Capítulo XCV


¡Hey, hola! (Extrañaba decir eso). *Se pone a barrer y a quitar las telarañas.* Hace casi un mes o un poco más que no me pasaba por aquí D: ¡Pero he vuelto con las baterías recargadas y lista para desaparecer de nuevo! Antes de pasar el capítulo (y para seguir aumentando el hype) quiero hacer algunos avisos y dar algunas explicaciones.

1) Si me siguen aquí en Wattpad sabrán la razón por la que me fui un tiempo. Si no me siguen y sólo siguen la historia, les explico que decidí tomarme unas vacaciones para poder concentrarme en un libro que escribo fuera de Wattpad y el cual había dejado al último en la lista de prioridades por anteponer el compromiso de darles sus dos o tres capítulos semanales a ustedes. Algunas personas me escribieron preguntando si ya me había aburrido de escribir sobre Pokemon, si la historia se iba a quedar inconclusa, si iba a dejar de actualizar, etc. La respuesta es un rotundo NO. Se me hace un poquito pesado llevar tanto tiempo sólo con Pokemon, pero esa no es razón para dejar las cosas a medias. Así que no se me asusten :D

2) El concurso de los cien puntos sigue en pie. Al finalizar esta semana que será un poco pesadita para mí, contaré los puntos que llevamos hasta ahora y les dejaré el primero de los tres retos definitivos para elegir a los ganadores. ¡Así que prepárense para el derramamiento de sangre!

3) Partiendo del punto anterior, tengo una noticia muy importante que hacer. De nuevo les digo que si me siguen aquí en Wattpad ya sabrán a lo que me refiero. Si sólo siguen la historia, pues lo vuelvo a contar. Estaré en la FIL de Guadalajara, en México, el 28 de noviembre a las 11:30am en el stand de Amazon en el Área Internacional junto con otros autores de fantasía y ciencia ficción hablando sobre nuestra experiencia publicando con la plataforma de Kindle Direct Publishing. Así que si alguien de por aquí es de Guadalajara o irá a la FIL y quiere dispararme rayos láser, entonces ahí los espero :D Encontrarán toda la información en el siguiente enlace: , el programa de actividades y el mapa para encontrarnos.

Eso es todo por ahora. ¡Disfruten el capítulo!

—Sin Devon nada fue igual, y esa diferencia entre el antes y el después podía notarse tanto en mí como en todo lo que solía rodearnos...

—Debió de ser muy duro para ti...

—Lo fue... Incluso hoy sigue siendo doloroso recordarlo. Pero es sólo eso. Un recuerdo. No se supone que los recuerdos deban lastimarte, aunque lo hacen y duele mil veces más...

—Pero tenías a tu familia y a tus amigos para apoyarte, ¿no es cierto?

—Sí... El problema era que estaba en la organización equivocada para querer un poco de cariño y comprensión.

Sin Devon nada fue igual, y esa diferencia entre el antes y el después podía notarse tanto en mí como en todo lo que solía rodearnos. A R nunca le gustaron las lágrimas, a no ser que fueran causadas durante sus sucios ultrajes pues representaban esa inocencia que él quería arrebatar de nosotras. Pero mientras no fuese el caso, siempre repetía la misma letanía. Las lágrimas son la peor muestra de cobardía que existe. La cobardía y la debilidad eran inaceptables para él. Y eso lo hizo todo más difícil para mí, pues yo no encontraba ninguna otra manera de externar mi dolor. Me hice acreedora a más de un castigo. Me convertí casi en una esclava de ese maldito sujeto, pues él exigía que yo permaneciera siempre bajo su supervisión para asegurarse de que finalmente comenzaba a aceptar la situación. Y para quitarme la ropa y usar mi cuerpo como le placiera, claro. Y sé que esto último no debería decirlo de esta manera, tan quitada de la pena y tomándolo como si fuera lo más normal del mundo. Pero es que en eso se convirtió. En algo cotidiano. Yo tan solo cerraba los ojos y lo dejaba terminar con lo suyo. Perdí la capacidad de sentir cualquier cosa, interna y externamente. Mi propia oscuridad terminó por apoderarse de mi corazón sin que yo tuviera intenciones de detenerla. Comencé a actuar simplemente por instinto. Devon se llevó consigo una gran parte de mi espíritu. R se encargó de destruir el resto.

