thirty - the glitch
chapter xxx.
( homecoming )
las sombras caen sobre mi corazón, apago
la luna, espero a que aparezcas
bebé, deberías venir conmigo
te llevaré al lado oscuro
everything black ─── unlike pluto & mike taylor
queens, nueva york
3 de agosto, 2016
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—Con sinceridad... —May hace una pausa, extendiéndome una mano—. No soy muy fan de ese Tony Stark. Lo siento, Lisa.
Saco lentamente mi vaso de agua de mis labios, mirando a mi tía con los ojos muy abiertos.
Oh. Vaya, esto es violento.
Maria frunce los labios y sopla una burbuja hacia mi tía, su carita torcida mientras se sienta en una silla alta a mi lado. Peter está tan concentrado en girar su tenedor a través de su larb que ni siquiera estoy segura de que esté escuchando, lo que hace que esto sea aún más extraño para mí.
—Siempre estás distraído. Lo tienes metido en la cabeza.
Me vuelvo hacia Maria y rápidamente le doy el biberón, tratando desesperadamente de evitar involucrarme en esta conversación. Ella gorgotea, sus manitas deslizándose por las curvas del plástico mientras le hago una mueca. Estoy acostumbrada a que Tony no caiga bien, pero no hay nada como que tu tía diga que no le gusta tu padre. Supongo que no tiene el mejor historial con ella. Sin embargo, sin saberlo, logró embarazar a su hermana menor cuando tenían diecisiete años. Para ser honesta, a nadie le gusta el chico que dejó embarazada a su hermana adolescente.
—Delmar's Sandwiches quedó destruido... —una voz que suena profesional interrumpe mis pensamientos y la conversación unilateral de May.
Con una cara confundida, mis ojos se deslizaron lentamente de Maria al televisor que está junto a la pared. En la pantalla, hay un vídeo de Peter y yo en el cajero de hace solo unas horas. Ambos nos miramos rápidamente, frunciendo, y él incómodamente moviéndose en su asiento. El dedo de Maria se mete en mi mejilla y cuidadosamente bajo el biberón de su boca, todavía mirando preocupada la pantalla.
—¿Qué cosas te hace hacer? —May continúa, sin ver aún de qué fuimos la causa.
—... en una explosión...
—Tiene que usar tu instinto —ella le informa a mi hermano, pero ninguno de nosotros escucha realmente.
—... después de que un intento de robo a un cajero resultara desbaratado por el colorido justiciero local de Queens...
—¿Qué? —May sigue lentamente nuestra línea de visión y sus labios se curvan, haciendo que nos miremos nerviosamente el uno al otro.
—... Spider-Man.
Una imagen de Peter, todo vestido con su traje rojo y azul, saliendo de un baño portátil y tratando de sacar un trozo de papel higiénico de su pie, aparece en la pantalla a continuación. Peter deja caer su mano de su plato y le doy un resoplido silencioso antes de que me entrecierre los ojos.
—Mientras Spider-Man intentaba frustrar el atraco, se disparó una poderosa ráfaga que partió en dos la bodega al otro lado de la calle. Milagrosamente, nadie resultó herido.
El corazón salta a mi garganta y mi mano se dispara hacia la de Peter, agarrando la suya en pánico. No necesita la publicidad, pero está usando el traje. Yo solo llevaba una sudadera con capucha y una gorra, y no importa lo mucho que ninguno de nosotros piense que es un buen disfraz, en realidad no lo es.
Y cuando aparece el vídeo, espero con vergüenza ver mi rostro en la pantalla. Pero la cosa es que, cuando comienza el metraje, no se me ve por ningún lado. A lo largo de todo el clip de Peter derribando a los ladrones vestidos como los Vengadores, hay un glitch donde una vez estuve.
Y con ese glitch en las imágenes, yo ni siquiera estaba allí.
Peter y yo nos miramos con expresiones de ojos muy abiertos y bocas ligeramente abiertas. ¿Qué demonios...? Ninguno pensó en el metraje en el cajero, por lo que no lo tocamos. Entonces... ¿quién fue? May se vuelve rápidamente hacia nosotros, sacándonos de nuestro estupor y haciéndonos caer de nuevo en la inocencia.
—Si veis que está pasando algo así —señala con el pulgar sobre su hombro, alzando su mirada—, os largais en dirección contraria.
