Capítulo LXX
—Despertamos a Lilly y decidimos emprender el escape cuando nos dimos cuenta de que nosotros también podíamos estar en riesgo de ser asesinados de esa forma tan cruel...
—Por un momento creí que dejarías a Lilly atrás.
—Por supuesto que no lo habría hecho. En realidad no quería lastimarla. Sólo estaba un poco celosa.
—Devon es encantador.
—Lo sé.
—E irresistible.
—Lo sé... Espera, ¿qué?
Despertamos a Lilly y decidimos emprender el escape cuando nos dimos cuenta de que nosotros también podíamos estar en riesgo de ser asesinados de esa forma tan cruel. Escalar durante la noche fue difícil. Especialmente por las fuertes ventiscas que aparecían de pronto. El aire gélido nos golpeaba sin piedad. Por la noche era mucho más difícil descubrir cuáles eran las rocas más firmes para poder apoyarnos en ellas. El gancho dejó de funcionar muy pronto, pues la fuerza del viento era tal que el gancho se desviaba todo el tiempo. Tuvimos que utilizar nuestras propias manos. Al llegar a una distancia que consideramos segura, nos dispusimos a hacer un recuento de los daños. Nuestras manos habían resultado heridas. Nuestros dedos sangraban y algunas uñas estaban rotas. Y aún a pesar del dolor pensamos que era mejor estar en esas condiciones. Al menos aún estábamos vivos.
— ¡Dana...! ¡Dana estaba...!
Aunque pueda parecer un poco cruel e insensible, debo admitir que me gustó el hecho de que fuera Lilly quien colapsó y no yo. Lilly cayó de rodillas al suelo y se abrazó a sí misma, llorando a cántaros y sin poder completar la más simple oración. Devon acudió en su auxilio inmediatamente. Envolvió a Lilly en un fuerte abrazo y besó su mejilla.
Y volvemos al principio, pensé un tanto disgustada.
— ¿Quién puede ser tan cruel como para hacer algo así...? —logró articular Lilly.
Devon y yo nos limitamos a intercambiar miradas, pues sabíamos bien quién estaba detrás de todo aquello. Por esa misma suposición era que el destino de Jackie y Max no me preocupaba tanto. Ellos no corrían tanto riesgo como nosotros.
—Sabía que algo no estaba bien —dijo Devon mirándome únicamente a mi—. Es un truco sucio. Se deshacen de nosotros como si nuestras vidas no valieran nada.
—Aunque hayamos escapado de ahí, ellos podrán encontrarnos con los localizadores que nos implantaron —le dije—. No podemos ocultarnos. Lo único que nos queda es encontrar una manera de superar la prueba antes de que ellos nos encuentren. Debemos llegar a la cima de esta maldita montaña.
—Número Tres no puede estar detrás de esto, ¿o sí...?
Devon y yo miramos a Lilly en cuanto ella pronunció aquellas palabras. Y ambos negamos con la cabeza como si la vida se nos fuese en ello.
Si había alguien capaz de negarse a asesinar a sus propios estudiantes, era Número Tres.
— ¡No quiero morir! —Exclamó Lilly—. ¡Esto no debía ser así! ¡No hemos entrenado tanto para morir aquí! ¿Qué hay de quienes hemos recibido la invitación de la Elite? ¡Deberíamos recibir un poco de consideración!
— ¿La Elite también te envió a ti una carta? —Pregunté incrédula y ella asintió—. Pero, ¿por qué? Tú perdiste durante tu batalla en la segunda prueba y jamás has sido excepcionalmente buena.
— ¡Pues gracias por eso! —Se quejó Lilly indignada. Devon rió—. La carta ponía que la Elite está encantada con mi desempeño y con lo mucho que me he comprometido con el entrenamiento.
Devon y yo nos miramos de nuevo; incrédulos y un poco aterrados.
— ¿Has abierto la carta, Lilly? —Le preguntó Devon escéptico.
Ella asintió.
—No soy la única que la recibió —nos dijo—. Dana también tenía una. Toda la clase de Número Uno la recibió igualmente.
—Número Tres nos ha dicho que no debíamos abrir esa carta todavía —le dije con un ligero toque de severidad que transformó mi argumento en una reprimenda—. Devon, Jackie, Max y yo también recibimos la carta.
—No podemos abrirla hasta que estemos listos —secundó Devon.
—Pues yo lo hice —dijo Lilly—. Y ese sujeto, el Jefe de la Elite, prometió que podré tener todo lo que siempre quise si me uno a ellos.
Mi sangre se heló al instante. Tomé a Lilly por los brazos con fuerza para evitar que escapara y le pregunté furtivamente:
— ¿Ese depravado te ha hecho algo?
Ella me apartó de un empujón y retrocedió un par de pasos.
— ¿De qué diablos hablas? —dijo—. ¿Qué mosca te ha picado?
—Tengo que saberlo, Lilly. ¡Dímelo!
—No tengo idea de lo que estás diciendo. ¿Qué pudo haberme hecho él?
—Ese sujeto es un sucio cerdo depravado. ¡Tengo que saber si te ha hecho algo, Lilly!
