Capítulo XX

     —Y, ¿entraron a la torre de vigilancia?

     —Sí.

     — ¿Fue difícil?

     —No. Lo difícil fue salir sin ser descubiertas.

 

     Jackie me informó sobre todo lo que tenía que saber para poder entrar a la torre de vigilancia. Me explicó que el Alto Mando solía hacer rondas matutinas para verificar que todo estuviera en orden, así como se encargaban de abastecer de nuevo las cabañas. Las torres de vigilancia se quedaban solas durante quince o veinte minutos. Lo único que podía delatar a los intrusos eran las cámaras de seguridad que vigilaban los al rededores de la torre. Dentro de ellas había una cantidad considerable de vigilantes armados, así que debíamos ser sigilosas. El centro de comando debía situarse en el último piso de cada torre. Si nuestro plan salía tal y como lo habíamos pensado, entrar y salir no nos tomaría más de diez minutos. Sólo teníamos que ser veloces y silenciosas.

     Esa mañana esperamos a una distancia prudente de una de las torres, permanecimos ocultas detrás de una gran roca y nos mantuvimos alerta ante cualquier presencia enemiga. Escuchamos la voz de Número Dos y Número Cinco cuando salieron de la torre. Jackie sostuvo mi mano con fuerza y comenzó a levantarse para echar a correr. Cuando los dos miembros del Alto Mando comenzaron a alejarse, Jackie comenzó a avanzar hacia la torre. Me llevaba a rastras pues yo no podía seguirle el paso. Nos detuvimos detrás de otra gran roca y ella sacó una Pokebola de su bolsillo.

     —Sólo en caso de precaución —me dijo y lanzó su Pokebola para invocar a un Poochyena.

     Jackie le ordenó a su Pokemon que debía esperar oculto tras la roca, así como debía evitar que los dos miembros del Alto Mando entraran a la torre si nosotras no habíamos salido aún. Hizo la misma acción con Meowth y yo hice lo mismo con Bulbasaur. Una vez hecho eso, Jackie volvió a tomarme de la mano y echamos a correr hacia la torre, donde tuvimos que escabullirnos para evitar que la cámara de seguridad detectara nuestra presencia. Conseguimos entrar sin problemas pues la puerta no estaba asegurada. Por un momento me pareció que era algo por demás absurdo que la puerta n estuviera cerrada a cal y canto. Fue en ese momento cuando supe que el miedo que nos inspiraban los ocho miembros del Alto Mando era más que suficiente para que nadie quisiera acercarse siquiera a un kilómetro de distancia de la torre.

     Para mi mala suerte, Jackie no le temía a nada ni a nadie.

     Dentro de la torre también había cámaras de seguridad, así que todo era cuestión de recorrer solamente los rincones más oscuros y solitarios. Lo único que teníamos que hacer era llegar al ascensor, mismo que no se encontraba en aquella planta. Jackie encontró una puerta que conducía a un bloque de escaleras que utilizamos para subir a la siguiente planta. Tuvimos que detenernos al llegar al siguiente piso, pues la puerta era automática y era vigilada por dos guardias de seguridad. Jackie tiró de mí para ocultarnos gracias a la oscuridad de un rincón que no alcanzaba a ser iluminado por la luz de las linternas del techo. Esperamos por un instante y por el rabillo del ojo alcancé a ver que ella preparaba su pistola de dardos. Era lo único que teníamos en ese momento para defendernos pues nuestros Pokemon se habían quedado afuera.

     — ¿Tienes suficientes dardos? —me preguntó.

     —Sí —le respondí nerviosa.

     Sentí que mis manos comenzaban a sudar y me pregunté en qué momento fue que permití que Jackie Roosevelt me corrompiera al grado de obligarme a romper las reglas de la prueba. Con todo, la seguí. En ese momento no supe por qué actuaba de esa manera, por qué quería obedecer ciegamente las órdenes de Jackie. Yo estaba consciente de lo que ponía en juego si me atrevía a infringir el reglamento, sabía que podían expulsarme del instituto. Pero igualmente lo hice.

     Jackie, como si hubiera podido leer mis pensamientos, fue quien se encargó de los guardias de seguridad disparando dos dardos que los dejaron fuera de combate. Me tomó de la mano de nuevo y echó a correr, diciendo:

     — ¡Andando, tenemos sólo tres minutos!

