chapter xxxiii.
( homecoming )
podría ser un pecador o un santo
me gustaría estar orgulloso, pero consigo avergonzarme
el dulce y pequeño bebé está en un mundo lleno de dolor
tengo que ser honesto, no sé si podría soportarlo
r.i.p. 2 my youth ─── the neighbourhood
queens
13 de agosto, 2016 — 1 de septiembre, 2016
( crossover )
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En medio de Queens, Michael Allan se sienta en una mesa con una abrazadera de metal incrustada en la columna y un medallón en la mano. Dejó de esconder uno, pero el otro... aún no está listo. Su pulgar oscuro acaricia lentamente el círculo grabado del relicario, sus labios color melocotón se tuercen en una mueca.
—Los harás pagar —oye una voz que dice a lo lejos—. Hazlos. Pagar.
Y no romperá una promesa. Él nunca rompe una.
—Puedo terminar el siguiente pedido —Phineas, el técnico del equipo que se sienta al otro lado de la sala, niega con la cabeza con tristeza ante su nueva pérdida—, pero sin los materiales de aquel camión...
—Todavía tenemos suficiente para hacer el acuerdo con Gargan —Michael habla claramente, sus ojos mirando fijamente hacia un lado.
—Sí, pero nada más —concede Phineas antes de sugerir en voz baja—: O fabrico el sellador para grandes alturas.
Adrian Toomes da un fuerte gemido, lanzándole una mirada.
—¿Quieres olvidarlo?
—¡Es un gran golpe!
—¡No! —Toomes lo apaga irritado antes de lanzar un suspiro de enojo y presionar una mano en su boca con incredulidad—. Cuatro años.
Michael levanta las cejas hacia su padre, sin decir nada.
—Y nada de los federales, ni tampoco de esos payasos disfrazados que están en la Torre Stark —se burla, molesto—. Y de la nada, parecen esos mocosos con chaquetas de cuero negro y mayas apretadas con ganas de cargarse todo el imperio —se endereza de donde estaba apoyado en una mesa y determina fríamente—: Los mataré.
Michael no puede evitar que sus ojos se agranden un poco. No permitirá que suceda. El chico, claro. Ese puede morir. Pero la chica, no. No ha terminado con ella. Aún no. No va a sentir la muerte... todavía.
Toomes aún despotrica:
—Los encontraré y...
—¡Encontrados! —Phineas apunta una herramienta a la televisión—. O a uno de ellos.
Michael y Adrian se voltean, sus cejas similares se alzan en concentración.
Una reportera aclara para el padre y el hijo:
—Spider-Man entró lanzado, salvando de forma heroica a un equipo de decatlón académico de Queens. La identidad del héroe enmascarado sigue siendo una incógnita...
Los ojos de Toomes parpadean con reconocimiento, moviéndose rápidamente hacia el teléfono más cercano mientras Michael se acerca a la pantalla con ojos pensativos.
Y le susurra en voz baja a la chica que no se ve por ningún lado:
—¿Dónde estás?
♛♛♛
—Un solo individuo identificado. Aaron Davis, 33 años. Tiene antecedentes y una dirección aquí en Queens.
Mientras me siento en el piso de nuestra habitación compartida, entrecierro los ojos ante la imagen que aparece en mi lente de contacto. Con el gran plan de Peter de perseguir a los tipos que había debajo del puente, puedo alegrarme de que este Aaron Davis no parezca demasiado amenazador. Si mi hermano va tras algunos psicópatas, preferiría que fueran agradables. Es bueno que Tony pusiera una cámara para grabar todo lo que Peter ve en su máscara. Algunas grabaciones son cosas importantes, como nuestra emocionante noche en los suburbios, y otras de menor importancia... como las personificaciones de Thor que hace Peter.
Dicho esto, sin el Protocolo Vigilabebés de Tony, nuestro día sería mucho más difícil y mucho menos entretenido.
—¡Le haremos una visita! —Peter salta antes de señalarme con un dedo—. Tú vienes, ¿no, Lees?
—No puedo, tengo que cuidar a Maria —señalo con el pulgar, por encima del hombro, a la bebé que actualmente se niega a que la saquen de la sillita del coche.
—¡May puede vigilarla! —sugiere Peter rápidamente, sus ojos tan grandes y esperanzados.
—Peter —suspiro, frotándome la frente—. Te lo he dicho, no puedo seguir haciendo estas cosas.
—¿Qué? —la voz de mi hermano suena muy joven y con el corazón roto—. ¿No vendrás conmigo?
Lo miro con la boca ligeramente abierta. ¿Por qué es tan adorable? No es justo. Lanzo un suspiro, niego con la cabeza a mis pies y luego me encojo de hombros en concesión.
