13
A Taehyung le da miedo la muerte. Su mayor y más temible miedo.
Todos, en algún punto, le tienen miedo a la muerte. Ya sea en aparición, en relatos o en el fin de la vida. Pero nadie se escapa del agobiante temor a esta inexplicable entidad antropomórfica.
¿Cómo si quiera se puede explicar el sentimiento de temerle a la muerte? No la hay. Porque describir un temor es casi tan difícil como no tener uno.
La vida es solo un juego de la muerte, pues no importa lo mucho que la disfrutes, ésta te persigue toda la vida y ataca en el momento que menos lo esperes. Nunca sabes cuando será el último día de tu vida. Cuando será tu último respiro o cuando luz se apaga de tus ojos.
Y, claramente, las incógnitas hacia la muerte siempre existirán:
¿Qué hay después de la muerte?
¿Se sufre cuando mueres?
¿Si muero voy a descansar en paz?
¿Si muero alguien me extrañará?
¿Se debe tenerle miedo a la muerte?
¿Y si la muerte en realidad no es tan mala como todos lo hacen ver?
Al final Taehyung se dio cuenta que no importaba nada de eso porque al final todos lo descubriremos por nosotros mismos. Todos vamos hacia el mismo final; la muerte.
Y él es alguien quien constantemente sufre por la muerte. No obstante, morir no le da tanto miedo como el temor de poder matar a alguien.
Después de todo, él trae a la muerte consigo; sus labios son la muerte.
Ya lo comprobó una vez... y ahora lo confirmará una vez más.
[...]
El sonido de los tacones caminando a prisa resonaban por todo el salón en un eco profundo. La preocupación se adueñaba del cuerpo de la mujer y juraba que su cara la delataba. Pasando por el gran salón principal, se fue directamente al pasillo del fondo del lado izquierdo donde caminando aún más se encontraban otros pasillos más que daban a distintas partes del castillo e incluso a uno de los patios.
En una de tantos, se adentró a la que daba hacia el Salón del Consejo Privado; donde se reunían la Mano del Rey (Lord Avent), el Consejero de Monís (Lord Crusent), el Consejero de los Murmullos (Lord Sycarius), el Consejero de Estrategas (Lord Craist), el Consejero de las Leyes (Lord Tristen), el Gran Maestro (Lord Etherion) y el Lord Comandante de la Guardia Real (Lord Grey).
Con sus manos sostuvo su vestido para alzarlo y así poder subir los escalones, a causa de la desesperación en la que se encontraba casi se tropezaba en uno de estos, por lo cual se tranquilizó un poco y empezó a regular su ritmo, al contrario de sus manos que se aferraban a la tela con fuerza, casi podía sentir sus uñas sobrepasando el vestido y hundiéndose en las palmas de sus manos.
Cuando llegó a la Sala, ya estaban todos los consejeros ahí, hablando de los asuntos económicos del Reino. Su esposo se encontraba parado a lado de la ventana, con sus manos a sus espaldas y la mirada en el horizonte, su postura era muy tranquila por lo que la reina se alarmó internamente, ya que en situaciones de crisis el rey actuaba lo más normal y calmado posible para no alarmar a todos, cuando en realidad por dentro tenía mucho desazón.
—Querido... —le tocó el hombro suavemente cuando se acercó a él, no obstante no la volteó a mirar—, tenemos que hablar de los asuntos que nos conciernen —habló quedito mientras observaba detenidamente el rostro afligido, con algunas arrugas ya marcadas, del contrario.
—Lo sé, mujer. Sólo... estoy pensando —murmuró con cierto dolor.
Ella hizo una mueca:— Sabíamos que esto pasaría —trató de reconfortarlo.
—Pero no tan pronto —su voz se escuchaba vacía y sus ojos se veían cansinos detonando preocupación mezclada con tristeza. La mujer sin saber que contestar sólo le dio una mirada llena de desdicha.
