Capítulo XLIII
¡Hey, chicos y chicas! ¿Pueden ver el capítulo completo? El capítulo debe terminar con Skyler maldiciendo, pero no logro hacer que me aparezca eso cuando entro al capítulo aunque en la página para editarlo sí aparece eso. En los comentarios díganme si el capítulo está completo o no, para saber si debo resubirlo o algo. ¡Maldito seas, Wattpad!
-Desperté al día siguiente sin muchos recuerdos de lo que había acontecido la noche anterior...
-Pero, ¿entonces cómo me lo has contado?
- ¿Sabes? Detesto tus interrupciones.
- ¡No, no! ¡Espera, no te vayas!
Desperté al día siguiente sin muchos recuerdos de lo que había acontecido la noche anterior. Abrí los ojos lentamente y lo primero que noté fue que mi cabeza dolía a horrores. Inmediatamente percibí el vendaje, así como me sentí un tanto aturdida. Pestañeé un par de veces intentando aclarar mi mente. Pronto, los ojos azules de Devon aparecieron en mi campo de visión. Me miraba como si yo estuviese muriendo y recuerdo que en ese momento me pregunté cuántas veces lo había visto mirarme de esa manera.
Devon sonrió con calidez y alivio antes de hablar, en voz baja para evitar molestarme con sonidos demasiado potentes.
-Sky, me tenías preocupado.
Esbocé media sonrisa y hablé, con voz ronca como si me hubiera estado aquejando alguna afección de la garganta.
- ¿Qué fue lo que pasó?
Su semblante se ensombreció un poco cuando me relató la historia.
Luego de haberme rescatado, escapamos de la mansión de los Roosevelt y me trasladaron al apartamento de Número Tres para tratar mis heridas. No fue una anécdota agradable de escuchar, a decir verdad, pues Devon me explicó que estuve inconsciente gracias a la pérdida de sangre durante tanto tiempo que era un milagro que siguiera con vida. Al finalizar su relato, yo asentí para demostrarle que había terminado de asimilar la información recibida.
- ¿Dónde estamos ahora? -le pregunté.
-Seguimos en el apartamento de Número Tres -me respondió-. Ella ha dicho que no quiere dejarte volver a casa a no ser que ya puedas mantenerte en pie por tu propia cuenta.
-Por supuesto que no puedo volver a casa. Estaré en problemas si mi madre ve que me han dado una paliza. -Devon ahogó una risa cruel-. Sé honesto. ¿Me veo muy mal?
-Te ves mejor que de costumbre.
Me dedicó un guiño y fue al fondo de la habitación, para volver al cabo de un par de minutos con la bandeja en la que trasladaba una deliciosa y humeante sopa de pollo.
-Necesitas comer -me dijo-. ¿Puedes incorporarte?
Asentí y me levanté, sintiendo que todo mi torso aullaba de dolor. Devon me ayudó a recargar mi espalda sobre algunas almohadas para poder estar cómoda. Sólo entonces pude ver que la habitación en la que me encontraba estaba ambientada con el mismo estilo cálido de número tres... Exceptuando el pequeño detalle de que no parecía ser la habitación de un matrimonio. A juzgar por las decoraciones, parecía más la habitación de un niño.
- ¿De quién es esta habitación? -le pregunté.
-No lo sé -me respondió encogiéndose de hombros-. Número Tres no fue muy comunicativa. Sólo ha dicho que puedes descansar aquí.
Colocó entonces la bandeja de comida sobre mis piernas y procedió a examinar mis vendajes. Sus manos pasaban sobre mi cabeza con tal delicadeza que me hacía sentir que si aplicaba un poco de fuerza, mi cráneo se rompería.
La bandeja contenía solamente el tazón con la sopa de pollo y un poco de agua mineral para beber.
- ¿Dónde está Jackie? -Pregunté tras tomar la primera cucharada de sopa.
Era deliciosa, y recuerdo que inmediatamente imaginé al señor Williams preparándola. Me fue imposible pensar que Número Tres podría ser una buena cocinera.
Devon soltó un triste suspiro antes de responder.
-No pudimos sacarla de ahí -me dijo, supe que no quería tocar ese tema por temor a mi reacción-. Era demasiado peligroso. Pero estamos seguros de que ella está bien. -Añadió al darse cuenta de que yo estaba más que angustiada.
- ¿Cómo lo sabes? -Le pregunté.
-Porque lo contrario es imposible.
Ambos sonreímos.
