twenty-seven - a film by peter parker
chapter xxvii.
( homecoming )
hermanos y hermanas se unen
y soy yo a quién buscan
y soy yo, no sobreviviré
pero estaremos alrededor un poco más
brothers & sisters ─── coldplay
queens, nueva york
9 de junio, 2016 — 2 de agosto, 2016
( punto de vista en tercera persona )
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—¿Está encendida? ¡No, no, no me grabes! Peter, ¡baja eso! —una voz femenina se apaga en un largo suspiro.
La pantalla negra se ilumina cuando una mano se retira de la lente del teléfono inteligente. Éste se aleja de encontrar su tema actual y se dirige al exterior de la ventana del Mercedes. El cielo es brillante y azul, mientras que nubes blancas y esponjosas flotan en el aire. Una ciudad se extiende ante la cámara y el gran globo metálico de la Expo Stark se ve plantado a través las numerosas calzadas.
—Nueva York. Queens —dice el chico de quince años en voz baja, mucho más bajo de lo que definitivamente debería ser—. Es un barrio duro, pero, eh, es mi hogar.
—¿Con quién hablas?
—¡Con nadie! —responde Peter Parker con rapidez, girando el teléfono para mirar al conductor convertido en guardaespaldas—. Solo hago un pequeño vídeo del viaje.
Harold "Happy" Hogan mira por el espejo retrovisor a los dos niños que todavía están a su cargo.
—No puedes enseñárselo a nadie.
—Sí, lo sé.
—¿Y por qué narras con esa voz? —cuestiona Happy en un tono sospechoso.
—Uh... —Peter responde rápida e inocentemente; su voz se eleva al final de su oración—. Porque es diver.
La chica a su lado resopla.
Como si fuera una señal, Peter voltea el móvil para enfocar a Lisa Stark sentada a su lado. Al darse cuenta de que ahora ella es la que está siendo filmada, sus ojos se vuelven enormes y su boca se abre de forma bastante cómica. Peter lucha por reprimir su risa ante su expresión, ella rueda los ojos antes de darle otro empujón a su mano. La cámara encuentra a Happy una vez más, todavía mira al chico con los ojos entrecerrados.
Happy se desliza sus gafas de sol, murmurando.
—Diver...
—Oye —continúa Peter—, ¿a ti por qué te llaman Happy?
—¡Oh! —Lisa se abre paso para ofrecer una respuesta, sintiéndose bastante emocionada de saber que en realidad puede responder una de las muchas preguntas de su hermano—. Papá me dijo que era porque antes de trabajar para nosotros, era un...
—Sin hablar —espeta Happy, intentando evitar que la chica suelte la verdadera razón.
La ventana de separación negra se desliza repentinamente entre las partes delantera y trasera del automóvil, y el reflejo de los hermanos se puede ver contra la ventana. Se miran simultáneamente, hacen una cara extrañamente similar y se encogen de hombros.
La cámara se corta y la escena cambia a Happy abriendo el maletero fuera de la pista de aterrizaje de Industrias Stark. Lisa está de pie detrás de él, inclinando la cabeza y sonriendo a la cámara, ya que todavía no está demasiado contenta de que la filmen. La cámara se redirige temblorosamente hacia el maletero donde Happy saca el equipaje de Peter.
—Vamos —Happy deja caer la maleta con fuerza en el suelo antes de que el chico la coja con entusiasmo—, no pienso llevarte el equipaje.
—Gracias —dice Peter distraídamente, todavía un poco preocupado por todo el asunto.
Después de todo, ha sido un día bastante grande para Peter Parker: conoció a Tony Stark, descubrió que tiene una hermana y ahora se está convirtiendo en un Vengador.
¡Es un día descomunal!
Sin embargo, de vuelta en la pantalla, Happy hace clic con las teclas hacia el avión, haciendo que se desplieguen las blancas escaleras robóticas.
—Vamos.
El guardaespaldas y la hermana mayor recién revelada conducen a Peter hacia el jet privado de los Stark a paso rápido.
—¡Eh Lisa! —Peter llama desde atrás, observando a su hermana subir corriendo las escaleras hacia la puerta del avión—. ¿No debería ir antes al baño...?
—Ah, no te preocupes por eso —comienza Lisa.
La voz de Happy se une a la de la chica, pero la de él es mucho menos paciente.
—Hay un baño a bordo.
Peter fija la cámara dentro de la cabina, donde la columna de control y el asiento del piloto se encuentran completamente vacíos.
