five - i'm not tied to anyone
chapter v.
( age of ultron )
tenía hilos
pero ahora soy libre
ya no hay
hilos en mí
i've got no strings ─── dickie jones
torre de los vengadores
2 de mayo, 2015
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Mis pies con tacón hacen clic cuando llego al borde de la escalera que cae en cascada hacia el salón. Todos mis pensamientos salvajes y confusos se desvanecen al ver la fiesta que se extiende a continuación. Una suave sonrisa adorna mis mejillas. Agradezco a Dios que esto no se parezca en nada a las viejas fiestas de mi padre, ya que aquí conozco gente y, en lugar de mujeres escasamente vestidos y disparos, tenemos buena música de jazz y sonrisas reales. Estos "festejos", o lo que sea que utilizara Thor, son refrescantes. Las luces de la ciudad brillan a través de las ventanas de vidrio distantes y el ático está cálidamente iluminado, haciendo que todo se sienta acogedor e informal.
Escucho una colección de silbidos enviados hacia mí y mi vestido rojo. Un ceño casi instantáneo se apodera de mi expresión y miro con irritación a mi alrededor, tratando de encontrar las fuentes para poder patear sus traseros. La vista de papá y Rhodey al pie de la escalera me hace soltar un suspiro de alivio.
—Menos mal que habéis sido vosotros —me río mientras tomo la mano de Rhodey para que me ayude a bajar con estos zapatos ridículos—. Estaba a punto de romper las rodillas de los tipos que me silbaron.
Papá hace una mueca, pone una mano en el centro de su pecho y mira de Rhodey a mí.
—¿Solo nosotros? ¿Lo has oído? —cuando Rhodey asiente y lo confirma, papá continúa—. ¿Qué quieres decir con 'solo nosotros'? Somos las mejores personas del lugar.
Rhodey interviene, arqueando sus cejas hacia mí.
—Sí, Lees, en serio. Pensé que te caíamos bien.
Me encojo de hombros e inclino mi mano hacia adelante y hacia atrás.
—Eh.
—Duele —señala Rhodey antes de alejarse—. Duele mucho.
—¡Sabes que te quiero! —exclamo, poniéndome de puntillas mientras levanto una mano para ahuecar el costado de mi boca.
Sin volverse atrás, suelta un sarcástico "¡Ja!"
Me río ligeramente antes de volverme hacia mi padre, quien mira fijamente. No puedo evitar preguntarme si la incomodidad entre nosotros ha pasado. Claro, hemos hablado desde que me habló borde en el laboratorio, pero cada conversación se siente como si estuviéramos caminando cuidadosamente sobre los cristales rotos. Odio sentirme así y sé que él también.
Con la esperanza de que todo esté olvidado, le doy una pequeña sonrisa.
—¿Qué?
—Oh, nada —pone los ojos en blanco y se encoge de hombros un poco—. Eres preciosa, eso es todo.
—Ay, papá —toco mi pecho, sonrojándome un poco.
—Hice un gran trabajo, ¿eh? —él arruga su nariz y me mira de reojo, como si me estuviera inspeccionando.
Mi mano cae inmediatamente y le frunzo el ceño.
—Tienes que llevarte el crédito de todo, ¿no?
—¡Eh! —él estira sus manos hacia atrás, su voz se eleva en tono—. Yo te hice.
—Primero que nada, ew —levanto un dedo—. No quiero o necesito escuchar cómo me 'hiciste', ¿de acuerdo? Es una imagen visual sin la que puedo vivir —él se ríe—. En segundo: me ganaste 'hiciste' un cincuenta por ciento. Veintitrés cromosomas, pá, veintitrés.
—¿Has terminado? —él levanta una ceja.
Hago lo mismo, imitando completamente su tono y expresión.
—¿Y tú?
Solo me da una cara seria y su voz es monótona cuando dice:
—Menuda ferocidad.
Me río antes de unir mi brazo con el suyo.
—Vaya, gracias.
Él asiente, presionando sus labios al sonreír.
—Sabes que te quiero, pequeñaja.
Y, así, vuelvo a creer que todo está bien.
—Yo también —levanto mis pies para poder besar su mejilla.
Las próximas horas pasan volando, yo me deslizo entre la multitud de personas, pasando el rato con las que conozco. Me quedo un tiempo con Clint y Helen antes de encontrar mi camino hacia Nat y Rhodey. Cuando los paso, le doy pulgares arriba a Bruce, que está haciendo un trabajo maravilloso para evitar la mayoría de la interacción humana. Descubro que soy horrible jugando al billar, pero también lo es el amigo de Steve de D.C., Sam, así que no me siento demasiado fuera de lugar.
Me siento con Thor alrededor de un grupo de veteranos del ejército por un rato, riendo y escuchando mientras todos comparten sus propias historias de guerra. Son interesantes de escuchar... bueno, excepto una.
—Ya sabes, el traje puede soportar el peso, ¿no? —Rhodey se inclina hacia Maria para tomar su bebida del bar, sacudiendo un poco la cabeza mientras habla—. Así que cojo el tanque, lo llevo volando hasta el palacio del general y lo suelto a sus pies. Y digo: ¡boom! ¿Buscaba esto?
