Una dama
Boruto miraba el techo de su apartamento, no fue capaz de cerrar los parpados toda la noche, esa chica lo volvía loco y le molestaba, se ahorraría todos sus problemas si nunca la hubiesen puesto en esa ventana.
Hubiese terminado el instituto normal, hubiese aceptado a una de las varias prometidas que tiene en espera y se hubiese casado quizás, incluso podría ser padre...pero no.
Todo su mundo se paró desde ese día, en esa ventana.
Sintió los parpados pesados por fin, pero el sonido del aparato junto a su cama le borró la poca tranquilidad que había conseguido, miró por el rabillo y en efecto era hora de ir a la academía militar.
El pudo conseguir un trabajo facilmente por las empresas de su padre, pero decidió seguir sus estudios para ser un completo profesional y por ellos ahora se tenía que meter a la ducha a las cuatro de la mañana, el ser un militar era bastante agotador y algo pesado para su gusto, sus días de sueño profundo fueron terminados por un mangueraso de agua helada en la madrugada, nunca olvidaría su primer día en ese colegio.
Para su suerte el agua tibia recorría su cuerpo, ese formado cuerpo juvenil que cierta azabache no podía olvidar desde aquel día cuando la lluvía fue la única testigo de los sentimientos que explotaban en su interior.
Salió de prisa dejando pequeños charcos en el suelo para alcanzar el teléfono que sonaba sin parar.
- Diga - lo apoyó en su hombro contra su oído para poder ajustarse la toalla que en la cintura.
- Ven por nosotros - dijo Shikadai por el otro lado de la línea.
- ¿nosotros? - preguntó el rubió acentuando la palabra.
- Si - se escuchó otra voz, Inojin, pensó al instante.
- Se aprovechan de qué tengo auto - suspiró - voy en diez, más les vale esten listos.
Cortó y fue en seguida por un pantalón obscuro y una camiseta blanca, se aseguró de meter su uniforme y todo lo que necesitaba en su mochila para salir de inmediato.
Tiró sus cosas en la cajuela y volvió al auto enseguida se miró por el espejo retrovisor, era un hombre así que no importaba tanto su aspecto físico como el de una chica, así que sin más arrancó. Mientras iba dejando las casas atrás el sueño se apoderaba de el, se bofeteó varías veces para mantener los ojos abiertos, las calles estaban solitarías a esa hora, tan solo eran las cuatro y media, cualquier otro trabajo comienza a las cinco, tenía esa ventaja de que el asfalto estaba libre y podía darse el lujo de irse chueco sin causar problemas.
Miró nuevamente el espejo, las ojeras eran más que notorías, de nuevo esa chica se apoderó de el, su cabello, sus profundos ojos, eran tan obscuros como la noche o lo poco que quedaba de ella, incluso con luces el camino lucía a obcuras, se dormiría.
Quitó una mano del volante para sacar una bebida energética de su mochila, la iba a tomar en el entrenamiento, pero sería mejor ahora. Su manos se movía sin parar entre los cierres ¿acaso la olvido? Despegó sus ojos del camino para poder encontrarla.
Jamás creyó que esas milésimas de segundos le costarían tanto, sentimentalmente.
Para cuando regresó la vista y observó en camara lenta esos cabellos confundibles con la noche, la razón lo golpeó: no podría detenerse.
El sonido de los neumáticos carraspeando fue lo único presente, se desvió de repente y abrió los ojos. Miró su al rededor espantado.
¿por qué justo en un peatón tuvo que mirar hacía otro lado?
¿por qué ella?
Salió de prisa del auto y sintió su pecho oprimirse al mirarla sentada en el asfalto.
- ¡Por favor perdoname! - exclamó asustado cuando llegó hacia ella - ¿te lastimaste? Te llevaré de inmediato al...
- Estoy bien - lo miró - no necesito que...
- Si lo necesitas - miró que una parte de su falda se había rasgado, si la alcanzó a golpear.
- Dije que no - frunció el ceño ligeramente, la verdad si le dolía la pierna.
- Y yo dije que si - la encaró y sin que ella le diese permiso la tomó en sus brazos ocasionando un jadeo de su parte.
- Bajeme - casi rogó al sentirlo tan cerca, ese cuerpo tan perfecto junto al suyo - he dicho que estoy bien.
- No lo estas - abrió la puerta copilóto y dejó en el asiento con mucha delicadeza.
Ella gimió de dolor cuando el rozó su pierna.
- Lo lamento - dijo mirándola con preocupación, enseguida le abrochó el cinturón sin ni siquiera percatarse de que le había rozado zonas indebidas.
- Los hospitales no tienen servicio a estas horas.
- Eso lo sé - dijo el mirándo para atrás para retroceder - en mi departamento tengo cosas necesarias.
Ella se asustó ¿la llevaría a su apartamento? Negó de inmediato.
- No es...
- la llevaré - dijo con autoridad y luego tomó su teléfono, ella observó que hizo una mueca de disgusto y luego colgó de mala gana, echó un vistazo por el interior del auto, logró divisar en esa mochila azul rey su uniforme militar, abrió los ojos de repente.
- Será mejor que vaya a su academía - lo miró, sabía que debían ser estrictos y el que llegue tarde le afectaría demasiado - puede dejarme aquí y buscaré un taxi...
- ¿un taxi? - el rió con ironía - digame señorita ¿que taxi pasara a estas horas? Incluso si pasa ¿cree que tendrá buenas intenciones con una chica de falda casi rota?
Ella se ruborizó y frunció el ceño.
- Se defenderme sola.