—¡Si! —el chico vitorea, agarrándose al asiento de Maria y luego arrastrándonos hacia la puerta—. ¡Pongámonos en marcha!
Dejo escapar un fuerte y largo gemido mientras salimos de la habitación.
—¡Hey Maaay! —Peter, con suerte, alarga su nombre al caminar hacia la sala de estar, solo para confundirse cuando nuestra tía no responde—. ¿Hola? ¡May!
—¿May? —con mi propia expresión confusa, cambio el asiento de una mano a la otra antes de que mis ojos se agranden y jadee, dándome una palmada en la frente—. ¡Tío, Peter! No puedo ir contigo, May está en su turno ahora mismo.
—Oh. Um. Está bien. Supongo que podría ir por mi cuenta... —los hombros de Peter caen y su cuerpo prácticamente se desmorona en la derrota, pero luego sus ojos de repente se iluminan y rebota de nuevo—. ¡Espera! ¡Puede venir con nosotros!
—¿Qué? —levanto la barbilla—. ¡No! ¡Ni de coña! ¡¿Quieres llevar a mi bebé a un interrogatorio?!
—Sí, no será peligroso. ¡Os mantendré a salvo, lo prometo! —extiende las manos frente a él—. Vamos, Bizcocho, ¿por qué no?
—¡Puedo pensar en un billón de razones por las que no, Peter!
—Lisa... —se desliza un poco más y me da golpes en el brazo juguetonamente—. Vamos, tenemos... tenemos que conectar.
—No hagas eso, no me hagas sentir culpable.
—¡Pensé que querías conocerme mejor! —le frunzo profundamente cuando él comienza a sonreír y rebotar un poco frente a mí—. ¡Venga, Lees!
Sé que no será tan peligroso. Lo peor que podría pasar es que el orgullo de Peter se hiera un poco y me golpeen en la cara. Hemos tenido momentos peores. Sería como una especie de extraña excursión familiar. Involucrando actividad criminal y vigilantismo.
Agh, es una idea horrible.
Peter me toca el costado.
—Vamos, hermana, por favor.
—Eres malvado y debes ser destruido —le informo con mucha naturalidad, deslizándose aún más cerca de mí, dándome una sonrisa burlona que trato de discutir con un "¡no!" muy largo.
Pero él solo me da una de sus clásicas sonrisas y gana con un "¡sí!"
—¡¿Te acuerdas de mí?! —la voz de Peter retumba tan baja y tan demoníaca que es extraña.
Hago una mueca, mirándolo mientras acechamos a través del garaje del coche.
—Oye, eh, deberías relajarte con el PROTOCOLO DE INTERROGATORIO SUPERIOR, es un poco...
Sin embargo, antes de que pueda terminar, Aaron Davis retrocede ante el sonido de la nueva voz de mi hermano y grita:
—¡Whoa! ¡Hey!
—Quiero información, y vas a dármela ya.
—Vale, tranqui.
—¡Vamos!
Aaron Davis se endereza lentamente, dándole a mi hermano una mirada confusa.
—¿Qué te ha pasado en la voz?
Suspiro y muevo el asiento que lleva a Maria delante de mí para sujetarla con ambas manos.
—¡¿Cómo que 'qué me ha pasado en la voz'?!
—Te oí en el puente. Reconozco a una chica.
—¡Ja! —suelto una carcajada sólo para que los ojillos rojos de mi hermano me miren con furia—. Lo siento...
—No soy chica. ¡Soy chico! O sea, soy... —se esfuerza por corregir en su tono ridículo. Yo pongo los ojos en blanco y me doy una palmada internamente—. ¡Soy un hombre!
—Me da igual lo que seas, chico, chica —el hombre entrecierra los ojos y niega con indiferencia antes de saludarme perezosamente—. Hola otra vez, Crazy Goth Lady.
—¡Hola! —le devuelvo el saludo, moviendo el asiento de Maria a mi lado.
—¿Eso es un bebé? —Aaron hace una mueca, señalando a la pequeña.
—¡Sip! —asiento antes de suspirar—. Él hizo que la trajera.
—¡No soy una chica! —Peter nos interrumpe de repente, su voz insistente e irritada—. ¡Soy un hombre!
Aaron vuelve a no prestarnos atención; aparentemente no se siente muy "amenazado." Simplemente sigue poniendo sus compras en el maletero con una mano pegada al auto. Yo estoy aquí para respaldar, así que ni me molesto en intentar asustarlo. Técnicamente, ni siquiera debería estar aquí, pero mientras lo esté, tengo un papel que desempeñar.