     Atravesamos las puertas automáticas y subimos al ascensor, que era un cilindro de cristal de color azul. Jackie accionó el mecanismo mediante un tablero que funcionaba con respuesta táctil. Seleccionó la opción de subir al último piso y presionó un par de botones más para asegurarse de que el ascensor no se detendría en ningún momento para recibir a otras personas de otros niveles de la torre. Sentí un poco de vértigo cuando subimos, pues el ascensor se movía a gran velocidad. Y aún así, el trayecto me dio la impresión de ser eterno.

     — ¿Estás segura de lo que estamos haciendo? —le pregunté un tanto nerviosa a Jackie, el sudor en las palmas de mis manos hacía que el arma comenzara a resbalarse—. Nos meteremos en un gran lío si nos descubren.

     Ella sólo rió.

     —No te preocupes, Skyler —me dijo y me miró con un cierto toque de ironía—. Si nos descubren, no te culparé. Diré que todo fue mi idea y que te obligué a venir conmigo.

     —Eso es una locura mucho más grande que el simple hecho de estar aquí —le respondí un tanto molesta—. ¿Acaso no te das cuenta de que te expulsarán si descubren que has hecho esto?

     Rió de nuevo y se encogió de hombros.

     —No te preocupes por eso, ¿de acuerdo? —me dijo—. No puedo meterme en problemas, no con estas personas.

     — ¿Cómo puedes tomarlo tan a la ligera?

     —Digamos que no hay nada que ellos puedan hacer en mi contra —dijo ella despreocupadamente—. Estaremos bien, te lo prometo.

     — ¿Por qué estás tan segura?

     —Mientras estés conmigo, no tendrás que preocuparte de lo que el Alto Mando pueda decir o hacer.

     — ¿Por qué no?

     —Porque ellos valoran demasiado sus empleos y sus cabezas como para pretender siquiera expulsarme a mí o a mi hermano.

     Me dedicó un guiño y el tema quedó en el aire.

     Yo no me quedé tranquila con lo que ella dijo, especialmente con el hecho de que ella estuviese tan conforme con la idea de ser descubiertas.

     Claro, en ese tiempo yo no sabía lo que Jackie era capaz de obtener por tan sólo llevar el apellido Roosevelt.

     El ascensor llegó a su destino. Atravesamos las puertas y Jackie se encargó de abatir a dos guardias que nos daban la espalda. Corrimos hacia una gigantesca puerta de color negro que ella abrió tras hacer tres intentos por adivinar la clave de seguridad que pedía aquel tablero con respuesta táctil. Cuando finalmente lo consiguió, pudimos acceder al centro de comando.

     Estaba vacío, pues los únicos que lo vigilaban eran los miembros del Alto Mando, al parecer. El sistema de vigilancia se conformaba por casi cincuenta monitores de distintos tamaños, pantallas que mostraban en alta definición todas las transmisiones de las cámaras de seguridad que estaban esparcidos por el campo de entrenamiento. Debajo de los monitores había algo similar al teclado de un ordenador, del tamaño suficiente para poder controlar los cincuenta monitores. Todo se activaba mediante respuesta táctil.

     —Busca a tu hermano y salgamos de aquí —le dije a Jackie, mi voz temblorosa sólo detonó su risa cruel.

     —Tranquila, Skyler —dijo ella—. Estaremos bien, te lo prometo.

     Se acercó a los monitores y se sentó en esa silla acolchada y reclinable que se movía mediante pequeñas ruedas en la parte inferior. Al estar cerca de la silla pude detectar el olor de la piel con la que estaba cubierta la silla, así como el perfume de Número Tres.

     Eso me hizo sentir aún más nerviosa.

     Jackie, por alguna razón, parecía saber perfectamente dónde buscar. Accionaba los comandos aquí y allá, era casi como si ella conociera el funcionamiento de ese mecanismo.

     Lo que Jackie hizo fue acceder a los archivos de los estudiantes, mismos donde se mostraban nuestros signos vitales gracias al localizador que nos habían implantado en el torrente sanguíneo. Nuevamente, le tomó dos intentos descubrir la contraseña para acceder a esos archivos. Una vez dentro, tecleó el nombre de su hermano y éste apareció en la pantalla. Lo que vi logró perturbarme y hacerme tener la sensación de que mil ojos me observaban en ese preciso momento.

