Capítulo LXIV

¡Hey, hola!

Antes de pasar al capítulo, les dejo una pregunta que quiero que respondan en los comentarios porque creo que podría ser divertido. No recuerdo quién fue quien dejó este comentario en alguno de los capítulos anteriores, pero igual se le dan los respectivos créditos a esa persona. La pregunta es: ¿qué creen ustedes que pasaría en el detrás de cámaras de la Saga Pokemon, si esto fuera una serie o una película? ¡Déjenlo en los comentarios! :D

Eso es todo por ahora, ¡disfruten el capítulo!

 —La primera vez que estuve dentro de un aerodeslizador de la elite, sentí que las mariposas en mi estómago iban a estallar...

—Espera un momento.

— ¿Ahora qué?

—No puedes continuar sólo así.

— ¿A qué te refieres?

—Debes decirme qué ocurrió con la clase de Número Seis, con tu madre, contigo, lo que pasó en el hospital y...

—Bien, bien. La clase de Número Seis pasó a ser responsabilidad de Número Siete y Número Ocho, quienes repartieron a los estudiantes en sus respectivas clases. La despedida que dieron todos a Número Seis fue un tanto deprimente, ya que simplemente desapareció como si jamás hubiese existido. En cuanto a mí, tuve que esperar a que mi madre decidiera que ya era el tiempo de volver al Instituto. Y lo cierto es que se lo agradecí durante mi vida entera, pues pasar los días en casa era algo totalmente insoportable. Logré recuperarme de mi pequeño desliz y simplemente salí adelante, con ayuda de mis amigos. Y, por supuesto, con ayuda de Número Tres...

Volví justo a tiempo para presentar la prueba final que definiría mi futuro. Tengo que confesar que estaba totalmente aterrada, pues mi estadía en casa me había impedido entrenar de la misma forma que mis compañeros. Con todo, hice cuanto pude para evitar perder la condición física que me ayudaría a superar cualquier dificultad que la prueba pudiese significar.

Por supuesto, mis habilidades no eran nada en comparación a las de Devon, Jackie y Max, pues ellos no habían bajado la intensidad del entrenamiento. A decir verdad, la forma en la que los músculos de Devon y Max habían aparecido, junto con la manera en la que el ejercicio había esculpido el cuerpo de Jackie, me hicieron sentirme derrotada desde el momento en el que tuvimos que abordar el transporte que nos trasladaría a nuestro destino.

El Monte Everest.

Nos trasladaron en aerodeslizadores, uno por cada clase. Cuando el nuestro se puso en marcha, Número Tres nos ordenó que permaneciéramos sentados en nuestros asientos, mientras ella pasaba con cada uno de nosotros para entregarnos la ropa que debíamos utilizar durante la prueba. Se trataba de un conjunto diseñado por la Elite, que tenía la cualidad de transmitir el calor suficiente a nuestros cuerpos para sobrevivir a pesar de que las telas eran demasiado delgadas. Acto seguido, Número Tres nos entregó pequeñas mochilas de color negro que contenían artículos indispensables. Cuerdas, un cuchillo, cinco Pokebolas vacías, un poco de comida enlatada, una caja de fósforos y un kit de primeros auxilios.

Sí, tuvimos que vestirnos allí mismo.

Fue vergonzoso... No es fácil quitarte la ropa cuando estás a un lado de Jackie Roosevelt, cuyas curvas te hacían quedar en ridículo.

Cuando estuvimos totalmente listos, tuvimos que volver a nuestros asientos. Cuando yo ocupé el mío, Devon se inclinó hacia mí y dijo en susurros:

—Ese traje te hace parecer un cadáver. Tu piel parece demasiado blanca.

Me hundí en mi asiento y me hice una nota mental: debía pagar un buen bronceado si lograba sobrevivir a la prueba.

Lo siguiente que tuvimos que hacer fue vestir a nuestros Pokemon con trajes similares a los nuestros. Eevee lucía adorable con su traje, así como Persian lucía imponente y poderoso. Weezing, quien había evolucionado durante mi ausencia, y Bulbasaur lucían como un par de salchichones deformes.

