Capítulo L

La canción que les dejo en multimedia, Assassin's Creed III de Lindsey Stirling, deben reproducirla durante todo el capítulo. ¡Espero que lo disfruten!




     —Mi corazón latía con fiereza, se aceleró muchísimo más cuando vi que Jackie estiraba los brazos por encima de la cabeza y giraba un poco el cuello para calentar. Hizo tronar los huesos de sus manos y luego las sacudió. Me miró como un depredador miraría a su presa...

     —Jackie me asusta.

     —Te comprendo, créeme...

 

     Mi corazón latía con fiereza, se aceleró muchísimo más cuando vi que Jackie estiraba los brazos por encima de la cabeza y giraba un poco el cuello para calentar. Hizo tronar los huesos de sus manos y luego las sacudió. Me miró como un depredador miraría a su presa. Esbozó media sonrisa y me dedicó una expresión de suficiencia. Supe en ese instante que nuestra amistad dejaría de valer algo mientras estuviésemos en el campo de batalla. Meowth, a un lado de ella, nos miró a Bulbasaur y a mí de la misma manera que Jackie había hecho.

     —Te diré algo, Sky —me dijo Jackie una vez que Número Uno comenzó a recitar de nuevo el reglamento que debíamos seguir durante la pelea—. Eres mi mejor amiga y no sería capaz de dejarte en ridículo enfrente de tu madre.

     —Sabía que estaba preocupándome por nada... —dije con una risita nerviosa.

     Ella, sin embargo, soltó una risa cruel.

     —No, Sky. Será mejor que dejes de pensar que voy a tener compasión de ti.

     — ¿Qué?

     —No permitiré que mi padre se sienta avergonzado de mí.

     Ella liberó a Poochyena, quien de inmediato se abalanzó sobre Bulbasaur y lo embistió con fuerza. Bulbasaur, enfurecido y quizá sintiéndose un poco traicionado, atacó a su vez con una ráfaga de hojas afiladas. Poochyena echó a correr hacia aquellas zonas temáticas para escapar del ataque de Bulbasaur, adentrándose en una zona que parecía ser volcánica. Yo no podía decir si aquella zona había sido creada para los Pokemon de tipo tierra, fuego o roca. Eché a correr detrás de Bulbasaur cuando él quiso perseguir a Poochyena, al ver que su ataque se impactaba contra un gran muro de roca.

     Estando en la zona volcánica, sentí como si sólo existiéramos Jackie y yo en un mundo desconocido. Bulbasaur se adentró en una pequeña cueva, cuyo interior me hizo sentir como si un frío espectral estuviese apoderándose de mi interior. Me abracé a sí misma y sólo seguí, ciegamente, los pasos de Bulbasaur. Con ayuda de sus lianas, él se abrió camino retirando las rocas que encontrábamos frente a nosotros y nos bloqueaban el paso. Llegó entonces el primer ataque, que nos golpeó a ambos por la espalda. Era una onda de energía de color negro que se desprendía del cuerpo de Poochyena, quien se encontraba detrás de nosotros. El impacto fue tal que nos hizo atravesar el último muro de roca, lanzándonos a una zona selvática y calurosa. Bulbasaur y yo nos incorporamos y yo actué por impulso, lanzando una Pokebola y diciendo:

     — ¡Yo te elijo, Ekans!

     Ekans era uno de los Pokemon que yo había conseguido durante la Búsqueda del Tesoro, y era también uno de los Pokemon que yo no había entrenado hasta ese momento. Así que cuando salió de su Pokebola, su mirada asesina se fijó en mí inmediatamente. Siseó, intentando intimidarme, y yo sólo pude retroceder un par de pasos. Sin embargo, sacudí la cabeza al darme cuenta de que no podía escapar de mi propio Pokemon. Así que miré a Ekans con firmeza y dije:

     —Ataca a Poochyena.

     Ekans sostuvo mi mirada durante un largo segundo. Siseó nuevamente y se irguió para atacar. Sintió entonces las fauces de Poochyena cerrándose sobre su cuerpo, cuando el Pokemon de Jackie atacó. Enfurecido, Ekans asestó una mordida a su vez en el costado derecho de su contrincante, causando que Poochyena comenzara a sufrir los efectos de su veneno. Con todo, el Pokemon de Jackie embistió a Ekans e intentó asestar nuevamente una mordida. Y a pesar de estar herido, Ekans se enroscó alrededor del cuerpo de Poochyena y presionó con fuerza hasta que él, el Pokemon de Jackie, se quedó sin oxígeno y dejó de moverse.

     — ¡Basta, Ekans!