     En la pantalla aparecía una fotografía de Maximillian Roosevelt, con su nombre escrito de bajo con letras de color blanco sobre un fondo de color azul. Aparecían allí ciertos datos que no parecían ser de vital importancia pero que igualmente eran parte de la información. Altura, peso, complexión, medidas de la circunferencia de sus tobillos y muñecas, calidad de su visión y de su sentido del oído, alergias… Debajo de todos esos datos, apareció la información que Jackie buscaba. Información que para mí fue aterradora, pero para ella pareció no causar el más mínimo efecto. Esos datos ponían:

PRESION ARTERIAL: BAJA

ESTADO: HERIDO – BALA INCRUSTADA EN SU PIERNA DERECHA

BAJAS CAUSADAS POR EL SUERO CX90-01: NINGUNA

POCISIÓN ACTUAL: SECTOR IV, COORDENADAS 1.23.45.67, ESTÁTICO

     —Te tengo —musitó Jackie satisfecha.

     Seleccionó la opción para mirar a su hermano desde las cámaras y el mecanismo lo hizo, dejándonos ver que él estaba oculto en los al rededores de una cascada rodeada por frondosos árboles. Jackie dio un chasquido con su lengua y sonrió complacida al ver que el Koffing de su hermano se encontraba también allí. El sitio donde él estaba oculto parecía estar lleno de Pokemon de tipo volador, pues era lo único que se veía. Y él estaba sentado a la sombra de un árbol, con una pierna ensangrentada y una expresión agonizante.

     —Conozco ese sitio —me dijo Jackie haciéndome sobresaltar—. Está al sur desde aquí, llegaremos para el anochecer si nos vamos ahora.

     Se preparó para salir de aquél sistema, cuando un impulso se apoderó de mí y me obligó a decir:

     — ¿Puedes buscar a Devon?

     Rió entre dientes y asintió. Pronto apareció en la pantalla la información de Devon.

     Descubrí que su segundo nombre era Blake, así como que era alérgico al zumo de mandarina, a las nueces, a la leche deslactosada y al pelaje de los gatos. El resto de la información que vi en la pantalla me hizo sentirme liberada, contenta. Despreocupada.

PRESION ARTERIAL: NORMAL

ESTADO: ENFERMO – RESFRIADO COMÚN EN PROCESO DE SANACIÓN

BAJAS CAUSADAS POR EL SUERO CX90-01: NINGUNA

POCISIÓN ACTUAL: SECTOR II, COORDENADAS 91.109.2.14, EN MOVIMIENTO

     —Parece que tu amigo está en perfectas condiciones —dijo Jackie—. Te preocupaba su bienestar, ¿eh?

     —Quiero verlo.

     Jackie asintió y me mostró a Devon en pantalla. Él estaba caminando a través de una zona rocosa. Llamaba mi nombre a voz en cuello y sus Pokemon lo seguían, buscando también en todos los rincones.

     La culpa me golpeó con fuerza.

     —Creo que no debí dejarlo —musité—. Está buscándome. ¿Cómo pude pensar que él me traicionaría?

     Ella cerró todas las ventanas que había abierto en los monitores y se levantó de la silla, para luego devolver todo a su lugar.

     Se encogió de hombros y respondió.

     —No deberías juzgar a los demás sin conocerlos.

     Me dedicó un guiño y se dirigió a la puerta.

     —Vámonos de aquí, hemos perdido tiempo valioso para escapar.

     Nos preparamos para salir pero tuvimos que detenernos en seco de repente cuando escuchamos aquellas voces. Los guardias de seguridad estaban recibiendo una reprimenda. Jackie me tomó de la mano y me condujo hacia el interior de un cuarto de baño que sólo contenía un inodoro, un lavamanos y un aromatizante que se activaba cada cinco minutos. Jackie dejó la luz apagada, todo para pretender que no había nadie más que ellos dentro.

     Entonces los escuchamos entrar.

     El Alto Mando entero estaba dentro del centro de comando.

     — ¡¡¡No puede ser!!!

     —Sí, así fue.

     — ¿Y cómo lograron escapar?

     —Fue… Bastante difícil.

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