Descripción del trabajo actual: asegurarme de que Peter no muera ni se lastime física o emocionalmente de cualquier manera posible, y también asegurarme de que no haga nada demasiado estúpido.
Lo último es bastante difícil, especialmente considerando que soy yo quien lo está cuidando.
Y además, también hay un bebé.
Somos un desastre.
—Venga, tío —Peter se balancea ligeramente, extendiendo su mano—. Dime: ¿quién vende estas armas? Quiero saberlo. ¡Dame nombres o si no...!
Oh Dios, literalmente ha dicho 'o si no.'
¿Acaso estamos en una película de los años 50?
Aaron mira de reojo a mi hermano por un largo momento antes de que cierre el maletero. Peter salta un poco, agarrando mi mano que sostiene a Maria para hacernos retroceder en caso de que este tipo ataque. Muevo a Maria detrás de mí, pero me mantengo firme, sabiendo la diferencia entre un enemigo y no. Aaron Davis puede ser un "criminal," pero, vamos, no es un asesino.
El tipo se ve bastante complacido con nuestra reacción.
—Eres muy novato en esto, ¿eh?
Peter se desinfla un poco, mirando a la araña flotando.
—Desactiva el modo interrogatorio.
La araña vuelve a encajarse en su lugar sobre el pecho y le doy una sonrisa triste y comprensiva. Si alguien sabe lo que se siente al no intimidar, soy yo. Ahora tengo más miedo, lo que dudo que sea algo bueno. De todos modos, lo que intento decir es que mis primeros días no fueron los mejores, así que lo entiendo. Aaron solo se ríe, mirando hacia un lado.
—Mira, tío —Peter suspira antes de que su voz se eleve—, ¡estos tipos están vendiendo armas que son súper peligrosas!
—No pueden estar en las calles, Aaron —estoy de acuerdo, apoyando mi cadera en el costado de su auto blanco y descansando el asiento en su techo para poder ver a Maria, quien todavía está durmiendo.
—¡Ella tiene razón! Mira, si una de ellas partió en dos la Bodega de Delmar, imagina...
Aaron nos mira, cansado.
—¿Conoces Delmar?
Arrugo la frente.
¿El sándwich es la parte a la que responde?
—Sí, los mejores sándwiches de Queens.
—Sub Haven no está mal.
—Eh —Peter niega con la cabeza—, demasiado pan.
—A mí me gusta el pan.
—¡Nos estamos saliendo del tema! —canto, mirando entre los dos.
—Venga, tío, por favor.
Ambos miramos a Aaron con esperanza, quien solo nos mira con ojos ligeramente pensativos y entrecerrados. Aún así, no dice nada. Mi hermano bufa antes de darse la vuelta, balanceando los brazos a los costados.
—¡Dichoso modo interrogatorio! —murmura Peter entre dientes, y se aleja gruñón mientras yo cargo con el asiento y troto para seguirle el ritmo—. Karen, no vuelvas a hacer eso.
—La otra noche, le dijiste a ese tipo —al oír la voz de Aaron, los dos patinamos hasta detenernos y nos volvemos para mirar al hombre—: 'si vas a disparar a alguien, dispárame a mí.'
Le envío un profundo ceño a Peter por ser tan imprudente.
—Tienes un buen par —o... eso también, supongo—. Yo no quiero esas armas en este barrio. Mi sobrino vive aquí.
—¿Quiénes son esos tíos? —nos detenemos frente a Aaron—. ¿Qué puedes decirnos del tío alado?
—Y... y el tipo con la abrazadera de metal verde —agrego rápidamente, tratando de aprovechar esta oportunidad para averiguar todo lo que pueda sobre Michael Allan—. ¿Qué hay de él?
—Aparte de que es un psicópata disfrazado, nada —sus ojos cansados parpadean hacia mí—. ¿Y ese chico de la abrazadera? No mucho, solo que tú no querrías tener nada que ver con él. Aún así, no sé quiénes son ni dónde están.
Peter ahoga un quejido, inclinando su columna y la parte posterior de su cabeza hacia el costado del auto.
—Volvemos al punto de partida —murmuro, poniendo una mano a mi lado mientras observo a Peter.
Aaron mira a su alrededor, frotándose la barbilla.
—Aunque sé dónde estarán.
Peter se endereza ansiosamente.
—¿En serio?
—Sí, un tío chiflado con el que yo había trabajado... se supone que ha hecho un trato con ellos.
—¡Bien! —Peter se anima, saltando y riendo—. ¡Sí! Gracias.
—¡¿A dónde vas?! —llamo por encima del hombro al chico que se está alejando ahora.
—No te he dicho donde —Aaron niega con la cabeza, entrecerrando los ojos—. ¡No tienes la dirección!