—¡Whoa! ¡¿No hay piloto?! ¡Que alucine!
Dejando escapar un suspiro tranquilo, se deja caer en uno de los asientos acolchados directamente frente a Happy y con Lisa a su lado.
Happy lo mira inexpresivamente a través de sus gafas oscuras, apoyándose en su codo mientras pregunta:
—¿Te sientas ahí?
—¡Sí!
Abrochándose el cinturón, Lisa sonríe un poco ante la respuesta tonta de su hermano.
Happy se toma un momento para responder.
—¿Es tu primera vez en un avión privado?
—Mi primera vez en un avión.
Happy se levanta rápidamente y retrocede unas filas.
A medida que el avión comienza a cobrar vida, la cámara entra en pánico entre Happy y Lisa.
—Es nor... ¡¿es normal que haga ese ruido?!
—Eh, Peter —la voz de Lisa se puede escuchar cuando la cámara comienza a moverse cuidadosamente hacia los ronquidos de Happy—. Creo que es una muy mala idea...
—¿Deberíamos parar? —la cámara se detiene en su movimiento por el pasillo.
—¡Ni de broma! ¡Acércate!
Él se ríe un poco y continúan arrastrándose hacia la cara ligeramente abierta del hombre.
Peter tira de la cámara hacia atrás para que tanto él como su hermana puedan estar enmarcados mientras se lleva un dedo a los labios, chistando.
—Sh-sh, sh.
La cámara se mueve hacia la cara de Happy, prácticamente mirando por la nariz antes de que el hombre se despierte de repente y empiece a agitar los brazos. Lisa deja escapar un sonido de sorpresa y Peter comienza a reírse en silencio. Lisa echa la cabeza hacia atrás en una carcajada tranquila antes de que se vea a Peter sonriéndole, intentando apresuradamente volver al frente del avión.
Los tres corren por el aeropuerto de Berlín, los carteles impresos en alemán colgando del techo y los altavoces sonando con varios anuncios. Happy tira del equipaje de Peter, quien se apresura a adelantarse a los hermanos.
—La verdad es que nadie me ha dicho por qué estoy en Berlín...
Las bonitas calles pavimentadas pasan por el elegante Mercedes negro antes de que Lisa y Peter recorran algunos de los lugares famosos, intentando y fallando en la siguiente parada de sus mapas, perdiéndose rápidamente.
—Ni que vengo a hacer...
La cámara se voltea para ver a un par de lindas chicas alemanas sonriendo y saludando alegremente a la cámara, haciendo que Peter se sonroje y haga una mueca.
Lisa rueda los ojos hacia su hermano, golpeándole el brazo y empujándolo hacia adelante. Happy, todavía con su traje negro, los lleva a un hotel con una cálida iluminación, donde Peter se sorprende y Lisa pone los ojos en blanco juguetonamente.
—No-sé-qué de que el Capitán América... que se había vuelto loco —Peter gira la cámara hacia su hermana al caminar por el vestíbulo—. ¿No, Lisa? Quiero decir, Lees...
—Sí, eh, algo así —Lisa se rasca la frente y mira incómoda a su alrededor.
Happy se para frente a su propia habitación de hotel, señalando a Peter la puerta junto a la suya.
—Esta es la tuya.
Peter da un jadeo de asombro y exclama:
—¡¿Somos vecinos?!
—Cada uno en su cuarto.
Peter mira a Lisa con los ojos muy abiertos, ella se para frente a una puerta propia.
—No me mires, idiota —ella sonríe y se encoge de hombros antes de señalar su puerta—, ve a ponerte el traje.
El chico se para frente a un espejo elegante con su propio traje hecho a mano, sacudiendo la cabeza y exhalando con nerviosismo:
—Vale, Peter. Tú puedes. Tú puedes.
—No te estreses, Peter, no necesitas una charla para animarte. Tú... —Lisa se detiene de repente mientras entra a la habitación con Happy siguiéndola.
La joven hace una mueca y ladea la cabeza hacia un lado, confundida.
Happy extiende sus manos.
—¿Qué diablos llevas puesto?
El niño apunta la cámara hacia sus calcetines.
—Mi traje.
—¿Y el maletín?
—¿Qué maletín? —responde Peter confundido, y Lisa se encoge de hombros ante Happy, que pone los ojos en blanco y los guía a los dos hacia otra puerta de la habitación—. Ese no es mí... ¿qué? Pensaba que era un armario.
—Entra, por favor —Lisa lo invita a entrar en la habitación iluminada.
