Capítulo LV
¡Hey, hola! Una pregunta rápida antes de pasar al capítulo. Quienes estén siguiendo Code Xros, quizá ya leyeron que ayer conté mis patoaventuras acerca de cómo se me ocurrió preguntar esto. Pero si no lo saben, simplemente voy al grano: ¿Ustedes le ponen voces a los personajes de esta historia mientras leen? Me encantaría que en los comentarios me dejaran si es así, y qué voces son las que imaginan. No lo sé, voces de anime, de doblaje de películas, ese tipo de cosas. Sería interesante para mí saber cómo suenan mis bebés en sus cabezas (Ok, eso sonó un poco extraño). En fin, eso es todo. Dejen en los comentarios todo lo que quieran decir al respecto :D ¡Qué disfruten el capítulo!
—Sé que te podrá parecer decepcionante e incluso un poco aburrido, pero lo cierto es que no recuerdo nada sobre lo que pasó luego de que me llevaran por la fuerza...
— ¿No recuerdas nada? ¡¿Nada?!
— ¿Vas a dejarme terminar o no?
— ¡Sí! ¡Continúa!
Sé que te podrá parecer decepcionante e incluso un poco aburrido, pero lo cierto es que no recuerdo nada sobre lo que pasó luego de que me llevaran por la fuerza. Lo único que recuerdo con claridad fue haber escuchado a aquella niña decir que iríamos a dar un paseo. Sentí entonces un fuerte golpe en mi cabeza y lo siguiente que recuerdo, fue que abrí los ojos y me encontré dentro de una habitación llena de luz. Estaba aturdida, con el cuerpo adolorido. Mi visión era nublada, sólo podía ver formas difusas. Era mucho peor que cuando no tenía puestas mis gafas. Me incorporé lentamente y llevé ambas manos a mi cabeza, intentando aclarar mis pensamientos. De inmediato, llegó una voz familiar a mis oídos.
Una voz que no creí que no volvería a escuchar jamás.
—Sky, ¿te encuentras bien?
Pestañeé un par de veces hasta que logré aclarar mi visión, llevándome una sorpresa de muerte al darme cuenta de que Jackie se encontraba conmigo.
Estábamos en el salón de la mansión de los Roosevelt.
— ¿Jackie...? —musité en voz baja.
Ella asintió.
—Creí que nunca despertarías —me dijo.
Hablaba con indiferencia, como si no quisiera demostrarme que realmente se había preocupado por mí.
— ¿Qué pasó? —le pregunté.
—Dímelo tú —me dijo ella—. Te encontré inconsciente a dos calles de aquí.
— ¿Qué?
—Paltrow y Número Tres están preocupados por ti —continuó ella, ignorando olímpicamente mi voz—. Iré a decirles que ya has despertado.
— ¿Ellos están aquí?
—Sí. Los llamé en cuanto te traje aquí. Pero ahora que ya has despertado, será mejor que te vayas antes de que mi padre te vea.
—Jackie, aguarda.
Ella me miró, expectante. Yo hice una ligera mueca de dolor cuando me levanté por completo del sofá donde estaba recostada. Me costaba caminar gracias a lo mucho que dolían mis piernas. Cada vez que inhalaba aire, mi pecho y mis costillas lanzaban punzadas de dolor. Incluso hablar era doloroso a causa de los cortes que surcaban mis labios. Avancé hacia ella a paso lento.
—Lamento lo que ocurrió en la competencia —le dije—. No era mi intención hacer sentir como si...
—No hiciste que sintiera nada —dijo ella con exasperación—. Sólo... —Hizo una pausa para tomar un poco de aire. Pasó una mano por su rostro, considerando sus palabras. Me miró de vuelta y finalmente habló, haciéndome sentir un poco aliviada—. Sólo olvídalo, ¿de acuerdo? No quiero que esto interfiera con nuestra amistad.
Yo sólo asentí. Me habría encantado sonreír, pero el dolor en mi rostro lo hacía imposible.
