Si contáramos las veces que lo echaste a perder y las que te perdoné superariamos con facilidad la cantidad de estrellas que veíamos recostadas en el suelo frío de esa minivan.

Nuestras pieles se obsequiaron caricias mutuamente, se incendiaron como el sol que nos acompañaba, y después solo el frío nos alcanzó.

Nuestros corazones latieron siempre en silencio, con miedo del mundo exterior.

Aquellos gastados asientos de rasgado cuero falso fueron testigos de nuestra historia que se asemejo tanto a ellos.

Una historia de amor con más dolor que otra cosa, con susurros por los pasillos y puertas cerradas en cada esquina.

Los ancianos árboles nos vieron sonreír, besarnos, escondernos y llorar.

Los ancianos árboles me abrazaron y cubrieron con el calor guardado por nosotras cuando la fantasía terminó.

Después de todo, el odio lo tienes tu hacia mi, yo jamás te quise hacer daño, yo siempre te quise para estar contigo toda la vida.

Fuiste la primera en llegar, la que me hizo entender quien era yo, aquella que no le dejó el puesto a nadie más, porque llevabas prisa por llegar y alejarte.

Pero aún así no te guardo rencor, solo tengo tristeza, cada que te veo me apuñalas una vez más, cada que te hablo me respondes con un "vete a la mierda", que te hice?

Que te hice?, tan mala fui?, yo no me quería ir y tu no te quisiste quedar después.

Atte.. La morrita a la que le rompiste el corazón y se lo sigues rompiendo cada vez que la ves.