Oh, Dios.
Mi tío esboza una sonrisa risueña. Papá, Thor y yo lo miramos con expresiones evasivas, como si no entendiéramos el punto. Papá sonríe un poco, al menos tratando de ser cortés por el bien de su mejor amigo. Por otro lado, yo levanto las cejas y Thor parece que está esperando algo más de la historia. Supongo que difícil sentirse impresionada cuando eres parte de los Vengadores, ya que ahora se me permite oficialmente estar en el equipo. No es que esté presumiendo ni nada, claro.
La sonrisa de Rhodey cae, intentando repetir en un tono explicativo:
—Boom. ¿Buscaba...? —se interrumpe, mirándonos—. ¡¿Por qué os lo cuento?! En cualquier sitio, esta historia es la leche.
Papá mira a un lado y yo bostezo un poco.
Thor mueve su cerveza, sus cejas fruncidas por la confusión.
—¿Esa es toda la historia?
—Sí —responde Rhodey en voz baja, encogiéndose de hombros—. Es de la Máquina de Guerra.
Papá toma un sorbo de su champán mientras nos miramos divertidos.
—Pues es muy buena —se ríe el dios.
Rhodey pone los ojos en blanco y asiente hacia un lado.
Todavía riéndose, Thor asiente rápidamente para animarlo.
—Es impresionante.
Me río y cubro mi boca con mi mano, tratando de ocultar mi sonrisa.
—Que detalle —el ceño sarcástico de Rhodey se vuelve incómodo mientras cambia de tema—. Oye, ¿cómo está, eh, 'él', Lees? ¿Os va bien?
Le doy un pequeño y divertido movimiento de cabeza ante su incomodidad. Rhodey, papá y Happy siguen portándose raro por el hecho de que estoy en una (uh oh, la palabra prohibida) relación. Estoy aproximadamente ochenta y ocho por ciento segura de que estuvieron en negación durante el primer año. Papá incluso se me acercó unos tres meses después, ofreciéndome dinero para que no siguiera saliendo. Pepper lo hizo dormir en el sofá durante una semana después de eso. Decidí no sentirme mal. Sé que mi padre y mis tíos no tienen nada contra T; él es algo así como perfecto, aunque yo puedo ser predispuesta. Honestamente, ellos serían así sin importar con qué chico decida salir.
—Estamos genial —ruedo los ojos, aún sonriendo—. Gracias, Rhodey.
Él asiente incómodamente antes de que él y mi padre se miren. Se dan unos a lentos e infelices movimientos de cabeza de entendimiento. Son tan dramáticos. Y papá siempre se pregunta en voz alta de dónde lo saqué. Maria y yo compartimos una mirada juguetonamente molesta antes de que la conversación continúe.
—¿No está Pepper? —Rhodey le pregunta a papá, sonando confundido y preocupado—. ¿No va a venir?
Todo mi estado de ánimo cambia, viendo en silencio la cara de mi padre. Sutilmente dice que no y niega con la cabeza. Mientras mira más allá de nosotros, sus ojos brillan de dolor y una vez más pienso en la tensión entre ellos últimamente. Por lo general, están muy contentos de estar solo en la compañía del otro, pero se están distanciando. Es casi como si no pudieran soportar estar cerca por más de unos pocos días. La mayoría de las veces, Pepper está en el otro lado del país. No todo está bien, no importa lo que mis padres me digan. Parpadeo los recuerdos de escucharlos discutir, escondida en mi habitación.
—Eh, ¿y qué hay de Jane? —Maria habla desde mi lado, bromeando—. ¿Dónde están las damas, caballeros?
—La señorita Potts dirige una compañía —papá asiente con la cabeza y sonríe, mirándolos mientras miro mis tacones altos.
—Yo ni siquiera sé en qué país está Jane —se jacta Thor cuando la sonrisa de mi padre cae lentamente, poniéndose a la defensiva—. Es la mejor astrónoma, gracias a su trabajo sobre la convergencia.
—Y la compañía de Pepper —papá mira rápidamente a Thor, tratando de convencer a su amigo— es el mayor conglomerado tecnológico de la Tierra —me mira, haciéndome asentir enérgicamente—. Es emocionante.
Tan pronto como papá mira hacia otro lado, mi enérgico asentimiento se desvanece y ruedo mis ojos hacia mi tío y la ex-agente, ambos alzando las cejas.
—Se habla de que Jane va a recibir un, eh —Thor finge no recordar el último premio de su novia—, Premio Nobel —se encoge de hombros como si no fuera gran cosa.
Papá parpadea y luego mira hacia el espacio.
—Sí, deben de estar ocupadas porque jamás se perderían esta competición de...
Ooh, ouch.
María sonríe burlonamente antes de toser.
—¡Testosterona!
Papá saca el vaso de su boca antes de mirar a Thor. Ambos se encogen de hombros.
Rhodey pone una mano en la espalda de Maria.
—Madre mía.
Cruzando un brazo sobre mi abdomen, sonrío ante sus bromas.
Ella se lleva una mano al pecho y se aclara la garganta.