Devon tenía razón. Yo no era capaz de pensar que Jackie en esos momentos estaría en un pozo depresivo o algo peor, pues conocía a la perfección su fortaleza. Por más que quisiéramos protegerla, ambos sabíamos que ella era fuerte y que podía resistirlo todo. Por supuesto, en ese momento no me daba cuenta de lo grave que era el simple hecho de subestimar a las personas. Pero gracias a mis malestares, decidí pensar positivo y convencerme a mí misma de que Jackie estaría bien... Por más que esa voz en mi cabeza me dijera que era todo lo contrario.
-Todo está en orden con tus vendajes -informó Devon-. Parece que el daño fue superficial, aunque un par de radiografías no vendrían mal.
-No hace falta -me negué-. Ayúdame a levantarme, tengo que volver a casa. ¿En dónde está Bulbasaur?
-Está afuera, jugando con Eevee. Él se encuentra en perfectas condiciones. Ha estado demasiado preocupado por ti.
Eso me hizo sentir desagradablemente culpable.
Devon apartó la bandeja, para colocarla sobre la mesa de noche, y me tomó de la mano para darme un soporte. Me tambaleé un poco y sentí un leve mareo cuando pude ponerme en pie, mis piernas temblaban como si estuvieran hechas de gelatina. Sin embargo, bastó con pensar en el castigo que estaba esperándome en casa para poder mantener el equilibrio. Caminé un poco dentro de la habitación, lo suficiente para sentirme un poco revitalizada.
Entonces, Devon se colocó al frente de mí y retiró el vendaje de mi cabeza. Peinó un poco mi cabello con delicadeza y, al terminar, me miró con angustia y severidad.
-No vuelvas a asustarme así -me dijo con firmeza-. Estaba muy preocupado por ti.
-Estoy hecha de acero -le respondí encogiéndome de hombros.
-No lo entiendes -siguió él con la misma actitud-. Cuando te vi ahí... Fue terrible... Creí que te perdería... Deseé ser yo quien estaba en el suelo...
-No vuelvas a decir eso. Si algo así sucediera contigo, yo jamás me lo perdonaría.
-Por ti, resistiría todo ese dolor. Incluso ahora me siento como un imbécil por no haber podido protegerte.
- ¿Qué?
Y él sólo me dedicó un guiño antes de salir de la habitación.
En silencio, como era su costumbre.
- ¡¡Devon es tan lindo!!
-Ya ha quedado claro.
Pude volver a casa durante la tarde.
Número Tres se encargó de llevarnos en su auto. Sentí que los nervios me matarían cuando vi que Número Tres aparcaba justo frente a mi casa. Sentí deseos de hundirme en mi asiento, de ocultarme en cualquier lugar donde mi madre no pudiese encontrarme.
El castigo sería brutal, seguramente.
Número Tres apagó el motor del auto y, mirándonos desde el espejo retrovisor, dijo con indiferencia:
-Skyler, tendrás que descansar durante toda la noche para poder recuperarte. Mañana los veré de nuevo en mi apartamento.
Era de lo más extraño que ella me llamara por mi nombre de pila, pero igualmente asentí.
- ¿Para qué nos necesita esta vez? -preguntó Devon con recelo.
-Debo entrenarlos -respondió ella con indiferencia-. Es importante.
Dicho aquello, encendió de nuevo el motor del auto y nosotros no tuvimos más remedio que bajar. La vimos enfilarse por la calle a toda velocidad y pronto se perdió, cuando viró hacia la derecha en la esquina. Devon me miró entonces y preguntó:
- ¿Quieres que te acompañe al pórtico?
Yo negué con la cabeza.
-Seguramente ya estoy en muchísimos problemas como para además arriesgarme a que mi madre crea que estoy saliendo contigo.
Él rió.
-Bueno, yo estaría más que encantado si esa última cosa que has dicho fuera realidad.
Tan veloz como un suspiro, Devon besó mi mejilla y se alejó por la acera, como si nada hubiera ocurrido entre nosotros. Sentí que mis mejillas ardían y pensé, sólo durante una milésima de segundo, que yo también me habría sentido encantada si Devon se hubiera convertido en mi sucio secretillo.
-¡¡Me encanta Devon!! ¿Podemos pasar a la parte donde te besó por primera vez y tuvieron su primera cita?
-No.
- ¡¡Por favor!!
-Ya te lo he dicho. Devon y yo sólo éramos amigos.
-Si eso fuera verdad, no te sonrojarías cada vez que hablas de él.
-Yo no... Pero, él y yo... Eres una...
- ¡¿Lo ves?!
-Maldita sea...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top