Capítulo LXXXIX
¡Hey, hola! Voy a anunciar a los ganadores del concurso del miércoles. La pregunta que hice, para que CUATRO PERSONAS consigan CINCO PUNTOS, fue:
.:: ¿Qué habría pasado con los hermanos Roosevelt si Jackie no hubiese tenido el apoyo de sus amigos para superar todas las atrocidades que su padre le hizo pasar? ::.
GANADORES
@sheylavigneperegrin
@Sue167
@MyFriesTriedToKillMe
-Punto perdido. Dos palabras no bastan :D-
MARCADOR
@sheylavigneperegrin: 88 PUNTOS
@Sue167: 87 PUNTOS
@MyFriesTriedToKillMe: 56 PUNTOS
@Kiriatheblackpanther: 54 PUNTOS
@Sannti1: 48 PUNTOS
@Lucario37: 44 PUNTOS
@VadaLedesma: 16 PUNTOS
@Adry19ana: 12 PUNTOS
@SMIpoked: 10 PUNTOS
@Otaku110: 11 PUNTOS
@Rayxer: 10 PUNTOS
@irvin-eevee12_otaku: 8 PUNTOS
@Kevpstar: 7 PUNTOS
Y como ya es viernes y me gusta hacerlos sufrir, es hora de una pregunta engañosa. Ya todos sabemos que el jefe de la Elite simple y llanamente está enfermo. Pero todo tiene una razón de ser. El hecho de que intentase violar a Perla no necesariamente quiere decir que la quería como objeto sexual. De hecho, hay tres razones por las que quería echarle las manos al cuello a nuestra valiente e inocente protagonista. Por lo tanto, daré OCHO PUNTOS a las CUATRO PERSONAS que en la sección de comentarios me digan:
.:: ¿Cuáles fueron las tres maneras en las que Perla desafió a la Elite ::.
El límite para responder es el lunes 5 de octubre, a las 2:00pm (hora de México). ¡Mucha suerte a todos y que disfruten el capítulo!
—Reunir a Devon con mi madre fue una experiencia terriblemente imposible y arriesgada...
— ¿De qué estás hablando? Después de todo lo que viviste, ¿qué tan difícil podía ser llevar a tu novio a tu casa?
— ¿Cómo habría reaccionado tu madre si tú lo hubieras hecho?
—Bueno, yo...
—Exactamente. Si no sabes nada sobre chicos, será mejor que no hables.
— ¡Pero sí sé sobre chicos! Sé... Sé algunas cosas... No soy experta, pero...
—Oh, cierra la boca.
Reunir a Devon con mi madre fue una experiencia terriblemente imposible y arriesgada. A eso hay que sumarle el hecho de que aún estaba un tanto nerviosa por la idea de que Sheryl fuese una potencial recluta para la Elite. En cuanto llegué a casa, buscando un poco de valor para ir a la habitación de mi madre y darle la gran noticia de que tendríamos visitas esa noche, me dejé caer en uno de los sofás y cubrí mi rostro con las manos durante un instante. Sentí al instante la nariz de Vaporeon buscando colarse entre mis manos, así como escuché la voz de mi hermana diciendo:
—Ven aquí, Vaporeon. Ella te contagiará la peste.
Me incorporé al instante. Vaporeon acudió al llamado de mi hermana, quien mantenía la mirada fija en uno de sus malditos libros. En aquella ocasión estaba leyendo algo acerca de cómo domesticar a un Pokemon agresivo. Iba aún vestida aún con sus ropas de entrenamiento.
—Te agradecería que subieras a cambiarte de ropa —le dije un tanto disgustada, pues al parecer me enfurecía mucho verla todo el tiempo leyendo o entrenando y dando una mala impresión a mis conocidos—. Hoy tendremos visitas. —Silencio. Ella pasó la página de su libro—. Devon vendrá a cenar. —Más silencio. Sheryl sólo bajó una mano para acariciar la cabeza de Dewgong que dormitaba a sus pies—. ¿Estás escuchándome?
