Éter formidable

Entre mis manos llevó el elixir, el éter formidable,
la sustancia prodigiosa
y homicida.

Rayo el piso de mármol,
con mis vanas tentativas, intenté borrarle
la circunferencia de su sonrisa y daba gritos
como maniático
en manicomio.

Los locos quedaron pasmados, había muerto esa noche,
con una ultrajante sonrisa.

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