—¡Sí, claro! —Peter trota torpemente hacia nosotros—. Fallo mío. Que tonto. Es... —se detiene a mi lado, apoyando un codo en mi hombro y hablando con mareo—. Sí. ¿Dónde es?
Aaron simplemente se queda impasible y me mira.
—¿Puedo darle un consejo a tu chico?
—¡Sí, por favor! —hablo con entusiasmo por mi hermano, que de repente echa el pie hacia atrás y me patea en el trasero.
—Oye, ouch —murmuro, frotando mi ahora dolorido trasero.
—Tienes que currarte más esta faceta.
—No lo entiendo —Peter se aleja de mí, cruzando los brazos con fuerza sobre el pecho e inclinándose casualmente hacia el auto—. Intimido mucho.
Lo adoro, pero intimida tanto como un cachorro. Uno lindo, definitivamente, pero un cachorro de todos modos. Aaron y yo nos parpadeamos lentamente con expresiones en blanco.
—¿Siempre es así?
—Es genial, ¿no? —le doy una sonrisa feliz.
—¡Chicos! —Peter gime fuertemente, todavía rebotando—. ¡Necesito la dirección!
—En el Ferry de Staten Island —Aaron finalmente da una respuesta, inclinando su cabeza hacia atrás—. A las once.
—¡Oh, qué pronto! —Peter se da cuenta con sorpresa antes de señalar con un dedo la mano todavía atascada de Aaron—. Eso se disolverá en dos horas.
—No, no, no —Aaron nos señala con un dedo—. Quitadme esto.
Peter toma mi mano y continúa trotando, gritando:
—Dos horas. Te lo mereces.
—¡Dentro tengo helado!
—Te lo mereces. Por delincuente —cuando Aaron intenta discutir para salir de esto, Peter levanta una mano y grita—: ¡Adiós, señor Delincuente!
Me río y golpeo la cadera con la suya, pongo los ojos en blanco y lo sigo.
—Muy agradable.
Y menos de una hora después, la voz de Peter Parker suena a través del dispositivo bluetooth en mi oído.
—Vale, Karen, activa el MODO SUPERIOR DE RECONOCIMIENTO... Bien, Cuervo Rojo y Cuervo... ¿Bebé? Uh, ¿estáis en posición?
Rodando los ojos debajo de mis gafas de sol y sonriendo burlonamente en los pliegues de alguna revista basura al azar, sonrío de lo mucho que está tratando de usar la jerga de "espía."
—Si con eso te refieres a Maria y a mí sentadas casualmente en el ferry, entonces sí, estamos listas.
Mis ojos revisan lentamente a la gente sentada en las distintas sillas de plástico de la cubierta. Mi rodilla permanece pegada a mi pecho y mantengo mi pie descansando junto a la sillita, sosteniendo a Maria segura en su lugar. Sus grandes ojos azules están abiertos mientras gorgotea suavemente, haciendo burbujas con sus encías rosadas. Froto mi cabello a través de sus rizos y ella suelta una risa tranquila antes de que me suba las gafas de sol por el puente de la nariz. En la parte delantera, Karen ayuda a Peter a mantener sus ojos en un grupo de compradores potenciales que han decidido reunirse en un lugar tan tonto como un ferry.
—Llamada entrante de May Parker —informa Karen—. ¿La desvío a tu visor frontal?
—Ahora no puedo hablar —mi hermano declina la idea.
Frunzo y murmuro:
—Pete, no es mi intención interpretar el papel de hermana mayor aquí, pero sugiero que al menos le envíes un mensaje.
—Ya la llamaré —me ignora.
Conteniendo un suspiro, frunzo más y niego con la cabeza, porque sé por experiencia lo mal que se va a poner. ¿Pero a él le importa? No. ¿Me escucha? No. Los hermanos son muy estúpidos.
—¿Quieres que active la MATANZA INSTANTÁNEA? —la voz de Karen interrumpe mi monólogo interior.
—No, Karen, ¡ya te vale con la MATANZA INSTANTÁNEA! —escucho a Peter regañar a su IA asesina mientras mis ojos se desvían, captando a una persona en particular sentada en la fila frente a él.
Mi boca se seca y dejo escapar un suspiro ahogado ante la vista.
—¡Nos lo sirven en bandeja, Lees! —dice Peter en mi oído—. ¡Tenemos armas, compradores y vendedores reunidos!
—Sí, en bandeja... —apenas puedo reconocerlo, mis ojos y mi atención ahora están enfocados en otra cosa.
Ahora se sienta justo frente a mí.
A solo unos metros de distancia, mis ojos perforan la parte posterior de su cabeza.