—Sí. Y quisiera no hacerlo.
Me sentí ofendida al instante.
—Devon lo ha estado pasando muy mal desde que su hermana desapareció. Quiero ayudarlo a pasar un buen rato, con nosotras. ¿Crees que pueda contar contigo?
—No. Lo que a tu novio le haya sucedido no es de mi incumbencia. Si tanto quiere encontrar a su hermana, podría mover su trasero en lugar de simplemente repartir esos volantes que incluso Número Tres nos ha dado durante nuestras clases. Seamos sinceras, Skyler. ¿En verdad crees que esa niña aún sigue con vida? Por mí, podría estar muerta.
—Eres una...
—Si quieres un verdadero consejo, hermana, te sugeriría que te preocupes más por la forma en la que reaccionará mamá. Podría ser que hoy mismo termine ese maldito romance de una vez por todas. Y cuando eso suceda entenderás que pusiste tanto empeño en agradarle a un chico sin querer aceptar que jamás podrás ser feliz con él.
Se levantó y se retiró sin decir más.
Y yo, acostumbrada a sus desplantes, simplemente lo dejé pasar.
Decidí tomarme mi tiempo antes de decírselo a mi madre, pues no podía encontrar las palabras adecuadas. Opté por ir primero a ducharme y a buscar las mejores ropas que hubiera en mi armario, todo con tal de hacer que fuera una velada inolvidable para Devon. Recuerdo bien que elegí un par de jeans de color negro, una camiseta a juego y un par de accesorios más para lograr ese toque especial. Le di un baño breve a Ivysaur, diciendo:
—Hoy vendrá Sylveon a casa, debes verte bien.
Jamás vi a mi Pokemon tan emocionado.
Bajé a la cocina cuando finalmente recibí un mensaje de Devon en el que decía que llegaría pronto. Me armé de valor cuando atravesé el umbral y vi a los Pokemon de mi madre a través de la ventana. Ella, vestida con sus mejores galas, se encargaba de sacar del horno nuestra cena. Una exquisita lasaña. Su novio, Frank, se encargaba de poner la mesa.
Como dato absolutamente no relevante, tengo que decir que Frank era un hombre atractivo, un poco mayor que mi madre, y un talentoso Entrenador Pokemon. De Tipo Agua, claro.
—Skyler, hace tiempo que no cenabas con nosotros —dijo él para saludarme—. ¿O es que vienes a llevarte tu plato a tu habitación como has estado haciendo durante los últimos tres meses?
Frank llevaba casi cuatro meses cenando con nosotras noche tras noche. Tres veces a la semana pasaba la noche en nuestra casa para irse a la mañana siguiente. Pero él, a pesar de convertirse en una especie de padrastro, jamás contrajo matrimonio con mi madre. Y ella nunca se quitó la sortija de matrimonio que la mantenía unida a mi padre biológico.
—Algo huele delicioso —le dije como respuesta—. Lasaña. ¿Has convencido a mi madre para que nos dé un poco de carne?
—No hay nada que no pueda hacer —me dijo él con un guiño—. Tu hermana y tú son demasiado delgadas. En extremo. ¡Necesitan proteínas!
—El entrenamiento nos obliga a ser así —le dije entre risas—. Es fácil para ti quejarte. Nunca tuviste profesores tan sádicos.
—Academia militar, Skyler —dijo él soltando una carcajada—. Son ustedes quienes no tienen idea. ¿Quieres ayudarme a terminar de poner la mesa? Me parece que los cuatro puestos ya están casi listos, sólo hace falta...
—En realidad, necesito que prepares otro lugar en la mesa —le dije, siendo atacada por un repentino lapsus nervioso.
— ¿Viene la chica Roosevelt a cenar? —preguntó mi madre con indiferencia mientras Frank se encargaba de preparar el quinto lugar.
Tomé un poco de aire y respondí.
—No. Es Devon quien cenará con nosotros.