Dios, va a patearnos el trasero cuando descubra la verdad.
—Ya —Peter y yo asentimos rápidamente—. Sí, sí, sí. Claro.
—¡A seis manzanas de casa! —exclama ella con incredulidad, sacudiendo la cabeza hacia Maria, como si la de apenas un mes pudiera entenderla.
—Necesito otra mochila —Peter interrumpe repentinamente antes de que ella pueda decir algo más, mostrando una sonrisa plana.
Con las cejas fruncidas, May levanta la barbilla y se lleva un dedo a la oreja.
—¿Qué?
—Que... que necesito otra mochila.
Me rasco la frente con torpeza, mirando entre los dos.
—Ya van cinco —May suspira y vuelve a mirar su comida.
Mis ojos se abren y golpeo el pie de Peter con el mío, gritando:
—¡¿Cinco?!
—Whoops —él se encoge de hombros tímidamente y yo sonrío, rodando los ojos y tomando otro sorbo de agua.
Uno de los camareros se acerca a nuestra mesa, coloca un plato blanco al lado de May y anuncia:
—Budín de arroz picante.
—No hemos pedido eso.
—Invita la casa —y luego... guiña un ojo.
Me atraganto con el agua y toso, haciendo que Maria se enoje conmigo y Peter me toque la espalda con torpeza, claramente acostumbrado. May le da una sonrisa al camarero.
—Oh, gracias —después de que él se aleja, May mira casualmente la comida para murmurar—: Que detalle por su parte.
—Ajá —me aclaro la garganta, compartiendo una pequeña y risueña sonrisa con Peter—, muy agradable.
Peter entrecierra los ojos y señala con el tenedor al camarero.
—Creo que te kiriere.
Pero incluso cuando me río al ver la expresión de asombro de May ante las palabras de Peter, no puedo evitar mirar a la pantalla y preguntarme quién es exactamente la causa de este problema.
¿Quién querría protegerme así?
Y si no se trata de protección, la pregunta es: ¿qué quiere de mí?
♕♕♕
Unas veinticuatro horas después, el pequeño auto de May se detiene frente a una gran casa elegante que está llena de música, luces intermitentes y locos. Uf, fiestas. Odio las fiestas con mucha pasión. Siempre consistían en chicos al azar, muchísimo ruido y demasiado alcohol. Y nunca he sido buena en ese tipo de cosas.
—Vale, pues ya estamos —me detengo a un lado de la calle del suburbio, dejando salir un poco de alivio por no habernos matado—. ¿Ves? Te dije que podríamos llegar sin peligro.
—Uh, ja, ja, sí —Peter ríe torpemente a mi lado, sus ojos se mueven y sus manos todavía se aferran a la correa de su cinturón de seguridad.
—¡Tío! —le hago una mueca y levanto una mano—. Eres un dramático. Ned, estás bien ahí atrás, ¿verdad?
Miro por el espejo retrovisor para ver al amigo de Peter sentado en el centro con los brazos extendidos a ambos lados, agarrándose firmemente a los asientos traseros del automóvil. Sus ojos son enormes y tiene el temor de Dios arraigado en ellos. Sus brazos tiemblan un poco mientras descansa lentamente las rótulas, frotando el sudor nervioso. Peter traga saliva y deja escapar un suspiro apretado y tranquilo, sus ojos se vuelven hacia la casa y sus labios se fruncen. Tarareo en silencio para mí misma, presionando mis propios labios en un ceño.
—¿Señorita Lisa? —llamada Ned desde atrás, con su sombrero marrón inclinado a la par que me mira.
—No hace falta que me llames señorita, ¿recuerdas? —me doy vuelta para mirarlo, sacudiendo mi cabeza y levantando las cejas—. Lo hemos hablado durante diez minutos de trayecto.
—Sí, claro, cierto, lo siento, pero, eh, eres... —suelta una carcajada—, una horrible conductora.
—Eso dicen —pongo los ojos en blanco y suspiro.
—¿Quién te enseñó a conducir? —Ned se inclina para mirar a un lado de mi cara—. ¿Tu padre? Porque presiento que Iron Man es mejor conductor.
—Uh...
—Osea, vuela con los trajes y tiene muchos coches elegantes, así que presiento que sabría cómo no estrellarlos. Pero leí que teníais un conductor, así que a lo mejor no sabe.