—Disculpen.
—¿Una pastilla para la tos? —le ofrece Rhodey a la mujer—. ¿Lees? ¿Qué tal tú? ¿Quieres una? ¿Te duele la garganta?
—Muy divertido —voy detrás de ellos, tomando la mano extendida de Rhodey para poder escapar de este nuevo círculo del Infierno de Dante.
Los dos hombres que dejamos atrás se ríen despectivamente y, cuando me alejo entre la multitud, puedo escuchar a Thor susurrar:
—Pero Jane es mejor.
La fiesta continúa mientras me muevo, saludando a Steve y Sam mirando desde el balcón. Steve me responde con una sonrisa antes de que sienta un brazo entrelazado con el mío. Miro sorprendida y encuentro a Natasha a mi lado. Su cabello rojo brillante está peinado hacia atrás y su falda negra se balancea sobre sus rodillas.
—Hey, peque —mira a su alrededor con una ceja levantada—. Menuda fiesta.
—Papá sabe cómo montarlas —le sonrío mientras nos alejamos.
—Ah, sí, me acuerdo —me devuelve una sonrisa traviesa.
Los recuerdos de esa noche hace casi cuatro años regresan, y no en el buen sentido. Papá se moría por culpa del paladio y estaba en esos períodos autodestructivos. Era su fiesta de cumpleaños y estaba borracho. Muy borracho. Y Natasha Romanoff no era la asesina que ahora conozco y adoro; era Natalie Rushman, una coqueta asistenta que me hizo querer arrancarme los pelos. Se reían y pasaban un buen rato cuando Pepper y yo nos presentamos. Entonces papá y Rhodey procedieron a meterse en una gran pelea, volaron la casa y terminé en el hospital. Oh sí, papá realmente sabe cómo montarlas.
—Dios, no me lo recuerdes —ruedo los ojos, aún viendo destellos de esa noche miserable—. Te odiaba.
—Bueno —ella inclina la cabeza, sonriéndome—, era mi trabajo.
Suspiro en concesión, deteniéndonos al borde de una gran multitud. Con una sonrisa cansada, me recuesto contra la pared y cruzo los brazos detrás de la espalda. Nos quedamos en silencio por un largo momento, viendo la fiesta continuar. Encuentro a Rhodey en un grupo cercano, con algunas mujeres sentadas y hombres de pie.
—Lo llevo volando hasta el palacio del general, lo suelto a sus pies y digo: ¡boom! ¿Buscaba esto?
Se ríen a carcajadas y Rhodey sonríe, chocando puños con el hombre a su lado. Sus ojos patinan alrededor del grupo antes de asentir, creyendo que finalmente la historia recibió la apreciación que merece.
Me río y aparto el flequillo oscuro de la frente. Cambio mi atención a Nat y mi expresión se torna triste. Sus ojos están distantes y sus labios no son atraídos por la sonrisa normal que lleva. Cuando me pilla, inmediatamente me da una mueca bromista y toma un sorbo de su martini.
—No tienes que fingir que estás bien —le informo en voz baja.
Ella levanta las cejas y habla con el delgado vaso todavía en los labios.
—Ya es natural, peque.
—No tiene que serlo. No aquí. No con nosotros —me giro hacia ella, aún manteniendo las manos detrás de mi espalda—. Puedes confiar en nosotros, Nat. Los Vengadores son diferentes a S.H.I.E.L.D. No vamos a destruirnos unos a otros —me niego a creerlo—, nos mantenemos unidos.
—Lo sé —dice seriamente, mirando a la nada—. Créeme, lo sé.
Estamos en silencio por unos momentos más antes de ver a Bruce hablando en voz baja con Clint.
—Entonces, Bruce y tú, ¿eh?
Ella me levanta una ceja.
—Tú me presionaste sobre T, ¿vale? Es justo —le doy una sonrisa burlona.
Su cabeza y hombros se mueven un poco en un extraño encogimiento.
Otra pausa continúa antes de que ella pregunte en voz baja:
—¿Alguna vez has esperado tanto a alguien que te has dado cuenta de que nunca va a estar ahí?
Mis ojos se apartan de Natasha, encontrando a papá en la multitud. Sé que no es lo mismo, pero a veces me siento así con él. O solía sentirme así. Lo esperé. Siempre lo he estado esperando. Pero él está aquí ahora. Y la persona de Natasha no. Ahora lo veo. Ella no sabe si debería esperar o tratar de encontrar algo de felicidad en otro lugar. Y esa es una pregunta que solo ella puede responder.
—Sí.
De repente se aclara la garganta y me sonríe.
—Lo siento, Lisa.
—No pasa nada.
Me da un beso en la frente, me aprieta el brazo y se aleja. Lo juro, siempre voy a ser esa niña frágil y perdida de quince años que conoció hace siglos. El equipo me ve como su hermanita, hija o sobrina. Supongo que es agradable, pero también significa que periódicamente recibo palmaditas en la cabeza, besos en la frente y charlas cuando todo lo que realmente quiero es dormir. Suspiro y sacudo la cabeza ante mis pensamientos, fijando mi vista en Steve y Thor. Están en el mostrador con otro grupo de veteranos. Thor está vertiendo un poco de líquido en un vaso de lo que imagino que es un tipo de alcohol.