Jackie salió de la habitación y dos segundos después vi entrar a Devon en compañía de Número Tres. Lo primero que hizo Devon fue correr hacia mí y envolverme en un fuerte abrazo. Se apartó de inmediato, al escuchar mis quejas. Él apretaba con demasiada fuerza, haciéndome sentir que mis huesos se partían en mil pedazos. Bulbasaur corrió entonces para reunirse conmigo. Recuerdo que me incliné un poco para levantarlo del suelo. Al tenerlo en mis brazos, él acarició mi mejilla con su nariz. Eevee hizo algo similar. Lamió mis mejillas de la misma forma que habría hecho un cachorro. Número Tres fue la última en acercarse a mí. Ella colocó una mano con delicadeza sobre mi hombro, examinó mi rostro y dijo en voz baja:
—Mira lo que te han hecho. Son cada vez más salvajes.
— ¿De qué habla? —le pregunté—. ¿Qué fue lo que pasó?
— ¿No puedes recordarlo? —Me preguntó ella escéptica—. Eso es extraño. Ellos siempre se aseguran de mantener conscientes a sus víctimas para que el mensaje pueda ser entendido.
— ¿Qué mensaje? —repetí—. Dígame ya mismo lo que está pasando.
—No aquí —intervino Jackie—. Estaré en problemas si mi padre aparece y los encuentra a todos ustedes aquí. Tienen que irse.
— ¿Te das cuenta de que Skyler no puede siquiera moverse? —le respondió Devon enfurecido—. ¿Cómo se supone que nos vayamos ahora?
—Podemos sacarlos de aquí en el auto.
Me sobresaltó escuchar la voz de Max. Sólo en ese momento me di cuenta de que él había estado ahí todo el tiempo, sentado en uno de los sofás y leyendo una revista deportiva. De pronto me sentí un poco vigilada. ¿Qué me aseguraba que el padre de Jackie y Max no estaría cerca de ahí? Todo se ponía cada vez más extraño y yo no podía encontrar ninguna explicación lógica.
—No hace falta, Max —dijo Número Tres con esa firmeza tan propia de ella—. He traído mi propio auto. Nos iremos ahora.
—Pero, Skyler no se ha recuperado —se negó Devon.
—Podrá recuperarse en mi apartamento —aseguró Número Tres—. Ayúdala a llegar a la acera. En el auto podrá recostarse mientras llegamos y le pediré a Ray que espere por nosotros en la recepción del edificio para ayudar a que Skyler llegue al ascensor.
Dicho aquello, Número Tres se giró y emprendió la huída. Avanzaba a paso decidido, casi como si estuviera en una carrera contra el tiempo en la que no podía echar a correr. Devon esperó para escuchar el motor del auto de Número Tres encendiéndose. Max, que también lo había escuchado, bajó su revista y dijo:
—Váyanse ahora. Mi padre no tardará en llegar y si los encuentra aquí, todos estaremos en problemas.
Asentimos. Jackie caminó con nosotros hacia la puerta, colocando una mano sobre mi espalda para darme un poco de apoyo. Devon pasó uno de mis brazos sobre sus hombros para que yo pudiese caminar utilizándolo como soporte. Eevee me daba leves empujones en la parte de atrás de las piernas para hacer su parte del trabajo. Bulbasaur rodeó mi muñeca derecha con una de sus lianas, como si quisiese ayudarme también a llegar a la puerta principal. El dolor que me invadía a cada paso que daba me hacía sentir que había recibido una brutal paliza. Detesté mi repentina laguna mental, pues no podía estar segura de, al menos, haber hecho algo para defenderme.
Jackie se adelantó un par de pasos para abrir la puerta. Me miró con angustia entonces y dijo, con tal sinceridad que me hizo imposible pensar lo contrario:
—Lamento lo que te han hecho, Sky. Debí advertírtelo.
Se apartó para dejarnos pasar a través del umbral de la puerta y yo sólo pude mirarla con el entrecejo fruncido. Ella me había pedido disculpas como si hubiera sido la directa responsable de lo que fuese que hubiera pasado. No pude hacer ninguna pregunta, pues Devon me condujo al exterior. Cuando salimos al pórtico, me di cuenta de que ya había anochecido.
Al parecer, pasé inconsciente la mayor parte de aquel día.