Michael, o quienquiera que sea.
No hay nada que me impida llegar hasta él. Y de alguna manera, después de todo este tiempo, su sola presencia todavía me irrita. Algo en él me pone la piel de gallina. Pero ahora puedo obtener mis respuestas, por qué me atacó, qué había de especial en mí. Finalmente lo entenderé. Peter puede arrestarlo. Y todos podremos irnos a casa.
Casa, sí, me gusta cómo suena eso.
Entonces, con eso en mente, me levanto lentamente, mi mano se aprieta alrededor del asa de la sillita y mis pies comienzan a guiarme hacia él, y cuando estoy lista para terminar, para finalmente irme a casa, la voz de Karen me interrumpe.
—Llamada entrante de Tony Stark.
—¿Peter? —mis ojos se abren.
—No, no, no —mi hermanito entra en pánico—, ¡no contestes...!
—Señor Parker.
Me detengo en seco y me quedo completamente quieta, viendo como el hombre aparece en la lente de mis ojos.
Papá.
Se ve muy tranquilo y sereno, muy a gusto y cómodo mientras se quita las gafas de sol para sonreír.
—¿Tienes un segundo?
No ha pasado tanto tiempo, ¿verdad? Años. Así es cómo se siente. Años y años y años que nos han cambiado; y verlo ahora me hace preguntarme por qué dejamos que llegara a esto. Mi mano en puño comienza a temblar en el asa del asiento y trago saliva.
—Es que ahora estoy en clase —responde Peter vacilante, tratando de inventar una historia.
—No es verdad —refuta Karen.
—Buen trabajo en D.C. —Tony ignora su respuesta vacilante, hablando con una voz entrecortada que básicamente significa que está tratando de admitir más o menos que estaba equivocado.
—Vale... —Peter responde torpemente, tratando de salir de esta conversación lo más rápido posible.
—Mi padre nunca me prestó demasiado apoyo y ya le he fallado a ella —mis ojos se cierran con fuerza y me estremezco cuando él continúa—. Así que solo intento romper ese ciclo y cambiar.
—Ahora mismo me pilla en medio de...
Tony interrumpe con una voz quebrada:
—¡No me cortes cuando te estoy alabando! —rueda los ojos y trata de volver a la calma—. En fin, van a pasar grandes cosas... —la bocina del ferry suena de repente, haciéndome saltar, interrumpiendo de nuevo a Tony—. ¿Qué es eso?
—Estoy... ensayando con la banda.
¿Ensayando con la banda? ¿En serio?
—Que raro. Happy me dijo que habías dejado la banda hace seis semanas —los ojos de Tony se estrechan en confusión—. ¿Qué pasa?
—Tengo que irme. ¡Cambio y corto!
—¡Eeeeh! —Tony estrecha sus grandes ojos antes de que su transmisión se interrumpa por completo.
Mis ojos se agrandan, parándome entre la multitud, sabiendo lo que está por suceder.
—¡Uy! ¡Las cojo yo! —grita Peter, haciéndome mirar mientras dispara una telaraña y arranca las armas de las manos de los hombres en el frente—. Hola, chicos. El ferry del tráfico ilegal de armas ha zarpado. ¡Lo habéis perdido!
El pánico estalla a mi alrededor cuando la conmoción en el frente del ferry se vuelve clara.
—Está aquí ese hombre araña —escucho hablar a un hombre mayor, uno que debe trabajar con Michael.
—Eso significa que la chica Stark no puede estar muy lejos —refunfuña Michael con irritación.
El hombre de piel oscura se levanta de su asiento, girando en un círculo y preparándose para correr hasta que sus ojos finalmente se posan en mí. Nuestros ojos se fijan en los del otro, verde sobre azul y cuando los suyos se abren, los míos se estrechan. El hombre mayor sigue su propio camino, pero ninguno de nosotros da ni un paso. Doy una lenta sonrisa y ladeo la cabeza, ninguno nos movemos durante un largo momento, tratando de decidir qué vamos a hacer a continuación.
Y luego, cuando la gente a nuestro alrededor comienza a gritar y a correr hacia la parte trasera, lejos de los estragos que mi hermano está causando, Michael comienza a correr en dirección opuesta y yo voy detrás de él. Mi cuerpo se mueve hacia adelante y hacia atrás mientras lucho entre la multitud, corriendo y empujando tan fuerte como puedo para atraparlo al tiempo que se desliza hacia una de las salas de control. Cuando finalmente me abro paso, no lo encuentro a la vista.