Un veterano habla desde mi lado:
—Tengo que probar un poco de eso.
—No, no, no. Verá —Thor sostiene el pequeño vil, deslizando unas gotas en un vaso antes de dármelo—. Esto ha envejecido durante mil años...
Mis ojos se abren por la sorpresa antes de que Steve se acerque y me lo quite, mire hacia abajo y lo huela.
—... en barriles fabricados con los restos de la flota de Grunhel —continúa Thor, mirando a su alrededor y vertiendo unas gotas más en su propio vaso—. No está hecho para hombres mortales —señala el final de su oración con una sonrisa.
¿Y por qué me lo iba a dar? ¿Qué piensa que soy?
—Tampoco lo estaba la playa de Omaha, rubito.
Todos nos volvemos para mirar a un anciano muy familiar.
Espera, ¡¿qué?! ¿Él también está aquí? ¿Cómo lo conoce papá? ¿Cómo lo conoce alguno de nosotros? ¡¿Qué está pasando?! Estrecho los ojos al hombre, abriendo la boca confundida.
—Deja de intentar asustarnos —se ríe entre dientes, niega con la cabeza y le hace un gesto a Thor—. Vamos.
Thor nos mira a Steve y a mí, los dos nos encogemos de hombros.
Para ser sincera, no estoy segura de que el hombre sea un hombre mortal.
—Está bien —reconoce el dios, vertiendo el líquido.
Ni media hora más tarde, me encuentro apoyando el codo en la barra y mirando divertida a los ancianos que me rodean. Uno parece estar congelado en su lugar. Otro se ha quedado en el mostrador de la barra y rápidamente me levanto para ayudar al anciano familiar mareado. Aferrándome a él, conecto mi brazo con el suyo antes de que sus pies tropiecen hacia adelante.
Él dice:
—¡Excelsior!
Le levanto una ceja mientras caminamos cuidadosamente por el ático.
—Sabes, querida —dice mientras lo pongo en el ascensor—, sé que este no s tu lugar —me da golpecitos en la cara, arrastrándose una vez más—, pero eres bonita.
Sonrío.
—Gracias, señor. Tengo la sensación de que nos volveremos a ver... de alguna forma, en algún lugar, en algún momento.
Él asiente con una sonrisa aturdida y borracha cuando las puertas se cierran. Todavía estoy confundida. ¿Quién es este hombre y por qué está literalmente en todas partes?
Con un encogimiento de hombros, deslizo mis manos en los bolsillos de mi vestido y miro al suelo, mis pensamientos giran en direcciones aleatorias.
—Hola, cadete espacial.
—¿Hm? —veo a mi padre y a mi tío acercándose con una expresión en blanco y distante. Después repondo para mí misma—: Oh, sí, lo siento. ¿Qué?
Rhodey se detiene a un lado de mí, hablando con expresión preocupada.
—Estás muy fuera de lugar esta noche, Lees.
—¿Lo estoy?
Los dos hombres me parpadean.
—Eh, bueno, supongo que sí —me encojo de hombros y muevo con la mano—. Tengo una extraña sensación, es todo.
Ha estado conmigo desde anoche, cuando vi a papá y a Bruce en el laboratorio. Es como si algo terrible se avecinara y, sin embargo, estuviera demasiado lejos para comprenderlo. Supongo que todo ha estado demasiado soleado y feliz últimamente. He intentando dejarlo de lado, pero aún permanece en el fondo de mi mente.
—¿Extraña sensación? —la cara de papá se pone tan preocupada como la de mi tío, y prácticamente puedo escuchar todas las alarmas de padre sobreprotector sonando en su cabeza—. ¿Estás bien, pequeñaja?
—Siempre —alzo mi barbilla en una expresión de "duh"—. Ahora, queridos compañeros, vamos a festejar o alguna cosa por el estilo.
Sigo siendo idiota.
—Oh Dios —murmura papá, rodando mientras los guío hacia adelante.
Unas horas más tarde, la fiesta termina y el ambiente se siente mucho más tranquilo al quedarnos los de siempre en el sofá. Helen Cho está durmiendo en uno de los sofás, Bruce y Nat se sientan a un lado, hablando en voz baja. El resto nos encontramos dispersos alrededor de la mesa de café abarrotada llena de comida china, champán que papá sintió la necesidad de decirme que no bebiera, y un Mjolnir muy contento. Thor trata a ese martillo como si fuera su hijo, al menos cuando no lo lanza contra las cabezas de los demás.
Hace tiempo que me quité los zapatos y solté mi cabello, extendiéndome entre papá y Rhodey. Maria y mis chicos están jugando al póker mientras miro la partida para bromear con Steve, que se sienta al lado de Thor. Descanso la cabeza contra el brazo de mi tío y me río de las desesperadas excusas de Clint por su incapacidad para levantar el martillo.
—¡Pero es un truco! —exclama el arquero, haciendo girar hábilmente un palillo asiático en sus dedos.
—No, no, es mucho más que eso.