—Su Majestad, no quiero interrumpir pero... —la voz gastada del hombre mayor a sus espaldas hizo que voltearan sus miradas—. Tenemos problemas que resolver —su cabeza se movía ligeramente en un temblor, a causa de las articulaciones que ocasionaba su vejez.
—Sí, Gran Maestro —el rey le contestó y se fue a sentar al centro de la mesa para discutir con los demás, mientras la reina se sentaba a su lado izquierdo en silencio—. ¿Cuáles serán nuestros planes?
—Si me permite hablar, Su Majestad, yo opino que envíemos a un batallón para que debilitemos sus fuerzas y los ataquemos de sorpresa en Naylends. Así perderán a hombres suyos y nosotros podremos atacar con más fuerza cuando se acerquen hacia el reino —opinó el Consejero de Monís, Lord Crusent. Con una mirada provocadora y su media sonrisa pícara, que apenas podía mirarse de su barba canosa y cerrada. Él solo quería una cosa: atacar al enemigo.
—Vaya, deberías ocupar mi lugar porque tus ideas son realmente bien pensadas, es todo un experto en esto —exclamó con total sarcasmo Lord Kraist, el Consejero de Estrategas.
—No necesitas ser sarcástico para decir tus opiniones —le replicó con los dientes apretados.
—Bien, entonces lo diré crudamente: Es la idea más estúpida que podríamos hacer. Literalmente es lo que esperan que hagamos. Quieren que ataquemos, ya que una vez que envíemos a un gran batallón, ellos verán una oportunidad para derrocarnos fuera y dentro del reino —con el dedo índice de su mano derecha golpeaba ligeramente la mesa haciendo ademanes y movimientos—. ¿Usted cree que si quiera los hombres estarían cerca del enemigo? Nos tenderían trampas o nos rodearían. O lo que es peor, atacarían directamente al reino cuando sepan que no tenemos suficientes hombres defendiendo. Si enviamos a nuestros hombres, les estamos dando el pace libre para derrotarnos. No podemos perder hombres en una misión como esta, Majestad —se dejó caer en el respaldo de su asiento, mientras se recargaba de su brazo derecho.
—Entonces, ¿qué es lo qué sugiere que hagamos, Lord Kraist? —cuestionó el rey, al haberlo escuchado atentamente.
El consejero se quedó callado unos segundos, para después contestar con otra pregunta:— ¿Las demás casas ya aceptaron unirse?
Esta vez habló Lord Sycarius, el Consejero de Murmullos:— Me temo que sólo nos falta la Casa de los Kang; están preocupados de que no ganemos esta batalla —habló con tranquilidad. Aunque sus ojos expresaban miedo y sus cejas estaban torcidas con nerviosismo.
—¿Les ofrecieron dinero, a cambio? ó ¿Alguna clase de recompensa? —indagó Lord Tristen.
—A los Jeong, les ofrecimos dinero. A los Lee, les ofrecimos lo mismo pero ellos aumentaron aún más la cantidad y, siendo que estamos en tiempos desesperados, no pudimos negarnos. Los Park aceptaron sin nada a cambio, ya que ellos juraron lealtad a los Kim desde hace muchos años. Los Choi, bueno... aceptaron solo si el príncipe Taehyung desposaba a Lady Sun Hee —contestó sin más Sycarius, mientras bajaba la mirada levemente apenado por Su Majestad.
El Rey respiró profundamente con martirio:— Supongo que tendremos que luchar con uno menos —habló con cierta molestia—. Sir Grey, ¿cuántos hombres tenemos a disposición?
—Sesenta mil hombres, Su Majestad —respondió con firmeza.
—¿Incluyendo a los hombres de las demás casas?
—Con ellos serían alrededor de ochenta mil, Majestad. Cinco mil hombres por casa fue lo máximo que pudieron darnos.
Suspiró:— Está bien. No es un mal número. ¿Se sabe con cuántos hombres se acerca KyungHoon? —interrogó.
—Sabemos que son alrededor de noventa mil.