Jadeo para respirar, girando en un círculo lento, tratando de verlo antes de que, de repente, tiren de mi cuello y me estrellen contra una pared. Grito y lucho al sentir mi columna todavía dolorida al hacer contacto con el metal. La gente sigue gritando a mi alrededor y Maria llora, pero no puedo oír nada de eso al mirar los fríos ojos de serpiente de Michael Allan.
—¿No sabes que es de mala educación seguir a alguien? —ronronea el hombre de ojos verdes contra mi cara.
—Bueno, tú lo sabes —tarareo en respuesta, mi pecho subiendo y bajando entre nosotros.
Él da una extraña risa.
—Sí, supongo que sí.
Mis ojos recorren lentamente su figura alta elevándose sobre mí, mi mirada se detiene en la abrazadera verde brillante que parece haber sido literalmente apuñalada en su carne.
Él da una sonrisa calculada mientras sigue mi mirada.
—Oh sí, mira bien tu obra.
—No tuve nada que ver.
Gruñe y se inclina tan cerca de mi cara que nuestras narices se tocan.
—Tuviste todo que ver.
Mis cejas se arrugan con enojo y confusión.
—Es por eso que vas detrás de mí... ¿porque me culpas por lo que sea que le haya pasado a tu espalda?
—Mi espalda, mi vida, el sustento de mi padre, mucha gente que me importaba... —escupe con dureza—. Tú y tu gente nos lo habéis quitado todo.
Lo miro por un largo segundo antes de darme cuenta.
—Nueva York. Culpas a los Vengadores...
—Ah, sí, los Vengadores, tan geniales, tan fuertes... —se burla y niega lentamente, sus ojos verdes perforando los míos—. Los Vengadores no nos salvaron. Los Vengadores nos jodieron.
—Entonces —le muestro una sonrisa amarga y sarcástica—, debes estar encantado de que ya no existan, ¿verdad, cielo?
Me golpea contra la pared de nuevo.
—¡No te hagas la lista conmigo!
—¡No puedo evitarlo! —corto antes de sisear—. Escucha, siento lo de tu espalda, ¿vale? Pero ¿por qué yo? Toda esta basura desde el discurso hasta esa noche... Dime lo que quieres.
—Importas mucho más de lo que crees, para todos ellos. Así que... —sus ojos se vuelven pensativos y perdidos—. Yo... quería... destruirte —sisea en respuesta, haciéndome retroceder antes de inclinar la cabeza en confusión—. ¿No es obvio?
Antes de que pueda responder, destellos púrpuras estallan en nuestros ojos y el suelo de metal bajo nuestros pies se agrieta.
Michael mira a su alrededor confundido y aprovecho la oportunidad para golpearle el costado de la cabeza con el puño. El hombre se tambalea, pero se las arregla para derribarme y tirar la sillita lejos de mí. Dejando escapar un suspiro, mis ojos se abren con preocupación cuando Michael se inclina sobre el borde, y una extraña sonrisa se curva en las comisuras de sus labios ante lo que ve dentro: Maria.
—Fíjate —los ojos de serpiente del hombre se deslizan lentamente hacia arriba para encontrarse con los míos—. Tiene mi sonrisa.
Dejo escapar un grito mientras pateo hacia adelante, obligándolo a bajar antes de usar mi pie para deslizar a Maria y el asiento lejos de nosotros. Antes de que pueda volver a levantarme, Michael ya está encima de mí y me golpea la nariz con el puño. La sangre brota de mi cara y luego sobre la suya cuando levanto el codo y le devuelvo el golpe. Entonces nos quedamos paralizados, sangramos y mirándonos.
—Tú eres la razón por la que todo esto está pasando, ¿sabes? —me susurra—. Tú me creaste.
—No.
—¡Sí! —insiste antes de reírse locamente—. ¡Tú! Tú, tú, tú, tú eres mi razón de todo.
Lo miro de reojo.
—Eres un tipo enfermo y retorcido.
Y de repente, el suelo debajo de mi espalda se rompe por la mitad, y luego estoy cayendo en picado hacia el agua blanca de abajo. Grito mientras mis manos se aferran al metal roto, tratando de salvarme. Mis brazos crujen por el peso y mis piernas patean, tratando de mantenerme en la resbaladiza superficie rota del ferry. Apenas estoy aguantando cuando noto que el asiento del coche raspa hacia mí. Chillo presa del pánico y mis propulsores me lanzan hacia arriba para que pueda atraparlo antes de que se caiga.
—Ya te tengo —saco a Maria retorciéndose de la sillita, presionando mis labios contra sus rizos sudorosos y sus mejillas manchadas de lágrimas—. No te dejaré, pequeña.