—Ah, el que lo empuñe, si es digno de él, poseerá el poder —arroja Clint dramáticamente—. ¡Venga ya, tío! Es un truco.
Thor se ríe profundamente antes de señalar el Mjolnir.
—Por favor, adelante.
Las otras pequeñas conversaciones que se filtran a través del salón de la Torre parecen apagarse cuando todos miramos a los dos hombres. Steve y yo vemos a Thor sorprendido, por otro lado, Clint luce desconcertado.
—Vamos —papá le dice tranquilamente.
Clint mira de él a Thor, extendiendo su mano.
—¿En serio?
—Sí —responde Thor a la ligera.
Clint tamborilea inmediatamente los palillos antes de levantarse. Me río un poco, inclinándome entre papá y Rhodey, quienes están mirando con sus risitas tranquilas. Descanso los codos sobre mis rodillas, lista para que comience el entretenimiento.
—Esto va a ser divertido —se burla Rhodey con una sonrisa.
—Has tenido una semana difícil —agrega papá con indiferencia—. Si no logras levantarlo, no te lo tendremos en cuenta, Clint.
Todos nos reímos cuando Clint se acerca casualmente, mirando a Thor.
—Esto ya lo he visto antes, ¿vale?
El dios asiente levemente, alzando las cejas con una pequeña sonrisa que solo se puede llamar traviesa. Clint deja caer un brazo sobre el martillo y pasa su mano alrededor del mango. Su cara se tuerce, intentando levantarlo. Él gruñe y puedo escuchar el cuero de su chaqueta tensarse mientras aún lucha por cogerlo.
El asesino suelta una risa sibilante, retrocediendo para mirarlo.
—¡Aún no sé cómo lo haces!
Papá apenas ocultando una sonrisa.
—¿Me dejas que te lo enseñe?
—Por favor, Stark, como no —Clint suelta el martillo.
Rhodey y yo nos alejamos de él, mirando para ver qué hará. Se pone de pie dramáticamente, desabotona la parte superior de su chaqueta y extiende su mano. Rhodey y yo rodamos los ojos, aunque ambos llevamos pequeñas sonrisas. Mis ojos vuelven a mi padre, que mira a su alrededor. Todos se burlan y se ríen, él arrogadamente se acerca a Mjolnir y lanza miraditas.
—Vale.
—Uh oh —digo con un tono burlón.
—No soy de los que se arrugan ante un buen desafío —le dice a Clint, pasando por encima de él y mirando al martillo con una sonrisa.
El arquero se vuelve a mofar, sin creer que mi padre pueda levantar esta cosa.
—A por ello.
—Es física —papá nos informa inteligentemente.
—Física —repite Rhodey con una pequeña carcajada.
—Así que, si lo levanto —papá se ubica detrás del martillo—, ¿podré gobernar Asgard?
—Sí, claro —Thor parpadea muy en serio.
Papá comienza a analizar el martillo mientras se agacha y junta las manos a su alrededor.
—Pienso reinstaurar el derecho de pernada.
—Papá —le frunzo el ceño.
Él juguetonamente me arruga la cara antes de prestar toda su atención al martillo. Junta ambas manos alrededor del objeto y le da unos fuertes tirones. Me lamo el labio inferior y lo miro de reojo.
Él gruñe un poco antes de enderezarse y darse la vuelta.
—Ahora vuelvo.
Regresa unos momentos después con las mangas enrolladas y un guante de Iron Man subiendo por su muñeca. Me burlo juguetonamente, rodando los ojos y metiendo las piernas debajo de mí. Gira su cuerpo de un lado a otro, tratando de tirar de la mesa. Él nos mira y nosotros aún mantenemos las cejas enarcadas con burlona anticipación. Sus propulsores emiten pequeñas chispas y sigue sin levantarlo.
—Rhodey, Lisa, traed vuestros traseros hasta aquí —ordena distraídamente papá, todavía tirando del mango.
Mi tío suspira y se levanta, pero yo me río.
—Eh, no. No, gracias.
—Vamos, chica —Rhodey frunce el ceño y me golpea el hombro.
—Artritis —levanto mis manos y meneo los dedos.
Mi padre y mi tío ponen los ojos en blanco. Lo siguiente que sé es que tanto papá como Rhodey se aferran al martillo. La cara de papá está concentrada y Rhodey respira con dificultad.
Rhodey lo mira con incredulidad.
—¿Pero estás tirando?
Papá lo mira seriamente y le hace una pregunta que solo un niño de cinco años haría.
—¿Estás en mi equipo?
—¡Se supone que sí! ¡Tira! —ordena Rhodey.
—Vale —papá rápidamente acepta—, venga.
Sigo observando con creciente diversión mientras mi familia se vuelve más idiota. Cada uno da vueltas, intentando y sin poder recoger el martillo alienígena. Bruce le da a la cosa un tirón falso antes de retirarse del martillo con un gruñido y las manos extendidos. Lo observamos fijamente, más o menos ocultando nuestras sonrisas. Se endereza, arreglando torpemente su traje. Maria anima a Steve, quien se pone de pie y camina hacia el Mjolnir.
