Capítulo LVIII
—Devon no se presentó al entrenamiento del día siguiente...
—La culpa la tuviste tú. ¡Debiste decirle que sí querías ser su novia!
—Ya te lo dije, sólo éramos amigos.
— ¡Pero tú misma has dicho que él te gustaba!
—Yo jamás dije eso.
— ¡¡Skyler, vuelve aquí!!
Devon no se presentó al entrenamiento del día siguiente, pero tampoco estuvo totalmente desaparecido. Ni bien desperté, a primera hora para calentar un poco antes de reunirme con Número Tres, me di cuenta de que en mi teléfono había un mensaje de texto por parte de Devon. Eso fue lo que logró arrancarme la primera sonrisa del día.
DÍA 1
SIGO ESPERANDO RESPUESTA
El mensaje adjuntaba un par de caras sonrientes.
Me desperecé, estiré un poco los brazos y cuando me hube llenado de energía, le respondí.
PACIENCIA...
Adjunte una cara sonriente y envié mi mensaje.
Me vestí con mis ropas de entrenamiento, desperté a Bulbasaur y ambos bajamos a la cocina para tomar el desayuno. Mamá ya se encontraba ahí, preparando un batido energético. Ni siquiera me miró cuando pasé a un lado de ella.
Fue un poco extraño el hecho de que ella estuviese fingiendo que yo no existía... Recuerdo que incluso sentí que comenzaba a comprender a mi hermana. Luego de sucedido con Devon, me sentía distinta. Como si pudiese afrontar el mundo entero sin problemas. Era como si por primera vez me sintiera orgullosa de mí misma. Y recordar el tacto de los labios de Devon sobre los míos me hizo sonrojar, así como me hizo dibujar una pequeña sonrisa. Involuntariamente, mis dedos pasaron por encima de mis labios. Era como si fueran distintos, como si algo hubieran cambiado en ellos.
Era un cambio que me encantaba.
—Sabía que esto pasaría eventualmente.
La voz de mi madre me hizo sobresaltar un poco. Ella seguía dándome la espalda, pero su voz severa me hacía pensar que estaba por afrontar otro castigo... El cual yo no estaba dispuesta a cumplir.
—Skyler, ¿has pensado qué pasará con tu futuro?
—Mamá, por favor no comiences con esto.
—Pronto cumplirás catorce años. Estás entrando en una edad muy difícil, ¿sabes?
— ¿En verdad tendremos esta charla ahora?
—Toda tu vida está en juego ahora que has decidido jugar a ser una adulta. ¿Piensas que tienes la madurez suficiente como para tener un novio?
—Por favor, mamá. Devon y yo sólo somos amigos.
—Espero que sepas actuar con madurez cuando todos tus errores terminen por aplastarte.
—Mamá, el mundo no terminará si yo decido tener una cita. No puedes decidir nada que tenga que ver con mi vida privada.
Ella rió con frialdad.
—Estoy muy orgullosa de todo lo que has logrado, Skyler —me dijo con un tono de voz que incluso hoy no puedo decifrar del todo—. Sabes que no hay nada que me importe más que tú. Lo eres todo para mí. Por eso quiero que entiendas que todo esto estoy haciéndolo por tu propio bien. Eres una niña todavía. No estás lista para tener relaciones personales con nadie, ¿me entiendes? Debes madurar y entender que no siempre puedes obtener todo lo que quieres. Todo tiene un momento y un...
— ¿Y cuándo será ese momento, mamá? ¿Cuál es la edad apropiada para tener amigos, según tu lógica? No quiero estar encerrada en esta casa para siempre.
—Podemos salir más, ¿qué te parece eso? Sólo tú y yo. Ir de compras, podríamos ir a un parque de diversiones o...
— ¿Y ser una persona cuyo único contacto con el exterior depende del tiempo que su madre tenga para sacarla a pasear como si fuera una mascota? Mamá, ¿estás escuchando lo que dices?
—Lo único que estoy escuchando es que desde que entrenas con esa mujer, te has vuelto insoportable e irrespetuosa —me espetó ella y finalmente se giró para mirarme—. ¿Tienes al menos una idea de quién es esa mujer?
—Es mi profesora —le respondí un tanto ofendida—. Es una mujer muy fuerte. Una gran Entrenadora. Y es un ejemplo a seguir para mí.
Mi madre rió por lo bajo.
—No tienes idea...
—Los problemas que tú hayas tenido con ella no son razón para mantenerme lejos de la única persona que ha aceptado entrenarme sin importarle que mi Pokemon inicial no haya sido de la especie que ella hubiese querido —le espeté—. ¿Y no has sido tú misma quien me pidió que me relacionara con los hermanos Roosevelt, sin importarte que el padre de ambos haya matado a papá? Siendo así, ¿por qué te molesta que pase tanto tiempo con Número Tres? Quizá pasaría más tiempo contigo sin entendieras que necesito sentirme libre, que necesito tener mi espacio. ¡Que necesito sentirme como una persona normal!
—Ya hemos tenido esta conversación. Y, por tu propio bien, espero que no estés pensando en echar a perder las cosas. Esa mujer ha dicho que tienes la oportunidad de entrar a la Elite. No vas a desperdiciar eso, ¿has entendido?
—Creo que soy yo quien debe decidirlo.
—Tu padre hubiera querido que lo aceptaras. Y yo también.
— ¿Y qué hay de lo que yo quiero, mamá?
No le di la oportunidad de responder. Inmediatamente salí de la cocina en compañía de Bulbasaur, escuchando cómo mi madre me llamaba a gritos para que yo volviera y ella pudiera comenzar con su reprimenda.
