Abuso

Quedate ahí y no hagas ruido
dijo sin volver la mirada.
Todo dolor que causó sin pena
todo lo rojizo en mi piel marcada.

Un cuarto oscuro, sin sombras ni eco
un foco tenue que apenas alumbra.
Allí, mis penas crecieron con el tiempo
y hoy, aquí, mi espíritu se derrumba.

Una soga cuelga, áspera y muda
arrastra callos en mis manos gastadas.
El dolor, sin peso, al alma sacude
que grita auxilio entre sombras calladas.

Espero paciente, subido en la silla
se abre la puerta, y su voz me atrapa
Hola...—comienza, mas yo lo interrumpo
y un cuerpo cae, mientras la silla se rasga.

Hoy soy libre, tras barrotes sin encierro
La vida, cruel, me ofreció su juego.
Tomé sus cartas sin mirar el destino
y un cuerpo extraño yace como reflejo.

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