—Pues...
—¡Fijo que te enseñó el Capitán América! Pero no parece demasiado divertido para aprender a conducir.
—Ned...
—Parece ser el tipo de: 'ponte el cinturón' y 'baja la velocidad', 'ten cuidado con los peatones' o 'gira a la izquierda para que podamos jugar al bingo'.
—¿Bingo?
—¿Es gruñón? Lo parece.
—¡Vale, pues! —digo en alto, mirando torpemente hacia Peter—. ¿Estáis los dos listos?
Tan pronto como la pregunta sale de mi boca, noto cuán pálido está Peter y cuán tensos comienzan a verse sus hombros. Y estoy aproximadamente 88% segura de que no es por mi forma de conducir. Está nervioso y no sé si es solo por la fiesta. Hay algo más, algo que sabían que no me gustaría y decidieron no decirme... Estos dos tienen algo planeado.
Aún así, mi voz se suaviza y trato de sonar vivaz para alentarlo.
—¡May ha dicho que es tu primera fiesta del año! Debe ser emocionante, ¿verdad?
—Será una noche para recordar —Ned se ríe y acepta desde atrás.
¿Una noche para recordar? Suena sospechoso, pero vale.
—Sí, va a ser genial. Solo debéis tener la confianza suficiente en vosotros mismos para relajaros y divertiros, ¿de acuerdo?
—Sí, como este sombrero —Ned sonríe y mueve la cabeza de un lado a otro—. Me da confianza.
—Muy guay —finjo sonreír y asentir, tratando de averiguar cómo diablos terminé atrapada con dos, aunque adorables, quinceañeros que comparten un secreto serio.
—Esto es un error —Peter se voltea para mirarme, sus ojos marrones de cachorrito están muy abiertos y preocupados—. Eh, vámonos a casa.
Mi sonrisa llena de vida se desvanece y suspiro un poco, moviendo mi cabeza hacia el volante.
—En serio, esperaba no tener que hacer esto... Pero no me queda otra opción —los dos jóvenes levantan las cejas—. Pete, ¿te sientes inseguro con tu cuerpo?
—Espera, ¡¿qué?! —él me mira con una expresión de disgusto.
Me encojo de hombros y continúo.
—Oí que muchos chicos de tu edad están pasando por una etapa incómoda en la vida, a medida que crecen sus cuerpos y...
Él rueda los ojos y se ríe.
—May te ha liado para esto, ¿verdad?
—¡Sí! —me estremezco débilmente—. ¿Cómo lo hice?
—No está mal, me siento muy incómodo ahora mismo.
—Bueno —sonrío y le golpeo el hombro—. Vamos, Petey, ve con Ned e intenta divertirte, ¿sí?
Él suspira y asiente.
—Sí, vale. Vamos.
—Aw, ¡ánimo, chico!
—Suenas muy condescendiente, es ridículo —me informa Peter, saliendo del auto con el ceño fruncido.
—Es mi deber como tu hermana mayor —le guiño un ojo y me río—. Que os divirtáis.
—¡Lo haremos! —responde Ned mientras sale del auto después de Peter. Los dos se paran en la acera y Ned levanta una mano hacia mí—. Adiós, Lis... —Peter le da un repentino codazo—, ba.
Lisba. Lisba. Tienes que estar bromeando.
—Oh, Dios mío —murmuro entre dientes apretados y sonrientes, devolviendo el saludo.
Tan pronto como los veo ir a la entrada, saco mi teléfono y frunzo los labios en el pequeño punto parpadeante en la pantalla. El pequeño automóvil conduce lentamente por carreteras iluminadas en naranja, siguiendo el trayecto en mi teléfono hasta que termino en una parte más apartada de los suburbios, deteniéndose debajo de un paso elevado en un parque. Observo la señal por otro largo momento, mis labios aún se doblan en un ceño y un fuerte suspiro sale de mi boca. Empujo mi espalda hacia el asiento y dejo caer el aparato en mi regazo, mirando el techo del automóvil.
Venir aquí fue la razón por la que ofrecí llevar a los chicos a la fiesta esta noche en lugar de May. Pero no puedo ignorar la voz en mi cabeza (que suena sospechosamente como la de Tony) que me sigue diciendo que no debería hacer esto, que no debería involucrarme. Así que tengo toda una dicotomía en mi cabeza.