Solo puedo escuchar los gritos de Maria mientras la sostengo contra mi pecho y salgo a trompicones de la sala de control, regresando de la grieta del suelo. La sangre me bombea con fuerza en los oídos, Michael ha desaparecido y el ferry se ha partido por la mitad. La gente grita y trata de alejarse del metal astillado, el agua blanca desde abajo comienza a acercarse cada vez más. El barco se hunde. Con nosotros dentro.
—Oh Dios... —susurro lentamente antes de que mi voz se convierta en un grito—. ¡Peter!
Me encuentro con el silencio durante unos largos y terribles momentos antes de que la pieza en mi oído crepite y...
—¡Dios mío, Lisa! —la voz de Peter grita en mi oído—. ¡¿Mar y tú estáis bien?! ¡Esta no era mi intención!
No debería haberlo dejado. ¡Dios, no debería haber dejado que se ocupara de esto solo!
—¡No es culpa tuya! —Mirando el agua que se acerca cada vez más a mis zapatos, paso mi mano temblorosa por mi cabello mojado—. ¡Tenemos que poner a la gente a salvo!
—¡¿Qué hago?! Karen, dame una radiografía del barco y marca los puntos fuertes. Lees...
—Alejaré a todos del borde —le grito, corriendo y deslizándome por el piso de metal prácticamente vertical—. ¡Ten cuidado!
Mientras corro y guío a la gente lejos del agua, Peter se balancea a mi lado e intenta volver a juntar el ferry. Reprimo a la gente lo mejor que puedo mientras Peter está colgado ante mis ojos, sus brazos tensos y gritando al convertirse en lo único que nos salva a todos de ahogarnos. El agua deja de subir, pero las dos mitades tiemblan contra las redes blancas que apenas las mantienen unidas.
—¡Un gran trabajo, Peter! —felicita Karen en un tono alegre—. Tienes un 98% de éxito.
—¿98? —responde Peter con voz ronca, su cuerpo todavía estirándose entre las dos mitades.
Un hombre grande a mi lado aplaude de repente, sorprendiéndome y asustando a Maria, gritando:
—¡Bien Spider-Man!
Entonces una red se rompe.
Y luego otra.
Y otra.
Mi boca se abre de terror y Peter se lanza hacia la multitud, tratando de encontrarnos entre la gente que grita. Envuelvo a Maria con fuerza y dejo escapar un grito cuando la última red se rompe y nos sumergimos en el agua. Y justo cuando creo que todos estamos a punto de ahogarnos, el ferry se congela en su lugar y comienza a juntarse lentamente. Peter se baja al terreno accidentado y desigual a unos pocos metros de distancia, extendiendo una mano hacia mí, permitiéndome llegar hacia él.
—¿Qué diablos? —susurra Peter mientras tomo su mano y giramos con cuidado en un círculo confuso—. ¿Qué diablos?
Y luego, en la ventana, una máscara muy familiar de color rojo y dorado se revela lentamente.
—Hola, Spider-Man.
Mi corazón cae hasta mi estómago y mi boca se abre lentamente.
El traje se congela en su lugar cuando sus ojos blancos se posan en mí.
El traje me ve.
Él me ve.
Claro que es él. Tenía que ser él.
—Nunca había querido maldecir más que en este momento —me susurro, mis ojos agradándose al ver un traje de Iron Man sosteniendo el costado del ferry.
La mano de Peter se aprieta alrededor de la mía y trago saliva, mirando directamente a la máscara. Ojalá pudiera ver su rostro, ver cómo reacciona, ver si me odia tanto como creo que debe hacerlo. Y luego su cabeza se agacha para apartar la mirada de mí, y continúa juntando las piezas. Trago saliva una vez más, pero mis ojos no se desvían de él. Mira hacia arriba otra vez, muy rápido, casi demasiado para que yo lo atrape en una última mirada.
Y de alguna manera sé que puede serla. La última vez que me vea. Quizás durante mucho tiempo. El hombre de la máscara de hierro me mira y sale por la ventana, volando para terminar el trabajo. Pero me quedo mirándolo sin comprender, tratando de sentir algo más que vacío.
—Lees —Peter tira de mi mano, volviéndose hacia mí y apuntando un pulgar sobre su hombro—. Tengo que... tengo que...
Mi rostro todavía está en blanco cuando lo miro, asintiendo.
—Sí. Ve. Tienes que ayudar.
Peter agarra mi cara y besa mi frente, frotando el cabello de Maria antes de lanzarse al suelo para perseguir a mi padre.
Y me quedo allí de pie, sin mi victoria, sin mi oportunidad de volver a casa, sin mi padre y mi hermano; los vítores estallan a mi alrededor, no sintiendo nada en absoluto.