—Adelante, Steve —Clint lo alienta en voz baja—. Sin presión.
Steve se arremanga y mira el martillo con una pequeña sonrisa. Nat y yo le sonreímos. Cuidadosamente, coloca sus pies en el borde de la mesa y extiende sus manos hacia el mango.
—¡Vamos, Cap! —anima papá, yo aplaudo y me inclino para poder ver mejor.
Thor lo observa, siempre con esa sonrisa arrogante. Es decir, hasta que el Mjolnir cambia y hace un pequeño ruidito. La cara de Thor cae por completo y sus ojos se clavan en el martillo con silencioso horror.
Steve le da un tirón más, casi sin compromiso, antes de suspirar derrotado. Lo miro de reojo; se rindió con demasiada facilidad. Da un paso atrás y levanta las manos en señal de rendición antes de que Thor suelte el aliento que estaba conteniendo, dejando escapar una risita sibilante.
—Nada —Thor niega con la cabeza, sonriendo y bebiendo su cerveza.
—Nat —levanto una ceja hacia ella.
—¿Viuda? —Bruce le hace un gesto a la pelirroja.
—Ah —levanta los dedos de su cerveza, sacudiendo un poco la cabeza—, no es algo que me plantee siquiera.
—Respeto al hombre que no pudo reinar —papá se encoge de hombros—, pero está amañado.
Thor levanta las cejas. Asiente con la cabeza y traga su bebida sin siquiera tratar de defenderse.
Las bromas continúan hasta que papá sale con una teoría muy plausible.
—El mango tiene grabado como un código de seguridad. 'Aquel que tenga las huellas dactilares de Thor', creo que es la traducción literal.
—¡Tiene que ser eso! —estoy de acuerdo, extendiendo la mano al Mjolnir.
—Sí. Es una teoría muy, muy interesante. Yo tengo una más sencilla —Thor levanta el martillo y lo arroja antes de mirarnos con arrogancia—. Vosotros no sois dignos.
Todos nos reímos y nos burlamos. Papá cruza los brazos sobre el pecho. Juguetonamente, le tiro mi zapato al dios rubio. Él esquiva mi tacón y me señala con una amenaza simulada. Todos continúan abucheando a Thor mientras él se ríe y toma otro trago de su cerveza.
Es entonces cuando se me pone la piel de gallina y siento un escalofrío repentino. Me estremezco un poco y pongo una expresión nerviosa. Algo va mal. Algo va muy mal. Un zumbido horrible llena mis oídos y amenaza con partirme el cerebro. Todos sueltan sus propios sonidos de dolor, inclinándose y luciendo confundidos. Papá hace una mueca y saca su teléfono de alta tecnología, presionando algunos botones para descubrir cuál es la fuente del sonido. Me estremezco, presionando la palma de mi mano contra mi sien.
—Dignos —gruñe una voz grave, su tono se eleva mientras unos pies pesados crujen contra las baldosas.
Mis ojos se levantan dolorosamente y los de papá se estrechan. Nos volvemos para encontrar una extraña forma de metal, uno de los legionarios, balanceándose de espaldas a nosotros. Está goteando lo que parece ser petróleo. Los cables sueltos cuelgan de su cuerpo, sus extremidades se rasgan y se arrancan parcialmente. Y su cara. Oh Dios, su cara. Es la que vi en el laboratorio. La que vi mientras pensaba en el legado de mi padre. La cara de papá se crispa en confusión al ver al robot. Sus pies lo mueven cada vez más cerca de mí mientras yo hago lo mismo, sintiendo la necesidad de protegernos si es necesario.
—No —un brazo de metal roto nos corta, la forma gira lentamente y da pasos dolorosos hacia nosotros—. ¿Cómo podríais ser dignos?
Respiro hondo y trago con dificultad. Un miedo extraño, pero familiar, se arrastra en el fondo de mi mente.
La cosa mueve el brazo y nos señala.
—Sois todos asesinos.
Asesinos. Somos asesinos. Todos se enderezan un poco más ante las palabras del legionario.
—Stark —Steve no quita sus ojos de encima.
—Jarvis —dice papá en un tono cuidadoso, tomando mi brazo con una mano y tendiendo su teléfono nuevamente en la otra.
—Lo siento, estaba dormido —la cosa mira a su alrededor, pensando—. O estaba soñando...
¿Soñando?
—Reinicia el OS Legionario —papá toca el holograma que se proyecta desde su teléfono—. Tenemos un traje defectuoso.
—Papá, por favor, ten cuidado —murmuro, inclinando la barbilla hacia él mientras mantengo mis ojos bien abiertos en el formulario.
—Había un ruido terrible —y, oh, yo todavía puedo escucharlo.
El teléfono de papá baja lentamente y mi corazón late tan fuerte en mi pecho que estoy segura de que todos pueden escucharlo.
—Y yo estaba enredado en... hilos —la cosa se tambalea al mirar hacia abajo.
Hilos.
Una voz, mi voz se repite en mi cabeza desde hace mucho tiempo: 'pero no permitiré que dicte mi vida. No permitiré que él, el monstruo en el trono, ni nadie ni nada me controlen como una especie de marioneta.'