Llegar al apartamento de Número Tres no fue difícil. A decir verdad, el dolor fue desapareciendo poco a poco mientras duraba el trayecto. Cuando entramos a la estancia del apartamento de Número Tres, en el reloj empotrado en la pared vi que eran pasadas las nueve de la noche.
Arcanine se levantó del sofá donde estaba sentado para que yo pudiera tener un poco más de espacio. El señor Williams, luego de asegurarse de que Devon y yo estuviésemos en el sofá, se dirigió de inmediato a la cocina para servir un vaso de agua. Número Tres cerró la puerta a cal y canto, para luego ir con nosotros y mirarnos con fría serenidad durante un par de segundos. Incluso cuando ella parecía estar angustiada lucía imponente e intimidante. Tomó asiento igualmente y encargó de retirar de la mesa de centro los inquietantes documentos que parecían ser su cosa predilecta para una noche de lectura. Por el rabillo del ojo pude ver que en las hojas de papel estaban impresos algunos planos que hablaban sobre algo que en ese momento no me pareció tan inquietante, quizá por la condición en la que estaba y por lo confundida que me sentía. Hablaban sobre las posibles maneras de robotizar el cuerpo de un Ledyba.
El señor Williams se colocó frente a mí. Me ofreció el vaso de agua y una pequeña píldora de color blanco, diciendo con su acento latino:
—Tómala. Desaparece el dolor.
Eso hice. Tomé la píldora y bebí el agua de un solo trago. El señor Williams se retiró de nuevo hacia la cocina y volvió al cabo de un par de segundos, acarreando una bandeja con comida. Mientras él nos entregaba los tazones con sopa de fideos con pollo, Número Tres dijo:
—Será mejor que coman algo. Ha sido un día demasiado largo y no es bueno que tengan el estómago vacío.
Acepté la cena, que olía delicioso, pues de pronto me sentí terriblemente hambrienta.
Al terminar de repartir la comida, el señor Williams se llevó los inquietantes documentos a su escritorio y comenzó a trabajar en silencio, como ya era su costumbre.
El primer bocado de los fideos me hizo pensar que hacía tiempo que no probaba algo tan delicioso.
—La píldora que has tomado ha sido diseñada por la Elite, Skyler —comenzó a decir nuestra sádica profesora mientras nosotros dos comíamos. Bulbasaur e Eevee ya estaban devorando la comida que Arcanine compartía con ellos.
— ¿Qué tiene esa píldora de especial? —preguntó Devon con recelo.
—La prescripción consiste en tomar dos píldoras, cada una con cinco horas de diferencia —explicó Número Tres con indiferencia—. Eso te ayudará a deshacerte del dolor completamente. Te daré algunas de ellas, en caso de que las necesites.
— ¿Qué diablos está pasando? —exigí saber.
Devon miraba a Número Tres con el entrecejo fruncido.
Ella soltó un pesado suspiro antes de responder.
—Las personas que te atacaron, Skyler —dijo ella—, y a Paltrow también, son miembros de la Elite. Es un grupo que es renovado constantemente. Forman parte de una serie de pruebas que ustedes deben superar si realmente quieren tomar el lugar que les corresponde dentro de ese círculo.
— ¿Qué clase de prueba estúpida puede ser golpear a una chica hasta la inconsciencia, para luego abandonarla a su suerte? —se quejó Devon indignado.
Número Tres descubrió entonces su abdomen, sólo lo suficiente para mostrarnos aquella cicatriz. Una puñalada, a juzgar por la forma que tenía. Estaba en el costado derecho de su cuerpo y parecía haber sido una herida demasiado profunda. Número Tres soltó un pesado suspiro, cubrió de nuevo la cicatriz y dijo:
—Existen cosas peores que un par de simples golpes que desaparecerán en un par de días.
Devon guardó silencio.
No podíamos decir nada, no cuando Número Tres había tenido ese momento de integración y sinceridad con nosotros.
Así que yo sólo pude decir, tras haber tomado otro bocado de la sopa de fideos:
— ¿Eso quiere decir que formaremos parte de la Elite?
Ella negó con la cabeza.