Jamás me sentí tan sola.

Una tarde, luego de que R me dejó ir mi apartamento para recuperar mis energías, decidí desviarme un poco. Lo último que quería era llegar a casa para que Jackie me mirara de la misma forma que había hecho con un cachorro moribundo. Tomé un taxi que me llevó a un parque donde liberé a Ivysaur para que él pudiese estirar las patas. De pronto extrañé las exhaustivas sesiones de entrenamiento. Pero por más que las extrañara, debía hacerme a la idea de que no era capaz de volver a ninguna rutina que me hiciese pensar en Devon. Estaba atrapada entre mis demonios, ahogándome con mis propias lágrimas en mi pozo depresivo. Llegué a pensar que mi corazón se rompería a causa de tanto dolor.

Ivysaur hizo migas con un Vileplum que paseaba junto a su entrenador. Verlo correr junto a ese Vileplum me hizo pensar en Sylveon. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.

Recuerdo que no me sobresalté en absoluto cuando escuché aquella motocicleta aparcando a pocos metros distancia. Tampoco me inmuté cuando ese sujeto de excéntrico aspecto se posó a un lado de mí. Y cuando me habló, tuve la impresión de que era la primera vez que alguien realmente se interesaba en mis sentimientos.

—La Skyler Crown que recuerdo era un poco más sonriente. Debes estar pasándolo muy mal.

Lo miré con indiferencia y permanecí en silencio. Por alguna razón, la presencia de Lawrence Mawson me hizo sentir protegida.

—Se supone que no debo hacer esto —continuó él—, pero me sentiría mal conmigo mismo si no lo hago. Tengo que decirte que no hay ninguna razón para creer que no podrás recuperarte. Él se ha ido, pero tú sigues aquí.

—Eso no me hace sentir mejor —le respondí.

—No pretendo hacerte sentir mejor. Tan sólo busco que la realidad te haga ver las cosas con más claridad. Sólo piensa que debes intentar ser fuerte. Has vivido muchas cosas como para rendirte ahora.

—He perdido todo lo que me daba fuerzas.

—No has perdido tu espíritu. Eso debería servir de algo.

— ¿De qué me sirve mi espíritu si todo lo que hago o decido termina teniendo repercusiones en las personas que amo?

—Creo que tu principal error es pensar que en la Elite encontrarás amistades que perduren por toda la eternidad.

—Jackie es lo único que me queda ahora... Detestaría saber que incluso debo desconfiar de ella...

Lawrence suspiró.

—Siempre puedes recurrir a tus mentores en busca de consejos, Skyler. Leona y yo no te dejaremos sola en ningún momento. Y mi consejo para ti es que dejes de auto compadecerte. De lo contrario, el Jefe siempre puede ordenar que seas desechada.

—Eso seguramente sería mejor que seguir soportando este maldito infierno.

—Es beneficioso para todos una vez que dejas de lamentarte. Con el tiempo lo comprenderás.

Yo asentí, pues no quería continuar con esa discusión.

— ¿Qué debo hacer ahora? —le pregunté.

—Ve a casa. Duerme durante varios días. Toma una larga ducha. Pero sobre todas las cosas, nunca olvides que ellos no pueden destruirte si tú te opones.

