"Qué bien te queda esa canción"
Qué bien te queda esa canción.
Qué bien te quedan mis lunares.
Qué bien te queda el ritmo del silencio
cuando apoyo mi cabeza en tu pecho.
Qué
bien
te
quedaba
tu cara entre mis manos
y tus roces sobre mis sábanas.
Qué bien te quedaba mi nombre en tus labios,
antes de que te tuvieras que marchar.
El eco de mis pasos saltando sobre tus charcos,
antes de que te tuviese que soltar.
Qué jodidamente bonito era mi reflejo en tus ojos,
sólo cuando miras a través de mí con ellos.
Sólo de mí depende si también va a ser bonito tu recuerdo.
Que una retirada a tiempo es una victoria
y yo siento ya a mis cicatrices reclamándome
para que tú no puedas tocarlas nunca.
Por favor, coge mi mano y entrelaza tus suspiros
una última vez.
Regálame un recuerdo, no una promesa.
Yo nunca fui de los que creen en eso.
Sé que no es un reemplazo,
sé que sólo es un progreso.
Así que sólo queda recomponer mis restos.
Volver a mi origen, a mi gente, redescubrirme.
Y tú sé feliz.
Cuando el aroma de su pelo llene tu vacío,
o te acompañe en él, ¿no es lo mismo?
Sé feliz.
Cuando la coreografía de tus dientes
esbozando una sonrisa sólo para ella
se dibuje cada mañana,
recuerda la coreografía de nuestros dedos.
Recuérdame, recuérdala.
Y sé feliz.
Porque mereces suspirar y no ahogarte en tu aliento.
Sé feliz.
Hoy te dejo marchar, así que cuida tu esencia por favor.
Yo ahora tengo que romper mis lágrimas
contra este acantilado, contra ti.
Sólo espero que alguien sepa recogerme
de esta isla que he creado.
O no.
O quizás sólo yo sepa el camino para salir de ella
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