'Podría ser peligroso.' Pero podría ser más peligroso no saberlo.
'Podría ser atrapada.' Pero podría atrapar a estos tipos que supuestamente son de la Compañía de Recogida Toomes haciendo algo mucho peor.
'Deberías ocuparte de ti misma y mantener la cabeza baja.' Pero si lo hago, nunca sabré lo que Michael Allan quería de mí.
Giro la parte posterior de mi cabeza contra el reposacabezas para mirar por la ventana. Un repentino estallido de energía púrpura explota en el cielo y salto en mi asiento, mis ojos casi saliendo de órbita. La energía se reduce de nuevo, pero algo persiste en el aire.
'Es hora de irse.'
—Cállate, Tony —gimo y presiono mi frente contra el cristal—. Ugh, es una mala idea —me susurro, abriendo la puerta y saliendo a la calle.
Dejando escapar un suspiro, levanto la cremallera de mi chaqueta de cuero apretada hasta que se enrosca en mi cuello y sobre mi boca. Las tiras blancas a los lados de mis pantalones de cuero, y los brillantes cables blancos a lo largo de mi chaqueta, se iluminan tan pronto como la cremallera llega a la parte superior. Shuri tuvo la amabilidad de darme un pequeño regalo antes de irme, aunque le dije que no necesitaría un traje. Resulta que la chica ya sabía que tendría algún tipo de problema.
Mis pies son silenciosos al arrastrarlos por la tierra, acercándome al sonido de voces procedentes del lugar de la explosión. Llego a la esquina de hormigón del puente y recuesto mi espalda contra la pared, contando hasta tres antes de mirar cuidadosamente a mi alrededor. Cuatro hombres rodean el lugar oscuro y sombreado, tres están parados y el cuarto descansa en la repisa trasera de una camioneta blanca abierta. Los tres en pie están hablando de algún tipo de trato, y mis ojos se abren cuando veo una pila de armas de aspecto Chitauri apiladas en la parte trasera de la camioneta.
De los tres que parecen ser los vendedores, uno luce bastante desagradable, mientras que uno parece más relajado y el otro... No estoy segura. Una sombra cuelga de la puerta abierta de la furgoneta, lo que hace que su rostro sea brumoso y difícil de ver. Un extraño resplandor verde proviene de su espalda y, por lo que puedo ver, hay cuerdas y alambres extraños que se retuercen sobre la piel de sus manos y pequeñas cargas que se bloquean en la punta de sus dedos. Nunca he visto algo así.
El hombre odioso de repente aprieta el gatillo de una de las grandes armas y una enorme explosión azul explota en los árboles. La luz estalla de nuevo y brilla sobre la cara del cuarto hombre, iluminando cada detalle de sus rasgos oscuros y reflejándose en sus ojos verdes como serpientes. Y Dios sabe que reconocería esos ojos particulares en cualquier parte. Todo sentimiento abandona mi cuerpo y un jadeo silencioso sale de mis pulmones. Me doy la vuelta apresuradamente, golpeando mi espalda contra la pared y cerrando los ojos con enojo.
Yo... no esperaba encontrarlo tan fácilmente. Oh, Dios, no estaba lista.
'Odio decir que te lo dije, pero...'
—Cállate —me quejo por lo bajo antes de mirar alrededor.
El odioso grita y aplaude al verlo, riéndose como una especie de loco. Michael Allan se pone de pie, una especie de artilugio brillante negro y verde se junta en su columna vertebral mientras se mueve. Sus manos de color moca se aprietan en puños y sus ojos se estrechan brutalmente.
—¡Eh! —le ladra al odioso—. ¿Acaso quieres que nos atrapen o eres imbécil?
—Necesitas relajarte, bonito —el odioso se burla de él antes de reírse y hablar con su comprador—. Esto se ha fabricado a partir de un brazo de un sub-Ultrón recuperado de Sokovia. Ten —trata de entregar el arma masiva al comprador reacio—, pruébalo.
—Yo quería algo discreto —murmura el hombre de piel oscura con ojos caídos—. ¿Por qué quieres desplumarme?
—Vale, vale —el tipo trata de retroceder, no queriendo perder un cliente—. Tengo lo que necesitas, ¿de acuerdo? Aquí hay montones de cosas estupendas. Un segundo —trata de empujar a Michael a un lado para llegar a la camioneta, pero el hombre ni siquiera se mueve ante el contacto, sino que lo derriba.
