twenty-four - end of the path
chapter xxiv.
( civil war )
dile a tu hermano que estás escuchando sus sueños
dile a tu hermana que ella es todo lo que necesitas
dile a tu madre que ella es la única
y a tu padre que te ha convertido en todo lo que eres
sense of home ─── harrison storm
base de los vengadores
16 de junio, 2016
( punto de vista en tercera persona )
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—Solo es la primera versión —le dice Tony a Rhodey mientras lo sigue a lo largo de los rieles.
Rhodey mantiene una mano sobre el hombro de su mejor amigo, caminando sobre los aparatos ortopédicos que Tony diseñó para él.
—Ya.
—Dime lo que se te ocurra, ¡cualquier sugerencia! —Tony se vuelve hacia él mientras continúan—. Absorción de impactos movimiento lateral... —hace una pausa en la lista rápida por un momento, burlándose e intentando hacerlo sentir mejor—. ¿Portavasos?
Rhodey le sigue el juego, asintiendo en una expresión bromista.
—A lo mejor aire acondicionado... —el hombre de repente cae al suelo, jadeando y apenas atrapándose mientras aterriza con fuerza sobre su estómago—. Ach, ow.
Luchando contra una expresión preocupada, Tony se agacha inmediatamente y extiende una mano para ayudarlo.
—Venga. Te echaré una mano.
—No, no, no me ayudes —él responde rápidamente, sacudiendo su cabeza oscura.
Tony se recuesta sobre sus talones, observando a Rhodey luchar. El hombre gruñe y dolorosamente se levanta en una posición más sentada, donde descansa en silencio por unos momentos. Tony tampoco dice nada, solo lo mira y le permite tomarse su tiempo. No está seguro de lo que habría hecho si también hubiera perdido a Rhodey ese día en el aeropuerto. Ha estado con él desde el primer momento, y si alguna vez lo necesitaba, Rhodey siempre estaba dispuesto a cuidar su espalda. Tony solo desea poder arreglar la suya.
El hombre finalmente rompe el silencio con una frase repentina.
—Ciento treinta y ocho misiones de combate.
Tony lo mira, esperando que continúe.
—Son todas las que he realizado —la voz de Rhodey se calma mientras asiente un poco—. Cualquiera podría haber sido la última, pero allí estaba yo. Porque habría que librar esa lucha. Lo mismo ocurre con los Acuerdos. Los firmé porque eso es lo que había que hacer —se queda en silencio un instante—. Y no estoy enfadado con Lisa.
El otro hombre mira brevemente hacia abajo, entrecerrando los ojos.
—Ross la puso en un compromiso y no supo qué hacer. Si hubiera sabido lo que iba a pasar, los dos sabemos que no lo habría hecho —la voz de Rhodey se desvanece lentamente y sus ojos se entristecen ante el recuerdo.
—Pepper te lo ha dicho, ¿no?
Los mejores amigos se miran, ninguno dice nada por un momento. No hay necesidad de explicar qué fue exactamente lo que Pepper le dijo. Los dos lo saben.
Lisa está embarazada.
Está viva; eso debería ser lo suficientemente bueno para ellos.
Pero no lo es.
Su pequeña y suave Lisa lleva un niño que ninguno tendrá la oportunidad de conocer. Cuando era más pequeña, su Lees siempre era tímida y silenciosa, casi al borde del miedo, cuando estaba cerca de los chicos, excepto, por supuesto, T'Challa. Cuando Rhodey escuchó que se había casado estando borracha, apenas podía creerlo. Y ahora su sobrina está sola y con un bebé en camino...
Rhodey siempre pensó que estaría allí para ella, si esa etapa de la vida alguna vez llegara. Obviamente, no era algo en lo que pensara todo el tiempo; después de todo, era extraño pensar en su sobrina. Aún así, una vez que Pepper se lo contó, intentó imaginar cómo sería la vida si la 'Guerra Civil', como las de noticias la están llamando, no hubiera sucedido.
Tony, Rhodey y Happy habrían hecho apuestas sobre cuál habría sido el género del bebé. Pepper habría ayudado a Lees a decorar la habitación que eventualmente terminaría llena de animales de peluche que los chicos no podrían dejar de comprar. Habrían ido con ella a cada ultrasonido y cualquier otra cosa que hacen las mujeres cuando tienen bebés. Habrían estado allí para el nacimiento. Hubieran sido los primeros en sostener al bebé.
