Capítulo XCIII

¡Hey, hola! Voy a anunciar a los ganadores del concurso pasado. Y no, hoy no hay excusas. Desaparecí... ¡y lo haría de nuevo!

1) Para que CINCO PERSONAS ganen CINCO PUNTOS, en la sección de comentarios díganme: ¿Por qué creen que Perla pudo sujetar la Pokebola de Diamond?

2) Para que las CINCO PRIMERAS PERSONAS que me envíen la respuesta por mensaje privado ganen TRES PUNTOS: ¿Cuáles son los Pokemon de Perla?

3) Para que SIETE PERSONAS ganen CUATRO PUNTOS, en los comentarios digan: ¿Cuáles son tres momentos en los que Diamond demuestra su cariño hacia Perla?

4) Para que las primeras TRES PERSONAS que me envíen la respuesta por mensaje privado ganen DOS PUNTOS: ¿Qué comida es la que Perla pide cuando está en el hotel en Phoenix?

5) Para que CUATRO PERSONAS ganen OCHO PUNTOS, digan en los comentarios: ¿Cuáles son cinco momentos en los que Perla demuestra todo su valor e imprudencia, a lo largo de la saga?

GANADORES

@AndreaNoSeraph

@Sue167

@sheylavigneperegrin

@MusicGamerL

MARCADOR

@Sue167: 107 PUNTOS *Pasa a la semifinal*

@sheylavigneperegrin: 106 PUNTOS *Pasa a la semifinal*

@AndreaNoSeraph: 87 PUNTOS

@Kiriatheblackpanther: 54 PUNTOS

@Sannti1: 48 PUNTOS

@Lucario37: 44 PUNTOS

@VadaLedesma: 16 PUNTOS

@Adry19ana: 12 PUNTOS

@SMIpoked: 10 PUNTOS

@Otaku110: 11 PUNTOS

@Rayxer: 10 PUNTOS

@irvin-eevee12_otaku: 8 PUNTOS

@Kevpstar: 7 PUNTOS

@MusicGamerL: 5 PUNTOS

El reto de fin de semana, para que tres personas ganen diez puntos es el siguiente:

.:: Dibujar a Diamond. ::.

Pero, ¿qué van a dibujar? La descripción es la siguiente. Diamond es un gato siamés de color azul, con dos colas que en cada una lleva un diamante. Tiene pelo un poco más largo en la punta de las orejas. Y eso es todo lo que les voy a decir, ¡el resto deben de ustedes! Recuerden que los dibujos los recibiré por Facebook (Alison Oropeza), Twitter (@Alison_Oropeza) e Instagram (alisonoropeza). Si van a enviar el dibujo por Instagram, no me lo manden por DM. Súbanlo y etiquétenme en la foto :D El límite para enviarlo es el viernes 23 de octubre, a las 2:00pm (hora de México). ¡Mucha suerte a todos y que disfruten el capítulo!

—Por un instante creí que todo estaría bien, que podríamos escapar de todo, pero estaba muy equivocada...

—Apuesto a que habría sido maravilloso vivir con tus amigos en un apartamento.

—Lo fue, al principio. Pero sólo pasaron un par de meses antes de que R decidiera echar manos al asunto.

— ¿A qué te refieres?

—Bueno... Él y yo teníamos un asunto pendiente.

Por un instante creí que todo estaría bien, que podríamos escapar de todo, pero estaba muy equivocada. Y es que cualquiera habría sido optimista teniendo un apartamento para nosotros, nuestro propio espacio y nuestra propia libertad. Encontramos incluso un gimnasio perfectamente equipado para no abandonar nuestro entrenamiento. Imagina que era un sitio tan grande que incluso Lugia podía estirar sus alas siempre que íbamos a ejercitarnos. Por supuesto, Jackie era la única capaz de conseguir pagar la renta de nuestro piso. Devon hizo una mañana un comentario acerca de que podíamos pedir un poco de ayuda extra a la señora Roosevelt mientras nosotros conseguíamos un empleo de medio tiempo, pero Jackie se negó y pronto comenzó a dar evasivas siempre que hablábamos de su madre. Tiempo después lo supimos. Y puede ser que te parezca algo ilógico, simple y que quieras más explicaciones. Pero no puedo dártelas. Yo no lo viví. Sólo sé que ella murió. Así de simple. Pero eso pasa con todos, ¿no es así? Algún día hemos de morir y simplemente desapareceremos.

