Capítulo XIV
— ¿Y a qué se refería Número Tres con eso que te dijo antes de que la búsqueda comenzara?
— ¿No te parece evidente?
—No.
— ¿Siempre has sido tan despistada?
—Mi hermano siempre me pregunta lo mismo.
—Bueno, pues para mí tampoco fue evidente en ese momento.
— ¿Y cuándo lo supiste?
—En un momento de desesperación. Pero antes hubo que pasar por otras cuantas aventuras. Dime, ¿no quieres saber cómo fue que atrapé a Ninetales?
— ¡¡Sí!!
Desperté a la mañana siguiente cuando escuché que había movimiento dentro de nuestro escondite. Quizá había tenido un sueño muy ligero, pues me incorporé casi de inmediato y no hubo necesidad de desperezarme. Devon estaba sentado a pocos metros de mí, revisando nuestras posesiones y preparando el desayuno. Fue muy hábil para encender una fogata, tuvo que ensartar un poco de tocino en algunas ramas para ahumarlo y en esos momentos se encontraba intentando averiguar cómo preparar una omelette. Bulbasaur y Hitmonlee lo observaban ansiosos, estaban tan hambrientos como nosotros.
—Buenos días —le dije.
—Buenos días, Sky —dijo él y me dedicó una sonrisa.
—El tocino huele delicioso.
—Sí. Estará listo en un momento.
— ¿Has dormido bien?
—Mi espalda duele a horrores. Creo que los sacos para dormir no son lo suficientemente cómodos. —Se encogió de hombros y estiró un brazo para tomar otro par de ramas cuando desistió de su intento de preparar una omelette—. El desayuno de hoy consistirá en un poco de fruta y tocino ahumado. ¿Te apetece?
—Por supuesto.
—He salido a ver los alrededores mientras seguías dormida —me informó, cinco trozos de tocino más comenzaron a ahumarse—. Todo está tranquilo afuera, pero alrededor de nosotros al menos cuatro alianzas se han establecido en sus zonas. Parecen pacíficos. Estuve observándolos, dos grupos de ellos han conseguido ya una de las Pokebolas de Oro. El resto estaba planeando robar a los otros, es más sencillo hacer eso que buscar las Pokebolas por sus propios medios.
—Nosotros también tenemos que comenzar a buscar.
—Justamente eso estaba pensando. Así que cuando hayamos terminado con el desayuno, estaba pensando que quizá podríamos salir y buscar en los al rededores.
— ¿Es seguro?
—Si no lo es, tenemos suficientes dardos como para defendernos.
Me dedicó un guiño y continuó preparando nuestro desayuno.
Cuando terminamos de ingerir nuestros alimentos, reunimos todo lo que necesitábamos para hacer la expedición. Dejamos las cosas más prescindibles ocultas detrás de un gran montículo de rocas, borramos nuestro rastro y salimos de nuestro escondite. Devon insistió en que teníamos que mantenernos cerca de nuestra zona, en caso de que fuera necesario volver a ocultarnos. Era también una manera de proteger las provisiones que ya habíamos conseguido. Era un día caluroso, sumamente caluroso, así que nuestro primer objetivo fue buscar un lago, un río, una cascada, cualquier fuente de agua que pudiéramos utilizar. El bosque donde estábamos era inmenso, me hacía sentir diminuta e insignificante. El terreno era irregular, subía y bajaba, había huecos en el piso y Devon iba atento en busca de trampas que nuestros compañeros hubieran instalado para atrapar a los demás y sacarlos del camino.
Devon se detuvo de repente cerca del tronco de un árbol y miró hacia arriba, donde alguien había colgado una bolsa plástica llena de cerezas. Sus ojos brillaron, las cerezas eran su fruta favorita. Así que tomó una roca del suelo, la lanzó a la bolsa y la bolsa plástica cayó cuando recibió el golpe. Fui yo quien la atrapó, contenía al menos tres kilos de cerezas. Emocionado, Devon tomó una de ellas y se la llevó a la boca. Saboreó sus labios y repitió la acción, dándome a mí la segunda cereza.
— ¡¡Qué romántico!!
— ¡No comiences con eso, maldición!
Seguimos andando, encontrábamos provisiones cada poco y él aprovechaba cada momento para darme algunos consejos de supervivencia.
—Estas ramas están rotas —dijo en una ocasión, estaba en cuclillas y señalaba un par de ramas que estaban en el suelo partidas a la mitad—. Eso significa que alguien ha pasado sobre ellas, algún Pokemon o uno de nuestros compañeros ha estado aquí.