El ser de metal continúa en un tono extraño, casi suspirante.
—He tenido que matar al otro. Era un buen tipo.
—¿Matar? —susurro para mí misma, la preocupación se apodera de mi cara.
—¿Has matado a alguien? —Steve pregunta severamente, moviendo una ceja y levantando un poco la barbilla.
—No habría sido mi primera opción —dice la cosa a la ligera, cambiando de un pie a otro—. Pero, en el mundo real, hay que tomar decisiones desagradables.
Su voz, sus palabras, la forma en la que habla, oh Dios, suena muy familiar. Muy Stark.
—¿Quién te envía? —quiere saber Thor con firmeza, la oscuridad juega en sus ojos mientras mantiene su cuerpo a la defensiva.
La voz apasionada de mi padre se reproduce y suena en el aire.
—Y yo veo una armadura alrededor del mundo.
Mis ojos se vuelven en su dirección y su cabeza se inclina ligeramente hacia atrás en estado de shock.
¿Él hizo esto?
—Ultrón —dice Bruce en una comprensión horrorizada, mirando a papá.
Los ojos de mi padre miran dolorosamente en mi dirección. Mis labios se separan en confusión, pero, por más que lo intento, no puedo evitar que la ira esté en mis ojos. ¡¿Qué ha hecho?! Sus ojos marrones se apartan, volviendo a al legionario deshonesto.
La cosa levanta su cuerpo, reconociendo el nombre.
—En carne y hueso. O no. Aún soy una crisálida —habla con disgusto, mirándose una vez más.
Lentamente, con cuidado, comenzamos a preararnos. El agarre de Thor se aprieta alrededor de Mjolnir, la pistola de Maria hace clic al ponerse de pie, y yo discretamente enciendo mis propulsores y ruedo mis hombros hacia atrás.
—Pero estoy preparado. Tengo una misión.
—¿Qué misión? —pregunta Nat en un tono cauteloso y ronco.
Su cabeza se mueve hacia atrás para mirarnos.
—La paz en nuestro tiempo.
Los legionarios explotan repentinamente a través de las paredes y se sumergen directamente hacia nosotros. Mis ojos se abren en shock, papá envuelva su brazo alrededor de mi cintura y agarra su chaleco. Ambos nos arrojamos al suelo para evitar que nos arranque la cabeza. Steve es golpeado por la mesa después de arrojarla para defenderse de un legionario. Maria cae al suelo con una pistola en la mano. Thor aplasta a cada uno con su martillo mientras los demás se alejan de mi visión.
Se pueden escuchar fuertes golpes, gruñidos y disparos en toda la sala. Alzo una mano y envío uno mío a un legionario. Se desvía y me levanto de un salto, pateando la mesa cercana para tener una mejor diana. Fallo y vuelvo a caer al suelo. Rhodey y papá permanecen agachados cerca de mí, presionando sus manos contra el suelo y frunciendo el ceño ante la pelea que sigue a nuestro alrededor.
Los grandes ojos de papá me encuentran, una vez más agarrando mi brazo mientras dice:
—Lees, tenemos que...
—¡Irnos! —termino el final de su oración, dándole un empujón a su costado antes de agacharme debajo de fragmentos de vidrio volador—. ¡Idos vosotros! ¡No sois buenos sin los trajes!
Papá me hace una mueca, arruga su nariz y abre la boca. Rhodey me da esta expresión muy disgustada y poco impresionada que podría encontrar graciosa si no fuera por esta situación.
—Oh —hago una mueca—. ¡No era mi intención!
Me interrumpen repentinamente cuando un cuerpo de metal duro choca contra mi estómago.
La voz de Rhodey grita al tiempo que soy alejada:
—¡Lisa!
—¡Idos! —gruño y mi espalda se estrella contra uno de los pilares de cemento.
Miro al legionario presionando mi frente, tratando de empujar mi cabeza hacia atrás como para romperme el cuello. Giro una pierna alrededor de su espalda y me deslizo, disparando a su cuello. Se cae antes de salir volando. Con otro ceño enojado, me muevo para levantarme antes de escuchar un choque cercano. Mis codos me empujan hacia arriba lo suficientemente pronto como para ver que papá es arrojado a través de una de mis estanterías y que Rhodey atraviesa los cristales de las ventanas. Les grito, pero sé que no puedo ayudarlos más de lo que me pueden ayudar en este momento. Mis ojos vuelan, mi corazón se detiene y el zumbido en mi cabeza se vuelve más fuerte al ver a uno de los legionarios dirigirse hacia el laboratorio.
—¡El cetro! —grito en pánico.
Cuando noto que absolutamente nadie me escucha, ya que están atrapados con sus propios problemas, trago con dificultad y me dispongo a hacerlo por mí misma. Tengo que hacerlo. Tengo que parar esto. Mis propulsores me lanzan y aterrizo en el piso superior, donde se encuentra el laboratorio. Ignorando el cristal que me clava los pies descalzos, me deslizo hacia la sala con poca luz. Allí, veo un legionario blanco y azul atravesando la barrera azul brillante y envolviendo sus dedos metálicos alrededor del cetro.