Michael levanta una ceja sin comprender.
—Vaya, ¿necesitabas pasar? Lo siento —de alguna forma, no parece que lo lamenta.
El otro vendedor pone los ojos en blanco.
—Vale. Si ahora disparas en público, tenemos que darnos prisa.
Michael aparta la mirada del hombre desagradable que irritadamente trata de volver a levantarse.
El otro vendedor se acerca al comprador y le dice en voz baja:
—Mira, los tiempos están cambiando. Nosotros somos los únicos que vendemos estas armas de súper tec.
—De aquí sacaron el material los ladrones del cajero —susurra una voz repentinamente sobre mi hombro.
Me tapo la boca para evitar gritar antes de girar y levantar el puño a ciegas.
—¡Whoa, whoa! —una mano cubierta de rojo se aferra a mi puño y un cuerpo se voltea hasta quedar frente a mí—. ¡Oye, oye, soy yo! ¡Soy yo! ¡Mira!
Me lleva unos diez segundos procesar el hecho de que, de hecho, estoy mirando la máscara de Spider-Man.
—¡Santo cielo, Peter! —siseo suavemente, quitando las manos de mi cara—. ¡¿Qué estás haciendo aquí?! Se supone que debes estar en una fiesta... ¡lejos de aquí!
—Sí, lo sé, pero vi la explosión y... —una pequeña melodía extraña interrumpe la débil defensa de mi hermano. Peter saca con pánico su móvil, con la cara de Ned en la pantalla.
—Oye —lo miro fijamente—, ¿estás pidiendo morir?
—¿Qué es eso? —ambos nos giramos simultáneamente para mirar a la vuelta de la esquina, los vendedores levantan sus armas al único otro hombre allí—. ¿Nos has tendido una trampa?
Las manos del comprador vuelan en señal de rendición.
—¡Eh, eh, tío!
—¡Hey! —Peter salta de mi lado y da vuelta a la esquina—. ¿Vas a disparar a alguien? ¡Dispárame a mí!
Realmente está pidiendo morir.
Las cejas de Michael se contraen en una confusión casi intrigada antes de que el otro vendedor se encoja de hombros.
—Vale.
Luego se da vuelta rápidamente y apunta su arma a mi hermano mientras el comprador se va corriendo antes de que lo atrapen. Peter dispara una red y tira del arma antes de comenzar a correr. Dejo escapar un gemido y lo sigo, no dispuesta a dejar que lo maten.
Los dos corremos hacia ellos, hasta que Peter se lanza detrás de mí e intento saltar para lanzar un puñetazo, consiguiente que me agarren la garganta y me quede en el aire.
Tose por la asfixia irregular y mis ojos se lanzan para encontrar a Michael Allan sosteniéndome en el aire con su mano completamente cubierta de cables. Con los dientes desnudos y un gruñido, golpeo dos veces mis propulsores uno contra el otro, haciendo que los cables de mi chaqueta se iluminen y exploten con un ataque de luz. Dejando escapar un pequeño grito, Michael me deja caer de nuevo en la tierra y termino tosiendo una vez más mientras se para sobre mí.
Lo miro con los ojos muy abiertos al mismo tiempo que él solo me mira, su cabeza ladeada con disgusto. Sé que tenía ventaja. Ambos lo sabemos. Él puede matarme aquí y ahora, y no podría detenerlo. Pero no lo hace. ¿Por qué? En cambio, se voltea y corre hacia la furgoneta que se aleja locamente, saltando a la parte de atrás antes de doblar la esquina.
—¡Vamos! —grita Peter de repente, disparando una red para la parte trasera, deslizándose por el suelo junto a mí y agarrándome rápidamente el tobillo cuando pasa.
—Espera, espera, Peter, espera... —pero definitivamente no hay que esperar, porque se está arrastrando y me arrastra a mí detrás.
Peter y yo gritamos aterrorizados cuando la camioneta gira bruscamente, deslizándonos por el camino asfaltado y luego hacia un grupo de botes de basura. Nos deslizamos y saltamos a través de las carreteras suburbanas, nos damos la vuelta y luchamos por tener una sensación de equilibrio.
