Diez

Siento

La ira me consume, no solo se apodera de mi mente sino de mi boca.
Sale en palabras al aire y se hace presente en la habitación.
Ira justa, que sale para defenderme.

En este campo de batalla no hay ganador, solo irremediables ataques. Tan liberadores como letales.

No morí con esa guerra, aún puedo levantarme.

(Abstracto)

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Llega un momento en que la sumisión pierde poder y da lugar a la ira, una chispa basta para encender el infierno. Las palabras que alguna vez se callaron salen a relucir, los sentimientos guardados se desbordan. Es un límite humano.

La ira vista como ataques al azar es agresiva, injustificable y un poco triste. Pero la ira defensiva es un alto a la injusticia, un premio a la valentía y un consuelo para el dolor.

La ira justa en el momento correcto, da lugar al respeto.

(Descifrable)

N/A: con lo último no me refiero a que el miedo causado por la ira brinda respeto. Me refiero a que la ira presente en uno mismo marca un límite de situaciones que estamos dispuestos a tolerar. Cuando algo nos enfurece es porque sobrepasa esos límites, es aquí cuando se establecen acuerdos  y nace el respeto a ellos, a nosotros mismos y a los demás.

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