Jackie lo tomaba mejor de lo que Devon y yo hubiésemos esperado. A decir verdad, parecía que ni siquiera le importaba. Pero así era Jackie Roosevelt. Ella acataba perfectamente la regla primordial de la Elite: Ser una máquina fría sin corazón y sin sentimientos. Pero seguía siendo mi mejor amiga. Y todo parecía estar bien.

Poco a poco logramos llevar una vida más o menos decente. Devon y yo compartíamos la habitación y déjame decirte que nada me hacía más feliz que despertar a su lado todos los días. Nuestra relación pronto llegó a un nivel un tanto más alto, en el que Devon solía hacer comentarios como:

—Cuando tengamos hijos, los llevaré a Canadá de vacaciones.

Con Devon nunca podías tomar en serio todo lo que decía. Parcialmente podía ser posible, pero no del todo. Escucharlo hablar de esos temas siendo tan jóvenes me hizo pensar que quería llevar nuestro noviazgo un poco más lento.

Pero no podía.

Dicen que el amor a nuestra edad es como los fósforos. Arde con tanta facilidad que no deja rastro.

La libertad me sentaba demasiado bien. A mí y a Ivysaur, quien nunca pudo sentirse tan pleno comiendo a reventar todas las golosinas que quisiera. Y aunque yo intenté hacerlo, tan acostumbrada estaba a la estricta dieta de mi madre cuando comí hamburguesas durante tres días consecutivos, terminé con un dolor de estómago que me atormentó durante dos semanas. Nuestro entrenamiento seguía dando frutos, así que podía pecar de vez en cuando para saciar a mi estómago.

Número Tres nos mantenía constantemente vigilados, llamándonos y enviándonos algunos paquetes con cosas que podrían sernos de utilidad. Entre todo eso, nos envió un ordenador de última generación. Recuerdo bien que en la nota ponía que ese modelo de ordenador era experimental, recientemente diseñado por el señor Williams. Lo instalamos con ayuda del manual y de asistencia técnica, para tener la oportunidad de hacer videollamadas con imágenes holográficas. Era divertido pasar las noches cenando en compañía de los Williams, aunque podíamos atravesarlos si necesitábamos pasar justamente por donde la imagen estaba transmitiéndose.

Y luego de la cena, llegaba el momento de ir a dormir. Entre los brazos de Devon, donde todos los sueños parecían poder ser realidad.

Pero cuando eres parte de la Elite, no puedes ser feliz. Parece que las sonrisas y la superación personal van en contra de sus reglas.

Especialmente cuando tienes una deuda pendiente con el mando superior de la organización más cruel del mundo.

Sucedió aquella mañana mientras tomábamos el desayuno. Jackie se había levantado para servir un poco más de café. Mientras esperábamos, Devon cortó un trozo de omelette para luego pedirme que abriera la boca. Yo lo hice y él me dio el bocado, para luego besar mi mejilla. Jackie volvió entonces, con una cafetera en la mano y el móvil en la otra. Su entrecejo fruncido y su expresión ensombrecida hablaban por sí mismas.

— ¿Qué es? —preguntó Devon con recelo.

Jackie dejó salir un triste suspiro.

—Mi padre quiere vernos —anunció.

Fue como si toda la atmósfera de felicidad se hubiese esfumado.

Recuerdo bien que Devon sujetó mi mano con fuerza y no la soltó en ningún momento.

En ningún momento.

Un aerodeslizador nos trasladó hacia la guarida de la Elite, un sitio conocido como La Sede donde la crema y nata del mundo Pokemon solía convivir. Y hacer sus trabajos. Lo segundo más que lo primero. Aterrizamos y fuimos escoltados por un grupo de Entrenadores ataviados con abrigos negros y gafas oscuras. Fuimos trasladados hasta un largo pasillo donde únicamente había dos puertas. Una, la que atravesamos. Y la otra, que era vigilada por tres sujetos armados.

Me detuve en seco cuando me di cuenta de que nos acercábamos a algo abrumadoramente grande y peligroso, pues abundaban las camillas donde yacían algunos cuerpos cubiertos con sábanas blancas. Sólo podíamos ver alguna mano o algún pie que no hubiese sido totalmente cubierto. Mi corazón se aceleró de golpe, especialmente cuando vi que Max ya se encontraba ahí. De pie frente a una de las camillas y actuando como si allí nunca hubiese estado un cadáver en primer lugar.

— ¡Chicos!