Y, quizá por la presencia de Frank, mi madre simplemente clavó con violencia un cuchillo en una tabla de madera, antes de tomar la bandeja de lasaña para llevarla al comedor y decir:
—Espero que no sea alérgico a ninguno de los condimentos. No queremos que le suceda nada malo, ¿cierto?
No supe si reír o angustiarme por los pensamientos homicidas de mi madre, pero vaya que me sentí agradecida.
Alguien llamó a la puerta entonces. Ivysaur corrió cual bólido en esa dirección, pues al parecer había detectado el aroma natural de Sylveon. Yo acicalé un poco mi cabello y dije, con nerviosismo:
—Debe ser él. Por favor, sean amables.
Mi madre hizo evidente su molestia cortando con especial violencia el primer trozo de lasaña. Frank tan sólo rió y besó la mejilla de mi madre.
Me dirigí velozmente hacia la puerta principal y, tras tomar un profundo respiro, tomé la cerradura para abrir.
Devon, vestido con ese estilo elegantemente desaliñado, estaba ahí. Sylveon e Ivysaur se saludaron emocionados y comenzaron a correr en círculos. Sylveon lucía un pañuelo de color negro alrededor de su cuello, que le daba un aspecto de rudeza que chocaba con su naturaleza adorable. Devon sonrió y yo, obedeciendo a mis impulsos, me acerqué a él para besar sus labios con delicadeza. Él me tomó por la cintura y sonrió cuando nuestros labios aún estaban unidos.
—Estás hermosa, como siempre —me dijo cuando al fin nos separamos—. ¿Me veo bien? Quiero dar una buena impresión a tu madre.
—Sólo di que no crees que nuestra relación vaya a ningún lado y te amará, te lo aseguro.
Él rió.
Mi plan parecía estar dando resultado.
Lo tomé de la mano y entrelazamos nuestros dedos para entrar a la casa. Lo conduje hacia el comedor y comencé con las presentaciones.
—Mamá —dije—. Él es Devon.
Ella se giró y miró a Devon con toda la frialdad que fue capaz de reunir en sus ojos azules. Pero cuando Devon sintió su desprecio, su actitud amigable e irresistible salió a la superficie a través de su nueva fachada fría e indiferente.
—Es un placer conocerla finalmente, señora Crown —dijo él, tomando la mano de mi madre y besando sus nudillos en un arranque de galantería—. Soy Devon Paltrow, el novio de Skyler.
Ella retiró su mano con violencia y decidió darle la espalda a Devon.
—Siéntense —dijo cuando ocupó su propio asiento—. La cena se enfría. —Y entonces, sin levantarse de la mesa, exclamó—: ¡Sheryl! ¡A cenar!
Devon frunció el entrecejo, quizá detectando el desprecio implícito que mi madre depositó en aquella exclamación. Cuando apartó mi silla para que yo ocupara primero mi asiento, Devon murmuró a mi oído:
— ¿Tu madre siempre es así con tu hermana?
Yo sólo asentí.
Devon esperó a que Sheryl se hiciera presente para retirar también su silla. Pero al darse cuenta de que alguien quería tratarla con amabilidad, Sheryl tomó todas las cosas de su lugar para pasarlas a otro, evitando que Devon pudiese tener un gesto galante hacia ella. Intenté corregir su comportamiento. Ella me dedicó una discreta señal obscena con el dedo medio.
Tengo que admitir que la cena fue incómoda. Para nosotros, al menos. Sylveon e Ivysaur estaban demasiado ocupados recuperando el tiempo perdido. Mi madre, al cabo de un rato, fue quien comenzó con el interrogatorio. Sirvió un poco de agua mineral en su vaso y dijo, mirando a Devon con indiferencia:
— ¿A qué se dedican tus padres, niño?
—Son Entrenadores, señora Crown —respondió Devon—. Tenemos un gimnasio en casa, similar al que tienen ustedes. Si no es mucho pedir, quisiera conocerlo algún día. He escuchado que es impresionante.
— ¿Eres un Entrenador también? —continuó mi madre, ignorando olímpicamente lo que Devon había dicho.
Él asintió.
—Lo soy desde que era un niño.