—¡¿Sigue siendo mi habitación?! —exclama él en estado de shock, mirando a la cámara mientras su habitación de hotel parece recorrer millas—. ¡Whoa! Es mucho más grande de lo que pensaba...
—¡Vamos! —espeta Happy con exasperación, empujando al niño.
—¡Ah, el maletín! —Peter se apresura a obedecer, trotando hacia una caja de metal que se encuentra en la mesa de café—. ¡Lo he encontrado, lo he encontrado!
Lisa camina a su lado y pone sus manos en sus caderas, esperando que su hermano abra el regalo de su padre.
Peter levanta rápidamente una tarjeta de color crema con letra pequeña, y dice:
—¿Una pequeña mejora? —tan pronto como Lisa abre el maletín, éste se despliega en una intrincada caja llena de artilugios, hologramas y un traje nuevo y elegante—. ¡Whoa! ¡Mi madre!
Happy abre mucho los ojos hacia él y dice sin paciencia:
—Póntelo.
Peter se quita la máscara janky de la cabeza y su cabello revolotea.
—¿Qué? —Peter gira la cámara entre el no impresionada Happy, la levemente encogida Lisa y el traje impresionante—. ¡Es lo más chulo que he visto en mi...!
—¡Venga!
—Pero, sí, qué... no lo entiendo, ¿es para mí?
Happy se vuelve hacia Lisa con una expresión plana:
—¿Te encargas tú?
Lisa sonríe y asiente rápidamente a su tío.
Happy ya ha salido por la puerta cuando Peter le grita:
—¡Happy! ¡Happy, espera! Lees, ¡¿has visto esto!?
—Ajá —Lisa se ríe un poco cuando la cámara se da la vuelta.
—¡Esto es flipante! ¡Flipante! ¡Fíjate en esto, Lisa! —se dirige tanto a su hermana como al traje—. ¡Mira a los ojos! —Peter mira a Lisa y se encoge de hombros, todo nervioso—. Es el mejor día de mi vida.
Happy de repente muestra su cara entre los dos, agarrándolos de los hombros y prácticamente arrastrándolos hacia la salida.
—Venga, vamos.
—Vale, ahí están el Capitán América, Iron Man, mi hermana, el Cuervo Rojo —Peter casi se ríe antes de continuar—, Viuda Negra... ¡uala! —sus ojos estrechan hacia Black Panther parado al lado de su hermana—. ¡¿Quién es el nuevo?!
—¡Yogurín! —la voz de Tony hace eco.
—¡Es a mí! ¡Me voy, me voy! —Peter salta de su teléfono, vuela por los aires, revienta el escudo del Capitán América y aterriza con gracia ante todos justo cuando la cámara se desenfoca—. Hola a todos.
La escena cambia.
—Ha sido una locura que lo flipas. Acabo de luchar con el Capitán América, le he robado el escudo y se lo he lanzado —un cuerpo monstruoso vestido con un traje negro y rojo se dispara detrás de él, agarrándose de la pierna de Lisa, haciendo que Peter tropiece un poco—. ¿Qué...? Oh, ahora es gigante, tengo que ir a ayudar a mi hermana.
Peter desaparece por un minuto solo para que reaparezca volando y gritando.
—¡Ha sido un pasote! —las palabras luchan por salir de su boca, parado con su cama en pijama y con el cabello recién lavado—. El señor Stark dice: '¡eh, yogurín!', y yo me he lanzado a saco y le he robado el escudo al Capitán —él se balancea para sentarse y hace una mueca mientras se imita a sí mismo—, y suelto: 'hola, ¿qué tal?' Y luego Lisa dice... —un golpe en la puerta lo corta y Peter responde—. ¡Sí, un segundo! ¡Ya voy! —da una voltereta sobre la cama y aterriza justo antes de que Happy entre con una bata blanca—. ¡Hey!
—Las paredes son de papel.
El teléfono se sienta en el regazo de Peter cuando llega al final de su mini aventura, con un Stark a su lado una vez más. Solo que, esta vez, es uno diferente. Cuando la cámara filma sobre la parte superior de un par de pantalones, una mano la alcanza y reajusta para que caiga hacia atrás y capture la cara intrigada de Tony Stark.
Tony sonríe un poco al mirar a Peter.
—¿Qué haces? ¿Un vídeo-diario?
—Sí —responde Peter, sintiéndose un poco avergonzado y vacilante.
—Muy bien —Tony intenta inclinarse hacia adelante, pero su voz se convierte en un leve gruñido por el dolor de la pelea que tuvo lugar en los últimos días—. Yo haría lo mismo.