Pero, ahora, nada de eso va a suceder.
—No puedo creer que no nos hayamos dado cuenta... —los ojos de Tony se posan en el suelo—. No puedo creer que yo no me haya dado cuenta...
Rhodey mira a su mejor amigo por un largo momento.
—¿Cuánto tiempo vais a estar peleados, Tony?
—Hasta que deje de doler —el hombre le da una sonrisa plana en respuesta, pero no puede mirarlo por mucho tiempo, en cambio elige mirar a un lado , recordando la última vez que la vio, recordando sus últimas palabras.
—Podría tardar.
—Tu curación puede tardar.
Rhodey parpadea un par de veces, asintiendo una vez más.
—Sí, es un asco. Ha sido... una derrota amarga. Pero no he cambiado de opinión. Creo que no.
Tony sonríe y estira su mano, Rhodey la toma, permitiéndole tirar de él nuevamente.
—¿Estás bien?
—Oh, sí.
Un puño repentino golpea. Los dos se voltean confundidos para mirar a un hombre de cabello blanco que los mira desde el cristal. En su mano, sostiene un paquete lleno de tres elementos: una carta, un teléfono con un solo número y un vídeo. El hombre lleva un uniforme de FED-EX, con sombrero y todo, mientras el camión se queda tras él. De alguna forma luce... familiar.
—¿Es usted Tony —el hombre mira el paquete— Stank?
Tony solo lo mira, sus labios se separan y su expresión es de incredulidad.
—Sí, este es Tony Stank —Rhodey señala con el dedo hacia la parte superior de la cabeza de Tony, quien pone los ojos en blanco en el techo—. Justo, aquí está. ¡Es usted un genio!
Rhodey retrocede, toca su hombro y mira a su mejor amigo.
Tony levanta las cejas con una sonrisa sardónica.
—Jamás lo olvidaré. A Lisa le va a encantar —cuando Rhodey se aleja, comienza a gritar—: ¡Mesa para uno! ¡Señor Stank! Por favor, junto al baño.
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—Tony, s-soy yo.
El video falla y queda atrapado en la cara de Lisa por un momento. Sus ojos son más opacos de lo que solían ser. Una cicatriz roja estropea sus rasgos generalmente suaves y limpios, cortando el centro de su cara. Parece que su nariz volvió desde donde se rompió, cortes se clavan en sus mejillas, sus ojos están llenos de moretones y su labio inferior está hinchado.
Por mucho que su corazón late con fuerza en el pecho, por el hecho de que ella está viva, la vista revuelve el estómago de Tony y le hace pensar que va a vomitar. No la ha visto tan herida desde que la conoció en la habitación 112 en un hospital.
La transmisión se mueve, luchando por moverse, Tony y Pepper miran cómo el vídeo hace que sus ojos caigan y se levanten repetidamente en una emoción que realmente no pueden sentir.
—T'Challa me dijo que necesitaba contactarte. Y sé que es peligroso. No debería. No debería contactar con nadie. No quiero involucrarte a ti ni a nadie más en problemas. Ya tenemos suficientes.
Tony no es tan ingenuo o estúpido como para pensar que ella es la misma chica que corría hacia él cuando regresaba del trabajo todas las noches, pero seguía siendo su hija. Piensa que olvidó eso. Tal vez ella también.
—Creo que una parte de mí ni siquiera quería contacter. Y creo que una parte de ti tampoco quería hacerlo contigo. No lo sé. Es un desastre. Somos un desastre. Siempre lo hemos sido, ¿no?
Pepper se ríe en silencio antes de morderse el labio inferior, royendo la carne rosada mientras se queda sentada al lado de Tony.
Lisa respira hondo.
—Solo te quería que tú, Pepper, Rhodey, y Happy supierais que...
No es el vídeo lo que se detiene esta vez, es ella. Solo mira a la cámara, parpadea un par de veces y suspira.
—No estoy muerta.
Pepper cierra los ojos con fuerza, haciendo que algunas lágrimas se deslicen por sus mejillas.
—No sé si pensábais que lo estaba o no, pero no marca la diferencia, porque no voy a volver.