El negó varias veces - ¿Qué hacía a estas horas en la calle? - preguntó con un tono elevado, estaba enojado con el mismo por lastimarla, con ella por andar sola a esas horas, el solo pensar que algo le pudiese suceder, que alguien...ella de sobra era hermosa y con esa ropa solo lucía más tentadora, no todos eran caballeros y el lo sabía, el solo imaginar...sus dientes rechinaron por la furía, apretó el volante y aceleró.
- No es su asunto - dijo mirándo hacía la ventana, se mordió el labio para callar un sollozo, retenía lágrimas de frustración, odiaba que un hombre le hablará así, odiaba tener un cuerpo frágil porque a pesar de todo el dolor era intenso, intentó regular su respiración y calmarse para que el no lo notará, para su suerte aún estaba obscuro y su reflejo en el cristal no era tan claro.
Lo que no tenía en cuenta era que el era muy observador, miró justo a tiempo cuando una gota calló en su puño que apretaba su falda con fuerza. El se sintió peor, la había lastimado de manera física así como sentimental.
Hechó sus cabellos rubios hacía atrás cin frustración, bajó la velocidad y se estacionó en un pequeño garaje. Cuando el bajo ella borró toda rastro de lágrimas y cuando el abrió la puerta la tomó en brazos de nuevo.
Ella estaba algo asustada, subió dos pisos en escaleras sin quejarse de su peso, la cargaba como si pesará cinco kilos en lugar de cincuenta. Abrió la puerta de una patada y la recostó en la cama de su habitación.
Ahora los nervios se apoderaron de ella, si alguien se enteraba de que estuvo en el departamento de un hombre...la matarían, estaba estrictamente prohíbido para una dama.
El entró con un botiquín de primeros auxilios.
- Alza la falda.
Ella se sonrojó al instante ¿qué había dicho? ¿acaso escucho bien?
-¿Disculpe? - enarcó una ceja mirándolo en espera de que repitiera lo dicho.
El la miró - alza la falda - repitió rodando los ojos con fastidio.
El sonido de una bofetada hizo eco en la habitación.
-¿¡Qué le pasa!? - grito sobresaltandola - lo dije para limpiar la herida, no para lo que sea que piense - aclaró con furía en los ojos.
- Solo mi marido puede verme - dijo frunciendo el ceño y es que era cierto, desde pequeña le habían inculcado esa educación, era así para toda mujer de ese siglo. Era una sociedad realmente machista y aunque ella no estaba de a cuerdo, no estaba dispuesta a enseñarle los muslos a ese tipo quien la arroyó y le gritó.
El suspiro con frustración - es correcto, pero le recuerdo que usted señorita - hizo enfasís en lo último - no esta casada.
- Pero lo estaré algún día
- Si y cuando le muestre las piernas a su marido aborreserá esa sicatriz que se le formará si no desinfecto esa herida - dijo ya harto, se enojaba con sus mismas palabras y no entendía el porqué.
Ella con verguenza y sin poder hacer nada, ya que sabía que el tenía razón, una sicatriz no sería muy lindo levantó su falda mostrando sus medias rotas.
El se mostró profesional al topar algodón y remojarlo con alcohol, pero por dentro tuvo que calmar su intinto de hombre, es que jamás creyó lo bellas que se veían esas piernas con esas medias casi rotas. Miró su herida y sin pedir permiso haló de la tela de licra y las rimpió por completo, ella llevó su mano en su boca al darse cuenta de que se le escapó un sonido demasiado obsceno para su gusto.
Desvió la mirada totalmente avergonzada y el lo notó, se dio cuenta de esas mejillas sonrojadas, se dio cuenta de su mirada sumisa y sobre todo se dio cuenta de qué no fue un gemído de dolor.
Deshecho todos los pensamientos que pudiesen cruzar por su cabeza y se concentró en la herida. Sus piernas eran tan blancas y finas, eran perfectas, parecía una modelo. Rozó con suma delicadeza el algodón sobre su muslo que tenía leves rasguños.
Tomó una gaza y con cinta medica la ató mientras sacaba una venda la cual enrrolló como si se tratará de la pierna de un recién nacido.
Su pulso se aceleraba cada vez más y ella, se mordía los labios, el sentir como sus dedos rozaban sus piernas cin delicadeza...había descubierto algo y era que tenía cosquilleos en los muslos, más cuando el rozaba un poco más arriba.
El no se percató de lo que ocasionaba en ella, tampoco se dio cuenta de que rozaba más de lo que debía, casi así le estaba acariciando las piernas sin que se de cuenta.
- Detente...- susurró ella intentando contener las reacciones.
- Ya estoy por...
- ¡Boruto...!
El se calló al instante y sus manos quedarón estáticas, la miró, su respiración entrecortada...sus ojos negros dilatados junto a sus mejillas teñídas de un tono carmesí y por si fuera poco, quedó maravillado al ver como con verguenza cubría esos bellos labios.
Ella moría de verguenza por lo que acaba de hacer, y aún peor se sintió cuando su mirada azulada se clavó en los de ella, por supuesto que la había escuchado.
A pesar de que tenía una apariencia realmente encantadora, como toda una diosa... nada se comparó con lo que sintió cuando gimió su nombre...porque no fue un gemido de dolor, si no de placer....
Porque el era un hombre que no tenía experiencia, pero si conocimiento, en su lugar ella...ella solo era una dama, una dama inocente que no pudo evitar gemir con placer por el hombre que tenía a sus pies...
Disculpen por no haber actualizado, he estado ocupada con deberes y no tuve oportunidad, espero les haya gustado el capítulo, pronto me pondré al día con las demás historias 😉
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