Pero ella negó con la cabeza.
—No sé a qué te refieres, pero él no es lo que tú piensas —me dijo—. ¡Es un hombre muy amable! Ha llenado a mi familia de obsequios costosos desde que abrí esa carta. ¿Cómo puedes decir algo tan terrible acerca de él? ¿Acaso lo conoces?
—Lo conozco demasiado bien —le dije aún con severidad—. Debes confiar en mí, Lilly. Él no es lo que tú piensas.
—Pues él dijo que tú, que tú y todos los demás, reaccionarían de esta manera —dijo ella—. Él me ha dicho que todos estarán celosos de lo que puedo conseguir con su ayuda.
—Esto no se trata de celos, Lilly —intervino Devon—. Es un tema más serio de lo que imaginas. Sky tiene razón. Ese sujeto es peligroso.
—Por supuesto que no lo es. ¡Ustedes están locos! Él es bueno. Prometió darme todo lo que necesite para cumplir mis sueños. Y cuando sea parte de la Elite...
—Lo único que te espera es tener una vida igual de miserable que la de todos los miembros de la Elite —dije con cierta desesperación—. ¿Es que acaso quieres terminar como Número Seis?
—Ella decidió quitarse la vida —dijo Lilly.
— ¿Eso es lo que tu nuevo amigo te ha dicho? —le espeté—. ¿En realidad has sido tan estúpida como para creerlo?
Ella liberó entonces a uno de sus Pokemon, un Ledyba que parecía demasiado regordete a causa de su traje especial tan ajustado. Yo hice lo mismo, llamando a Bulbasaur para que acudiera al campo de batalla. Devon tuvo que hacer su intervención antes de que Lilly y yo intentásemos estrangularnos.
— ¡Deténganse! —dijo él y me tomó por los hombros para hacerme retroceder—. ¡Provocarán una avalancha si deciden pelear aquí! Y ese sería el menor de nuestros problemas. Intentamos escapar de quienes asesinaron a nuestros compañeros, ¿recuerdan? ¡No es el momento de discutir!
Lilly y yo perdimos la oportunidad de responder cuando escuchamos aquel sonido que se dirigía hacia nosotros. Levantamos las miradas y nos dimos cuenta de que un aerodeslizador iba velozmente hacia el punto donde nosotros nos habíamos detenido.
Lo siguiente que ocurrió fue veloz y lleno de adrenalina.
Devon devolvió a Eevee a su Pokebola y me tomó de la mano para echar a correr. Yo devolví a Bulbasaur a su Pokebola igualmente antes de seguir a Devon. Vi a Lilly alejarse en la dirección contraria en compañía de su Ledyba. Devon y yo tuvimos serios problemas para intentar escapar de la vista del piloto del aerodeslizador, pues no había tiempo de utilizar ese maldito gancho inservible. Saltamos, corrimos, torturamos a nuestras manos escapando otro poco. Conseguimos llegar hacia uno de los barrancos superiores. Devon resbaló al final y yo tuve que sujetarlo con fuerza, pues la palma de su mano estaba tan llena de pequeñas heridas que ya le era imposible seguir utilizándola. Bulbasaur salió de su Pokebola y rodeó el torso de Devon con sus lianas para poder darle un soporte más fuerte que mi fuerza que era casi nula. Al estar sobre tierra firme, Devon retrocedió y yo aproveché para liberar a Ninetales y a Beartic. Ninetales disparó una potente ráfaga de fuego hacia el aerodeslizador y Beartic se encargó de crear una cúpula de hielo grueso que debía servirnos como escudo, además de que bloqueó nuestra visión y sólo pudimos escuchar una explosión a lo lejos. Devolví a mis Pokemon a sus Pokebolas y miré a Devon angustiada. En ese momento sólo podía pensar en Lilly.
—Vámonos —dijo Devon y me tomó de nuevo por la mano.
Ni bien dimos un paso, una persona me tomó por los hombros y me separó de Devon. Él se giró y se preparó para golpear a quien me había capturado. Mi captor me arrastraba hacia el interior de una cueva y yo estaba al borde de un ataque de pánico. Vi a una silueta surgir detrás de Devon e intenté alertarlo, pero mi captor colocó un trozo de tela sobre mi boca y mi nariz. Un trozo de tela que despedía un aroma dulce. Lo último que vi antes de que mi visión se oscureciera, fue a Devon siendo golpeado en la cabeza por el sujeto que apareció detrás de él. Y lo último que escuché antes de desmayarme, fue a Devon exclamando mi nombre.
— ¡¡No puede ser!! ¡¡Dime que no los asesinaron!! Oh, espera... Eso ha sido estúpido.
—Es lo más estúpido que has dicho.
—Olvídalo. ¿Qué pasó después? ¿Qué le hicieron a Devon? ¿Eran los mismos sujetos del aerodeslizador? ¿Qué pasó con Lilly?
—Esas son demasiadas preguntas.
— ¡¡Tengo que saberlo!!
—Bien, bien. Debes estar tranquila. No ocurrió nada lamentable... O, al menos, no inmediatamente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top