Tony se queda recostado en su silla, con la mandíbula suelta y la cara en blanco, pero puede sentir una lágrima que gotea por el costado de su cara magullada.
—No soy tan egoísta o arrogante como para decir que no te hice ningún mal, Tony. No me importa que Steve o tú estuviérais equivocados, solo sé que yo lo estaba; lo que dije, lo que hice... Espero que puedas encontrar en tu corazón que tenía mi razón. Igual que tú tuviste la tuya. Debería haberte dicho la verdad sobre.... —sus ojos parpadean de dolor y sacude la cabeza—. Todo. Debería haberte protegido como tú siempre has hecho por mí.
No siempre, Tony piensa con amargura.
—Y, por mi parte, lo siento, Tony. Lo siento mucho. Espero que, con el tiempo, podamos encontrar algo dentro de nosotros mismos para perdonarnos.
Los ojos del padre caen brevemente sobre el escritorio, frunciendo los labios y asintiendo.
—Supongo... —Lisa se frota cuidadosamente la frente magullada con el pulgar antes de mirar por encima del hombro—. Supongo que todo este tiempo, me decía que no iba a ser como mis padres. Resulta que sí. Me parezco más a ti de lo que pensaba, Tony.
Pepper lo mira y toma suavemente su mano entre las suyas, sosteniéndola con fuerza.
—Solo... sé que no puedo estar allí. Y eres tú, sí, pero también yo y mi bebé.
Pepper se cubre la boca con la mano y los ojos de Tony se cierran ante esto.
—Y también es ese lugar. Nos salvaste, Tony, una y otra vez, lo sé. Pero hemos llegado al final del camino en el que nos comenzaste hace seis años, cuando hiciste un traje de metal gigante en una cueva afgana.
Oh, todos eran tan diferentes en ese entonces.
Tan listos para enfrentar el mundo juntos.
Tan inocentes de lo que les esperaba una vez que lo hicieron.
Lisa traga y sacude la cabeza.
—Dicho esto, no sé si nos volveremos a ver.
Tony siente que su boca se seca y algo horrible se asienta dentro de su pecho.
—Puede que sea en unos meses, unos años, tal vez nunca. ¿Quién sabe?
Pepper tiene que alejarse de Tony para que no vea sus lágrimas; no quiere que él se sienta más culpable.
Esto se debe a cómo el mundo la ve.
Esto se debe a que Ross ahora la llama fugitiva.
Y, aún así, esta es la elección de Lisa.
No la de Tony.
—Él se está acercando.
Las cejas de los padres se fruncen en confusión cuando los ojos de su hija se vuelven distantes y sus palabras casi proféticas.
—Prometió venir por ellos. Y por mí. Y dudo que me permita salir viva del final... —se queda en silencio por unos momentos antes de sacudir bruscamente la cabeza—. No importa. No me busques.
Lisa mueve su mano para terminar el vídeo, pero luego algo parpadea en la cara de su hija y sus dedos vacilan. Tony y Pepper se inclinan ligeramente hacia adelante, necesitando que ella solo diga algo más, cualquier otra cosa.
Suelta un suave suspiro, apretando visiblemente los dientes; sus ojos se encuentran con la cámara una vez más.
—Dile a Pepper que nunca hubiera conocido el amor de una madre sin ella.
Pepper asiente un poco, escuchando las palabras de su pequeña, amándola con todo su corazón.
La voz de Lisa se le queda en la garganta.
—Dile a Rhodey que lo siento mucho, que tomaría su lugar en un instante. Y dile a Happy que ya lo echo de menos. Y, Tony...
El hombre respira hondo, asiente y se prepara para lo que sea que ella diga, sabiendo que merece lo peor.
Pero no le da ninguna de esas palabras.
—Quiero que sepas que te debo todo lo que soy —Lisa duda y, una vez más, suspira un poco—. Te quiero, papá. De verdad —hay una pequeña pausa antes de que ella susurre—. Adiós.
La señal se vuelve negra.
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—¿Vas a estar bien?
Lisa mira por encima del hombro y encuentra a Steve caminando hacia ella con una expresión triste que marca sus rasgos. Él desliza sus manos en sus bolsillos, mirando por la gran ventana. Ella no responde por un largo rato, respirando profundamente mientras la niebla se arrastra y se desliza a lo largo de los altos árboles. Solía pensar que Wakanda era, o al menos podría ser, un hogar, pero ahora se siente como una jaula. Igual que todo.
