esbelto le era de mucha ayuda. Al terminar el recorrido, estiró los brazos por encima de su cabeza y le dedicó un guiño a Número Tres cuando ella mencionó que la velocidad de Devon había superado a la de Max.
Mi turno fue el siguiente. Por primera vez desde que había comenzado a enfrentarme a los retos físicos de Número Tres, no tuve miedo de estar en el punto de partida. Bulbasaur y yo intercambiamos una mirada de complicidad cuando Número Tres se preparó para accionar el cronómetro.
—El tiempo a superar es de dos minutos con treinta y dos segundos —me dijo, yo asentí y me preparé para salir corriendo—. ¡Ahora!
Al escuchar el silbido, Bulbasaur y yo echamos a correr a toda velocidad. Gracias a nuestros entrenamientos del verano, pudimos atravesar los primeros obstáculos. Subimos al potro de un salto, cayendo al colchón de color azul que nos condujo a esa barra de madera sobre la que teníamos que mantener el equilibrio. Lo hicimos sin mayor problema, yo jamás me había divertido tanto durante un entrenamiento del Instituto. Al llegar al salto con garrocha, Bulbasaur utilizó sus lianas para sujetarse a mi cintura y así poder ir conmigo, en lugar de hacerme esperar a que él me alcanzara. Para finalizar el recorrido, debíamos pasar por una serie de aros de metal que se situaban a distintas alturas. Debíamos atravesar todos y cada uno de ellos. Jamás creí que yo podría ser tan ágil como demostré ser en ese momento. Ver a Bulbasaur seguirme el paso sin caer en sus arranques de torpeza fue mucho más satisfactorio. Finalmente, al pasar a través del último aro, escuché los aplausos de mis compañeros y los silbidos que daba Devon para celebrar que logré terminar el recorrido sin cosechar una sola herida. Número Tres sonrió satisfecha y desactivó el cronómetro.
—Dos minutos y cuarenta segundos —dijo—. Nada mal, has mejorado.
Me sentí en las nubes. ¡Era un logro tras otro! Número Tres comenzaba a ganar confianza en mí, así como yo comenzaba a sentir que estaba mejorando notablemente. A reunirme con Devon, él rodeó mis hombros con un brazo y celebró el triunfo de Bulbasaur dándole un par de caricias en la cabeza.
Cuatro turnos pasaron antes de que Número Tres llamara a Jackie. En ese momento, todos nosotros nos quedamos en silencio. Era casi como si la expectación se hubiera apoderado de nosotros, como si todos supiéramos que ella estaba por fallar en la prueba. Meowth se colocó a un lado de ella y trató de darle ánimos con una mirada. Jackie no se dignó a devolver el gesto.
—El tiempo a superar sigue siendo de dos minutos con treinta y dos segundos —le dijo Número Tres a Jackie—. ¡Comienza!
Al principio parecía que Jackie había encontrado la motivación para hacer bien el recorrido, sin fallo alguno. Saltó el potro, mantuvo el equilibrio, incluso se lució en aquellos dos aros que colgaban de los postes, esos en los que debíamos girar un par de veces en el aire antes de caer de nuevo a tierra firme. Llegó entonces a esa sección en la que debía sujetarse con ambas manos a las dos barras de metal que estaban en forma horizontal, esas mismas en las que debíamos avanzar impulsándonos únicamente con la fuerza de nuestros brazos. Ella subió allí entonces y a la hora de impulsarse, levantó su cuerpo completamente y comenzó a avanzar hacia adelante como si estuviera caminando con las manos. Meowth la siguió, imitando sus movimientos. Quizá fue por la forma en la que su cuerpo se encontraba, pero sólo en ese momento me di cuenta de lo mucho que le costaba moverse de esa manera. En su rostro se reflejaba una mueca de dolor, pero no era del tipo de dolor que siente alguien que no está acostumbrado a hacer semejante esfuerzo físico. Era un dolor distinto, desmesurado... Un dolor que no era físico.