— ¿Cuál fue tu primer Pokemon?
—Un Eevee.
— ¿Lo evolucionaste en Vaporeon?
—No. Es un Sylveon, en realidad. Pero es muy fuerte, muy valiente. Le tengo mucho cariño.
—Devon siempre ha sido uno de los mejores de la clase —intervine—. Sabe desempeñarse muy bien en todo lo que hace. Además, tiene grandes conocimientos sobre supervivencia y primeros auxilios.
— ¿Tus padres tienen una buena situación económica? —Siguió mi madre—. Tendrás que comprender que nosotros, la familia Crown, no vamos a mantener a ningún vividor.
Incómoda, me removí en mi asiento.
Sheryl esbozó una sonrisa cruel.
Frank sólo se mantenía en silencio.
Devon le dirigió a mi madre una auténtica mirada de ira.
—Aunque no fuera así, puedo buscar un empleo —se defendió él.
—En ese caso, supongo que te habrás interesado en mi hija por su apellido.
—De ser así, habría preferido salir con Jacqueline Roosevelt, ¿no cree?
Era como si un espíritu malvado, cruel, despiadado y frío hubiese entrado en el cuerpo de Devon. Maldad patrocinada por la Elite, pensé. Era extraño verlo actuar así. Incluso yo me sentía ligeramente aterrada.
A mi madre no le gustó nada recibir ese tipo de respuesta.
— ¿Qué edad tienes, Paltrow?
—Pronto cumpliré diecisiete años.
—En ese caso, no tienes la madurez para desear algo realmente serio. Eso me tranquiliza un poco.
Devon rió por lo bajo.
—Tiene razón, señora Crown —dijo él, despidiendo de pronto ese aire confianzudo y amigable que siempre lo había caracterizado—. Hay muchas cosas de las que nunca estaré seguro. A mis diecisiete años me arrepiento de haber hecho, y de no haber hecho, muchas cosas. Pero haber conocido a su hija es algo de lo que jamás podré sentirme arrepentido. Ella es muy especial para mí.
—Skyler necesita concentrarse en su entrenamiento.
—Skyler necesita un respiro —dijo él despreocupado—. Ella es una chica muy talentosa y muy valiente. Creo que usted la subestima.
—Lo que yo creo es que tú no eres más que un oportunista.
Frank se aclaró la garganta entonces para hacerse notar.
—Jessie, querida —le dijo a mi madre, tomándola de la mano para llamar su atención—. Por una vez, no seas tan dura con tus hijas. Mira a Skyler. Se ha esforzado mucho para hacer que te sientas orgullosa de ella.
—Frank, no te metas en esto —le espetó ella—. Y a ti te lo advierto, jovencito —continuó señalando a Devon con un tenedor—, que no permitiré que interfieras. La única prioridad de mi hija es la de ser la mejor Entrenadora Pokemon del mundo. ¿Entiendes eso?
Y Devon, tomando mi mano enfrente de mi madre, asintió y respondió:
—Le aseguro, señora Crown, que esa es mi única intención. Ayudar a su hija a alcanzar todos sus sueños y luchar a su lado para conseguirlos juntos.
Increíblemente, eso bastó para hacer que mi madre cerrara la boca. Por un momento, al menos. Comimos el postre en paz, que consistió en una rebanada de pastel de zanahoria.
La lasaña, por cierto, fue un manjar.
Al terminar la cena, Devon sugirió que fuéramos a dar un paseo. Yo accedí, sin importar que mi madre se negara en vista de que ya había anochecido. Salimos con Ivysaur y Sylveon al jardín, en donde mi hermana ya había ocupado su lugar habitual para jugar con sus Pokemon. Aún estaban todos satisfechos por la comida, así que sólo jugaban y se dejaban caer en el césped. Ella había encendido los rociadores, pues le encantaba estar siempre cerca del agua. Eso es algo que jamás pude entender, a decir verdad. Mi hermana adoraba el agua, pero jamás entrenaba dentro de nuestro gimnasio que estaba lleno de piscinas.
