En calabozos y celdas oscuras

Tus pasos y cantos se oían

Los pobres corazones ayudas

Pobres que en soledad padecían

Un ángel a punto de perder sus alas

Por actos nobles que en los demás carecían

Por la rebelde osadía de defender lo que amas

Tus sueños lentamente bajo el cielo arderían

Por qué tanto infortunio para estas pobres almas

Si Dios lo permite, ¿cómo los demás lo amarían?

Mientras lo viles juzgaban desde las cimas más altas

Los buenos corazones en penurias se ahogarían

El reloj mata el tiempo con sus atroces agujas

Despiertan los miedos que en tu corazón dormían

La muerte toca a tu puerta aún si no la buscas

Te sigues preguntando por qué los hombres de fe mentían

Adiós, Felipillo, tu nombre nadará en las aguas

Del olvido. Crueles ríos que toda vida arrastrarían

Serás feliz en otra vida, otro mundo sin cadenas

Donde hasta los más incrédulos libertad encontrarían.