—Le he dicho no lo hiciera —la lente se redirige temblorosamente hacia la parte delantera del automóvil, donde Happy todavía conduce—. Lo estaba filmando todo.
Tony responde en voz baja:
—Sí, vale.
—Voy a borrarle el chip.
Peter comienza a defenderse, pero Tony lo interrumpe rápidamente.
—Eh, eh, eh, ¿sabes qué? Igualmente deberíamos hacer un vídeo coartada para tu tía —se quita las gafas de sol con lentes azules—. ¿Listo? ¿Grabas?
—¿Una coartada?
—Ponte en el encuadre.
—Vale —Peter se inclina para que ambos puedan verse ahora.
Tony reajusta sus hombros contra el asiento de cuero, sonriendo.
—¡Hola, May! ¿Cómo estás? Espero que lleves algo cortito.
La cara de Peter cambia de su sonrisa, sus cejas se fruncen y mira bruscamente al padre de su hermana.
Tony se ríe, agachando la cabeza antes de mirar hacia arriba y tocar el hombro del chica que lo está mirando en una comprensible mezcla de asco y horror.
—Me he pasado —Peter esboza una sonrisa forzada mientras Tony señala a la cámara—. Volvamos a empezar, luego lo editas.
—Mmhm —responde Peter con un movimiento de cabeza y una risa incómoda.
—Tres, dos, uno... ¡Hola, May! Dios mío, quería hablarte de lo bien que se lo pasó tu sobrino con Lisa y del increíble trabajo que ha hecho este fin de semana en el Retiro del Seminario Stark. Todos están impresionados y...
Una fuerte bocina suena, interrumpiendo a Tony, que se aleja de la cámara antes de que Happy grite enojado:
—¡Aparta! Es de doble sentido, lo siento.
Peter levanta las cejas y mira a los hombres, poco acostumbrados a estos dos.
—Es por no haber ido por Queens Boulevard —Tony lo señala y asiente con la cabeza burlonamente antes de que se aclare la garganta y se vuelva hacia la cámara—. Mira, Happy está esperando que lo ascienda a Gestión de Archivos. Antes era el Frente de Seguridad, y antes de eso un simple chófer...
—Era una conversación privada —Happy regaña tranquilamente desde el frente, sacudiendo la cabeza y mirando de un lado a otro desde la carretera—. No bromees con esto. Me costó mucho comentártelo.
—Dime, ¿roncó mucho en el avión?
Happy arruga los labios y detiene el auto, chocando contra la acera.
—Bien, fin del trayecto, whoops.
Tony se ríe y Peter tuerce los labios torpemente antes de que el primero diga:
—Happy, ¿nos das un momento?
El hombre fornido se vuelve hacia él con una expresión algo molesta.
—¿Quieres que me baje del coche?
—Saca el maletín de Peter del maletero.
Las manos de Peter bajan lentamente de la filmación de Tony y sus ojos marrones se abren con absoluta incredulidad.
—¿Puedo quedarme el traje?
—Sí, es de lo que hablábamos.
Tony se vuelve a poner las gafas de sol y se aclara la garganta, volteándose hacia el chico.
—Hazme un favor, ¿quieres? Happy es como tu contacto en esto. No le estreses. No hagas estupideces. He visto su electrocardiograma.
Mientras tanto, Happy está luchando por sacar la pesada caja de metal del maletín.
Cuando Peter no responde por un momento lleno de conmoción, Tony se encoge de hombros y baja la barbilla.
—¿De acuerdo?
Peter rápidamente lo mira y asiente.
—Sí.
—No hagas nada que haría yo. Ni tampoco hagas nada que no haría yo.
Peter frunce las cejas en completa contemplación, Tony se da vuelta y levanta un espacio entre su pulgar y su índice.
—Allí hay una zona pequeñita, que es donde te puedes mover.
—¿Eso significa que soy un Vengador?
Los ojos de Tony se ensanchan y su cabeza se inclina.
—No.
Un golpe en la ventana los interrumpe, haciéndolos girar para ver a Happy levantando una caja de metal.
—¿Es esto?
—¡Séptimo piso! —responde Tony con despreocupación, un poco divertido de que uno de sus mejores amigos tenga que llevar el maletín hasta allí.
—Déjalo —Peter sacude la cabeza y agita su teléfono hacia el hombre fornido—, yo lo subiré.
Happy levanta las cejas, repitiéndole:
—¿Lo subes tú?