Sea como fuere, recuerdo que Devon me tomó por la cintura y miró igualmente a mi hermana, diciendo:
— ¿Ella siempre es así?
—Es muy huraña —le respondí—. Creo que no le gusta la gente.
— ¿Te importa si voy con ella?
Me encogí de hombros y simplemente lo dejé ir en dirección a mi hermana, quien en ese momento luchaba para abrir una bolsa de frituras. A expensas de mi madre, claro. Devon se colocó en cuclillas frente a ella y dijo, esbozando esa sonrisa carismática que chocaba con su aspecto ligeramente siniestro que aparentemente sólo yo podía notar:
— ¿Me permites?
Mi hermana, tomada por sorpresa, miró a Devon con incredulidad y no opuso resistencia cuando él tomó la bolsa de frituras para abrirla. Se la entregó de vuelta y ella la tomó con ambas manos, mirando a Devon con incredulidad y con los labios ligeramente separados a causa de la impresión.
—Cuando no tienes esa cara dura, eres realmente hermosa —le dijo Devon—. Disfruta tus frituras.
Se alejó de ella. Sorprendentemente, Sheryl se levantó y dio un par de pasos hacia él para decir con timidez:
— ¿Q-quieres una?
Devon se giró y volvió a sonreírle, asintiendo y tomando un par de frituras.
—Gracias —dijo él.
—C-creí que eras un idiota —confesó mi hermana con timidez.
Devon rió.
—Y yo creí que me asesinarías si me acercaba a ti. Creo que ambos nos equivocamos.
Acarició la mejilla de mi hermana y volvió conmigo, dándome una de las frituras y abrazándome por los hombros para seguir con nuestro paseo. Sheryl nos miró durante un instante, para luego volver a centrar su atención en sus Pokemon.
—Tu hermana es linda —me dijo Devon, ya un poco más confianzudo y habiendo dejado de lado su depresión durante un momento—. Es hermosa, físicamente. Y, por dentro, creo que no es lo que todos piensan.
— ¿Por qué lo dices?
—Lo vi en sus ojos justo ahora. Creo... Creo que tu hermana se siente muy sola, ¿sabes?
—Debe ser así. No tiene ningún amigo.
—Pero tiene una hermana mayor.
—No comiences con eso. Sheryl y yo nunca podremos congeniar.
—Sky... Tienes una hermana menor. Es el más grande tesoro que alguien puede tener.
—Lo sería si pudiéramos hablar durante cinco minutos sin que ambas intentemos matarnos o terminemos insultándonos. No es fácil congeniar con alguien que es tan...
— ¿Tan joven?
—Tan... Tan superior a mí. Ella tiene mucho talento, pero siempre está encerrada en su propio mundo. Es como si creyera que no necesita a nadie.
—O quizá necesita a alguien desesperadamente. Los Pokemon pueden ser nuestros mejores amigos, pero... Ellos jamás podrán darnos lo que las demás personas nos dan cuando están con nosotros.
—Supongo que tienes razón...
—Prométeme que intentarás acercarte a tu hermana.
— ¿Qué?
—Hazlo. Promételo.
—Devon...
—Si no lo haces, tendré que besarte.
— ¿Y me besarás aunque lo prometa? —le propuse con una sonrisa.
Él asintió y me besó, sin importarle el hecho de que nuestra promesa no hubiese quedado concretada. Al separarnos, él le dedicó una mirada al gimnasio de mi familia y dijo tras soltar un silbido:
—Sé que tu madre se negó, pero... ¿Crees que podamos entrar?
— ¿Al gimnasio?
—Sí. ¿Podemos?
Asentí y lo llevé ahí.
Esa noche, luego de todo lo que habíamos vivido juntos, Devon y yo... Hicimos el amor.
— ¡¡No puede ser!!
—Maldita sea...
— ¡¡Debes decírmelo!! ¡¡Tengo que saberlo todo!! ¡¡Tienes que...!! ¡¡Skyler, vuelve aquí!! ¡Debes contármelo!
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