Me dio una palma en la espalda y se alejó para subir a su motocicleta. Yo llamé a Ivysaur para volver a casa. Hice justamente lo que Lawrence dijo. Durante siete largos días dormí como un bebé. Lloré hasta sentir que estaba deshidratándome. Cuando desperté el siguiente día, me sentí totalmente llena de energía. Salí con Ivysaur a primera hora de la mañana y fuimos juntos a entrenar para volver a casa antes del amanecer. Preparé el desayuno, me di una larga ducha y me prometí a mí misma que sobreviviría. Al principio, Jackie fue quien me atrapó durante mis recaídas, diciéndome hasta el cansancio que no permitiría que yo me rindiera tan fácilmente. El tempo pasó y pronto pude decir que me sentía como el ave Fénix que renace de las cenizas.

Yo... No tenía idea de que todo pudiese cambiar tan repentinamente.

Aquella mañana, Ivysaur y yo tomábamos el desayuno tras haber regresado de nuestra sesión matutina de entrenamiento. Nuestra condición física mejoró gracias a que dimos nuestro mejor esfuerzo para recuperar el tiempo perdido. Cuando me levanté para lavar los platos sucios, recibí un mensaje de texto de parte de R donde me ordenaba ir al escondite de la Elite para encargarme de un trabajo especial. Decidida, me puse en camino. Lo primero que noté al llegar fue la invasión de Iniciados que había en la imponente entrada. Chicos y chicas que recién entraban en la adolescencia o en la pubertad, todos entregando voluntariamente sus Pokebolas antes de comenzar con las pruebas. Mi atención se fijó en Jackie, quien se encargaba de mantener bajo control a los Iniciados. Ella me saludó con una sacudida de los dedos y R, que vigilaba todo desde un rincón oscuro, me ordenó que me acercara. Y lo hice.

—Tenemos un nuevo cargamento de Iniciados —me dijo una vez que estuve junto a él—. Quiero que te hagas cargo de llevar a sus Pokemon al laboratorio.

— ¿Qué?

—Mientras estos niños llevan a cabo las pruebas con Jacqueline y Max, tú llevarás a los Pokemon al laboratorio. Se les será administrado un suero que sirve para triplicar las fuerzas de sus ataques.

—Pero, ¿acaso eso no puede conseguirse mediante el entrenamiento y el esfuerzo constante?

Él me miró con severidad.

—Te he dado una orden —me dijo con impaciencia—. ¿Puedes hacerte cargo, o no?

Resignada, asentí. Tomé las bolsas de tela donde estaban las Pokebolas y me alejé de ese sitio. Me encantaría decir que me dirigí obedientemente hacia el laboratorio, pero no fue así. Si bien tuve la astucia de no demostrar mis verdaderas intenciones frente al Jefe, estaba totalmente indispuesta a ser partícipe de un plan que sin duda pretendía asesinar a esos Pokemon. Después de todo, los sueros aun eran prototipos... Prototipos inestables e inútiles en la mayoría de los casos. Así que tome un camino distinto y me dispuse a ocultar las Pokebolas en un gabinete. Sentí entonces aquella mano que se cerró sobre mi hombro derecho y escuché la voz de mi mejor amiga que reclamaba:

—Tú jamás aprenderás, ¿no es cierto?

La mire confundida por un instante.

— ¿Qué haces aquí? —le pregunte.

—Como si pudieras engañar a mi padre tomando otro camino que no te corresponde —me respondió ella—. El laboratorio queda al otro lado.

—Lo sé.

— ¿Quieres recibir otro castigo? —Siguió quejándose ella—. Por todos los cielos, Skyler. ¿Qué tan difícil puede ser hacer lo que se te dice?

Recuerdo bien haberme sentido mortalmente ofendida al darme cuenta de que Jackie había tomado partido a favor de su padre. La fulminé con la mirada y me crucé de brazos.

—No voy a ser la responsable de que estos Pokemon lleven sueros extraños y antinaturales en la sangre —le espete—. Tu padre está demente si cree que accederé a hacer algo como esto.