—Pero eso ya incluye igual a los hombres de las demás casas, Majestad —explicó Lord Avent—. Por lo que, si lo vemos de otra manera, estaríamos parejos. Además de que ellos traen una desventaja, al ser de fuera... no conocen el terreno como nosotros —una pequeña sonrisa se asomaba de su, ya larga y castaña, barba.
—Tenemos eso a nuestro favor —intervino Lord Kraist mientras apuntaba con su dedo índice al hombre robusto dándole la razón—, podremos atacarlos de sorpresa cuando ya están aquí si nos escabullimos por los túneles y por los bosques.
—Y los muros del reino son lo suficientemente fuertes por lo que aguantarían la incertidumbre de querer atravesarlos. Solo sería cuestión de asegurar bien la puerta para que no logren derrumbarla —Lord Etherion terminó por agregar.
—Usted decide qué hacer, Majestad.
Todos en la mesa miraban expectantes al rey, esperando las órdenes que se dieran. El pavor estaba a flor de piel aunque lo disimularan con seguridad, pues todos ahí temían por su futuro. Esperaban el ganar esta guerra. Esperaban un milagro, aunque sea.
Después de haber analizado muy bien cada palabra, habló:—Muy bien. Esto es lo que vamos a hacer... —Y sin más, empezó a planear estrategias con el único fin de no salir derrotados de este caos.
Por la mente del Rey sólo pasaba una sola cosa: «Voy a ganar esta guerra».
Y es que no le importaba dar la vida por su hijo. Él era lo que más amaba en este mundo. Sabía todo lo que sufría y a lo que estaba condenado, si por él fuera regresaría al tiempo y jamás habría hecho lo que hizo. Si tan sólo supiera que todo se regresaría con su hijo jamás habría hecho tal cosa.
Pero ya no hay vuelta atrás. Y lo que está hecho, lo está.
Él no quería ser el malo. Quería entender a su hijo, quería cuidarlo y protegerlo. Quería amarlo como un padre ama a su hijo. Por eso aunque siempre pareciera que hiciera las cosas mal, lo hace por el bien de su hijo. Estaba orgulloso de él. Quería verlo crecer como persona, que desarrollara todas las habilidades que contenía y que supiera el valor que tenía.
Sabía cuan talentoso era y lo mucho que tenía por ofrecerle al mundo. Él tenía fe en su hijo. Sabe que será un buen rey y que tarde o temprano el pueblo lo terminara amando. Sabe que su maldición tendrá un fin... o al menos eso esperaba.
No obstante, también se dio cuenta de lo sonriente y vivaz que se había vuelto su hijo últimamente; ya no estaba encerrado como de costumbre, salía mucho más, sus ojos se notaban más alegres. Y todo por la llegada del Jardinero; Jung Hoseok, cuyo nombre tuvo la curiosidad de preguntar. Lo investigó y se dio cuenta que no tenía ningún antepasado y que no se sabía nada de él. Sólo sabía que vivía con el Señor Moon (ya que el hombre de edad mayor le ofreció alojo) y que tenía 20 años de edad.
Al contrario de su esposa, Hoseok le parecía un joven muy amable e interesante. Cada que lo veía siempre traía consigo una sonrisa adornando su rostro y eso le llamaba mucho la atención. Se preguntaba el porqué su hijo estaba tan interesado en este chico, ya que lo veía hablando muy seguido con él y siempre observaba de lejitos como la actitud de Taehyung cambiaba drásticamente y se convertía en alguien muy diferente a lo que normalmente era.
En cierta parte, le daba gusto que su hijo tuviera más amigos pero después de un tiempo, se preguntaba si Taehyung realmente ve a Hoseok como un amigo ó como algo más.
La manera en la que están construidos los ideales del Rey lo hacen dudar de sus principios y, sobre si había criado bien a su primogénito. Por supuesto que no estaba del todo en contra de los gustos o preferencias que su hijo tuviera, pero decir que se encontraba saltando de felicidad o que apoyaría completamente la causa, era demasiado irrealista para las circunstancias en las que se encontraba.
