Sombras en el armario
—Nico, recuerda tus sombras del ayer,—
decía mi tío, en días de candor.
Entonces la alegría fue mi guía,
mas no llegaron penas ni dolor.
—Todo pasa por algo—, repetían,
pero no hallo verdad en tal refrán.
Hoy con un ramo en mano me despido
de recuerdos, lugares y un afán.
El desorden persiste en mi armario,
por las noches murmullos me visitan.
Vidrios caen y reflejan mil pesares,
susurros de memorias que se agitan.
Fueron meses de caos y sin destino,
la ropa en suelo, sombras al lugar.
La idea vaga de orden me abandona,
mientras el eco oscuro vuelve a hablar.
Hoy deposito flores en la tierra,
y en su humedad yo siento mi reflejo.
Un escudo pequeño aún me guarda,
mas ya no hay quien proteja mi despecho.
El destino, un tahúr de malas cartas,
me reparte números sin razón.
Aquí estoy, despedida de mi esencia,
la sombra de un pasado en transición.
—¿Cuál será mi futuro?— grito al aire,
—Si al pasado parece condenarme.—
El viento responde en brisa pasajera,
dejando su silencio a consolarme.
El presente es un cuadro de nostalgia,
un abrazo que sangra, beso amargo.
Sé que estoy ausente de mi reflejo,
que no hay sendero claro en este encargo.
Me despido, y al suelo dejo flores,
ordeno mi armario, sigo el sendero.
Tal vez, en la distancia, tú me encuentres,
en mi adiós se halle el regreso sincero.
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