—Pareciera que te gusta recibir castigos —continuó Jackie e intento quitarme las Pokebolas con innecesaria agresividad—. ¡Dame eso!

Yo impedí que tomara las bolsas y como un acto de provocación las lance al suelo a mis espaldas. Al caer, y quizá sintiendo que algo estaba ocurriendo, las Pokebolas se abrieron y los Pokemon escaparon por cuenta propia. La respiración de Jackie se agito momentáneamente. Yo me mantuve altiva. Necesitaba ser firme para dejar bien establecido mi punto. Jackie pasó una mano por su rostro y bufo exasperada.

—No diré nada —me dijo enfurecida—. Pero a cambio debes dejar de hacer esto.

— ¿De hacer qué?

— ¡Esto! ¡Tus malditos arranques de rebeldía! Estoy cansada de ver cómo mi padre impone sus castigos sobre ti. ¡Castigos que tú misma buscas!

— ¿Vas a decirme que tú también te has dejado manipular por ese sujeto? —le reclame ofendida.

—Por supuesto que no. Tan sólo quiero evitar que él vuelva a hacerte daño.

— ¿A cambio se qué, Jackie? ¿De permitir que él termine por destruir todo lo que hay dentro de mí? Si es eso a lo que te refieres, entonces no quiero tu silencio. No quiero tener que agachar la cabeza mientras pueda evitar hacerlo.

—Lo entenderás cuando tu madre y tu hermana estén muertas a causa de tu insolencia.

—Prefiero eso a convertirme en lo que tú eres. Un títere sin individualidad que piensa que la sumisión es la clave de la supervivencia. Una zorra que al parecer le ha encontrado el gusto a fornicar con su propio padre.

Me abofeteó con tal fuerza que escupí un poco de sangre. Ya bastante enfurecida, devolví el golpe e hice sangrar su nariz. Herida y furiosa, ella me dirigió las últimas palabras que escucharía de ella en mucho tiempo.

—Si eso es lo quieres, bien. Dejaré de cuidar tu inmundo trasero. Y espero que mi padre finalmente haga contigo lo que debió hacer desde un principio, para que te reúnas con el pobre diablo que tenías por padre.

Con un nudo creciendo en mi garganta, arranqué de mi cuello ese collar que Jackie me obsequió tiempo atrás. Se lo lancé con fiereza y respondí:

—Creí que estaríamos juntas por siempre, pero me equivoqué. Eres una traidora.

Dicho aquello, di media vuelta y me alejé. Y mientras caminaba, acepté mi destino. Perdí al amor de mi vida y a mi mejor amiga en todo el mundo... Teniendo sólo diecinueve años.

— ¿Y qué paso entonces?

—Bueno, Jackie me delató con su padre y eso me hizo acreedora a una buena golpiza. Jackie se mudó al piso de su hermano al día siguiente, dejando el apartamento bajo mi cuidado. Y jamás volvimos a dirigirnos siquiera la mirada... A veces el orgullo femenino es nuestro peor enemigo. Destruye uniones que parecen inquebrantables.

—Jackie solo intentaba protegerte.

—Lo sé. Y en ese momento también lo sabía.

—Entonces, ¿por qué reaccionaste así?

—Porque las palabras de Lawrence seguían presentes en mi cabeza. No podía permitir que R siguiera destruyendo mi espíritu. Al final, es eso lo que define lo que eres. Y cuando lo pierdes, te conviertes en menos que nada.

—Pero, Jackie...

—No la culpo de nada. Tan sólo teníamos opiniones diferentes... Esas mismas diferencias fueron las que terminaron por hacer que ella realmente me odiara.

— ¿Qué?

—Tras ese incidente, R se dio cuenta de que había algo en mí que él necesitaba tener al frente de sus filas. Mi espíritu indomable, si quieres llamarlo así. Por esa y otras razones fue que yo me convertí en una de los Ocho Líderes. Un puesto que Jackie jamás aspiraría a tener. 


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