Después de todo, en la historia del reino jamás ha habido una persona con... Preferencias singulares... reinando en el pueblo. Y lo que menos quería el rey era ver a su hijo sufriendo a causa de ello. Suficiente era con el martirio que llevaba en sus labios como para aumentarle más dolor a su vida.
Pero, al final de todo, lo único por lo que se desvela y por lo cual haría cualquier cosa por ello: era la felicidad de Taehyung. Y si el ser feliz significaba que debía estar con alguien de su mismo sexo. Sí. El Rey lo apoyaría. No abiertamente o explícitamente, pero le demostraría a Taehyung que no importaba con quien estuviera, o que decisiones tome respecto a su vida personal porque al final, él jamás dejaría de ser su hijo. Jamás dejaría de estar orgulloso de él. Jamás lo defraudaría. Jamás sentiría vergüenza de él. Jamás será una desgracia para él. Jamás lo dejaría de amar.
Siempre será su pequeño hijo, su Taehyungie. Ese niño que llegó a darle luz y sonrisas a su vida.
[...]
Habían pasado 5 días desde la última reunión que habían tenido todos en la Sala del Consejo Privado. Cada día que pasaba, el temor y los escalofríos eran más notorios en la persona del Rey. Decir que esta guerra no lo intrigaba, era decir poco, ya que las guerras son impredecibles. Y nunca se sabía lo que podría pasar.
Las zuelas de sus zapatos hacían ruidos rasposos contra el camino de piedras en el jardín. Caminaba sereno por el gigantesco lugar, su respiración estaba tranquila y sus manos las llevaba por detrás de la espalda. Sus ojos recorrían cada espacio en el jardín, en busca de una sola persona: Hoseok.
Ya había tenido también numerosas pláticas con su esposa sobre este muchacho y, a pesar de que creyó que la primera vez solo estaba siendo sarcástica y que no hablaba enserio, terminó por confirmar que a ella no le agradaba para nada. Y cuando le preguntó el porqué, simplemente respondió: "No es buena influencia para nuestro Taehyung."
Y, más a parte, se quejó de no hacer bien su trabajo de jardinero.
Le causó un poco de gracia la forma tan despectiva en la que hablaba del pobre joven, pero jamás le replicó nada. Después de todo, él tampoco conocía al chico. Le daba buena vibra, sí. Pero no lo conocía y, bien dicen: "Las apariencias engañan."
Por lo que, por ese mismo motivo, el rey decidió moverse por sí mismo y conocer a ese joven, de una vez por todas. Pues tenía curiosidad del porqué a su esposa no le agradaba pero a Taehyung parecía agradarle de más.
Ya después decidiría a quien darle la razón de su juicio.
Entre tanto pasillo y caminata, se encontró con la figura del muchacho cortando un par de tulipanes amarillos, mientras tarareaba una canción, demasiado ensimismado en su labor. Hoseok ni siquiera había notado la presencia del hombre mayor, pues su mirada seguía en el manto colorado a su alrededor; llena de devoción por su entorno.
Una vez que volteó su cuerpo para dirigirse a la salida y giró su vista, pudo ver al Rey en la entrada con una postura apacible y, se sintió atemorizado ya que no había conocido al padre de Taehyung en persona y no sabía que debía esperar en ese momento.
Ya que, hace 4 días, una de las chicas de la servidumbre, le dijo sobre la queja de la Reina por el cuidado de las rosas y que si no lo hacía bien sería hechado del Castillo, y fue entonces que Hoseok le aseguró que se ocuparía de ello minuciosamente. No sin antes, sentirse mal consigo mismo porque no estaba representando bien el trabajo del Señor Moon.
—¿Eres Jung Hoseok, verdad? —El Rey le preguntó una vez que salió completamente del lugar. Hoseok asintió con cierto miedo.
En ese momento, temía porque fuera el Rey quien lo hechara de una forma cruel y desdichada. Al no tener ningún contacto o cruce de palabras antes, hacía de esto mucho más fácil para el hombre frente a él.