Hoy, cuando lo recuerdo, incluso me siento un poco culpable. Sé que mi madre tenía la mente un poco cerrada, pero... La quiero, ¿sabes?
—Y un cuerno. Esa mujer no merece tener hijas como ustedes.
—Eso lo dices porque tú no la conociste.
—Sé lo suficiente acerca de ella. Y después de cómo trató a Sheryl, me alegro de no tener que verle la cara.
—Sí... Supongo que el asunto de Sheryl también afectó demasiado...
Cuando llegué al apartamento de Número Tres, mi enojo ya se había disipado. Era imposible no sentirme alegre cuando tenía un recibimiento tan cálido cada vez que llamaba a la puerta. Así que mientras iba en el ascensor, me sentí como si de pronto los brutales ejercicios que yo estaba por enfrentar fuesen la actividad más divertida del mundo.
Pero todo fue distinto aquella vez.
Me detuve antes de llamar a la puerta, pues la voz del padre de Jackie llegó desde el interior del apartamento. A juzgar por el tono que usaba, debía estar más que furioso.
—Te lo has guardado demasiado bien —dijo él—. ¿En qué momento pensabas decírmelo?
—No tengo porque dejarte entrar a mi vida privada —le respondió Número Tres.
—Por supuesto que tienes que hacerlo. ¿Crees que puedes guardarme secretos? ¿Cómo vamos a trabajar juntos si no eres totalmente honesta? ¿Cuánto tiempo tienes?
—Eso no te importa —insistió ella.
—Por supuesto que me importa. Debiste decírmelo desde un principio. Así podríamos haber resuelto tu problema.
Algo dentro de mí me hizo acercarme tanto como pude a la puerta para no perder ningún detalle de la conversación. Mi corazón se aceleró de repente y el miedo se apoderó de mí. Un mal presentimiento me hizo querer irrumpir de golpe en el apartamento para evitar que la discusión ganara intensidad. De alguna manera, había algo que yo quería evitar que sucediera... Sólo que en ese momento no supe decir con certeza qué era ese algo que me había hecho sentir tanto miedo e inquietud.
—No hay ningún problema que quiera resolver —le espetó Número Tres con violencia—. Todos los demás tienen a sus respectivas familias. Incluido tú.
—Parece que necesitas un buen correctivo que te haga dejar de comportarte de esa manera tan insolente conmigo.
—En verdad te crees muy hombre al decir semejantes estupideces, ¿no es así?
El sonido de un fuerte golpe se hizo escuchar, acompañado por un quejido de Número Tres y un poco de jaleo que me hizo pensar Número Tres había caído al suelo y que el señor Williams estaba intentando auxiliarla. Mi corazón se aceleró mucho más y tuve que cubrir mi boca para evitar que un grito delatara mi presencia.
Número Tres habló de nuevo. De alguna forma, supe que tenía la boca llena de sangre.
—Eres un hijo de...
—Le daré un par de patadas al engendro que tienes dentro si te atreves a abrir la boca una vez más.
—No es necesaria tanta violencia —reclamó el señor Williams—. La condición de ella es delicada.
—Eso puede remediarse —dijo el señor Roosevelt despreocupado—. Dame un par de minutos con esa mujer y me encargaré de todo. Aunque, si decides estorbar, quizá también deba deshacerme de ti.
—No te permitiré que vuelvas a dañar a mi familia —le espetó Número Tres.
De repente comencé a llorar.
Aunque no podía ver con mis propios ojos lo que ocurría, lo que alcanzaba a escuchar fue suficiente para hacerme sentir desesperada.
—En ese caso, haz tu trabajo —dijo ese hombre levantando la voz—. Te lo repetiré por última vez. —Hubo una pausa en la que escuché cómo se rompían un par de cristales. El señor Williams cayó al suelo, lo supe por el quejido que él soltó segundos antes de que un cuerpo cayera al suelo. Y al instante se escuchó también los ruidos que Número Tres hacía al sentir las manos de ese sádico hombre sujetándola por el cuello y cortando su respiración—. Necesito a tres de tus estudiantes. Que sean fuertes. Hábiles. Sabes bien a quiénes me refiero y eres la única que les inspira la confianza suficiente como para obedecer todo lo que tú les digas. Tienes que entregármelos. Es necesario poner a prueba los poderes de esa bestia. Y será mejor que te des prisa. Si tardas más tiempo del que pueda durar mi paciencia, tendrás que despedirte también de ese pedazo de inmundicia que tienes por esposo. Quizá lo único que te falta es un simple correctivo que te haga darte cuenta de que no puedes jugar conmigo.
Y escuché el sonido de un fuerte golpe, seguido por un fuerte grito que Número Tres exclamó. Fue desgarrador. Terrible... Me hizo imaginar demasiadas cosas que me dejaron una terrible sensación de angustia que me robó el aliento.
No pude seguir escuchando más cuando un par de sollozos de Número Tres taladraron mis tímpanos. La puerta del apartamento comenzó a abrirse lentamente y yo eché a correr haica el ascensor. Escapé del complejo de apartamentos y volví a casa para ocultarme en mi habitación.
Nunca supe si ese maldito sujeto se dio cuenta de mi presencia.
—Ese maldito no tiene corazón. ¡Lo detesto!
—También yo.
—Por favor, dime que Número Tres no perdió a su bebé después de eso.
—Supongo que tendrás que esperar para saberlo.
— ¡No! ¡¡Dímelo!!
—Después.
— ¡Skyler, no huyas y dímelo ahora!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top