Nos giramos al escuchar la voz de Lindsey. Ella iba también escoltada por un par de sujetos que no le quitaban la vista de encima. Hubo abrazos más forzados que reales. Devon de pronto se encontraba ausente, sin poder dejar de mirar una de las camillas bajo de la cual sobresalía una mano femenina, blanca y ensangrentada. Él avanzó a toda velocidad hasta ese sitio. Levantó la sábana blanca y retrocedió soltando un juramento.

Yo también me quedé sin habla,

La persona que ocupaba la camilla era Lilly Lawler. La causa de la muerte era desconocida. Tenía sus ojos cerrados, los labios entreabiertos y su boca no dejaba de sangrar.

— ¿De qué mierda se trata todo esto? —exigí saber mirando a Jackie.

Ella se encogió de hombros, pero estaba casi tan perturbada como nosotros.

Devon tuvo que cubrir de nuevo el rostro de Lilly para evitar seguir mirándola, pero la incomodidad ya era imposible de eludir. Especialmente cuando Max nos miraba penetrantemente, como si hubiese querido transmitirnos algo. Decirnos algo. Advertirnos.

La puerta vigilada se abrió de golpe, dejando salir a un grupo de paramédicos que empujaban las camillas donde eran trasladados los cuerpos de otros Entrenadores muertos. Uno de ellos, alguien a quien distinguí perfectamente como mi prima Zoey, miembro de la Elite desde mucho antes de que yo siquiera hubiese considerado la idea de unirme. Y allí estaba, en una camilla y con el lado izquierdo de la cabeza herido, totalmente ensangrentado. Al darse cuenta de que yo me había alterado, Devon se colocó frente a mí para ensangrentado impedir que yo siguiera viendo lo que ocurría. Él intentó abrazarme, pero yo lo impedí. Miré alrededor, intentando buscar los ojos de Número Tres para sentirme un poco mejor. Pero ella no estaba ahí y los cuerpos seguían siendo retirados. Quince camillas se unieron a las otras, causando que el resto de nosotros comenzáramos a sentirnos al borde de un ataque de pánico.

La voz de R, saliendo de los altavoces de las paredes, nos sobresaltó a todos.

Bienvenidos —nos dijo—. Estoy seguro de que ustedes se estarán preguntando la razón por la que los hemos llamado hoy. Quiero que sepan, para empezar, que no corren ningún peligro. Una vez que hayan entrado a esa otra habitación, todas las dudas serán resueltas. Ustedes tendrán que entrar en cuanto escuchen sus nombres. Quince de ustedes tendrán que cumplir con una pequeña y nada importante misión en ese lugar. De nuevo les digo que no tienen nada que temer.

Supe que era una completa mentira.

Él procedió a nombrar a quienes debían entrar a la habitación. Entre ellos, Lindsey. Ella apenas pudo reaccionar, pues dos sujetos que usaban gafas oscuras la tomaron por los brazos para obligarla a entrar a esa habitación. Jackie retrocedió aterrada y miró con recelo a Max, quien se limitó a encogerse de hombros. Mi corazón se detenía cada vez que ese cerdo mencionaba un nombre que comenzaba con la letra S. Pero la sensación fue mucho peor cuando el muy maldito anunció:

Devon Paltrow.

Supe que había gato encerrado cuando Jackie y Max, tras intercambiar una mirada de complicidad, se acercaron a mí para tomarme por los hombros con delicadeza. Me apartaron de Devon, quien luchaba a su vez contra los dos sujetos que intentaban obligarlo a entrar a la habitación. Ambos nos liberamos a punta de forcejeos y nos fundimos en un fuerte abrazo. Él intentaba consolarme y yo no quería dejarlo ir.

—Devon, no entres ahí —le dije en voz baja cuando nos separaos para mirarnos de frente—. Algo en todo esto está muy mal. No quiero que te lastimen.

Él sólo acarició mi mejilla y sonrió.

—Todo estará bien —me prometió—. No temas.

—Devon...

—Sonríe —dijo él, aunque su sonrisa estaba ausente—. Volveré pronto, ¿de acuerdo?

—No será así. ¿No te das cuenta de que algo extraño está pasando?

—Volveré —repitió con firmeza—. Te lo prometo.

Besó mis labios con delicadeza y siguió a los sujetos que lo condujeron al interior de la habitación.

Esa fue la última vez que lo vi con vida.

— ¿¡Qué!?

—Mierda.

— ¡No! ¡No puede ser! ¡Me niego!

—Estas cosas pasan...

— ¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡No voy a escucharlo!!

—Entonces, ¿no quieres saberlo?

—Bueno... Sí... ¡Pero no quiero! ¡Me niego!


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