Pero lo que vino después, lo sorprendió de mil maneras.
El hombre sonrió como si hubiera hallado por fin lo que tanto andaba buscando:— No nos han presentado antes. Me llamo Kim Seung-...
El muchacho lo interrumpió, sin osadía:— Sé quién es, Su Majestad. Mil disculpas por no saludar —se inclinó respetuosamente.
—No te preocupes, muchacho —le brindó una mirada cálida—. He venido porque realmente tengo tanta curiosidad de ver el porqué todos hablan de ti.
—Oh, ¿lo hacen? —Sus ojos se abrieron con inocencia.
—Al parecer soy el único que no te ha conocido personalmente.
Hoseok rió bajito—Yo dudo mucho que siquiera alguien hable de mí, Su Majestad. No soy alguien importante —se encogió de hombros, mientras apretaba sus labios.
—Lo dudo —respondió vascilante, mientras lo examinaba del rostro cautelosamente con los ojos entrecerrados—. Ven, vamos a caminar un rato —su mano derecha fue hasta el hombro del castaño posándose con suavidad, empujándole quedito incentivando su caminar.
Espontáneamente, el ambiente se volvió pacífico. Hoseok debía admitir que el Rey daba menos miedo y era mucho más amable con él que su esposa, la Reina. No sabía cómo actuar o, si su actitud le fuera a agradar al hombre a su lado, tampoco sabía si tendría que actuar normal o fingir una personalidad.
«No, definitivamente no puedo fingir. Soy malo fingiendo e iría contra mis principios.» Pensó Hoseok, recriminándose a sí mismo.
—Bueno, Hoseok, cuéntame de ti —la grave y, un poco áspera, voz del Rey, lo sacó de su pensar.
Apretó los tulipanes que traía en su mano con inquietud—Uhm... ¿Qué le gustaría saber, Su Majestad?
—Lo que sea... ¿De dónde vienes? ¿Cuántos años tienes? ¿Quiénes fueron tus padres? ¿A qué se dedicaban? Un poco de tu vida. Lo más importante o esencial que deba saber —le respondió cordialmente.
Hoseok no sabía que decir. Y se quedó un momento en silencio pensando en una respuesta. Y entonces, el Rey intervino con sus palabras.
—No quiero que pienses mal —rió—, simplemente quiero saber más de ti —se encogió de hombros.
Hoseok le dio una sonrisa torcida, pues no es que no quisiera hablar de su vida, la realidad es que no tenía ningún recuerdo vago de sus padres. No tenía nada. Estaba muy apenado, por lo que, tardó unos pocos segundos para reincorporarse, y sincerarse.
—Tengo 20 años. Y... la verdad es que no recuerdo a mis padres —espetó sin más y con un tono bajito—. No tengo ningún recuerdo de ellos. Ni de dónde vengo, ni nada —bajó la cabeza avergonzado.
—Oh, lo siento mucho —la pena se notaba en su voz.
A Hoseok no le gustaba la lástima. Y menos sí era por él. Era el peor sentimiento.
—No, está bien —movió una de sus manos haciendo un ademán, restándole importancia—, no me molesta decirlo. Después de todo, no es algo que me afecte diariamente. Soy feliz con la vida que tengo ahora, creo que eso es lo importante —y no mentía.
—Eso, realmente, es lo que importa —El rey le dio una mirada reconfortante junto a una lasciva sonrisa sin mostrar los dientes—. ¿Y qué es lo qué te trae aquí, Hoseok? En Kyran (reino de la casa Kim).
—Oh, bueno... soy alguien muy aventurero. Me gusta viajar y conocer todos los lugares que pueda. No me gusta quedarme estancado.
—Sin duda, haz de haber conocido lugares muy bonitos. Cuéntame, de todos, ¿cuál ha sido tu favorito? —lo miraba atento.
Hoseok sin pensarlo demasiado contestó, al mismo tiempo que sonreía radiante y sus ojos brillaban con peculiaridad:— Aquí.
