Mediocridad
Intenté e intenté hasta la saciedad
convertirme en la perfecta imagen escondida tras el espejo.
Probé y probé, y de tanto probar,
rompí las piezas que en el cristal quedaban de mi reflejo.
Juré y perjuré que iba a rozar la perfección.
Afirmé que mis actos romperían con lo establecido.
Quién me iba a decir que esta función
acabaría pendiendo de estos hilos ya partidos.
¿Cómo iba a adivinar que las notas de mi voz
iban a marcar la resquebrajada historia que escondía aquel telón?
Y es que llegué yo a creerme
dueño de este lujoso reino.
¿Cómo iba a adivinar que mías serían las paredes
que esconderían en el olvido hasta su último recuerdo?
Me perdí en aquel calor que encerró mi destino en un tierno abrazo.
Y en mi cuerpo de espinas de la más linda flor,
perdí mi reino fundado sobre la sangre de mi retrato.
Me creí irreemplazable, duro e indomable.
Me hicieron ver la falsa imagen
en los demás de un crimen abominable.
Escondí la verdad y aparté el coraje
para ocultar la cara de este pecador de realidad mudable.
Para callar la voz del incansable verdugo.
Para librarme de este insaciable tributo.
Sólo pretendía aspirar a lo más alto,
de un chasquido liberarme de mi mandato.
Pero al final soy una entre todas las cenizas,
otra hoja de papel consumida por este fuego, la vida.
"El tiempo corre", siempre dicen en un intento por la realidad afrontar.
Pero mientras las horas a todos llevan a otro lugar,
las agujas de mi reloj se rompen hasta resquebrajar.
Sin luz, sin sentimientos, soy el eclipse de la inmoralidad.
Sin cambios, ni avances, me sumo en la fiebre de la mediocridad.
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