—Sí, lo subiré yo.
—Gracias —Happy da una mirada agravada y puntiaguda a Tony a través de la ventana.
Peter se da vuelta apresuradamente para mirarlo.
—¿Cuándo volveré a ver a Lees? ¿Cuándo es nuestro...? —la cara de Tony se oscurece ligeramente debajo de sus gafas antes de que Peter de una sonrisa casi vertiginosa y use sus dedos con pequeñas comillas—. ¿Cuándo es nuestro próximo "retiro" o...?
Tony se traga todas las otras respuestas que podría decir sobre cómo no tiene idea de dónde está Lisa, cómo probablemente nunca pondrá a Peter en una pelea real, cómo se está preguntando todas esas cosas él mismo, y se conforma.
—¿La próxima misión?
—Sí, la misión —la sonrisa de Peter se desvanece, tratando de ser el serio Vengador en entrenamiento que es—. Las misiones.
Tony se encoge de hombros despectivamente.
—Te llamaremos.
—¿Tiene mi número?
—No digo que te llamaré yo —Tony gesticula con las manos—, digo que alguien te llamará.
—Oh.
—¿Vale?
De alguna manera, Tony no parece querer decir eso.
—Alguien del equipo —pero Peter está demasiado entusiasmado como para darse cuenta de verdad.
Tony se inclina sobre el asiento y sus manos se extienden más allá del chico. Peter piensa que esto es un poco extraño, pero bueno, un abrazo de Tony Stark es algo que una persona no puede rechazar. Así que levanta las cejas y envuelve sus brazos alrededor de su espalda y pone la barbilla sobre su hombro, envolviéndolo en un abrazo extraño.
—No es un abrazo. Solo te estoy abriendo la puerta —Tony empuja la puerta del coche para abrirla, retrayendo su cuerpo del agarre torpemente flojo de Peter—. Aún no hemos llegado a ese nivel.
—Oh —Peter susurra y mira hacia la puerta ahora abierta.
Se vuelve hacia Tony con una sonrisa apretada cuando el hombre mira directamente delante de él, aparentemente terminado con toda esta conversación. Peter mira hacia otro lado, se da la vuelta y se desliza rápidamente fuera del vehículo.
Tony mira hacia atrás con una media sonrisa y dice:
—Adiós.
El auto se aleja, las llantas chirrían en el pavimento y Peter Parker se queda parado en la calle, observando. Una pequeña sonrisa se curva en las comisuras de sus labios mientras se para en medio de las farolas amarillas de Queens.
Peter rebota el maletín en su mano, sonriendo mientras se susurra a sí mismo:
—¡Van a llamarme!
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( punto de vista en primera persona )
—Han pasado dos meses y no se ha escuchado absolutamente nada.
El mismo viejo informe de noticias se reproduce en todos los canales como lo ha hecho durante las últimas ocho semanas.
—La reconocida hija de Tony Stark, Lisa Stark, sigue desaparecida tras la guerra civil de los Vengadores.
La televisión suena ruidosamente dentro de la cafetería, cuya mesa y sillas permanecen en la acera.
—La joven de veinte años fue vista por última vez en Alemania, pero desde entonces no se han reportado avistamientos.
El cielo es de un azul brillante y las calles transitadas gritan de vida, los taxis amarillos suenan en el tráfico y la gente camina de un lado a otro.
—El padre multimillonario no ha hecho comentarios sobre el paradero de su hija.
En la pantalla aparece un clip de Tony Stark con sus gafas de sol puestas, ignorando las preguntas del periodista, mientras Happy Hogan se abre paso entre la multitud.
—La CEO de Industrias Stark, Pepper Potts, tampoco ha respondido a la misteriosa desaparición de Lisa, diciendo al estudio el viernes que ella y Tony piden privacidad y el respeto de los medios durante este tiempo.
La directora se muestra en una imagen cuando entra en la Torre de los Vengadores.
—Debido a su extraña ambigüedad, las teorías de lo que le sucedió exactamente a la heroína llamada Cuervo Rojo, y la heredera de miles de millones, se han convertido en uno de los temas más discutidos del año. Estas teorías van desde que Lisa Stark ha sido secuestrada, que está involucrada en la huída con su compañero ex-Vengador, Steve Rogers, o que ha fallecido...
El cabello que se extiende hasta la mitad de la espalda sopla en el viento y las uñas pintadas de negro golpean distraídamente la superficie de la mesa de metal del café.