El mayor a su lado abrió levemente sus ojos con sorpresa:— ¿De verdad? Vaya —estaba asombrado—, jamás me imaginé que te gustara aquí.
—¿Por qué dice eso? —confundido cuestionó.
«Por mi hijo», pensó el Rey, no de mala manera. Más no se lo diría a Hoseok.
—No lo sé. Pensaba que tal vez el que mi mujer te haya faltado el respeto muchas veces nos daba desventaja —inventó otra excusa. Aunque no era del todo invento porque su esposa sí trataba muy mal a Hoseok sin merecerlo.
Hoseok alzó las comisuras de su boca en una sonrisa silenciosa:— Estoy acostumbrado a lidiar con cualquier tipo de gente, así que no me importa.
—Me imagino —el Rey asintió lentamente en señal de comprensión—. Pero pido perdón en nombre de ella, yo sé que ella puede ser un poco... —hizo una mueca con su rostro tratando de hallar la palabra para describirla.
«Descortés», pensó Hoseok.
—Directa —por fin soltó, y ambos rieron levemente.
Pero, aún así, Hoseok no pudo aguantar sus comentarios:— Con todo respeto, Majestad... No debería pedir perdón en su nombre. Usted no ha hecho, ni me ha dicho nada malo.
—Bueno, es mi esposa. Tengo que defenderla, apesar de todo —se encogió de hombros y suspiró.
—Y es muy caballeroso de su parte. Pero, no siempre podemos justificar las acciones de los demás, por mucho que las amemos. Hay que saber cuando están mal e independizar nuestro juicio y pensar.
—¿Acaso tú, Jung Hoseok, le estás dando lecciones de vida a un anciano como yo? —entrecerró los ojos observándolo divertido.
—Oh, no, Majestad. Yo solo estaba... —se espantó por un momento y su rostro expresó preocupación, creyendo que había sido demasiado expresivo y había tomado confianza rápido.
—Está bien, no pasa nada —rió levemente y le agarró el hombro con delicadeza para tranquilizarlo.
Se sentaron con calma en una de las bancas de piedra, mientras el olor a frescura por la húmeda agua con la que Hoseok regaba las flores, llenaba las fosas nasales de los presentes.
—Y, dime, Hoseok, ¿a dónde planeas ir en tu próxima aventura?
Hoseok se rascó la parte posterior de su cabeza, casi al mismo tiempo que se encogía de hombros:— La verdad no lo sé. Siempre viajo sin rumbo alguno, solo... dejo que el camino me guíe —hizo un ademán con su mano simulando un movimiento hacia adelante.
El hombre a su lado movió su cabeza comprendiendo:— Entiendo. ¿Nunca has pensado en sentar cabeza? ¿Quedarte en uno de los lugares y vivir tu vida plenamente allí?
—Nunca se me ha cruzado por la mente. Supongo que cuando llegue el momento y un lugar me atrape, me quedaré en él... —respondió pensativo.
—De todos modos, eres joven, Jung Hoseok. Tienes toda una vida por delante, disfrútala lo más que puedas. Viaja y conoce todos los lugares que quieras, no siempre se puede disfrutar de esas cosas.
—Es cierto. Lo haré, Majestad. Gracias. —Le respondió con una tenue sonrisa y el hombre mayor se la devolvió.
—Por cierto... —sus ojos escanearon el rostro del joven para encontrar cualquier deje de anomalía que resolviera sus dudas—, a mis oídos ha llegado el "rumor" de que últimamente Taehyung pasa mucho tiempo contigo, ¿es eso cierto? —el hombre alzó una ceja en dirección al jardinero y observó como el rostro del chico se suavizó y de sus ojos un resplandeciente brillo se activó.
—Oh, bueno... Sí, es cierto —sonrió tiernamente. Pero sus facciones cambiaron drásticamente cuando se dio cuenta a quién tenía enfrente— ¿Por qué? ¿Está mal? ¿Quiere que deje de verlo?
