Me acunas...

Entre tus brazos me enredo

como ese ovillo de colores

que acaba por parecer un arcoíris infinito

inacabable, inagotable, 

inmarcesible, idílico y  hermoso.

Te apreso...

Entre mis brazos creo

una dulce trampa donde te atrapo.

Donde exijo que seas mi siervo.

Que me ames sin límites,

ni protestas, ni vergüenzas.

Nos amamos...

Pieles a una temperatura volcánica

que se rozan, desesperadas,

entre las sábanas.

Que chocan

como las olas rabiosas

en un día de tormenta marina.

Que se dedican un dulce castigo.

Se adoran. Se enredan, Se funden. 

Aman.