El informe cesa cuando mis manos se colocan un par de auriculares sobre una cabeza rubia, no queriendo escuchar más de las teorías sobre la chica llamada Lisa Stark. En lo que respecta a Lisa, la chica de la que el mundo quiere saber tanto, se ha ido. No más cámaras, no más focos, no más escenarios y caras falsas.
Me quedo ligeramente inclinada sobre la mesa de metal con un bolígrafo azul en una mano, dibujando en silencio el edificio que se alza frente a mí. Mis labios manchados de negro están torcidos hacia abajo y mis ojos azules se estrechan mientras miro el boceto errático del edificio. Todavía hay tiempo antes de que necesite volver, antes de que tenga que prestar atención a quién va y viene. Después de todo este tiempo, lo he reducido a una ciencia. Si el reloj de la pantalla del televisor es correcto, tengo unos diez minutos más hasta que sea hora de centrarme.
Diez minutos más.
La ciudad de Nueva York continúa zumbando a mi alrededor, la vista me resulta familiar después de casi un mes y medio de estar en cualquier lugar menos aquí. Pero me volví a la ciudad que nunca duerme simplemente porque ahí es donde se encuentran todos mis asuntos pendientes. Después de semanas y semanas de moteles con sombra, duchas frías y amargas y de cambiar mi apariencia, finalmente llegué exactamente a donde necesitaba estar. Siempre iba a ser este lugar; siempre íbamos a terminar aquí.
Es donde todo empezó.
Y donde terminará.
Nueve minutos más.
Una sombra aparece sobre mi cara, bloqueando la luz de mi dibujo. Mi bolígrafo se queda quieto en mi papel y mis dientes se aprietan con irritación, pero no le digo nada a la persona que proyecta la sombra, esperando que simplemente avance. Pero, de repente, la figura lanza un suspiro tranquilo y se sienta en la única otra silla frente a mí.
—Oye, lo siento, pero ese lugar está... —mis ojos se alzan rápidamente y mis palabras afiladas se desvanecen en mi lengua cuando veo a una mujer familiar con cabello negro azabache sentada frente a mí—... ocupado.
—¿Te importa si te acompaño? —la mujer levanta sus cejas oscuras hacia mí.
Siento que mis pulmones se contraen un poco y mis hombros se tensan por su posición relajada y mi nudo se eleva en mi garganta.
Natasha Romanoff.
Se ve diferente, muy diferente de lo que era la última vez que la vi. Por otra parte, con mi cabello rubio y la larga cicatriz blanca que se curva a lo largo del centro de mi cara, sé que tampoco puedo parecerme mucho a mi antiguo yo. Dios, somos tan diferentes.
Pero ella no puede estar aquí. ¡No, no! ¡Lo arruinará todo! Después de todo este tiempo, precisamente hoy...
Ocho minutos.
Trago con desagrado al verla mientras sus labios rojos se dibujan levemente en una sonrisa. No es que no esté feliz de verla. Es solo que... bah, no lo estoy. La última vez que la vi estaba del lado de Tony, dispuesta a arrestar a las personas con las que terminé siendo arrestada. Ver a Natasha Romanoff no es una buena señal. Si me ha encontrado, significa que los demás no pueden estar muy lejos y que estoy oficialmente jodida. Es el final de todo lo que hemos pasado y hecho en los últimos dos meses. Si ella me lleva, sé que dejaré a alguien atrás, y sé lo que me espera cuando lo haga. Celdas. Rayas. Luces blancas.
No más yo, no más nosotros.
No he llegado tan lejos para esto.
Siete minutos.
Intentando permanecer casual, le hago un gesto incómodo y frunzo los labios.
—Bueno, ya estás sentada, así que, claro.
—Gracias —Natasha tararea, recogiendo un menú y frunciendo el ceño ante la lista de elementos—. Me gusta el nuevo look, señorita...
Mis labios se fruncen y, conscientemente, me paso el cabello rubio detrás de la oreja.
—Potts. Natalie Potts.
Natasha levanta sus ojos verdes hacia mí.
—Natalie Potts, ¿eh? Suena familiar.
Me encojo ligeramente de hombros, pero mi garganta todavía se siente apretada con inquietud.
—Supongo que no puedo decir que consigo puntos por originalidad.
—No, no, eso es bueno —ella asiente, recostándose en su silla y cruzando las piernas una sobre la otra—. Usas nombres que te son familiares porque te resulta más fácil —sonríe de nuevo, pero carece de su habitual sarcasmo que he llegado a conocer tan bien—. Me alegra ver que mi entrenamiento ha valido la pena.