Algo ocurrió en ese momento. Su propio peso la venció y ella cayó con violencia al suelo, casi parecía que lo que había ocurrido era simplemente una pérdida de concentración. Se incorporó lentamente, demostrando que su tobillo derecho estaba herido. Número Tres, actuando de una manera un tanto altruista, hizo sonar su silbato para detener la actividad y corrió con ella. Devon, Max y yo hicimos lo mismo. Número Tres intentaba hacer que Jackie se levantara. Mi amiga intentaba hacer todo lo posible por ponerse en pie, disculpándose sin parar. Sus ojos estaban cubiertos por una capa de lágrimas, no dejaba de repetir que su tobillo dolía demasiado.
—Vamos, te llevaré a la enfermería —ofreció Número Tres.
—Quiero ir a casa —musitó Jackie.
Número Tres lo consideró por un instante y terminó por asentir, a pesar de que no parecía querer hacerlo.
—Aún así, debo llevarte a la enfermería —insistió Número Tres—. Podrás llamar a tus padres para que...
— ¡No! —exclamó Jackie enfurecida—. Puedo ir sola. No necesito que ellos envíen el auto para recogerme.
—Yo puedo acompañarla —me ofrecí con timidez.
Todos me miraron como si acabara de decir la mayor estupidez del mundo.
—Me pasa lo mismo todo el tiempo.
—Créeme, ese no es un buen consuelo para mí.
Llevamos a Jackie a la enfermería para que su tobillo recibiera atención, nosotros tuvimos que esperar afuera pues Número Tres era la única que podía entrar con Jackie. Devon y yo estábamos intentando mirar a través de las persianas, sin lograr tener éxito. Ambos estábamos preocupados por lo que había ocurrido pues no lográbamos entenderlo. De ser una la mejor de la clase, Jackie se convirtió en la peor. Y no sólo eso, sino que Número Tres había cambiado también y se había convertido en una mujer en extremo comprensiva con Jackie. Detestaba la sensación de incertidumbre, así como comencé a detestar la manera en la que Max me miraba. Era como si él estuviera intentando escudriñarme con sus ojos, como si quisiera saber lo que yo estaba pensando. De repente, ya lo tenía sobre mí. Me tomó por los hombros y me estrelló contra un pilar para luego apresarme con sus dos brazos. El impacto me dejó un poco aturdida, pero pronto pude sentir que Devon sacaba a Max de encima de mí.
— ¡Aléjate de ella! —Exclamó Devon y le propinó a Max un empujón en los hombros para hacerlo retroceder—. ¡No te atrevas a tocarla!
— ¿Qué mierda pasa contigo? —Le espeté a Max, al mismo tiempo que Eevee y Bulbasaur adoptaban posiciones de ataque—. ¿Cuál es tu maldito problema?
Él pasó una mano por su rostro y volvió a fulminarme con la mirada, parecía que me había odiado durante toda su vida.
—Sólo quiero decirte que no debes interferir —me espetó y lanzó sus palabras con la misma violencia de un perro ladrando enfurecido—. Jackie no te necesita, ella estará bien.
—Podías haber dicho eso sin atacar a Skyler —se quejó Devon, igualmente enfurecido e indignado—. No vas a tocarla de nuevo mientras yo pueda evitarlo, ¡eres un maldito lunático!
—A ti también te sacaré del camino si te involucras en esto, Paltrow —sentenció Max y pasó una mano por su cabello intentando encontrar su autocontrol—. Jackie sólo necesita tiempo para comprender lo que ocurre. Él no la lastimará, todo esto es necesario para que ella algún día pueda ser una gran Entrenadora Pokemon.
— ¿Quién es Él? —Exigí saber—. ¡Tú sabes lo que ocurre con Jackie! ¡Tienes que decirnos lo que está pasando!