     Ekans me miró durante una fracción de segundo antes de soltar el cuerpo de Poochyena, quien cayó al suelo y soltó un jadeo cuando sus pulmones pudieron aspirar nuevamente un poco de aire. Mi Pokemon lo miró con odio, aunque su expresión pronto cambió a una de auténtica ira cuando una roca fue a golpearlo en la cabeza. Siseó amenazadoramente cuando vio a Jackie surgir de entre el follaje, armada con un gran trozo de madera que intentó usar para golpearme a mí. Con mi recién adquirida agilidad, pude evitar el ataque y subí rápidamente a uno de los árboles que tenía más cerca, al mismo tiempo que exclamaba:

     — ¡Desármala, Bulbasaur!

     Mi Pokemon unió sus fuerzas con Ekans. La serpiente se enroscó alrededor de los pies de Jackie y Bulbasaur lanzó una ráfaga de hojas afiladas que hirieron las manos de mi amiga, haciéndola soltar el trozo de madera. Estando en una de las ramas del árbol, exclamé:

     — ¡Envenénala, Ekans!

     De muerte fue mi sorpresa al ver que Jackie le propinaba un fuerte puñetazo a Ekans para deshacerse de él. Con eso, Jackie pudo apartarse y llamar a su siguiente Pokemon: un Deino que de inmediato se abalanzó sobre Bulbasaur. Mi Pokemon intentó defenderse con ayuda de una lluvia de esporas que se incrustaron en el cuerpo de Deino, succionando de a poco sus energías. Pero sin importar eso, el Pokemon de Jackie atacó con otra fuerte embestida a la que añadió un mordisco al final, que logró abrir una herida sangrante en el cuello de mi Pokemon. Intenté ordenarle a Ekans que lo protegiera, pero entonces sentí ese dolor intenso en mi cabeza que me hizo caer del árbol. Cuando me recuperé del aturdimiento, me di cuenta de que una roca había hecho sangrar mi ceja derecha. Tuve que enjugar la sangre y me incorporé, lentamente, observando la mirada de odio que Jackie me dedicaba. Sacudió de nuevo sus manos un par de veces y corrió hacia mí, exclamando:

     — ¡¡Esto es por Poochyena!!

     Sentí el puño de Jackie impactándose contra mi quijada. Retrocedí con torpeza, escupí un poco de sangre y miré a mi mejor amiga con indignación.

     La furia, sin que yo pudiese evitarlo, se apoderó de mí y me hizo devolver el golpe, exclamando:

     — ¡¡Y esto es por mi padre!!

     Mi golpe fue mucho más fuerte que el de ella, o quizá fue que ella no se lo esperaba realmente. El caso es que Jackie cayó al suelo y soltó un juramento en voz alta. Me miró de inmediato, mostrándome que se había abierto un corte en sus labios tras recibir mi golpe. Yo sólo pude ver, por el rabillo del ojo, que su sangre estaba impregnada en mis nudillos. Me mantuve firme, sin embargo, y me preparé para luchar a puño limpio contra ella. No sé qué expresión habrá dibujado mi madre en su rostro al escucharme exclamar aquellos sobre mi padre, pero para mí fue tremendamente liberador. Como si me hubiera sacado un gran peso de encima. Por supuesto, la satisfacción no duró en lo más mínimo. Pronto sentí las manos de Jackie tirando de mi cabello con fuerza.

     Yo había despertado a la bestia, así que debía atenerme a las consecuencias.

     Jackie logró dominarme con ayuda de una patada que propinó en mis costillas. Yo me hice un ovillo, en el suelo, y solté un chillido. Pero me levanté al cabo de un par de segundos, abatiendo a Jackie con tres rasguños que abrieron severas heridas en su rostro. Llamé a mis Pokemon y ellos, uniendo sus fuerzas, lograron hacer que Deino sucumbiera.

     Intentamos echar a correr, aunque lo único que conseguimos fue llamar la atención de Jackie, quien lanzó un gran trozo de madera que cayó sobre Ekans y le impidió seguir adelante. El peso de aquel madero era tal, que la piel de Ekans pronto comenzó a desgarrarse gracias a sus intentos por ser libre. Tuve que ordenarle que permaneciera quieto y lo abandoné, pues debíamos alejarnos de ese lugar antes de que fuese demasiado tarde. Bulbasaur quiso levantar el madero con sus lianas, logrando así que Meowth hiciera acto de presencia para sujetar las lianas e intentar arrancarlas de un fuerte tirón. Indignado, Bulbasaur lanzó una ráfaga de polen que adormeció un poco a Meowth, y a Jackie y a mí también nos hizo sentir un poco soñolientas. Bulbasaur tomó una de mis manos con una de sus lianas para ayudarme a emprender el camino, llegando así a la zona que creí que sería perfecta para Sheryl.

     La zona para los Pokemon acuáticos.