—¿Si? —asiento rígidamente, mis dedos todavía golpean rítmicamente contra la mesa—. Créeme, no eres la única.
Seis minutos.
Hay una breve pausa en la que ella solo me estudia y yo la estudio a ella. No puedo ver a través; no importa cuánto ella haya podido ver a través de mí, incluso cuando era una niña de quince años cuyos mayores problemas eran cables en su carne y un psicópata ruso en una pista de carreras. Pero Natasha... supongo que no tengo esa habilidad. Dios, ¿a qué hemos llegado? ¿Cómo llegamos al punto en que siento que ni siquiera puedo confiar en ella? Todo esto es un desastre. Pero tengo que recordar por qué estoy haciéndolo, por qué hice todo lo que hice durante los últimos meses.
Finalmente, pregunto con la cara en blanco:
—¿Estás aquí para arrestarme?
Natasha se ríe,
—Oh no, está fuera de mi jurisdicción ahora. Me entristece decir que las autoridades y yo nos hemos separado —entrecierra los ojos pensativamente, esa sonrisa juguetona regresa esta vez—. No muy cordialmente, de hecho.
—Trágico —sonrío un poco antes de que se desvanezca—. ¿A dónde vas si no vuelves a la base?
Ella mueve la cabeza hacia un lado.
—Donde sea que estén nuestros amigos escapando. No ha sido fácil rastrearlos, sorprende decirlo. Parece que algunos saben cómo pasar inadvertidos.
Con mis ojos rodando hacia la mesa, suspiro irritada.
—Y yo pensaba que me iba muy bien siendo discreta.
—¡Claro que sí! —Natasha asiente, mirando despreocupadamente el menú—. Me ha llevado cerca de un mes rastrearte, y he estado tratando de seguirte desde entonces.
—¿Alguna razón específica o es que soy realmente muy interesante?
Ella se ríe.
—Eres bastante interesante, pero solo quería asegurarme de que estabas bien, especialmente en tu condición...
Cinco minutos.
Sus ojos verdes se estrechan.
—¿Cómo has estado? En serio. Parece que has encontrado una forma de cuidarte... —su vista cae hacia mi abdomena ahora plano dentro de mi chaqueta robada, haciéndome envolver un brazo alrededor de mi estómago e incómodamente moverme bajo la atención—. ¿Cómo...? ¿Estuviste sola?
Se necesita todo dentro de mí para mantener mi expresión en blanco cuando asiento.
La expresión reservada de Natasha se quiebra y sus ojos se arrugan.
—Oh, madre mía, pequeña...
—No, no lo hagas —niego con dureza, mordiendo con fuerza el labio inferior para mantenerme unida—. En serio... no necesito tu simpatía. Fue, um, fue... —mis ojos pican y miro a la mesa—. Doloroso, pero, eh... —me aclaro la garganta de nuevo y la miro con los ojos entrecerrados, mi cabello rubio cayendo sobre mis pestañas—. Se suponía que Pepper debía estar allí, ¿sabes? Hubiera querido.
Natasha frunce el ceño profundamente.
—Dios, esta vez nos hemos metido en problemas, ¿verdad?
No quito los ojos de ella, ni respondo ni reacciono.
Ella avanza rápidamente.
—Ocultaste decentemente bien la protuberancia del bebé. Yo me di cuenta en mayo —me burlo sarcásticamente y, después de unos segundos, ella continúa en silencio con una sonrisa triste y otro asentimiento—. ¿Niño o niña?
Hay un pequeño silencio donde casi dudo antes de responder:
—Niña.
—Lo sabía —Natasha sonríe un poco más, sus ojos se iluminan de una manera que no hubiera esperado—. Eso es bueno. Te irá bien con una niña... —mi corazón se aprieta un poco ante sus palabras antes de que entrecierra los ojos —. ¿Dónde está?
—Con alguien en quien confío —contesto ambiguamente, con cuidado de quien sea que esté escuchando—. Es lo más extraño, Nat. Sigo siendo una cría, una estúpida, y ahora... Se espera que sea algo que realmente no estaba segura de poder ser —mi vista parpadea a un lado y sacudo la cabeza—. Dios, estoy empezando a sonar como...
—Tu padre.
Mis ojos vuelven a Natasha y mi mandíbula se aprieta.
Cuatro minutos.