—Lo que debes hacer, Crown, es mantenerte al margen —insistió Max—. Cuando Jackie salga de la enfermería, le dirás que vuelva sola a casa.
—No lo haré —me negué con firmeza—. Prometí que la acompañaría de vuelta.
—Y yo iré con ellas —secundó Devon y me tomó de la mano en un intento de infundirme valor y demostrarme su apoyo—. Max, eres mi amigo —continuó hablando con mucha más firmeza que yo, Max sólo nos miraba en silencio—, pero no permitiré que seas un bruto salvaje con Skyler. Mucho menos permitiré que seas tan insensible con respecto al malestar de tu hermana.
—Por más que lo intenten, ustedes nunca lo entenderán —nos dijo Max y se retiró, así como así.
Devon y yo estábamos indignados.
— ¡Oye! —Exclamó Devon—. ¡Tu hermana está en la enfermería! ¡Vuelve aquí!
Pero Max no volvió y nuestros Pokemon no bajaron la guardia sino hasta que Max desapareció de nuestra vista.
Devon disipó su ira entonces y, acalorado, se colocó al frente de mí y me tomó con delicadeza por los hombros.
— ¿Te encuentras bien? —me preguntó angustiado.
—Sí —respondí confundida—. Es sólo que... ¿Pudiste darte cuenta?
— ¿De qué?
—Max. Él sabe lo que ocurre y está intentando cubrirlo.
— ¿Por qué haría eso?
—No lo sé... Pero no me rendiré hasta averiguarlo. Algo extraño está pasando con ellos, tengo que descubrir qué es. Jackie está destrozada por alguna razón y Max parece estar a la defensiva...
—Sky...
— ¿Qué pasa?
— ¿Crees que Max haya hecho algo para herirla?
—Lo dudo. Lo que yo creo es que Max está intentando cubrir al verdadero culpable.
— ¿Y qué pretendes hacer ahora?
—Voy a descubrir lo que hay detrás de todo esto, no me importa lo que Max pueda opinar al respecto.
Devon entonces dibujó una media sonrisa en su rostro y me dio una leve palmada en el hombro, diciendo:
—De acuerdo. Pero más vale que me mantengas al tanto de todo. Max parecía estar en realidad dispuesto a golpearte, por un momento creí que lo haría.
—Bien dicen que perro que ladra, no muerde —dije encogiéndome de hombros.
—Sólo pará estar seguros, ahora menos que nunca te dejaré sola —me aseguró Devon, recuerdo haber sentido que mis mejillas se sonrojaban—. Si Max intenta sacarte del camino, tendrá que pasar antes sobre mí.
— ¿Por qué te importa tanto lo que Max quiera hacerme?
Él rió, negó con la cabeza y tomó mi mano con fuerza, diciendo:
—Te equivocas, Sky. Lo que me importa eres tú.
Me dedicó un guiño entonces y yo sentí, por primera vez en mi vida, ese cosquilleo que se apoderaba de mi estómago. De pronto me pareció que nunca antes me había fijado en lo bello que era el rostro de Devon, en el color de sus ojos o en la forma de su cabello. En la manera en que sus labios se curveaban cuando él sonreía... A pesar de que mi mejor amiga estaba dentro de la enfermería, yo sólo podía fijarme en Devon. Podría decirse que así, sin más, luego de pasar por ese breve momento tan intenso, comencé a pensar que entre él y yo, algún día, podría haber algo más que simple amistad.
— ¡¡Qué romántico!!
—Sabía que debía omitir esa parte...
— ¿Y te besó? ¡Dime que te besó! ¡Tengo que saberlo!
—No, no me besó.
—Oh, bueno... Entonces, ¿qué pasó con Jackie?
—Devon y yo la acompañamos a casa.
— ¿Sólo así?
—Sí. Imagina la impresión que sentí al entrar, por primera vez, a la mansión de la familia Roosevelt.
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