     Era la zona más abierta de todas, así que pude ver sin problemas al público. Mi madre me miraba con severidad, como si estuviese esperando a que yo dejara de jugar y comenzara a luchar en serio. Vi que Sheryl ya se encontraba un poco más cerca de la baranda que separaba las gradas, se había parado de puntillas pues su estatura aún era un poco baja. Mi hermana me miraba con expectación, como si realmente hubiese estado interesada en lo que ocurría. Devon se encontraba cerca de las gradas del Alto Mando, en compañía de Número Tres. Nuestra profesora se había separado de sus compañeros para mirar todo con mayor detenimiento.

     Verlos a todos ellos, ahí, me dio fuerzas para continuar.

     Así que salté al agua cuando escuché que los pasos de Jackie se acercaban a toda velocidad, llevando conmigo a Bulbasaur que estuvo por demás encantado de tomar un baño refrescante. Su sangre se mezclaba con el agua gracias a la mordida que había en su cuello, de muerte fue mi sorpresa al ver que con ayuda del agua comenzaba a cerrarse la herida. La piel de Bulbasaur se regeneraba de la misma forma que una planta recupera la vida cuando le das un poco de líquido.

     Tomé una gran bocanada de aire y fui al fondo, llevando a Bulbasaur conmigo. Esperé hasta escuchar la voz de Jackie, diciendo enfurecida:

     — ¡¡Sal ahora, maldita cobarde!!

     Y lo hice, luego de liberar a mi Goldeen y que ella, al estar aún debajo del agua, pudiese adquirir la fuerza suficiente para atacar. Una potente ráfaga de agua impactó a Jackie, abatiendo también al pequeño Zorua que la acompañaba. Zorua intentó levantarse, pero Goldeen lo evitó con ayuda de una ráfaga de burbujas explosivas que lo dejaron totalmente aturdido. Yo conseguí nadar hasta estar cerca de los pies de Jackie, quien ya se había levantado y se preparaba para llamar a su siguiente Pokemon. La tomé por los tobillos y tiré de ella para hacerla caer dentro del agua. Salí entonces y esperé a que Bulbasaur hubiese hecho su trabajo, disparando una ráfaga de polen paralizante que hizo que Jackie sucumbiera al pánico. Imagina estar en el agua y no poder moverte, aún a pesar de que el nivel del agua llega hasta la mitad de tu torso. Ahora imagina ver a tu mejor amiga en las orillas del agua y lanzar una Pokebola, exclamando:

     — ¡Ve, Beartic!

     Beartic no se detuvo a esperar instrucciones, pero actuó como si hubiera leído mi pensamiento. Disparó una potente ráfaga de viento gélido que congeló el agua donde Jackie estaba atrapada. Ella quedó totalmente inmovilizada, me di cuenta de inmediato del hecho de que su piel había palidecido un poco. Sin embargo, decidí no compadecerme de ella.

     — ¡Ve, Pichu!

     Mi último Pokemon lanzó una onda de electricidad que hizo que Jackie se convulsionara un poco. Fue un ataque tan fuerte, que el hielo se quebró y ella pudo salir del agua. Respiraba con dificultad y su piel se había tornado, así sin más, de una leve tonalidad púrpura a causa del congelamiento. Me preparé para el siguiente asalto, pero gigantesca fue mi sorpresa cuando vi que Jackie caía de bruces al suelo por un instante, antes de desplomarse completamente.

     Lo siguiente que escuché fueron los vítores del público, que me hicieron levantar la mirada y darme cuenta de que en nuestras fotografías holográficas, era el rostro de ella el que se encontraba marcado con la cruz de color rojo que señalaba al perdedor. Vi que mi madre aplaudía distraídamente, así como el padre de Jackie hacía lo mismo. Devon silbaba emocionado y Número Tres sonreía satisfecha. Los siete miembros restantes del Alto Mando festejaban mi victoria con diplomacia, vi incluso que Número Seis le entregaba un par de billetes a Número Cuatro. El pago de una apuesta perdida, seguramente. Max vitoreaba igualmente, así como el resto de mis compañeros del curso. No simplemente de la clase de Número Tres, sino de las siete clases restantes. Vi entonces que Sheryl también sonreía y yo le devolví el gesto. Número Uno anunció mi victoria y yo me sentí en las nubes.

     —Juraba que Jackie patearía tu trasero.

     —Gracias por eso.

     —No me malentiendas, es sólo que no esperaba que tú la vencieras tan fácilmente.

     —Oh, ¿te ha parecido fácil?

     —Sí, un poco.

     —Tú no habrías durado más de cinco minutos en ese campo.

     —Sí lo habría... Bueno... Quizá no, pero sí eras débil en comparación con Jackie.

     —Eres una inútil.

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