Y a pesar de la ira que me invade el pecho, sé que es verdad. Claro que es verdad. Tony Stark era joven y estaba solo, tratando de luchar contra el mundo cuando aparecí en la foto y lo cambié absolutamente todo. Y ahora estoy aquí, huyendo del pasado con una... hija que es buena y pura, pero ella me mira como si necesitara ser todo lo que tiene. ¿No es apropiado que siga el mismo camino de mi padre? Los niños siempre terminan como sus padres. ¿No es así?
Asiento lenta y dolorosamente, aceptando su sustitución, pero no estoy dispuesta a expresarlo por completo.
—Creo que siempre pensé que si alguna vez llegaba a este punto, los tendría a él y a Pepper para decirme cómo diablos consiguieron hacerlo.
—Lo descubrirás. Eres una niña inteligente. Serás exactamente lo que ella necesita que seas —los iris de Natasha destellan con algo que no puedo descifrar, antes de sacudir la cabeza y sonreír—. Considérate afortunada. Si tu padre estuviera cerca, no dejaría de presionarte para que nombrara al bebé como él.
Y aunque duele, una pequeña sonrisa se abre paso a través de mi expresión reacia.
—Tienes razón.
Ella se ríe un poco antes de que se produzca un pequeño silencio en el que sus ojos se vuelven firmes y su voz baja.
—¿Qué está haciendo, señorita Potts?
Tres minutos.
Mi boca se seca como el algodón y mi expresión se endurece como la piedra. Mi corazón late lo suficientemente fuerte, porque me duele la caja torácica y mis ojos se posan en la mesa. Mis manos ligeramente temblorosas se deslizan de mi regazo y se juntan en puños. Mi cabeza sacude mi cabello rubio de mis hombros y mis dientes se aprietan uno contra el otro.
—No espero que lo entiendas.
—Lo entiendo mejor de lo que piensas.
—No necesito explicártelo ni a ti ni a nadie.
—No estoy pidiendo un 'por qué'.
—¿En serio? Parecer ser exactamente lo que haces.
Dos minutos.
—Sé por qué. Francamente, lo entiendo. ¡Dios sabe que no te culpo!
—Pues déjalo como está.
—No puedo. Porque te conozco, monstruita. Yo mismo te ofrecí esta oportunidad hace dos años y me rechazaste.
—Nat...
—¿Sabes por qué? Porque eres una buena persona.
—He dicho que lo dejes como está, Nat.
—Durante semanas, te he seguido y te he observado mirando a tu objetivo y...
—No es mi objetivo.
—Entonces, ¿qué es para ti?
No contesto
—¡¿Eh?! —Se inclina más cerca de mí a través de la mesa, apretando el pulgar y el índice en una demostración—. Sé lo que te pasó. Y lo entiendo. Fue... —Natasha hace una pausa y sacude la cabeza para buscar la palabra correcta—, repugnante.
Un minuto.
Mis ojos se cierran y trago con fuerza.
—Y fue enfermizo, doloroso e incorrecto, pero te conozco.
—En este punto, aún sigo intentando conocerme, así que ¿cómo podrías hacerlo tú?
—¡Porque todos siempre te han conocido mejor que tú misma! —Natasha espeta las palabras, haciéndome cerrar la boca y mirarla por un largo momento—. Tu padre, tu familia, tu hermano, nosotros. Así que escúchame, porque me preocupo por ti. Necesitas recordar que tienes más peso que tú misma en este punto. Tienes a tu hija y a tu hermano.
Mi expresión se contorsiona ligeramente ante la mención.
—Sé que los amas más que a nada, así que piensa en ellos antes de hacer esto.
Se acaba el tiempo.
Mis ojos se apartan de la cara de Natasha hasta que encuentro a la persona entre la multitud, la que he estado observando desde que regresé a Nueva York, una de las razones por las que dejé Wakanda.
Se está riendo. Una buena y fuerte. Una que suena pura, sincera. Su ahora cabello castaño cae sobre su espalda en suaves ondas. Las líneas de risa se juntan en sus mejillas debido a sus dientes blancos que sonríen descuidadamente. Sus salvajes ojos azules se mueven despreocupadamente a través de la multitud, sorbiendo su habitual café negro de la cafetería.
Luce feliz, contenta.
Lisa.
Ese es su nombre.
Lisa.
Ha usado ese nombre los últimos dieciocho años.
Lisa Parker.
Ella cogió mi propio nombre y lo profanó por pura burla. Y no sé por qué lo hubiera querido de todos los nombres.
—Ella no es mi objetivo, Nat —un pequeño aliento deja mis pulmones mientras miro a Janice Montgomery—. Es mi madre.
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