Vida, energía, vitalidad sublime, 
Era lo que en su cuerpo se gestaba. 
Germinaba una flor tan pura y delicada, 
Pero tan fresca y nueva, tan lozana, 
Que nunca imaginó cuán frágil era. 

El soplo de la brisa, una caricia, 
Pudieron vulnerar su endeble tallo, 
Frenando el flujo caudaloso de su savia,
Llegando a marchitar sus suaves pétalos. 

Y entonces, tras el quiebre de esa rosa, 
Se transformó el jardín en vil desierto,
Un páramo de penas y de sombras, 
Que desecó a su alma desde adentro. 

Se instaló la tristeza en sus entrañas, 
Interrumpiendo el paso de sus sueños, 
Malogrando el Edén con su cizaña.  

Pero nada es eterno, ni el invierno, 
Desde la tierra estéril surgen flores, 
Porque duermen semillas en su lecho. 
Y aún las que perecen dejan huella, 
Habiendo preparado aquel terreno. 

Un día aquella rosa tan deseada, 
Volverá a germinar más rauda y fuerte. 
Enriquecida con la esencia de su hermana. 

Y crecerá: ¡tan grande y tan gloriosa!
Que no sucumbirá ya a los torrentes.
Podrá sentir la luz del sol brillar, 
Inmarcesible, plena y resistente.
Porque su vida ha sido enaltecida, 
Con la sabiduría de la muerte. 

*Dedicada a @MaryEstuardo2112 y a su primera rosa ❤️