—La carta que ustedes recibieron es una póliza de seguro —explicó ella, Devon la miró un tanto sorprendido al haber escuchado que ella sabía todo sobre el asunto de la carta misteriosa que apareció en su habitación—. Los puestos en la Elite son escasos. No hay manera de dejarlos como herencia a nuestros hijos. Son intransferibles. Y esas cartas que la Elite envía a sus nuevos reclutas son una manera de decirles que habrá un puesto reservado para ellos hasta el día en que ese posible candidato muera. Pero antes de poder formar parte de la Elite, se deben aprobar una serie de desafíos que los pondrán a prueba en todos los sentidos posibles. Tendrán que demostrar que poseen la fuerza, la valentía, la habilidad y el intelecto suficientes para pertenecer a nuestro círculo. Y cuando hayan superado todas las pruebas, podrán atravesar por la Iniciación. Esos golpes que han recibido son la primera prueba. Una pequeña muestra de lo que les espera si es que deciden abrir la carta.
—Si abrimos esa maldita carta, ¿podremos terminar de una vez con todo esto? —preguntó Devon.
Número Tres negó con la cabeza.
—Una vez que esa carta haya sido abierta, no habrá manera de escapar de la Iniciación —explicó ella—. Es por eso que deben ser pacientes. Yo me encargaré de que ustedes estén listos para afrontar todo lo que está por venir. Pero para que yo pueda ayudarles, ustedes tendrán que confiar en mí. ¿De acuerdo? —Ambos asentimos—. Las armas que les proporcioné serán útiles para ustedes.
—No voy a matar a nadie —le dije con firmeza.
—Tampoco yo —dijo Devon con la misma actitud—. ¡Es inhumano!
Pero Número Tres, con indiferencia, nos respondió:
—Una bala es más efectiva que el ataque de un Pokemon. Tendrán que aprender a defenderse. Ser parte de la Elite implica tener la sangre tan fría como para que puedan asesinar a sus propios compañeros sin sentir ningún tipo de remordimiento. Ahora terminen la cena y podré llevarlos a sus casas. Ambos necesitan dormir.
Se levantó de su asiento entonces y se dirigió a su habitación, donde también cerró la puerta para evitar que nosotros pudiésemos hacerle cualquier otro comentario. El señor Williams también permaneció en silencio, trabajando como si estuviese pretendiendo que nosotros no estábamos ahí. Devon dejó el tazón de la sopa de fideos en la mesa de centro y soltó un triste suspiro.
—No estoy listo para esto, Sky —me dijo—. Tengo miedo.
Yo asentí y, sin pensar realmente en lo que estaba haciendo, dejé mi tazón de fideos en la mesa y recargué mi cabeza en el hombro de Devon.
—También yo tengo miedo —le respondí—. Pero si estamos juntos, lo podremos superar. ¿No crees?
—Sí... Quédate a mi lado, Sky —me dijo suplicante, mi corazón se partió en mil pedazos al darme cuenta de que él estaba realmente aterrado—. Necesito saber que puedo contar contigo.
—Siempre estaré aquí para ti —le respondí—. Eres mi mejor amigo.
—Y tú, eres mi mejor amiga.
Colocó su cabeza sobre la mía y nuestras manos, encima de nuestras rodillas, se aferraron la una a la otra con fuerza. Nuestros dedos se entrelazaron y ambos dejamos salir un suspiro a la vez.
Estar con Devon siempre me dio paz. Tranquilidad. Me hacía sentir que el horizonte era hermoso y lleno de luz, a pesar de que el miedo y la oscuridad amenazaban con apoderarse de mí.
— ¡¡Eso es tan...!!
—Maldita sea...
— ¡¡Tan Skylevon!! ¡¡Dime que lo besaste ahí mismo!! ¡¡Necesito saberlo!!
—No.
— ¡¡Dímelo!!
—Bien, bien... Si eso quieres... ¿Quieres saber cómo fue nuestro primer...?
— ¡¡Lo admitiste!! ¡¡Entonces Skylevon es real!!
—Sólo deja de gritar, me dejarás sorda.
— ¡¡Quiero saberlo todo!! ¡¡¡Todo!!!
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