♛♛♛
Peter se sienta en la barandilla de un puente de hormigón, su expresión vale más que mil palabras desgarradoras al tiempo que sus ojos marrones miran el agua. El cielo es una extraña acuarela de colores y el sol comienza a ponerse en su nueva serie de errores. A lo lejos, las personas en el ferry, incluidas su hermana y su sobrina, siguen siendo llevadas sanas y salvas a tierra. Pero al menos están siendo rescatadas.
Pudo haber sido peor. Pudo haber sido mucho peor. No debería haber dejado que esto sucediera. Debería haberlo detenido de alguna manera.
En medio del sonido de helicópteros y gaviotas, un fuerte silbido interrumpe sus pensamientos y Peter mira al traje de Iron Man volando en su dirección.
Se cierne a solo unos metros de él antes de que la voz de Tony lo regañe:
—¡En el último episodio de La Gran Cagada de Peter, te digo que no te metas en esto! Y en vez de eso, hackeas un traje de miles de millones de dólares para poder escabullirte a mis espaldas y hacer lo único que te dije que no hicieras.
Peter apenas puede mirarlo, su voz casi se quiebra.
—¿La gente está bien?
—No gracias a ti —enuncia Tony lentamente, sin querer estar tan enojado con el chico, pero no puede evitarlo.
—¡¿No gracias a mí ?! —pero el chico espeta, haciéndolo levantarse de su posición para poder girar y enfrentar al traje que baja lentamente—. Esas armas estaban en la calle, yo intenté contárselo, ¡pero no me hizo caso! —la voz de Peter se acumula con rabia, gritando—. ¡Nada de esto habría pasado si usted nos hubiera escuchado!
El traje se endereza un poco, entendiendo el significado.
Si solo hubiera escuchado a Lisa, no habría pasado nada de esto. Si lo hubiera hecho, tal vez ella habría estado aquí y podrían haber hecho esto juntos, como un equipo. No estaría en peligro y no tendría que escabullirse. Si Tony la hubiera escuchado, Peter y Lisa se habrían tenido de la forman que ambos se merecían.
Tony comprende que está enojado por el bien de su hermana. Entiende que el niño pensó que lo había hecho mal con ella.
Peter se burla, sus ojos mirando hacia un lado y luego hacia la máscara justo encima de él.
—Si le importara un pelín, estaría aquí presente.
Y el traje se despliega y un hombre de ojos marrones y una barba de chivo, que lleva un traje negro, emerge de la armadura roja y dorada.
Los ojos de Peter se abren con horror y se tambalea hacia atrás, sin esperar eso. Tony se limita a mirarlo con una mirada analítica pero de alguna manera en blanco, fijando sus ojos en los suyos.
—Te escuché, chico. ¿Quién crees que llamó al FBI? ¿Sabes que yo era el único que creía en ti? Todos los demás dijeron que se me había ido la pinza reclutando a un crío de catorce años.
Peter continúa retrocediendo, contradiciendo en voz baja:
—De quince.
—Toca cerrar el pico, ¿vale? —Tony espeta, su voz gritando sobre la de Peter—. ¡Está hablando el adulto! ¿Y si tu hermana y su bebé hubieran muerto? —cierra la boca con fuerza y aprieta los dientes—. La cosa cambiaría, ¿no? Porque sería culpa tuya.
Peter casi se estremece cuando Tony le pone un dedo en el pecho.
—Y si murieras tú... —Tony se lleva las manos a su propio pecho dolorido—, la culpa sería mía. Y no quiero cargar con eso.
—Sí, señor. Lo siento. Lo entiendo.
—No basta con sentir —Tony lo mira de reojo, su voz es un susurro bajo.
—Yo solo... —Peter se apresura, tratando de hacerle entender—. Solo quería ser como usted.
—Y yo que fueras mejor —Tony mira al chico durante un largo y doloroso momento antes de apartar la mirada para ver lo que tiene que decir a continuación—. Vale, no ha funcionado. Devuélveme el traje.
Los ojos de Peter se agrandan por el miedo.
—¿Cuándo me lo dará?
—Nunca más —Peter sacude la cabeza con pánico y Tony asiente—. Sí, así es como funciona.
—No, no. Por favor, por favor, señor Stark, ¡usted no lo entiende!
—Dámelo —Tony lucha por mirarlo, algo en su pecho duele mientras lo ve suplicar.
—¡Es todo lo que tengo! —la voz de Peter es quebrada y suave—. Sin este traje no soy nada.
Tony se lleva una mano a la muñeca izquierda dolorida y se adelanta para decir algo que ha aprendido por sí mismo muchas veces.
—Si no eres nada sin el traje, no deberías llevarlo.
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