ESPIAS DEL CORAZON

Lo que daría por que me abrieran los ojos

Lo que daría por saber qué es lo que fui yo para ti...

De verdad, no es cinismo, me da igual que fuera bueno o que fuera malo

¡Pero saber tu verdad!, la verdad de tu corazón... 

La verdad de tus pensamientos sobre mí

Deberían de haber agencias de detectives románticas, |espías del corazón...|

Contratarles, y que ellos se apostaran frente a la casa de tu corazón, o frente al edificio de tu mente, donde trabajas todos los días... 

Y con un zoom de paparazzi fotografiaran todo lo que piensa tu mente, tu corazón; cada vez que piensas   |si es que te acuerdas|  en mí...

Qué alucinante sería que me trajeran una fotografía de tu corazón sintiendo por mí. Fuera bueno o malo, o indiferente —y no es cinismo—: ¡Pero saberlo!

O mejor aún, que se infiltraran; que el espía contratado allanase la morada de tus sentimientos y  pensamientos y consiguiera colocar allí, estratégicamente, unos micrófonos escondidos...

 Y yo saber de la síntaxis de tu prosa, o quizás de tu poesía...  La que emane traducida de tu emoción, de tus sentimientos escuchados, espiados.... 

Mira, y por qué no —y no es cinismo—, y de paso, te corrijo el estilo.

Ya ves, yo soy así de ilusa, y también, por qué no, de obstinada.

|Sólo quiero, de una vez por todas que me abran los ojos...| 

Saber, de una vez por todas, tener constancia plena; veraz, que de una probabilidad entre un millón, nunca podrá tocarme la lotería.

|Yo sólo quiero, de una vez por todas...|

¡Ay Dios mío, quién fuera poeta! Pero de los buenos, buenos...