Hoseok tenía una mirada de angustia. No quería dejar de ver a Taehyung por nada del mundo. Ese niño le hacía muy bien. Alegraba sus días y era el motivo por el cual venía con muchas más ganas a trabajar; porque sabía que lo podía ver.
Desde el momento en que vio a Taehyung en la playa algo despertó en él. No diría que fue amor pero no encontraba la palabra exacta para lo que sintió. Fue como si hubiera encontrado la razón por la cual estaba aquí. Como si hubiera hallado su propósito.
El instante fue el encargado del cálido despertar de unos sentimientos que el tiempo se encargo de hacerlos constantemente más grandes y que se desarrollaran sólidamente, al punto que lo tenía flechado sin límites.
Le encantaba.
—No, claro que no —con el ceño fruncido negó con la cabeza—. He notado que Taehyung disfruta el estar contigo y, eso me alegra de cierto modo por todo lo que él ha pasado.
—Aunque sea alguien que vive atormentado de su pasado, siempre trata a los de a su alrededor con mucha cálidez.
—Es una característica virtuosa de él —comentó con un tono suave y melancólico. Pero después, sus labios hicieron un leve chasquido cuando volvió a abrir su boca para preguntarle al muchacho frente a él, una duda que no dejaba de darle vueltas en su cabeza— ¿A ti no te importa lo que Taehyung tiene? ¿Lo que la gente dice de él?
Sus cejas de Hoseok se juntaron y, pensó que se refería a todas las pestes y barbaridades que el pueblo decía de Taehyung. Ya que, él las escuchaba: cuando estaba con Namjoon, cuando iba a comprar, cuando paseaba por las calles solo o cuando salía a caminar con el Señor Moon. Todo el tiempo había alguien hablando mal de él. Y sí, también había gente que lo quería y lo defendía, pero es como si fueran liebres contra coyotes. Nadie escuchaba a los buenos. A menos que tuvieran una buena razón para hacerlo, pero lastimosamente en este lugar tan cruel, Taehyung no lo era.
Pero, al parecer, el Rey se estaba refiriendo a algo más.
«Lo que Taehyung tiene», pensó con duda. Analizando de sobremanera esa línea. ¿Qué tendría Taehyung? Tal vez se refiera a su status social con todo el dinero y las joyas. En todo caso, sería Taehyung quién no debería juntarse con Hoseok dado la apariencia y la pobreza que éste tiene. Pero, no. Era algo más.
Algo en su interior se lo decía. Una voz interna.
Se dispuso a tratar de averiguar ese "algo más".
—Yo jamás me he dejado llevar por los murmullos, prefiero tratar yo mismo a la gente y ya después llevarme mi propia perspectiva. El príncipe es un buen chico, jamás he pensado mal de él y dudo mucho que la peste de la gente cambie mis sentimien-mis opiniones sobre él —corrigió rápidamente, soltando una sonrisa torcida al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir.
—Me alegra oír eso —su mirada le agradecía.
Hoseok se relamió sus labios:— Taehyung es alguien muy agradable, Majestad. La gente no lo ve pero..., estoy seguro que cuando llegue el momento, con todo respeto, él será un buen rey. Lo sé.
El hombre mayor sonrió complacido con esas palabras, sintiendo sus facciones medianamente arrugadas ablandarse y su pecho arder por el tono tan dulce en que el muchacho frente a él lo había dicho.
Sus ojos empezaron a cristalizarse levemente por la vivacidad y el orgullo; era la primera vez que alguien más le decía aquello de su hijo. Él sabía que Taehyung lo sería. Pero que alguien más se lo dijese, era mucho más satisfactorio. Estaba conmovido.
El rey sorbió por su nariz:— Eres el primero que me dice eso —respondió con la voz rasposa. Después lo volteó a mirar con ojos rojos y una sutil sonrisa— Gracias.
Hoseok sintió una sensación de calidez en sus adentros:— Más bien, gracias a usted por tener a un hijo tan especial.