—¡Eh, amigo! ¡Eso no te pertenece! —grito mientras éste gira su cabeza hacia mí.
Esquiva dos de mis disparos, me lanzo sobre él y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello. Los chillidos en mi cerebro se hacen cada vez más fuertes, pero sé que no puedo parar. Me da un fuerte codazo en la nariz y yo lanzo una mano desesperadamente hacia el cetro. Pone su brazo libre en la parte de atrás de mi cuello y, de alguna manera, me da la vuelta, alejándome del cetro. Grito mientras doy vueltas y vueltas por el aire. Mis propulsores apenas me atrapan y golpeo mi cabeza contra el piso. Mi mente nada mientras volteo torpemente sobre mi estómago, levantando la vista para ver cómo el ser de metal vuela sobre mi cabeza y sale por las grandes ventanas.
—¡No! —trato de dispararle desde el cielo.
Con mi rayo a unos metros de distancia, el legionario ni siquiera se molesta en esquivarlo. Navega por el cielo oscuro hasta desaparecer. Se produce otra ola de mareos y gimo en voz baja, empujando mi mano sobre la parte posterior de mi cabeza. A medida que continúa la pelea, me apresuro y trato de proteger mi cabeza del material que cae.
—¡Stark! —llama Steve.
—Un segundo, un segundo —la voz de papá es rápida y tensa, ya que proviene desde arriba—, lo tengo.
—¡Cap! —Clint lanza el escudo rojo, blanco y azul hacia el supersoldado.
Steve salta, agarra el escudo y lo arroja contra el último legionario que nos dispara. Se desmorona y todos soltamos respiraciones algo aliviadas y cansadas. Pero luego recuerdo que eso, o más bien él, todavía está aquí. Mis ojos se dirigen inmediatamente hacia el frente del ático, donde la criatura persiste con sus ojos azules rasgados.
—Buen intento —el ser de metal destruido se burla y tropieza.
Papá, cansado, vuelve a caer en la escalera y deja escapar una bocanada de aire. Mantengo mi cuerpo rígido y veo a Metallica pasearse delante de nosotros.
—Lo siento, vuestras intenciones son buenas —se lleva una mano a la cabeza, todavía caminando—, pero no lo habéis planeado bien.
Steve se acerca enojado, estudiándolo con el ceño fruncido. Papá y yo nos miramos, los dos respiramos pesadamente con los labios ligeramente abiertos. ¿Cómo ha sucedido? ¿Lo hizo él? ¿Por qué? Puedo ver sangre en su labio y sé que debo estar luciendo parecido. Todos se quedan alrededor del gran espacio, observando con varias expresiones en sus rostros: confusión, ira, vergüenza, irritación; hay tantas que me cuesta procesarlas.
—Queréis proteger el mundo, pero no queréis que cambie. ¿Cómo se va a salvar la humanidad si no se le permite evolucionar? —se agacha para agarrar la cabeza de un legionario y se ríe—. ¿Con esto? Estas marionetas —aplasta el cráneo del legionario antes de tirarlo como si fuera asqueroso para él—. Solo hay un camino hacia la paz. La extinción de los Vengadores.
Un objeto se estrella contra el robot deshonesto, haciéndolo volar hacia atrás y romperse contra la pared. Thor extiende su mano y el Mjolnir vuela de regreso. Los hombros de todos se doblan ligeramente, mirando desde el ser roto. Mis manos se extiende a lo largo del azulejo, perdiéndome dentro del cristal roto. Cuando un último chillido resuena en mi cerebro, mis manos con las palmas abiertas se curvan en puños. Me levanto y miro la forma desmoronada del robot por un momento.
Mis pies tiemblan mientras me llevan lentamente más lejos de mi familia jadeante y más cerca de la cosa moribunda. Mis ojos brillan de un azul más profundo que antes, viendo como su propia luz se desvanece lentamente en la nada. Pero no antes de escuchar una canción, una que solía cantar todo el tiempo cuando era pequeña. Parece que no puedo detenerme, es como si mi mente hubiera sido arrebatada y no estoy segura de si alguna vez podré saber quién la dirige.
Nuestras voces se mezclan mientras cantamos en voz baja:
—Tenía hilos, pero ahora soy libre.
Y soy feliz... Viva la libertad, sin hilos ya sé caminar y hasta correr, y hasta bailar, ellos tienen y yo no, no hay uno como yo. La canción continúa dentro de mi cabeza.
—¡Lisa! —espeta la voz de mi padre distantemente.
Repentinamente, salgo de la canción. Mis pies me hacen retroceder lejos del aceite drenando de la cosa de metal muerto. Mis dientes se aprietan visiblemente, mi estómago se siente enfermo y mi corazón frío en mi pecho. Con una mirada distante y lejana, manteniendo mis ojos en alto, me giro para enfrentar a mi familia, que me mira con ojos oscuros.
Esto no es un sueño. Es una pesadilla.
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Casi 1k leídas, wow. ¡Muchas gracias!
Recordad echadle un vistazo a Resurrection Overture, que algunas partes son importantes para esta ;-)
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