Un imponente miembro de la Elite, que se distinguía por su aura de misterio y sus ropas oscuras, pasó entonces con cada uno de nosotros y nos implantó un rastreador que inyectó en nuestros cuellos. Número Tres iba detrás de él, dándonos un pequeño trozo de algodón que detendría el brote de las gotas de sangre. Ese sujeto aplicaba demasiada fuerza a la hora de implantar los rastreadores. Hizo exactamente lo mismo con nuestros Pokemon y finalmente se apartó, volviendo a un rincón y dándole a Número Tres la oportunidad para comenzar a darnos las instrucciones. Ella, andando tan rápido como sus ya cumplidos ocho meses de embarazo le permitían, se colocó al centro de todos nosotros y presionó un botón en un control remoto para apagar todas las luces y encender las imágenes holográficas que nos mostraron un plano de nuestro campo de juegos, como lo llamaba ella. Una gigantesca montaña, rodeada por montañas más pequeñas que eran custodiadas por las torres de vigilancia que me hicieron recordar, con cierta nostalgia, la búsqueda del tesoro.

—El Monte Everest —dijo Número Tres con solemnidad—. Ocho mil ochocientos cincuenta metros de altura. Diez días tendrán que pasar en ese lugar, luchando contra los Pokemon salvajes que encuentren y lidiando contra las inclemencias del clima. Los trajes que están utilizando en estos momentos han sido especialmente diseñados para mantener sus cuerpos en perfectas condiciones. Les permitirán moverse con agilidad, así que no tendrán problema alguno para escalar la montaña.

— ¿Escalar? —preguntó Lilly Lawler, quien también había cambiado tanto que era mucho más delgada de lo que era yo.

—En las mochilas no hay ningún implemento para hacerlo —secundó Max.

Número Tres esbozó una sádica sonrisa y presionó un botón para mostrarnos un acercamiento del punto de partida.

Lo que apareció en la imagen holográfica fue una alargada cabaña que parecía estar abandonada.

—Hay, en total, siete cabañas similares en toda la arena —explicó nuestra sádica profesora—. Todas ellas serán abastecidas cada mañana. Dentro de la primera cabaña encontrarán únicamente cincuenta aditamentos para escalar la montaña. Cada aditamento tiene arneses y cuerdas suficientes para ayudar a cuatro personas. Es necesario que consigan sus cuerdas y arneses, pues el objetivo de la prueba es que durante estos diez días tendrán que llegar a la cima de la montaña para atrapar a alguno de los tres Pokemon exótico que esperan por ustedes.

— ¿Es decir que sólo tres de todos nosotros podrán superar la prueba? —preguntó angustiado uno de mis compañeros.

Número Tres negó con la cabeza.

—Varios aspectos serán evaluados durante estos diez días. Uno de ellos, por supuesto, es atrapar a alguno de los Pokemon exóticos. Pero también evaluaremos sus habilidades de combate y supervivencia. Hay ciento cincuenta estudiantes que tomarán la prueba final. Y de esos ciento cincuenta estudiantes, únicamente veinticinco podrán superarla. Y quiero que ustedes sean parte de ese grupo. ¿Han entendido?

— ¡Sí, Número Tres!

Ella cambió la imagen holográfica, haciendo aparecer a un Pokemon de color verde.

—Rayquaza —dijo Número Tres.

La imagen cambió nuevamente, mostrando a un diminuto y adorable Pokemon de color amarillo.

—Victini —dijo Número Tres.

Y procedió a mostrar al último Pokemon, que era de color blanco y lucía sencillamente imponente.

—Lugia.

Me di cuenta entonces de que Devon había fruncido el entrecejo. Un mal presentimiento se apoderó de mí, especialmente cuando él me dirigió una veloz mirada para comunicarme que algo no estaba bien.

Y ese fue el inicio de una de mis peores pesadillas.

La prueba final y el infierno parecían ser la misma cosa.

— ¿Fue difícil estar ahí?

—Fue muy duro... No tienes idea de las cosas tan terribles que debíamos hacer...

— ¿Qué cosas?

— ¿Recuerdas que sólo veinticinco de nosotros podían superar la prueba?

—Sí.

—Bueno, imagina qué fue lo que ocurrió con el resto. Sólo imagínalo...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top