Levi

Ese es tu nombre, el cual presentaste con tanto orgullo la primera vez que te conocí. Tu nombre, tu corto y monótono nombre retumbaba en mi mente una y otra vez, tan corto, tan simple, tan único, tan tú.

Tu nombre rimaba con débil, un adjetivo que no tenía cabida entre las innumerables cosas que te hacen la cadena del juicio entre nuestros amigos. ¿Y por qué? Eres el sinónimo de apacigüidad, cordura, carácter, dinamismo y lealtad. Me sorprende tu carencia de vulnerabilidad a decir lo que pienses, tus opiniones, tus deseos, tus sueños.

Tal vez sea coincidencia o quizás el destino te llevaba preparado en la sangre ser el cinturón que sostiene nuestro cariño; y aunque a veces sueles enojarte y perder los estribos, estoy muy feliz de haberte conocido, de haber compartido momentos especiales y memorables en mi corazón, que sin ti no hubiera sido lo mismo.

Nunca temas a vivir, las injusticias, los dilemas, la guerra que habita escondida durmiente en nuestros corazones...las lágrimas en tus ojos fueron el élixir que me envolvieron en un mar de temores, donde hubo un sepulcral entierro, donde olvidamos quienes éramos o que seremos a medida que olvidamos nuestros nombres. No estoy sola, no estás sola, nunca lo estuvimos si nos damos cuenta en lo que nos enlazó puede dividirnos, sin embargo, siempre nace un fervor oculto que nos fusionará en un solo sentimiento.

Como hace tiempo atrás alguien me lo dijo...