Me enseñó aquél truco acerca del lado en el que crecía el musgo y me mostró también todos los puntos de referencia que debía recordar para poder volver a nuestro refugio. Pronto encontramos una cascada preciosa, el agua era cristalina y podía verse a la perfección que en el río que se formaba debajo de la cascada vivían algunos Pokemon que a mi madre le habrían parecido fascinantes. Un Starmie tomaba el sol sobre una roca y un Totodile intentaba parecer amenazador mientras nadaba en círculos y nos miraba con desprecio.
— ¿Qué esperas? —me preguntó él—. ¿No atraparás a ninguno de ellos?
—No quiero hacerlo mientras ellos no nos ataquen —le respondí—. No quiero esclavizarlos si están felices y tranquilos aquí.
Devon sonrió.
—Me gusta tu forma de pensar —me dijo y me dio una palmada en la espalda—. Ahora tomaré una ducha, ¿te importa?
—Claro que no.
Pero comenzó a importarme cuando él, tan quitado de la pena, comenzó a desnudarse.
Recuerdo que mis mejillas se pusieron casi tan coloradas como un par de manzanas, comencé a balbucear y retrocedí, un tanto aterrada y nerviosa, cuando él dudó a la hora de sacarse los calzoncillos.
— ¿Y qué tal lucía estando desnudo?
— ¡Por todos los cielos! ¿Acaso eso importa?
—Sí.
—Maldita sea…
Devon era, en ese entonces, el claro ejemplo de la pubertad. Su cuerpo era lánguido, pero había ciertas partes de él que comenzaban a desarrollarse gracias a las hormonas y el ejercicio. Sus brazos delgados poseían cierta fuerza, su abdomen sólo se marcaba un poco cada vez que él se flexionaba hacia adelante. Sus pectorales eran imperceptibles, pero a todas luces se veía que él sería un hombre atractivo. Sus calzoncillos eran pequeños, así que tuve que girarme y darle la espalda por temor a que ciertas partes de su cuerpo quedaran al descubierto. Lo escuché entrar al agua y él comenzó a reír a carcajadas cuando ese Totodile se acercó para jugar con él.
—Deberías ducharte tú también —dijo él de repente—. Tenemos que volver al refugio, ¿pasarás otra noche así?
—Posiblemente lo haga cuando tú salgas y no estés mirándome.
Él rió, yo me sentí apenada.
— ¿Ustedes hicieron el amor en esa cascada?
— ¡Con un demonio! ¡Éramos niños aún!
—Pero, ¿lo hicieron alguna vez?
— ¿Por qué me haces este tipo de preguntas?
—Porque quiero conocer todos los detalles.
—No sé qué es peor. Que seas tan pervertida o que estés sonriendo de esa forma.
Decidí no ducharme en ese momento. Él salió del agua, se vistió nuevamente y se despidió de Totodile dándole un par de caricias en la cabeza. Sin embargo, la tranquilidad se esfumó en cuanto Totodile miró hacia un punto detrás de nosotros. Permaneció quieto durante un segundo, antes de lanzarse al agua y escapar a toda velocidad. Nosotros no supimos lo que estaba pasando, hasta que ese dardo pasó rozando mi mejilla derecha. Un corte se abrió gracias a que la punta hizo contacto con mi piel, el dardo siguió avanzando hasta dar en la corteza de un árbol. El dolor que me causó el corte fue incluso demasiado exagerado, agravado quizá por la sustancia contenida en el dardo. Sentí que mi rostro se adormecía, así como también las punzadas de dolor eran similares a estar recibiendo cientos de puñaladas. Me sentí entorpecida por un instante y la taquicardia se hizo presente. Mi visión se nubló, tuve que hacer un esfuerzo por mantenerme consciente. No quería morir una vez allí, no cuando recién había comenzado la prueba. Pero los efectos del dardo comenzaban a hacer efecto en mí, haciéndome pensar que era una tortura que esa sustancia entrara totalmente en el torrente sanguíneo de cualquiera. Si esos efectos fueron causados por un simple roce, imagina lo terrible que habría sido si la punta del dardo se hubiera clavado en mi cuerpo.
— ¡¡Sky!!
Sentí que los espasmos se apoderaban de mi cuerpo, una versión en miniatura de las convulsiones. Sentí nauseas, escalofríos, me sentí morir. Escuché a Devon disparando los dardos de su arma, cuatro de nuestros compañeros fueron abatidos en ese momento.
—Sky, reacciona —me decía y golpeaba mis mejillas para hacerme reaccionar, pero yo ya tenía un pie en la tumba—. Sky… ¡Sky!
Caí inconsciente en los brazos de Devon. Lo último que escuché fue que él exclamaba mi nombre desesperadamente.
— ¡Te desmayaste en sus brazos! ¡Qué romántico!
—Estaba al borde de la muerte, ¡eso no fue romántico!
—Apuesto a que intentó besarte para que despertaras.
—No. Mi primer beso no fue mientras estaba moribunda.
— ¿Entonces cómo fue?
—Ya lo sabrás.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top