—¡Esto es horrible! —grito cuando nos topamos con la acera y chocamos con los cuerpos del otro.
Peter me dispara una red, pegándome a la parte trasera mientras intenta enderezarse. De repente, un destello de luz rosa brilla desde allí y luego una de las puertas vuela hacia nuestras caras.
—¡Cuidado! —Peter grita y ambos lanzamos nuestras espaldas hacia atrás, apenas esquivando el metal volador al deslizarnos por el suelo—. ¡Ay, mi culo!
Otro rayo de energía vuela hacia nosotros y pateo a Peter con pánico en su trasero, lanzándonos fuera del camino antes de que el suelo explote. En la camioneta, Michael golpea su puño contra el hombre desagradable y la pistola de energía es arrojada, cayendo al césped cercano.
El auto toma una curva cerrada, arrojándonos a ambos al costado de un coche antes de que la camioneta nos arrastre a través de una fila de botes de basura, volando hacia nuestras caras y a nuestro alrededor. Y luego, de repente, nos detenemos en una parada corta y dura; Peter vuela de cara primero a un buzón de ladrillo y yo a su espalda. Todo lo que resuena es el sonido de ladrillos desmoronándose y nuestros '¡ows!' sincronizados. Nuestras redes en la camioneta se rompen y ellos siguen conduciendo.
Peter salta apresuradamente, tratando de engancharse en la única puerta que sobrevive y, en su lugar, arrancándola de inmediato.
—¡Genial! —grita sarcásticamente—. Cogeremos un atajo.
Mis extremidades se agitan cuando trato de levantarme y correr tras él, gimiendo al verlo saltar sobre una valla de metal. Echando un vistazo preocupado, enciendo rápidamente mis propulsores y aterrizo fácilmente en el suelo junto a él.
Aceleramos a través dos chicos jugando ping pong en un garaje.
—Hola, chicos. Buen partido. ¡Divertios!
Corremos hacia un patio, donde un perro muy emocionado corre hacia nosotros.
—¡Whoo! ¡Eh, eh, pequeño! Lo siento, no hay tiempo para jugar —Peter arroja un palo—. Ve a buscarlo.
Peter se mueve para saltar solo otra vez, pero lo agarro por los hombros y lo miro.
—¡Espera! Me vas a llevar contigo, ¿de acuerdo?
—¡Trato hecho! —suena demasiado emocionado antes de envolverme con un brazo y deslizarnos por las calles—. ¡Esto ya está mejor!
El caos nos sigue a medida que avanzamos, derribando la casa del árbol de un niño y destruyendo el cobertizo de algunos tipos, las cercas de algunas personas, deslizándonos a través de las piscinas, asustando a los niños y corriendo por los techos de las casas mientras la camioneta todavía pasa cerca de nosotros.
—¡Casi te tengo!
Patino por el borde del tejado de alguien mientras Peter agrega cansinamente:
—Creíais que te habías librado de nosotros, ¿eh? Te tenemos justo donde te queremos —con un último grito, Peter salta desde el borde—. ¡Sorpresa!
Pero luego mi hermano es arrancado de mi costado cuando grandes garras se aferran a su pie y lo levantan en el aire.
—¡No!
Su mano se mueve en pánico por la mía y rápidamente engancho mis dedos con los suyos, aferrando nuestras manos con fuerza. Los dos gritamos mientras él es arrastrado hacia el cielo, permitiendo que me lleve a la oscuridad. El viento ruge y se mueve más allá de nosotros, y el suelo iluminado de amarillo se aleja cada vez más.
Las abrazaderas de metal alrededor del pie de Peter no se aflojan, y tampoco nuestro agarre. Al tiempo que comenzamos a entrar en las nubes y la luna llena parece estar cada vez más cerca, luchamos desesperadamente por liberar a Peter de la extraña persona de metal con forma de pájaro y ojos verdes y brillantes. Con los ojos entrecerrados, levanto mi propulsor y apunto a la cara del hombre pájaro. El propulsor empieza a girar con fuerza, formando una luz blanca. Pero luego, antes de que pueda disparar, el hombre pájaro lanza un pie hacia adelante y me da una patada en la cara. Mi visión se oscurece y apenas puedo sentir mi mano ser arrancada de la de mi hermano.
Y cuando me volteo y caigo por el aire oscuro, todo lo que puedo escuchar es a Peter gritar por mí.
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