El Rey observó fijamente al chico—Eres un buen muchacho, Hoseok —Su mano derecha se posó en su hombro, donde le acarició con firmeza y lo hacía moverse ligeramente—. Me alegra que Taehyung tenga a alguien como tú a su lado. Y no importa lo que diga mi mujer... puedes estar con él —le susurró esas últimas palabras.
Hoseok no entendió la profundidad de esas palabras, en ese momento. Pero, aún así, sus mejillas se alzaron y sus ojos agradecían por él. Hablar con el Rey no es tan malo, después de todo.
Se dio cuenta que Taehyung había sacado la cortesía y jovialidad de su padre. El chico llevaba una parte del Rey en su persona, por lo que resultaba agradable hablar con el mayor frente a él y no sentirse intimidado.
Había disfrutado la charla, después de todo.
Pero entonces...
—Majestad —un guardia llegó agitado hasta donde se encontraban ellos sentados compartiendo pensamientos y sonrisas de gratitud—, perdone la interrupción pero... tiene que venir ahora mismo.
El miedo era notable en el rostro del contrario. Lo que alarmó al hombre mayor y su semblante despreocupado cambió a uno intranquilo.
—Hoseok, ¿me harías un favor? —le preguntó con un deje tembloroso pero disimulo mientras pestañeaba al mismo tiempo que giraba su cabeza hacia él.
—C-c-claro, Majestad —tartamudeó.
—¿Irías a buscar a Taehyung? Está en su estudio de arte. Cuando lo veas... —se quedó con la palabra en el aire. Cerró su boca y respiró profundamente— Dile que si puede ir a verme a la sala privada que lo haga. Por favor.
Había algo en los ojos del mayor, los cuales le transmitían a Hoseok una vibra muy extraña. Tenía una mala sensación dentro de él. Muy incómoda. Pues sus adentros se sentían muy pesados y su pecho se sentía apretado. Esto no le gustaba.
Trago duro por la garganta pero asintió:— Claro, Majestad —ya se estaba yendo pero entonces se volteó bruscamente y regresó con el rey—. Fue un placer haber conversado con usted, muchas gracias por su tiempo.
El hombre frente a él rió por la acción repentina del castaño, pero le respondió:— Gracias a ti, Jung Hoseok. Cuídate mucho.
Hoseok le dio una vivaz sonrisa y una última reverencia, antes de marcharse del lugar con los tulipanes aún en su mano, aunque con un sabor amargo en la boca por la situación.
Por otra parte, el Rey observó con pesadumbre el camino por donde Hoseok se había ido. Entonces volteó la mirada al caballero frente a él, dándole iniciativa para hablar.
—KyungHoon está en camino, Majestad. Se acerca con su ejército.
Su cuerpo se relajó con miedo y suspiró profundamente:— Ok. Hagamos esto —contestó con determinación, mientras se levantaba y se iba con el caballero a un lado hacia el castillo para preparar todo para la batalla.
Tenía pavor y los pensamientos pesimistas no dejaban de atormentarlo, pero tenía fe de que podrían salir de esta. Por el reino.
Por Taehyung.
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(1/3)
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Lamento la tardanza.☹️
Demoré más de lo normal porque este capítulo me salió demasiado largo, por lo que tuve que cortarlo en 3 partes y, acomodar y agregar muchas cosas.
Por lo que aviso que el próximo capítulo, osea la segunda parte, será subido maybe... la próxima semana.💓
El capítulo tiene un poco de inspiración de GOT (específicamente los consejeros privados) porque ajá, AMO esa serie con mi vida y eso me ayudó a hacerlo menos complejo. Así que sí les recuerda a eso, pues ya ven que sí.
Lamento muchísimo las faltas de ortografía y si se me pasó algún dato :( soy muy despistada!!
Creo que no tengo mucho más por decir más que ¡gracias por esas personitas que me siguen leyendo a pesar de tardar tanto! He tenido una situación muy difícil en mi vida personal y... realmente me aleja un poco de wattpad pero trato de escribir todo lo que puedo, se los juro 😭😭😭
De verdad gracias por leer, lo aprecio demasiado.💜
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