—Lo estaré.
Steve pone su mano sobre el hombro de Lisa, tocándolo suavemente por las heridas en la parte superior de su cuerpo.
—Lo siento.
Sus ojos arden y se lame los labios.
—Lamento haberte hecho esto —sus ojos encuentran la cicatriz que nunca desaparecerá de su rostro—. Siento haberte puesto en medio de algo en lo que nunca debiste haber estado.
Lisa asiente rápidamente, mirando hacia el techo para poder luchar contra las lágrimas que siguen llegando.
—Así que, eh, he hablado con Wanda, no se ve muy bien. ¿Va a estar bien?
Steve asiente, frunciendo un poco los labios.
—Sin Pietro, y ahora tú y Visión, va a ser difícil para ella por un tiempo.
Ella envuelve su brazo alrededor de su abdomen extendido, tragándose el dolor.
—Pero la cuidaremos.
Le lleva un momento responder.
—Me alegro de que os tenga. Está cansada. Y perdida. Necesita a alguien.
—Se parece mucho a alguien que conocemos —Lisa le frunce el ceño—. Lo digo en serio, Lisa. Todos necesitamos una familia... ¿Crees que te irás a casa?
—¿A casa? —Lisa se burla—. ¿Qué casa?
Él es el que frunce ahora.
—Tienes a tu padre, Lees. A Pepper y Rhodes, a Happy...
—No. No los tengo —Lisa necesita un momento para continuar—. Mi hogar ya no existe, Steve. Está muerto.
Ni una reina ni un monstruo, sino una diosa, se para frente a un reino defensor con espadas negras a sus costados.
Es una visión rápida que pasa ante sus ojos, pero ella la aleja.
Tal vez no está destinada a pertenecer a ningún lado. Tal vez no es... lo suficientemente humana para eso. No está segura de lo que es. No es una santa. Tampoco una hija. Ni una amiga, una niña, una heroína, una villana. Tal vez es todo lo que siempre temió ser. Es los demonios que ve cuando cierra los ojos. Son más fuertes que ella. Puede que hayan ganado. Puede que se haya convertido en ellos.
Las cejas de Steve se fruncen una vez más en ligera confusión.
—Lisa, debes confiar en que las cosas mejorarán. La gente perdona. Siguen, viven, se van a casa...
—Ya no soy ella, Steve. ¡No soy el Cuervo Rojo! —no puede evitar romper esa última parte antes de soltar un suspiro tranquilo—. Ni siquiera soy Lisa Stark. Han pasado muchas cosas. Soy algo diferente. Incluso podría ser algo peor.
—Eh —Steve toma sus dos hombros y la gira para mirarlo a la cara—. Todos cometemos errores, todos nos equivocamos. Eso no significa que seas lo que has hecho. A veces... —sacude la cabeza mientras busca las palabras correctas—. A veces ganamos, otras perdemos.
Lisa se burla de nuevo.
—Yo sé lo que es perder —sus ojos azules brillan cuando mira por la ventana nebulosa—. Sentir desesperadamente que estás haciendo lo correcto.
—¿Qué?
Sus ojos se alzan para encontrarse con los de él mientras el silencio los rodea.
Ella sacude levemente la cabeza.
—Nada.
Él no se detiene en eso.
—Los errores no definen quiénes somos —dobla ligeramente las rodillas, tratando de llegar más a su nivel, lo que es condescendiente—, aún debemos tener fe en las personas.
—¿Puedes mirarme honestamente a los ojos y decirme que todavía tienes fe en la gente, Steve? ¿Aún tienes fe en ser el gran Capitán América?
Los ojos de él bajan y no hablan por un largo segundo.
—T'Challa dice que no puede convencerte de que te quedes. ¿A dónde irás?
—A lugares donde tengo asuntos pendientes.
Lisa agradece cuando él no le pregunta qué significa exactamente eso.
Steve asiente levemente y la abraza.
—Buena suerte, chavala. Espero que la encuentres.
—¿Encontrar que? —Lisa murmura en su ancho hombro.
—La fe.
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