Cuando la niebla cae

Cuando la niebla baña el taciturno páramo,

Y en el éter patinan las prístinas estrellas,

Lentos mis pies transitan inmemoriales sendas,

Siguiendo el viejo rastro de mis ajadas huellas.

En la antigua colina se bosqueja una casa,

Que alberga los secretos que marcaron mi vida,

Longevos adoquines retienen los fantasmas,

De los vagos recuerdos de un alma deslucida.

Cruzo el umbral y el aire se impregna de lavandas,

Y bailan las luciérnagas en torno a nuestra cama,

Eterno el juramento que duerme en raídas sábanas,

De un amor que ni el tiempo logró apagar la flama.

Mi mirada se pierde por la ancestral ventana,

Del pasaje que enlaza al pozo de los sueños.

Perennes son los lirios que crecen en la copa,

Del aljibe que guarda con afán los anhelos.

Una lágrima escapa de los mis ojos brumosos,

Son tantas las vivencias que mi mente declama,

Que me hacen renacer al paso de las horas,

Hasta que el febo ansioso su dominio reclama.

Cada rayo sofoca mi paso en estas tierras,

Retrocedo el camino al trino de la alondra.

La lápida refulge reclamando al espectro,

Al reposo perpetuo del tálamo de sombra.

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